Probando mi fuerza, tiñamos las calles del color de la sangre

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Una joven Aria de no mas de catorce años caminaba por las calles de Arabasta mientras la gente se alejaba a su paso mirándola con temor, ella era el demonio que había prendido fuego al casino hacía ya un par de años, aquella que trabajaba al servicio de el hombre del garfio de oro que tenía bajo su poder todo el mercado negro de aquella zona y todo el país en si, sus ordenes habían sido claras, tenía que mostrarle su nuevo poder al mundo, después de todo, su "padre" se había tomado muchas molestias en buscar aquel regalo para ella, y ahora Aria Scarlet era prácticamente indestructible, se paro en medio de aquella calle y sonrió de lado al ver a unos cuantos guardias acercarse, el show comenzaba, su cuerpo fue recubierto por una fina capa de diamante, estaba lista para comenzar.

-¿Cual de vosotros, caballeros, será el primero en probar mi recién adquirido poder?, quiero ver cuantos dientes rompo con uno solo de mis puñetazos...

Los guardias retrocedieron levemente asustados, más sin embargo debían detenerla, el primer guardia se lanzo contra ella espada en mano, Aria sonrió y tomo la espada entre sus dedos como si nada, no le cortaba al fin y al cabo, estampó su puño izquierdo con fuerza en el estomago del guardia y la sangre mancho su brazo, del impacto había reventado los órganos internos del guardia... y aquello solo acababa de empezar.

La joven contemplo con una macabra sonrisa como algunos guardias intentaban ayudar a su compañero, pero la pelinegra sabía que era inútil , el estomago de aquel guardia había recibido el impacto directo, así que los guardias decidieron que en grupo seria mas practico, que equivocados estaban , acabarían cayendo como si de fichas de domino se tratara, así que Aria se puso en marcha con aquello, un guardia intento atacarla por detrás pero ella se agacho y de una patada le estampó contra un puesto donde vendían fruta, ella sonrió, el dueño de aquel puesto había sido uno de los que le tachaban de demonio, y aquello le pareció de lo mas justo, después de todo , el tendero no había sufrido el mas misero daño físico, de momento claro estaba.

-Quien ajos pica, ajos come...y en este caso, bien merecidos... tu y el resto de tenderos fuisteis los que comenzasteis con lo de demonio, ahora conoceréis a uno de verdad

Aria sonrió al ver que mas guardias se acercaban ante la ruptura de uno de los puestos y la perdida de ya algunos guardias, ella sonrió como si nada y preparó su siguiente jugada, aquella que haría todo mucho mas divertido, miró a sus alrededores y vio una mesa donde los vendedores ponían algunas baratijas para vender, pulseras, collares, etc...Aria no se lo pensó y la tomo como si nada, lanzandosela a los guardias y cayendo a tres de golpe.

-Vamos caballeros, el siguiente, el siguiente, ya dije que iba a recibiros con un cálido gesto, ¿y que mejor gesto que un cálido puñetazo o una cálida patada?, nada , ¿verdad? pues vengan a recibir su gesto de parte de esta hermosa y endemoniada dama, ya verán a que no vuelven a por mas, si es que salen vivos claro esta, cosa que dudo señores, cosa que dudo, ya que sus diez primeros compañeros no han podido sobrevivir, interesante y divertido...¿verdad?

Así era, habían pasado unos escasos diez minutos desde que había comenzado con aquel revuelo y ya habían muerto diez guardias, un pequeño número, ya que apenas había comenzado con la fiesta, como ella decía, sinceramente tenía ganas de hacerle pagar aquel estúpido país todo el daño que le había echo, desde arrebatarle su "familia·" en aquella matanza, hasta a verla apedreado y desplazado de todo por no tener padres, al recordar aquello la furia en ella creció de nuevo, apretó los puños y golpeo el suelo con fuerza, una inmensa grieta se abrió y varios guardias cayeron allí,pero como siempre, ella era muy buena, y nunca dejarían a aquellos guardias solos, no, claro que no, después de eso los mataría y así irían ha hacerle compañía al resto de sus compañeros en el cielo, despues de todo ella era buena...¿no?

-¡Corred todos!, ¡ escapad del demonio rápido! nos matara a todos, esta loca, viene a vengarse de nosotros, nunca debimos de dejarla con vida, habría que haberla matado nada mas verla, pero nos apiadamos de ella como buenos humanos que somos y ahora todos estamos con-

El brazo de Aria atravesó por completo el cuerpo del mercader que había comenzado con aquel discurso donde ponían a Aria como el mismísimo demonio reencarnado y a ellos como pobres e indefensos corderos que no habían hecho nada, tubo ganas de reírse al escuchar aquello, ellos la habían destrozado tanto por fuera como por dentro, la habían apedreado hasta el cansancio, la habían dejado sola, habían echo tantas cosas con ella y aun así tenían la desfachatez de llamarla a ella demonio, no, los demonios eran ellos y ahora, su sangre pintaría las calles donde ella había estado siempre sola, donde nunca encontró el amor y cariño de una familia, no desde que ellos mismos, con sus propias manos se lo arrebataron. Después volteo tras soltar el cadáver del mercader, debía seguir probando su fuerza, cuantos mas guardias matara, cuantos mas destrozos causara, cuanta mas vidas arrebatara mejor, mas pagarían ellos el haberle destrozado la vida, Aria tomo a uno de los guardias por el cuello y sin pensarlo lo asfixio disfrutando al ver como su vida se iba para tirar el cadáver como si de una piedra se tratara encima de otro puesto, el de la panadera que le había echo aquella cicatriz en el rabillo del ojo, como iba divertirse...

-¡No por favor!, piedad de verdad, yo no quería hacerte esa herida, no eres un demonio eres una niña normal que merece amor y cariño y, y....¡No me mates te lo suplico!, soy madre de cuatro pequeños ellos sin mi no pueden vivir por favor, por-por favor....

Aria avanzaba hacia la panadera con una sonrisa malvada, mientras que esta retrocedía y le contaba un montón de patrañas y mentiras, todos en aquel lugar sabían que ella era una vieja sola y amargada que nunca se había casado ni había tenido hijos, así que todo lo que soltaba por su boca eran palabras con la intención de enternecer a Aria para que no la matara, lastima que a ella no le importaría ni aun que fuera verdad todo aquello que decía, tomo a la señora del cabello y la sacó de su puesto arrastrándola destrozándolo todo a su paso, la levanto del suelo como si nada mostrando a la señora a los guardias y a los ciudadanos.

-Ella, me destrocó, me hizo una cicatriz que me acompañara de por vida, y ahora yo como pago por marcarme para toda la vida, acabare con la suya, aquí delante de ustedes como testigos de que...nunca, deben menospreciar o odiar a alguien, por que esa persona puede llegar a ser mejor que ustedes en un futuro y masacraros *y así Aria le rompió el cuello a la señora*

Todos los allí presentes miraron horrorizados lo que Aria hacía, mataba uno a uno a cada guardia que se le acercaba y había matado a la panadera delante de todos como si de un trofeo de caza se tratase, también era cierto que todos se lo merecían , pero lo que Aria desconocía es que ella era un simple señuelo, una distracción para que el gran jefe hiciera su magia y su mercado negro funcionara de forma correcta sin interrupciones ni problemas, y en este caso, la pequeña Aria estaba funcionando como un señuelo perfecto, la joven sonrió de lado como si nada y tomo una lampara de aceite que tiro sobre los escombros de un puesto que comenzó a arder, necesitaba que mas gente viniera, su venganza acababa de comenzar apenas, no había sangre suficiente, no había cadáveres suficientes, ni suficientes destrozos para pagar todo el dolor que aquel maldito país le había hecho

-Vamos gente, no tengo suficiente sangre como para pintar todas las calles por las que he andado descalza y sola, ni para pintar las calles de las que me echabais a patadas por no tener una ropa decente como la vuestra,¡Vamos!, acercaos, solo os matare para usar vuestra sangre como pintura de estas calles que me han quitado todo lo que me importaba...

El fuego se había extendido por los puestos en los que ya no había nadie, el mercado de Arabasta ardía en llamas y las calles estaban pintadas con sangre, mas no la suficiente como Aria decía , los guardias seguían arremolinándose al rededor de Aria con temor, pero estaban obligados a luchar por su gente, aun que si muerte estuviera ya decidida, Aria estaba bañada en sangre, por aquel entonces solía usar un vestido blanco mas o menos largo y suelto, aun que en este caso el vestido estaba entero teñido de rojo, uno de los marines corto un trozo del vestido y Aria como desquite le había destripado con una de las espadas con las que habían intentado matarla a ella, no le temblaba el pulso ante nadie, viejo, joven, mujer, le daba igual, todos eran culpables de que sus ojos ahora estuvieran vacíos...

-Devolvédmelo...traedme de vuelta todo lo que me quitasteis , nadie acudió cuando yo grite, nadie vino cuando suplique que le detuvierais, nadie..ahora no pidáis clemencia por vosotros, por que al igual que conmigo, nadie vendrá a salvaros, arderéis por toda la eternidad mientras que vuestra sangre pintara las calles, si, esta es mi venganza, la venganza de Aria Scarlet, el demonio escarlata que tanto odiabais y que tantos malos os había causado, ahora, ahora si tenéis algo por lo que tacharme de demonio....

Aquello comenzaba a terminar, ya casi no quedaba nadie que pudiera plantarle cara, la gente simplemente esperaba y rezaba por que aquello terminaba, esperando a que Aria se cansara de exterminar a la gente del mercado, cosa que pasó cuando todos los que le habían hecho daño habían muerto, no le quedaba nada mas por hacer, ya los guardias habían dejado de intentar pararla, asustados y temeroso habían corrido por sus vidas, así que la pequeña Aria había comenzado su marcha, sus pies caminaban por las calles teñidas de rojo , el rojo de su vestido y de la niebla que cubría sus ojos vacíos por el dolor, la pena y el abandono, mientras que se alejaba de allí un pequeño niño de no mas de cinco años se acercó a ella una vez Aria se había perdido en el callejón alejándose de toda la masacre que ella misma había causado, el pequeño estiró de su traje bañado en sangre y con voz dulce le pregunto:

-¿estas bien, te has hecho pupa?, es que pareces muy sola y ademas tienes mucho rojo encima, ¿te cayo pintura encima? es muy costosa de quitar pero no pasa nada...pero, ¿por qué lloras?

-Estoy bien, no es nada y lloro por que, todo al fin ha acabado y mi vida comienza ahora...

Se alejo tras sonreirle al niño y perderse en las calles para irse de nuevo a la base donde se bañaría y actuaria como una nueva Aria, una como la que su jefe tanto deseaba, fría, sin sentimientos ni emociones, lista para matar y asesinar sin escrúpulos, el mismísimo demonio en el que la gente de Arabasta la habían convertido

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