El loro y el Ex-pirata. Combinación justiciera.

Las mañana se había alzado fría, los cristales empañados no dejaban ver el exterior.
-...Loguetown... este será... un sitio perfecto.

Los días tras el altercado con el joven habían ido pasando lentamente, todos eran iguales, rutina. Los efectivos en Loguetown habían bajado su numero considerablemente, algunos de ellos alegaban que no podían seguir por enfermedad, otros por sus familias, que debían de ocuparse de otros asuntos, pero era por miedo; la acutación de la capitana Pauline había encogido muchos corazones, provocando la baja de casi todo el pelotón.

Por ello, húbose pedido refuerzos a las bases vecinas, en un vano intento de que la población no quedara sin los vigilantes blanquiazules. En esos momentos solo quedaban un puñado de reclutas, la secretaria en funciones Sarah, una jovencita flor de rizos dorados que con su timidez y dulce personalidad habíasele encargado el trabajo de cara al público, y por supuesto Pauline.

Ahora las cosas eran un poco diferentes, el bajo numero de personal provocaba que partes de la ciudad no pudieran ser vigiladas constantemente, y un cambio aún mayor, Pauline había optado por llevar un traje en sustitución a su tipica desnudez... por problemas de trato con los civiles, y en realidad, por la petición directa de una avochornada Sarah.

- Los nuevos están a punto de llegar. Pauline-sama.- Sarah acababa de servir el té con pastas de costumbres, Pauline impaciente miraba por la ventana, esperando que mandasen a un gran pelotón.- ¿Un terrón o dos?
- Dos, como de costumbre...- se desabrochó algo el cuello de la camisa.
- Déjese el cuello de la camisa como se lo he dejado, esta muy guapa as...- una ceja se arqueó, mientras Sarah se sonrojaba a velocidad apabullante- Quiero decir... que...
Me encanta ponerla nerviosa, de verdad, es uno de mis pasatiempos preferidos.
Pauline tomó la taza, bebiendo un poco, cerrando los ojos para disfrutar del sabor.
- ¿Cuantos nos han mandado?- Sarah acercó rapidamente una carpeta, buscando tras ella esperando a que su sonroje se fuera.
-...nos han mandado a... un tal Scott Anderson, un...-tragó saliva- ex-pirata...
- Ah bien... ese es el caso especial y raro del pelotón, pero¿ cuantos son en total?
-...-volvío a tragar saliva, asomandose un poco tras la carpeta-..sólo ese...

Spoiler:

Scott Anderson estaba en el interior de un pequeño barco de la marina, sentado sobre una silla mientras leía su nuevo libro: "Las enfermedades esporádicas". Era una lectura muy interesante para alguien como él, alguien verdaderamente loco por la ciencia de las patologías.

Habían pasado muchas cosas en las últimas semanas. Su carácter había cambiado notablemente, pues ahora se mostraba muy frío, distante y demasiado amenazador. Mas eso no era más que una apariencia, un engaño. Pues bajo ese mismo engaño, se escondía la verdadera forma de ser del médico. Había fingido tan, tan bien, que se había ganado el respeto de la mismísima Ha-Neul, lo cual era un milagro. Sin embargo, sus compañeros de la marina seguían despreciándole a sus espaldas. Scott no los podía culpar por ello, pues incluso él mismo se despreciaba.

En aquellos instantes se estaba dirigiendo a Loguetown. Ya había estado allí antes, cuando aún era pirata, pues una vez hizo un intento de salir del North Blue para llegar al East Blue viajando como polizón en un navío de unos exploradores. Pero nada más desembarcar en la isla los marines ya estaban persiguiéndole y tuvo que regresar al mar del norte, donde al menos se sentía un poco más cómodo.

Bueno, pero en esta ocasión le habían encomendado la misión de ocupar las plazas de unos cuantos reclutas que estaban de baja o algo así. Anderson no se había informado demasiado sobre el tema el muy vago.

Por fin, el barco llegó a la ajetreada isla y el médico llegó a la base, donde nada más llegar le condujeron unos reclutas a una sala de espera repleta de sillones pero vacía de gente. Le indicaron que esperase un rato porque debían anunciar su llegada al resto de la base. El ex-pirata, impaciente, empezó a dar vueltas alrededor de la habitación.

Spoiler:

Pauline fue bajando las escaleras al lado de una Sarah que se disculpaba sin cesar; recólocose el cuello bien de nuevo, si habían mandado a un único integrante seguro que había de ser un semigigante, un gyojin, o algo más raro aún.

Spoiler:

- Deberías haberme avisado antes de que sólo nos habían mandado un reemplazo...- seria, pero sin mostrar molestia.
-...lo siento- dijo una entristecida Sarah- dicen que tiene una Akuma, como usted...
Pauline se paró, luego renaudó la marcha.
- ¿Zoan?
- Los informes no llegaron en buen estado, no sabemos...- Sarah parecía sentirse cada vez peor por su inutilidad.
Pauline no dijo más hasta llegar a la puerta.
-...así será más divertido ....- abrió la puerta bruscamente mientras utilizó Do the Conga para posicionarse trás el peliazul. Aunque sentía el presentimiento de que sería capaz de esquivarlo a pesar del efecto sorpresa.

Scott Anderson estaba mirando un extraño cuadro colgado en la pared cuando oyó que la puerta situada detrás suyo se abrió de golpe. Intentó darse la vuelta listo para hacer el típico saludo marine, pero no le dio tiempo, pues algo o más bien alguien le había agarrado por detrás por las caderas de tal forma que ya sólo podía moverse hacia delante y a duras penas.

Cuando le agarraron sufrió las siguientes reacciones:

-La primera: Se pegó un susto de muerte.
-La segunda: Intentó en vano librarse del pesad@ que le había cogido por sorpresa.
-La tercera: Su cerebro comenzó a volver funcionar.
-La cuarta: Volvió a aparentar estar sereno y frío otra vez.

Tras esto dijo el ex-pirata con arrogancia:

-¿Es esto una especie de prueba? Bien, pues que sepan que no voy a hacer nada, no se me ocurre ninguna manera de librarme sin traer consecuencias nefastas para ambos.- Obviamente todo esto era una trola, lo que en realidad pasaba es que no podía librarse de la trampa. Pero entonces, sus dotes de Sherlock Holmes salieron a la luz y soltó de repente:

-Apostaría toda mi "pasta" a que es usted de rango capitán ¿me equivoco? Ningún recluta de rango inferior osaría mostrar tales modales frente a alguien como yo, pues podría peligrar su puesto.-

Pauline paso los brazos por el cuello de Scott, pegándose más a él y asomandose por su hombro derecho, mirandole con fingida decepción.
- Jo "Blue-san"es usted un muermo.
- !Capitana, comportese¡- exigió la secretaria, desde la puerta, enfurruñada.
Pauline suspiró, cogiendo la gorra rapidamente de la cabeza de Scott, saltando hacia la mesa y sentandose a lo japonés ( masculinamente) en la silla, entrelazando los dedos de los pies.
El sillón casi se cae hacia atrás, pero volvío a su posición inicial tras tambalear un poco. Pau tenía la gorra del revés puesta, mirando hacia un Scott que estaría seguramente raramente sorprendido.
-...fijate que hay rangos intermedios, y aciertas a la primera... - comentó levemente sorprendida, con una sonrisa aún divertida en el rostro.
Sarah se puso al lado de la mesa, aún algo molesta por la actitud de su capitana, haciendo un leve suspiro.- Sientese bien...-comentó exasperada.
- Así estoy bieen..- dijo imitando su exasperación.

"¿¡Pero qué demonios estará haciendo!?"

Scott se había sorprendido al ver que el pesado que le agarraba las caderas era pesada, y no pesado como había pensado en un principio. Y además, menudos modales tenía, ¿cómo se atrevía a tocarle y mirarle de ese modo? Se estaba empezando a poner verdaderamente nervioso, y su apariencia de frialdad y serenidad estaba empezando a flaquear, tornándose en una especie de cabreo y nerviosismo. Scott Anderson había nacido en el seno de una familia rica y tremendamente educada, mas él nunca había seguido estrictamente las normas éticas de su familia, aún así, lo que estaban viendo sus ojos lo dejaba totalmente perplejo. Menuda falta de vergüenza. Y para colmo su puesto en la marina podría desparecer si le daba una lección de etiqueta a aquella capitana descalza e irrespetuosa.

La persona que realmente parecía ser la verdadera capitana era la secretaria.

-¿Me podría devolver mi gorra? Si no es una molestia.- Un marine normal se habría quedado tieso esperando a que se la devolviesen, sin embargo, Anderson se encontraba tan incómodo que tenía incluso ganas de volver a ver a Ha-Neul, aunque ésta le obligase a hacer 500 flexiones.

-¿ Ah quieres tu gorra? No pareces demasiado cómodo con el clásico uniforme... pero claro, si quieres tu gorra...- se encogío de hombros, tirando la gorra en la mesa y quitandose su sombrero fedora, rascandose algo el pelo.

- Veamos Scott... como comprenderás no estoy... cómo decirlo... nada a gusto con que me hayan mandado a un sólo... tú.- señaló al peliazul.
- Así que... ¿ Bueno qué tal si me demuestras porqué no he de encerrarte en una caja, ponerle un buen sello con salivita y mandarte de nuevo a de donde carajo hayas salido eh ^^?- se burló, lo estaba poniendo a prueba, al menos no había caido como muchos de los nuevo reclutas ante la apariencia de Pauline, eso era ya un paso para aceptarlo en su base.

- Señora con el debido respeto, debería comportarse algo mej...-la mirada de Pauline llegó a los ojos de Sarah, un simple arqueo de cejas bastó para que se escondiera tras su tablilla- ...viene de la compañia de Ha-Neul...
- Ha-Neul... aaah.... si....
- La estrica señora...- aclaró.
- Aaah, así si. Pues no veo yo que haya puesto en vereda a este muchacho...más trabajo para mí- suspiró.- ¿Qué tal si salimos al patio y me enseña que es esa... akuma de la que tanto he hecho marca en tú expediente eh?

La capitana Pauline había dado en el clavo, el uniforme con el que estaba vistiendo Scott no le gustaba en absoluto a éste. Se sentía verdaderamente estúpido con esa ropa, pero era el precio que tenía que pagar por la segunda oportunidad que le había dado la marina.

Recogió su gorra pero no se la puso en la cabeza y comenzó a escuchar lo que su superiora le estaba diciendo. Tras terminar de oír todo lo que había que oír contestó lo siguiente:

-Sí señora, tiene usted toda la razón, el uniforme no es de mi agrado.- Era totalmente inútil seguir aparentando una personalidad fría que realmente no tenía. -Por cierto, yo tampoco estoy a gusto con que me hayan enviado a mí solo, todavía no he terminado de instruirme, pero las órdenes son las órdenes.-

Scott se sintió más calmado tras soltar todo eso y se dirigió al patio indicado por la capitana.

-La Akuma que me tomé es del tipo Paramecia, aún no soy capaz de controlarla. Esa fruta es conocida como la Shotto-Shotto no mi, y lo único que he conseguido hacer hasta el momento es convertir mis manos en pistolas de verdad. Sin embargo las balas no son ilimitadas por algún motivo que no comprendo de momento. Es por esa debilidad por la que dispongo de varias armas más, supongo que ya habrá leído algo sobre ellas en mi expediente.-

Vaya , una pena, creía que por fin iba a encontrar a un compañero que tuviera una Zoan, es curioso como a veces se tienen problemas por la feralidad que implica la propia fruta.

- Tranquilo, ya aprenderás, los poderes de una akuma requieren tiempo y esfuerzo...- llegaron al patio, cuales losas parecían resquebrajadas y reparadas con varias capas de cemento.

- Si no te importa, me gustaría que tuviéramos un pequeño combate, pero claro, puedes quitarte esa horrenda ropa si quieres para estar más comodo, en mi base no es necesario estar tan uniformado...- miró a Sarah- ¿Te importaría mientras traer té y galletas mientras acomodas a nuestro nuevo integrante?
- Claro que no capitana- sonrió algo, mirando al novato- Si tiene la amabilidad de seguirme le guiaré hasta los barracones...
- Dale una habitación buena al muchacho, tanto barracones si apenas hay gente...
-...-asintió, acatando la orden de su capitana.

Sería el momento perfecto para preguntar a la secretaria sobre la actitud, de su capitana ahora que no estaba presente.

"¿Pero qué es esto? ¿Ahora de repente se vuelve amable? Una de dos, o estoy llegando a conclusiones precipitadas o es que estoy demasiado cansado y tengo alucinaciones."

-Muchas gracias, capitana.- Dijo Scott -Y lo del combate... Ahora estoy un poco cansado pero me parece una gran idea, no he movido las piernas durante horas.-

Tras decir esto cogió la pequeña maleta donde estaban sus pertenencias en la sala de espera. Al parecer, el personal del barco se había ocupado de llevársela a la base. Un gran detalle.

La secretaria rubia le guió por un montón de pasillos hasta llegar a una puerta de color rojo, donde se detuvo. Esa era la habitación en la que se alojaría el ex-pirata.

Se trataba de un dormitorio con forma rectangular de tamaño pequeño. Las paredes estaban pintadas de color blanco, las ventanas eran grandes y había una cama con sábanas blancas, unos armarios empotrados de madera, una mesa de estudio, una silla cómoda (también de estudio) y un sofá rojo. El cuarto no decepcionó en absoluto a Anderson, que se dedicó a abrir su maleta y a revisar lo que había dentro.

Sacó primero sus bisturíes de combate y sustituyó sus hojas metálicas y cortantes por unas inofensivas hojas de metal (para el futuro combate), después extrajo sus dokuso con cuidado. No estaba dispuesto a usarlas con la capitana, pero una sonrisa maliciosa apareció en su rostro y decidió llevarse consigo una botellita que contenía las toxinas de la parálisis. Seguro que la sorprendería en la pelea.

Se preparó todo lo que pudo y se vistió con su traje azul. Ahora sí que estaba a gusto... pero no del todo. ¡El capitán Yori había mandado coser el símbolo de la marina en la chaqueta de su traje hacía unas semanas!

Spoiler:

Abrió la puerta de la habitación y vio que la secretaria estaba ahí todavía.

-Perdone pero, tengo varias preguntas. La primera: ¿Cómo se llama usted y cómo se llama la capitana? Segunda pregunta: ¿Podría contarme algo sobre ella? que le gusta, que le disgusta y cosas así-

Debía informarse bien de todo. Ellas dos sabían quién era él, pero él no sabía quiénes eran ellas.

La muchacha le miró, observando los ropajes que, a su ojo, no le quedaban nada mal; andó algo para evitar tener que mirar directamente al joven, marchando en rumbo a por la merienda.
- Mi nombre es Sarah Kaerum, y la capitana se llama Pauline Danshin... pues... sobre su gustos no sabría bien que decirle...- titubeó un poco- pero, le gusta el té y las galletas, la música... y...- Un "creo que ponerme nerviosa" cruzó por su mente- ...ir por ahí desnuda...- se sonrojó instintivamente- bueno, no creo que le guste, pero alega que se siente más cómoda así...

- Se que parece que no es una... un candidato perfecto para ser capitán de la Marina, pero ha llegado a este rango... y bueno, lo ostenta... hace poco que... ha cambiado algo, cuando empezó a marcharse la gente pareció abrirse más a hablar y demás... antes era mucho más seria, incluso me daba miedo...- sonrió algo, enmascarando tristeza, porque tras la aparente felicidad de Pauline se escondía algo que no olía demasiado bien.

Llegaron a la cocina, donde Pauline cogío una bandeja con té para tres personas, una caja pequeña donde ponía GALLETAS con letras infantiles, y una jarra enorme de leche. Parecía que en cualquier momento se le caería la bandeja.

Mientras tanto, una Pauline había regresado a lo que era, un divertido loro que se ocultaba y preparaba su plan para el combate, afianzandose un par de cuchillos de plástico a la espalda, una pequeña bandana roja así como una bolsa plagada de atrezzo.
- !Esto es la guerra¡...- tosió- Esto es la gueeeeerrra... no, no así tampoco queda bien.... mejor... !Preparate para tu destino¡... no, que va... ajajá, ya la tengo.

-Pues a mí me parece que también le gusta poner nerviosa a la gente. Mala costumbre a mi parecer.- Dijo Scott -Pero de todas maneras debo agradeceros algo. La mayoría de mis compañeros de trabajo me insulta y me ofende por el haber sido pirata antes. ¿Lo habrá leído en mi expediente? Bien, pues eso, que gracias por no tratarme como a una escoria.-

Ahora tocaba volver al patio de antes, pero de repente el ex-pirata recordó un detalle: ¿Dónde demonios estaba el libro con el que había llegado a Longuetown?

Estaba al 100% seguro de que cuando llegó a la base todavía lo tenía en su poder, mas ahora ya no lo tenía. ¿Estaría en la sala de espera? ¿O le habrían salido patitas y se habría ido de compras por la isla?

-Señorita Kaerum, ¿no habrá visto por casualidad el libro que llevaba bajo el brazo cuando llegué aquí? Es que parece ser que lo he perdido.- Dijo pegándose con gesto de culpabilidad en su cabeza.

Mientras se formulaba esta pregunta, ambos marines estaban acercándose al punto de reunión indicado.

- No es nada...-sonrió encantadoramente- aunque tampoco podríamos despreciar a nadie con los pocos efectivos que tenemos...- dijo asintiendo levemente, mientras un martillo imaginario impactaba contra la cabeza de Scott.

- Supongo que lo habrá dejado en la sala donde conoció a Pauline... quiero decir, a la Capitana Danshin- corrigió.

Llegaron al patio, más no había nadie, pero si una caja de cartón en medio del campo, con un pequeño adhesivo que portaba una nota "Please Open"; mientras la señorita Kaerum dejó la bandeja en un pequeño banco del patio.
- Si no le importa iré a buscar su libro para traerselo señor Scott, - y de paso saber donde está la capitana.

Vamos vamos, pero abre la caja ya... que me falta el aire... tendría que haberle hecho agujeros... un momento, eso que huelo son...

La caja empezó a moverse en dirección hacia el banco y su preciada carga, lentamente, siendo movida por unas pequeñas patitas de loro que permanecian ocultas bajo la caja.

Scott había intentado decir a Sarah que no se preocupase por el libro, que ya lo buscaría más tarde. Nunca le había gustado que hiciesen las cosas por él, pues se sentía como un mandón pesado.

Se sentó en un banco que había por aquel enorme, espacioso y vacío patio. Todo había sucedido tan deprisa que había perdido la noción del tiempo: Sus superiores le habían enviado a Loguetown, había llegado a Loguetown, había entrado a la base de la marina de esa misma ínsula, había conocido a una capitana de lo más peculiar, había conocido a la señorita Kaerum, había quedado con la capitana Danshin (Scott piensa que su verdadero apellido es Dancing, el muy sordo) para hacer un duelo... Había, había, había... Lo que quería realmente hacer era tomarse una siesta.

Los párpados se le cerraban cada dos por tres. Era tedioso evitar caer en los brazos de Morfeo...

"¡Espera un segundo! ¿esa caja se acaba de mover?"

Una pequeña caja etiquetada con las palabras "Please Open" en su tapa superior se estaba dirigiendo justamente al otro banco donde yacía la bandeja de Kaerum.
Con desconfianza, Scott se puso enfrente de aquel objeto misteriosamente móvil cortándole el paso; y con algo de temor y algo de desconfianza, abrió la tapa de golpe preparado (o eso pensaba él) para cualquier cosa que hubiese en su interior...

Y de pronto, se hizo la luz, y pude salir de mi cárcel de cartón.

Poly no tardó ni una milesima en saltar hacia el que había abierto la caja, aunque lo que pretendía era alcanzar las galletas.... por supuesto, la reacción de Scott... cómo la de cualquiera, ante ver.... bueno, un loro armado con dos cuchillos de cocina, la lengua sacada hacia un lado, los ojos desorbitados y gritando
- !!!!GALLEETAAAAS¡¡¡- hubiera sido como la de cualquiera; la sorpresa y el miedo por un grito derrepente era patente, Scott soltó la caja, inclinandose hacia atrás y levemente hacia un lado como acto reflejo; por supuesto esta escena le dió a Morfeo unas vacaciones, y al corazón de Scott una fuerte taquicardia.

Poly siguió cayendo en trayectoria a su premio, el tarro de galletas, lanzando los cuchillos a direcciones aleatorias, uno clavandose en el suelo y otro pasando por el lado de la cabeza de Scott, casi rozandole el pelo, pero por suerte para su marcado estilo sin cortar una hebra.

Volcó el tarro de galletas tras fallar el intento en convertir el tarro en un casco, cogiendo las pastas y engullendolas.
- !Por fiin¡ Cuanto tiempo sin comer mis galletitas....- lloraba mientras depositaba más galletas en su pico. Lentamente giró la cabeza, mirando a Scott, que aún andaba en estado de shock-...tio, deberías relajarte... que te va a dar un chungo malo. Tomate una tilita...- dijo mientras le hechaba algo de té, ofreciendoselo con el ala extendida.

-¡¡¡GALLEETAAAAS!!!- Fue lo que aquel extraño loro dijo al salir de repente de la caja que sostenía Scott. Todo fue tan, tan, tan repentino que sentía que su corazón iba a salírsele por la boca en cualquier instante. "Estoy muerto" era lo único que pensó el marine antes de quedar paralizado.

Aquella criatura (al pobre Anderson no se le ocurría otra manera de describirlo) tenía una cabeza un poco descompensada en relación a su cuerpo; y sus patas eran de un tamaño increíblemente pequeño. Su plumaje era de un color verde y su pico, amarillo. Se parecía en gran medida a un loro, pero que Scott recordase nunca había visto un loro tan extraño.

El ex-pirata trató de moverse, pero no podía. Su corazón latía con demasiada fuerza, sus vasos sanguíneos aparentaban estar a punto de reventar en cualquier momento y todo su cuerpo se hallaba temblando como una gelatina, pues uno de los cuchillos que portaba la "criatura" fue lanzado en dirección a su cabeza. Y aunque Scott no salió lesionado ni mucho menos muerto, había estado a punto de decir: "Adiós, mundo cruel".


El loro le ofreció té. Pero el taquicárdico recluta estaba al borde del desmayo. Morfeo se había ido a hacer otra cosa mariposa y por eso el sueño ya se había esfumado.

Spoiler:

Pasados varios minutos el shock desapareció y Anderson se fue relajando. Como si fuera un zombie cogió el té que sujetaba el loro y comenzó a bebérselo con toda la naturalidad del mundo cuando de pronto...

-¡¡¡¿¿¿ESE LORO ACABA DE HABLAR???!!!- Preguntó y gritó Scott Anderson tras escupir el trago de tila (el escupitajo salió disparado y chocó contra la pared más alejada del mismo patio). -¡¡¡¿¿¿QUIÉN DEMONIOS ERES???!!! ¡¡¡CASI ME MATAS DEL SUSTO!!!-

- ¿Pero vamos no escupas...no llevaba azucar o qué?- Dijo tranquilamente el loro tras ir acabando con las ultimas galletas que quedaban.- ¿Pues soy un loro que habla... tampoco es tan raro, no habías visto a un loro hablar?

Chasqueó el pico, con la lengua en el picopaladar.

- Que sed...- sumergió una tacita en la jarra de leche ya que no podía volcarla, y bebío- MMm... leche con galletas, mi segunda comida preferida, tras galletas con leche.... un momento las he comido en ese orden entonces es mi comida preferida- dijo ilusionado el loro abriendo de par en par los ojos como si se le hubiera revelado una de las verdades más importantes del mundo.

- Pues ahora mismito soy tu enemigo, tengo que pelear contigo... ya sabes... pelear- extendio sus alas hacia arrba levantando una patita- [color=green]LA GRULLA CON BULLA¡- movio las alas rapidamente arriba abajo- CON MUCHA BULLA¡
Pero terminó por quedarse quieto, normal, mirando a Scott
- Pero había que tomar un tentempié antes...-miro su garra- aunque yo no tengo pies, tengo garras.... un tentengarra.

- Pero venga, basta de explicaciones, al combate¡- saltó del banquito, moviendose a cómicos pasitos hasta el campo de batalla, posicionandose en el centro del campo- !VENGA HOMBRE¡

-Claro que he visto a loros hablar. Pero la diferencia es que tú sabes lo que dices y los loros normales no...- Dijo Scott que se sentía muy confuso, cabreado y tonto por estar entablando una conversación "racional" con un pájaro come-galletas-tiracuchillos.

"Dios mío. Debo de estar muerto y en el infierno o quizás sufriendo alucinaciones"

El extraño ser le propuso un combate y se colocó en el medio del patio.

"¿Ese pajarraco que casi estuvo a punto de matarme de infarto tiene la osadía de retarme? Pues estamos buenos...?"

-Lo siento mucho, loro o lo que seas, da igual. El caso es que no puedo malgastar energías contigo porque voy a combatir con la capitana Pauline- Terminó diciendo Anderson con orgullo. -Así que me sentaré aquí a esperar pacientemente.-

El ex-pirata se sentó en el banco de la bandeja y observó una galleta que quedaba (era obvio que Poly al engullir con tantas prisas no se había dado cuenta de que le faltaba por comer una). Tenía tan buena pinta que se la comió delante del loro. Grave error. Nadie roba las galletas a un pájaro come-galletas-tiracuchillos. Ahora el recluta estaba a punto de pagar por su pecado.

No... no... no podía ser, tras eones... la cultura ha sido siempre de preservarla, de cuidarla para disfrutarla porque se trataba de la más preciada de todas... no.... la última galleta...
-...veamos muchacho...- la mueca cómica de Poly cambio, ahora le habían tocado la última galleta, es más, se la había comido.- Puede que no lo supieras... pero yo soy el único capitán de este....-miró alrededor , lentamente- cuartel... y si no te has dado cuenta, el diminituvo de Pauline... es Paul... o en mi caso Poly. Y... cometer esta ofensa... te costará muy caro...- Poly se acercaba lentamente, particularmente serio; ante la mirada de un Scott que no había comprendido su grave error...

- ¿Te gustan mucho los trajes eh?- literalemnte desapareció con un rapido movimiento, el do the conga tenía muchas más usos.-POLY CAGANER¡
Y sucedió, se había posicionado en el craneo de Scott, liberando una pesada carga... espesa, que acabó manchando su pantalón... pero al menos a Poly su sombrero, que parecía realizado a partir de un calcetín rojo de dios sabe donde, le quedaba bien.

Saltó rapidamente antes de que pudiera reaccionar, alejandose volviendo al campo de batalla.
- !Y AHORA COMBATE¡

¿Ese loro o lo que fuese había dicho ser la capitana Pauline? Imposible. La capitana Pauline era humana. Eso era obvio. A menos que... pero no, las probabilidades eran mínimas. Además, esa criatura estaba pirada,o al menos lo aparentaba, porque de pronto su actitud se había tornado seria. En su mirada se podían ver las letras "ODIO" como si de un cartel de neón en plena noche se tratase. Sin duda, había cometido un grave error.

Pero... ¿comerse una galleta desde cuando era un error? El comerse la galleta debía ser una compensación por el gran susto que había recibido segundos antes por culpa de aquel loro chiflado.

Y hablando del loro, pues que usó una de sus habilidades: Poly Caganer. Y el traje azul de Scott... digamos que se ''estropeó''.

En cuanto el ex-pirata se dió cuenta de lo que acababa de suceder, una ira poseyó todo su cuerpo, un profundo odio superior al que estaba reflejado en los ojos de Poly. Esa misma ira parecía estar a punto de hacer reventar a Scott en cualquier instante...

El traje de su padre... estaba estropeado. Esa era la única pertenencia que poseía de su familia, el único recuerdo material que tenía... y ahora, su traje estaba perdido...

Anderson pegó un grito irracional que hizo temblar hasta las entrañas de la tierra. Incluso Ha-Neul, que se hayaba descansando en una tumbona del barco marine en el cual había llegado el ex-pirata, oyó el grito. Algunos escasos marines de la base asomaron sus cabezas por las ventanas para ver qué pasaba.

-Ahora sí que me has cabreado ¿sabes?- Dijo el joven recluta. -Puedes asustarme, reírte de mí. Puedes incluso asesinarme... Pero nunca en la vida debes tocar mis trajes. Ahora verás pajarraco inmundo.-

Dicho esto sacó de pronto sus bisturís de combate, pero no se había acordado de que las hojas de metal se hallaban en su habitación. La madera era contundente, pero no servía. Scott quería ver sangre. Quería venganza. Así que tiró sus armas al suelo, se puso sus gafas de sol turquesas y pronunció Pistol.

Ahora el pajarraco sí que estaba muerto... Solo debía apuntar y disparar...

Parece que la he liado... otra vez. ¡Pero se comió la ultima galleta!
- Veamos, si tanto te importa el traje, pa qué te lo pones, pa que se manche y se rompa? Nooo.... muy mal...- dijo en un tono comicamente agudo , de reproche.

- ¿Inmundo? Bueno, todos estamos en el mund...- Pronunció su tecnica, mientras su mano se tornaba en pistola...
- Oye tio, tienes algo... en el dedo...- tarde, el sonido del disparo... la bala era roja... y negra.... Le atravesó.

La paciencia de Scott había sido agotada, quizás fueron los gritos de los marines lo que desencadenaron el disparo, quizás... no terminaba de controlar su poder...

- ¿¡IDIOTA, QUE HAS HECHO?¡
- ¡POLY-SAMA¡

Entonces, el libro se precipitó al suelo... había vuelto en el momento idóneo... en su rostro paralizado podía verse la reacción, una triste sorpresa, una pérdida...
Lentamente se reincorporó, observando el impacto de la bala, le había atravesado las plumas del ala, por suerte sin hacer ninguna herida... menos mal que Scott no era artillero... si no adios a la vida.

Aleteó un poco, mientras las plumas se caían...
- Tio, era mi ala preferida... y sigues teniendo algo en el dedo.
¿Cómo demonios podía estar tan tranquilo? Acaso era un loco... o quizás... solo estaba intentando dar una lección sobre la tranquilidad en el combate y la provocación... ¿entonces para qué se enfada con lo de la galleta?
!Narrador, era la ultima galleta leñe, no estoy hecho de piedra¡
¿Que dem...? !Fuera de aquí, vuelve a la historia¡
Ya voy ya voy...

Sarah corrió para ponerse entre su capitana y el nuevo.
- ¡YA BASTA¡ ¡OS COMPORTÁIS COMO NIÑOS¡
- Pero se comió la ultima galleeeeetaa...- dijo Poly comicamente entre lagrimas.
- ¡Y él se ha cagado en mi traje¡- era tambien Poly, vestido con una imitación de las vestiduras de Scott- ¡Pero tiene razon, la ultima galleta es sagrada y vale más que mi traje castiguenme¡
- Veees, ya le habéis oído....- poly de nuevo en modo normal. El capón de Sarah lo dejó en el suelo.
- ¡Ya vale de tonterías¡- su personalidad se había trastornado un poco debido a la imagen de la muerte cerniendose sobre su querida capitana; no estaba para bromas.


PD
Cómo Rebo se tiene que meter en la historia no he puesto que te respondería en la pelea o algo, si no esto se nos va de las manos de posts xD Por mí ya se puede unir.

Miniintro:Tras el ataque pirata y el hundimiento del barco en el que perecieron todos sus compañeros y pasar horas en el mar hasta que pudo llegar nadando a la costa, se lanzó frenéticamente por la ciudad en busca de marines para salir inmediatamente tras los piratas que les habían atacado horas antes y arrestarlos, pasó casi una hora recorriendo la ciudad sin éxito, era noche cerrada, no había nadie por las calles y no conocía la ciudad. Decidió sentarse un momento para recuperar el aliento, pero los golpes sufridos y el cansancio le habían hecho mella, no tardó en dormirse. Cuando despertó ya era de día y por lo que parecía había dormido bastantes horas, se encontraba en plena forma y ahora lo veía todo con más perspectiva, los piratas podrían haber partido hacia cualquier lugar y les llevarían demasiada ventaja, o por el contrario todavía podrían estar por la ciudad, pero en cualquiera de los casos, las prisas no harían ningún bien. Así que entró en una taberna para pedir algo de comer y preguntar donde se encontraba la base en aquella inmensa ciudad y se dirigió hacia esta.

A los pocos minutos había encontrado el cuartel de la Marina, al adentrarse en el vio que estaba extrañamente vacio, tras preguntar a un solitario marine que paseaba bastante desganado por los pasillos donde se encontraba el Capitán de la base, este le indicó que se dirigiera hacia el patio. Al llegar allí, no pudo creer lo que veían sus ojos, había un hombre de traje discutiendo de forma acalorada con un loro armado con cuchillos, esto era raro, pero más extraño era el hecho de que mientras señalaba al loro, su dedo índice se convirtió en el cañón de una pistola. Como lo veía bastante enfadado, decidió no entrometerse en su disputa con su... ¿mascota? Y permaneció apoyado en la pared esperando, observando pacientemente como se resolvía aquella situación con la mirada fija en aquel curioso dedo mientras ponía en orden sus pensamientos, pronto llegaría el momento en el que tendría que dar explicaciones.

P.D.:

Spoiler:

"Ya la he fastidado de nuevo"
Sarah se había interpuesto entre el loro y el ex-pirata, eso provocó que la mente de Scott se despejase al instante y de que la racionalidad sustituyese a la irracionalidad. No tardó mucho en pedir mil disculpas literalmente (pero el daño estaba hecho) y explicó a la capitana Poly (Todavía no se había enterado de que Poly es Pauline y viceversa, yo diría que nunca lo descubrirá) que su traje era como la armadura de un caballero del medievo, es decir, como una identidad, y que acababa de deshonrar al traje y a su persona con su ataque "Poly Caganer". Todo esto duró como una media hora... incluso puede que más, pues todos los marines se fueron a ocupar sus respectivos puestos por puro aburrimiento...

Bueno, hubo uno que no, había una persona que había estado viendo toda la discusión en silencio... Y ahora se hallaba apoyado en una pared...

La poca gente que quedaba en el patio (Sarah, Poly y Scott) fijaron la atención en aquel personaje. Era obvio que la capitana ni la señorita Kaerum lo habían visto jamás, pero eso Anderson lo ignoraba y no prestó mucha atención. Más bien recogió su libro y lo examinó atentamente acariciándolo con el mismo cariño que Poly tenía a sus galletas.

¿Hacía rato que nos observaba... que estaría pensando?
-¿...disculpe, quien es usted?- la timidad de Sarah volvió a ser patente, hasta el punto de retroceder medio paso, dejando a Scott y a Poly en frente de la cuestión.

Por supuesto Poly se acercó sin aspavientos.
- ¿Quien eres tú, qué es lo que sabes? Podrías amanecer con una cabeza de caballo en la cama mucahcho...- Poly había adquirido un pequeño disfraz de mafioso, cigarrito incorporado.

Mientras tanto...

- Deberíamos atacar ahora, el barco que venía de la marina seguramente indica que ya sabían que estabamos aquí.
- ¿Aaays, querido, no crees que estás exagerando un poquirriquitín?
-...Las manos Luciams, las manos... quítate de "ensima"¡
- Está bien. Mandaremos primero a los chicos... tu Pancho, irás en el grupo del este, yo iré directamente hacia el ayuntamiento, mientras que tú Luciams...
- Ays querido como me encanta que pronuncies mi nombre...
-...continuo...- resignado- irás en el grupo del oeste... nos encontraremos en la plaza mayor. Donde empezó todo.

*Un loro con ropa y que habla de verdad, no solo repite.... qué curioso.

-Hola lorito bonito.

Sacó un trozo del bolsillo un pastel que le había sobrado del almuerzo y se lo metió casi a presión en el pico al tiempo que lo apartaba de delante de él con la mano y avanzaba hacia Scott.

-Según he oído, la señorita se ha dirigido a usted como capitán, vera me presentare, mi nombre es Rebo y pertenecía a la división del Teniente William Franchesco, veníamos por un reporte de ataques piratas en la zona y cuando nos acercábamos, fuimos atacados por un barco sin bandera que estaba anclado en el puerto de la ciudad, me temo que soy el único superviviente del barco.

Scott lo miraba con cara de extrañado como si nada de eso fuese con él, al tiempo que Sarah dio un paso atrás mientras miraba con una expresión entre sorpresa y terror alternativamente a Rebo y a lo que él creía que era la mascota maleducada del capitán de Loguetown.

-También recibimos informes de que una banda pirata se encontraba por los alrededores, con tres tripulantes excepcionalmente fuertes, aunque no puedo corroborarlo, creo que es la misma que nos ataco. Y por su forma de proceder, hay muchas posibilidades de que sigan en la isla o los alrededores.

En ese momento notó como el loro que había apartado a su lado comenzaba a moverse violentamente como si fuese a estallar de ira mientras intentaba tragar el pastel que le llenaba toda la boca.