Prueba roleo Riku

El viento mece las hojas de las palmeras, con ese peculiar sonido, y la arena baila en pequeños tornados alrededor de los haces de luz de luna. Hoy comienza otra batalla más en este infierno sin fin y atemporal, plagado de luchas y muertes... pilas de barcos se ven anclados en la arena, en las rocas... no es una playa muy paradisiaca...

Norcissa permanece sobre una estructura de madera que vendría a ser la proa de un antiguo y mugriento barco. Sentada, sosteniendo la guitarra entre sus manos.
-... y el baile comienza otra vez...

Nivel 100 ( Control completo)

Spoiler:

Bajo la sombra de aquella palmera me encontraba, aquella era una de las más pobladas en cuanto a hojas y la sombra que daba era bastante grande, mis brazos estaban cruzados, y mi espalda permanecía recostada al tronco de este gran árbol, en la espera de algo, de seguro, del primer movimiento de la muchacha que observaba a la perfección desde mi posición tan relajada, aquella chica, de apariencia desarreglada, cabello blanco y largo, y unos ojos tan llamativos que no podía evitar mirar cada dos por tres, estaba en la posición perfecta para ver y oir todo lo que ella estaba por emitir de aquella guitarra, sí es que estaba dispuesta a hacerlo, y yo también estaba tan listo para la batalla que hasta parecía increíble, verme decidido, serio, era algo que no normalmente se observaba. Recordaba mi llegada a aquella isla, un recuerdo bastante borroso y no muy exacto, sólo recordaba haber estado en un barco, una tormenta, y seguido a ésta, me encontraba en la costa, donde tuve que buscar refugio y alimento, y ahora, de un día a otro ya estaba en una batalla, algo que en verdad no esperaba pues esa isla parecía tan desierta que de seguro ni gasparín se molestaría en pasar por ella. Cerré mis ojos, me posé cabiz bajo y despegué mi cuerpo de la palmera - Tch... - Solté aquel sonido casi de manera inconsciente, yendo de acuerdo a lo que estaba pensando en ese momento, mis pocas ganas de luchar, las pocas intenciones que tenía de comenzar una pelea, todo por la mala alimentación que había llevado en esos últimos días y a que no me sentía muy bien como para andar luchando con cualquier persona, aún así, ya la situación estaba dada, sucedería. Tomé un poco de aire, y abrí mis ojos con más decisión, clavándolos en la chica que cargaba su guitarra en la proa de un barco - Bien, acabemos con ésto - Y tras decir éstas palabras, di un paso, respiré, di otro, y solté todo el aire, era como un ritual para prepararme para el combate. Era demasiado tarde para retractarme, y el poco honor que tenía ya no me dejaba retroceder y correr, era algo que muy pocos entenderían, el verdadero significado de honor que muchos dicen tener pero lo pierden con facilidad cuando las verdaderas situaciones se presentan, no sabía a qué facción pertenecía la chica, pero, siendo sinceros, ¿había tiempo para preguntar? Lo dudaba.

Con mi mirada fija en mi objetivo, mis manos comenzaron a secretar un fluido espeso, de color azul bastante claro, el olor a dulce comenzó a sentirse en el aire, mi ataque estaba por darse, pero no podía ser tan obvio. En el suelo caían restos de aquel fluido azulado, y éstos se disipaban en la arena con bastante facilidad, desapareciendo de una buena vez cuando pasaban un corto tiempo en contacto con ésta. Mis labios comenzaron a curvarse poco a poco, hasta formar una sonrisa que se vio de lado, la típica picardía comenzaba a verse en mí, como siempre en todas las batallas, aunque no era un tramposo, cualquier combate actuaba en mí de una manera estimulante, activándome enseguida la adrenalina y sintiendo esa extraña sensación de emoción y hormigueo. Di tres pasos lentos, y luego, como sí hubiesen activado una especie de switch en mí, me lancé a la carrera para acabar esa pelea de una manera rápida y definitiva. Me quedaba poco para llegar al barco donde la de pelo albino se encontraba, y cuando noté la corta distancia que nos separaba, salté para alcanzar aunque sea un poco su altura, y ahí, lancé la gran cantidad gelatinosa de dulce que sin duda la paralizaría e inmovilizaría sí ella no llegaba a actuar con rapidez. Luego de ésto, golpeé el barco con mi pie, no en ademán a destruírlo, tan sólo quería impulsarme para así volver a la corta distancia de cinco metros que separaba mi persona del barco,

Arqueó las cejas, mientras una nota cortada y desatonada salio de la guitarra conjunto a el desquicie que había provocado aquel ser.

- Logia. ¿¡Porqué tenía que ser logia?¡- agarré mis pertenencias, mientras saltaba corriendo del barco, por proa, mientras una marea azulina me seguía. - ¿¡Que puto elemento es ese?¡ ¡ Es... huele a gelatina... dios, ya ni se encuentran logias razonables, putos guionistas¡

La marea me alcanzaba, y por si fuera poco, el nota era rapido de cojones, impulsose en aquella desvencijada nave cuyos restos morían en la arena. Ahora que caigo, ¿que hago yo corriendo?

- ¡Caronte!- una estructura de arena, tres malos trozos de arena, y una oportuna ancla, formaron mi enana pero rápida nave, que me permitió navegar por el aire, alejandome del peligro para luego girar, a una prudente, puede que demasiado prudente, altura... joder, que es logia, no le voy a echar cara en combate de cerca ni de broma.

Ella había escapado, huído de mi espontáneo ataque y ahora estaba a una altura bastante considerable, muchísimo más alta que donde yo me encontraba, lamentándome un poco por la distancia de la que había lanzado la gelatina, sí tan sólo hubiese estado más cerca aquel ataque no le habría dado tiempo ni de escapar a la muchacha. Observé cómo soltaba unas palabras, para su sorpresa, la persona a la que se estaba enfrentando era el usuario de una Logia, era algo que en verdad no se esperaba, luego de soltar una desafinada nota con su guitarra, se lanzó de su lugar y terminó levitando con un ancla y unas estructuras formadas con nada más que arena, aquella misma arena que había terminado desapareciendo mi gelatinosa sustancia. La proa del barco al que anteriormente había atacado ahora estaba llena de esa viscosidad azul, bastante suerte tenía de haber esquivado el ataque, pues sí éste hubiera encestado, no estaría ahora mismo levitando misteriosamente por los aires, algo que de seguro sería el efecto de otra Fruta del Diablo, alguna que le daba la capacidad de animar los objetos, o a lo mejor, de controlarlos, algo como eso debía ser, ¿Qué podía saber yo? Ni la vida personal de esa muchacha me interesaba. Corrí a gran velocidad hacia el barco que tenía cerca, cuando quedaba poco para chocar, mi pie quedó pegado a la madera del barco (Estaba recubierto de la gelatinosa habilidad), y con mi mano, generé un chorro de esta gelatinosa sustancia que más tarde me sirvió de apoyo para terminar de subir. Cuando ya estaba en la proa, el antiguo lugar de la peliblanca, me puse en acción, creando bastantes lanzas de aquel material cristalizado, lanzas que no tenían filo alguno, pero que eran bastante duras, casi tanto como el mismo acero, aunque éstas podían cambiar su contextura de un momento a otro, según mi voluntad. Tomé tres de las lanzas y las lancé con todas las fuerzas posibles hacia la muchacha que ahora estaba por los cielos, esperaba darle aunque sea con una de ellas, mi puntería no era perfecta, eso lo sabía bastante bien, pero esperaba que por lo menos lograra hacer bajar su altura, pues en esa posición mucho no podía lograr.

Fue entonces cuando se me ocurrió la gran idea, ella podría controlar aquellas lanzas con bastante facilida, como lo había hecho para improvisar ese vehículo que ahora la transportaba, por esa razón debía lograr ataques más directos, y qué mejor manera de hacerlo que alcanzando la altura de la misma muchacha. Junté mis dos manos con bastante rapidez y ahí comencé a generar una pequeña burbuja, que en cuestión de segundos ya era una gran burbuja que cubría hasta la mitad de mi cuerpo, comenzando a flotar en el aire, en ese momento metí desde mi pecho hacia la cabeza, esperando a que la otra burbuja estuviera lista para terminar de meter todo mi cuerpo en una burbuja y comenzar a flotar. Agradecía al destino por darme aquella habilidad de controlar la densidad de las burbujas, aunque el viento no me permitía alcanzar con tanta rapidez a la muchacha, y en un momento determinado, cuando ya estaba casi a la misma altura de ésta, el mismo viento hizo reventar la burbuja dejándome expuesto a una caída, pero no tardé mucho en reaccionar, levanté mi mano y de ésta salió el líquido azul que se pegó enseguida al ancla que llevaba a la de ojos raros - ¡Te tengo! - Exclamé con fuerzas y con una sonrisa de satisfacción increíble, quedaba poco para alcanzar a la chica y acabarla de una vez por todas, aunque claro, la caballerosidad que tenía me prohibía hacer eso de una manera tan directa, tan sólo la inmovilizaría con mi dulce y así la dejaría hasta recibir una gran disculpa.

Será... maldito frigopolo derretido. Ahora encima había agarradose a mi Caronte, venga ya , una logia que encima vuela... putos guionistas, si se sacan las cosas de donde les da la gana. Aunque ahora... quizás tenía una posibilidad.

Agarré mi guitarra, calzandola cual escoba de bruja, levitando y dejando a Caronte seguir avanzando en una dirección... recordad... que nos encontrabamos en la playa, y por muy logia que sea... sigue siendo una fruta del demonio.

Mis brazos comenzaron a escalar el pedazo de caramelo que ahora comenzaba a endurecerse para servirme de escalera, de esa forma lo había moldeado, fino, con varios escalones bien separados para permitirme más facilidad al subir. Movía mis brazos rápidamente, sin subir la mirada ni una sola vez, sólo mirando la gran altura que nos separaba del suelo, y notando que muy poco nos quedaba para comenzar a adentrarnos al mar, algo que me precoupaba bastante, pues la principal debilidad que mi fruta tenía era la de no poder nadar en el mar, además de otra gran debilidad que lo mejor será no recordar, al menos, por ahora... Tomé un poco de aire, intentando encontrar algo de valor en aquel respiro, y con el aire almacenado en mi pecho, seguí subiendo por la escalerilla que yo mismo había creado. Para cuando observé hacia arriba, la muchacha comenzaba a montar su guitarra de una manera bastante curiosa, me recordaba a las ilustraciones que observaba en aquella gran mansión en la que vivía de pequeño, recibiendo los cuentos de mi madre y de sus aventuras, ella me contó una historia y dibujó una ilustración parecida a la pose que esta chica ahora tenía, la única diferencia era que las brujas que mi madre dibujaba llevaban era una escoba y ésta reemplazaba aquella escoba con una guitarra. No tardó mucho en alzar su vuelo y comenzar a flotar por el aire, alejándose cada vez más de mi posición, aunque aún tenía oportunidades, aún podía alcanzarla sí me esforzaba aunque fuera un poco, por esta razón levanté mi brazo y señalé a la bruja que poco a poco se alejaba de mi posición - Maldición - No, no podía hacerlo, arriesgaría bastante mi vida y acortaría el poco tiempo que tenía para reaccionar y no terminar cayendo en el mar, la chica me la había puesto difícil, debía admitirlo, y en esa situación lo único que me quedaba era dejarla escapar - ¡Nos volveremos a ver! - Mi exclamación se propagó en el aire, sí alguien hubiese estado por la redonda también lo oiría, algo que dudaba bastante pues en los alrededores dudaba mucho que hubiera alguien, por lo menos, alguien vivo. Terminé de subir la escalerilla, quedándome en la fría ancla que traspasaba las sandalias que llevaba y me enfriaba la planta de los pies, ¿Qué haría entonces? Faltaba mucho menos de un minuto para terminar entrando a la parte que estaba toda azulada, me quedaba poco tiempo para pensar una buena estrategia antes de lanzarme al vacío, quedaba tiempo, pero no el suficiente.

Miré a la zona inferior, sólo veía las popas de los barcos apuntando hacia arriba, y sin siquiera preguntarme el por qué estaban así, pues era algo curioso, me lancé de cabeza al aire. No fue hasta ese momento que mi cerebro comenzó a trabajar con verdadera presión, comenzando a maquinar un buen plan con el que podía lograr salvarme, aunque las posibilidades eran altas, había un veinte o treinta porciento de que mis cálculos estuvieran erróneos y terminara... En las peores. Junté mis dos manos, reuniendo una gran cantidad de masa azulada, ésta estaba poco solidificada, era caramelo de la clase de ls goma de mascar, algo que según las capas que se le aplicara, lograría sostener a un humano, o lo dejaría en el suelo, por ésta razón comencé a hacer pliegues de capa azulada con capa azulado, todo con el fin de vivir un poco más en la peligrosa vida a la que estaba expuesto casi todos los días. Cuando ya quedaba menos de quince metros para alcanzar el suelo, extendí la sábana de color azul en el aire, unos diez metros a la redonda se verían de seguro desde la parte inferior a mi posición, entrecerrando mis ojos con preocupación, esperé a que los pliegues fueran suficientemente resistentes para aguantar mi caída. Los dos laterales se pegaron en la popa de dos de los barcos, y éstos sirvieron para detener la caída de la sábana y que luego ésta terminara pegada en mi cuerpo, ¿rebotaría? ¿O se rompería? He ahí el dilema(?). Mis ojos se cerraron con fuerzas, esperando lo peor, ya había descendido bastante desde que había entrado en contacto con la goma de mascar, comenzaba a dudar sí funcionaría, hasta que de pronto, me detuve en el aire - Ah... - Solté un suspiro despreocupado, al ver que comenzaba a ascender y rebotaba un poco en el aire. No había cumplido mi misión de derrotar a la bruja, pero por lo menos, había vivido para contar que una vez conocí aquel personaje de las historias de mi madre.