Cada vez Mas cerca

La tranquilidad reinaba en aquellos momentos, ni un solo ruido, ni siquiera el de lo pájaros oriundos de las costas y de los océanos parecían estar presentes, era bastante aburrido a simple vista, suficiente como para que un joven temerario y en busca de aventuras, terminara ahogándose para ver que se sentía. La seriedad que Madarame presentaba era impresionante, la pereza había dado el toque a su cuerpo, por lo que si no hacía algo mas constructivo pronto terminaría durmiéndose del aburrimiento. Los cabellos del joven, aunque ya desordenados, comenzaban a moverse de aquí para allá debido al viento que soplaba desde detrás de el, mientras que cada vez se enojaba mas y mas, por no poder encontrar a Varia ¿Que había hecho Yamamoto con el navío? A eso, Kiricco no lo sabía. De repente un fuerte rugido de soltó a las cercanías, mas específicamente de frente a Kiricco, quién miraba con entusiasmo y sonrisa el panorama, luego de un salpicón, otro rugido mas se escuchó, y aquellas bestias verdes, parecían estar por comenzar una cruda batalla, que decidiría quien cenaría, y quién sería cenado.

-Grajajaja me huele a diversión- Dijo el alocado joven, mientras veía aquellas imitaciones de dragones moverse de aquí para allá, parecían no notar su presencia ¿Que eran? Prematuros dragones marinos, no tan grandes como los que en Grand Line se encuentran, pero lo suficientemente grandes como para devorar el bote en el que Kiricco estaba navegando.

El joven pirata, ni siquiera se inmutaba al tamaño de aquellas bestias, el cual superaba en muchos aspectos al suyo, excepto claro, por velocidad y nivel de reacción, eso era una ventaja que el joven podía tomar si las bestias de decidían a atacar, pero aún así habría que tener cuidado, de monstruos como aquellos, todo se podía esperar. Con un veloz movimiento casi instantáneo, la vela del pequeño navío fue izada y aquel barquillo fue frenado. De un salto, Madarame se paró sobre el mástil, el cual en el extremo superior tenía una pequeña plataforma circular de madera, puesta estrategicamente por el solo hecho que desde allí se podía ver mejor, y todo barco necesitaba de un lugar así para quienes manejaran telescopios.

-¡Vamos bestias estúpidas!... ¡Que necesito un poco de diversión para pasar el rato!-

Dijo el joven sonriendo de forma engreída y mirando a aquellas bestias, quienes exactamente en aquel momento pudieron notar la presencia del joven. Las hambrientas bestias se relamían del placer al ver su posible cena, aunque no eran como sus hermanos del Calm Belt que medían setenta metros mínimo, estos fácilmente podrían devorar a un humano en cuestión de segundos. Aquellos rojos ojos de reptil parecían brillar debido al momento, entusiasmados, de que un festín fácil se presentara, lamentablemente aquellas estúpidas bestias no sabían nada de nada.

-Acérquense-

Dijo Kiricco con tonalidad irritante. Suponiendo que las bestias le entenderían... y quizá lo hacían, pero estaban tan concentradas en asesinar al joven que ni siquiera atención le prestaba.

Aquellas bestias aunque quizá no comprendieran el idioma de Madarame, parecieron irritarse cuando este les provoco, como cuando un niño molesta a un ave, en este caso a dos aves del tamaño de un navío. Madarame posicionó su puño sobre la superficie del barco, agazapándose como si estuviera preparado para hacer alguna ataque. De sus piernas, las cuales estaban bien abiertas, comenzaron a doblarse así formando lo que pareciera una oruga con solo tres capaz en su cuerpo, y de repente, estas flexiones comenzaron a bombearse hacia abajo, causando un cambio inesperado en el cuerpo de Kiricco. En el interior de Kiricco, la sangre comenzaba a alterar su flujo con cada movimientos de los doblajes en los pies de Kiricco, parecía que estos aumentaban la velocidad en la que la sangre corría momentáneamente, para causar de que los mineras del cuerpo sean absorbidos aun con mas velocidad y sean mejor aprovechados para su uso.

-¡Gia Sekando!-

Soltó a la vez que se podían notar aquellos cambios característicos de la técnica en su apariencia, su cuerpo se torno rojo brillante, como si estuviera sudando demasiado, y este comenzó a soltar humo por todas partes, aparentando asi que su temperatura corporal aumentó bastante. Su mirada fija en aquellas bestias parecía retarlos a batalla, y ahora que esta en todo su nivel, no tendría por que preocuparse de perder.

Como una lanza, el primer monstruo saltó hacia donde Madarame se encontraba, abriendo sus fauces, parecía que no intentaba devorar el navío, sino que buscaba arrancar parte del cuerpo de Kiricco. Este, quien ya estaba preparado, dejo de estar en su antigua posición cuando la bestia se encontraba a cinco metros (anteriormente estaba de diez) y casi instantáneamente apareció sobre el lomo del animal, corriendo sobre el, dirigiéndose hacia donde se encontraba el segundo monstruo.

-Gomu Gomu no ¡Jet Stamp!-

Dijo a la vez que saltaba desde el extremo de la cola del monstruo que había atacado prematuramente. Sin esperar ni siquiera un segundo y ya sobrepasando al segundo monstruo por unos tres metros, estiró su pie, el cual dejo de verse momentáneamente, y puedo verse nuevamente aquella extremidad inferior una enrome patada con la planta del pie en la cabeza al Rey marino que parecía atontando aún por lo increíbles sucesos que se habían producido. El monstruo parecía estar mareado por el golpe, y Kiricco viendo que gracias a que el primer animal había generado olas pudo impulsar el pequeño bote a una distancia segura para Madarame, y este segundo impulsándose con su pierna, aun en la cabeza del monstruo, pudo caer cómodamente sobre la superficie del pequeño navío.

-¿Solo eso tienen?... Que decepción-

Dijo Kiricco sonriendo irónicamente, mirando a la segunda bestia a la cual había golpeado anteriormente, mientras que junto a esta, aparecía el primer Rey Marino, y mirándose entre sí, parecieron idear un plan tácitamente, ahora ya no atacarían solos, pues era mas facil en grupo.

Aquel cuerpo con tonalidades carmesí por todos lados, expulsaba vapor a una velocidad impresionante, parecía que no se iba con rodeos Kiricco, estaba preparado para destruir a ambas bestias. Los monstruos, aún no comprendían el porque Madarame tenía aquella velocidad y fuerza, y como había podido superar a las de ellos. Ahora tendrían que atacar en conjunto, y tal vez con eso podrían lastimar a Kiricco. Un rugido se escuchó y las bestias salieron disparadas hacia donde Kiricco se encontraba, este, espero un poco, hasta el punto en que las criaturas estuvieran a cinco metros de el, y entonces de un salto desapareció de su lugar, y apareció junto a la mejilla derecha del dragón marino izquierdo.

-Gomu Gomu no ¡Jet Pistol!-

Dijo estirando instantáneamente su brazo izquierdo hacia atrás a la vez que lo retorcía, y soltándolo a una velocidad impresionante, aquel brazo pareció invisible, y solo se volvió a ver en el monto en que rompía con fuerza la mandíbula de aquel rey marino, el cuelo debido a la fuerza desvió su camino y colisionó con el otro monstruo. Aquel golpe no había sido normal, mili segundos antes de este impactar contra el monstruo, el caucho se tornó negro y brillante, dándole una dureza y resistencia impresionante... Haki Armadura... eso era lo que era.

Kiricco se cruzó de brazos y vio como aquellas bestias, chocaban contra las enardecidas aguas del océano y comenzaban a hundirse y desaparecer de la superficie, hasta llegar al fondo oceánico, seguro el segundo rey marino no había fallecido, pues el primero solo había chocado contra el, pero el que recibió el golpe con Haki de Kiricco, seguramente tendría la mandíbula rota, por lo que su vida ya no sería posible. Kiricco tomo nuevamente el aspa con el que se movía el mástil, y desplegando las velas, comenzó a moverse nuevamente. Tardó unos segundo en darse cuenta que frente a el había un navío con la proa en el lado contrario, como el pequeño barquito de Madarame, por lo que seguro no se habían dado cuenta de su presencia.

-Grajajaja muy facil-

Dijo Kiricco cayendo en la cuenta de que la faltaba dinero para su bolsillo, sonriendo y mirando fijamente hacia el barco, planeaba robar a todos los tripulantes, o seguramente habría un cofre al cual poder saquear, no importaba que pero debería robar algo, si eso seguía así no podría comprar comida siquiera.

El viento soplaba velozmente, parecía como si las cartas quisieran que Kiricco robara aquel galeón ¿Que haría con los tripulantes? Tal vez los tiraría por la borda, o quizá hiciera un agujero en la base del barco y hundiría los sueños de aquellos piratas. Aquella blanca vela era impulsada y con cada segundo que pasaba aumentaba la velocidad del navío el cual rompía con las olas que se disponían en el mismo sentido. Faltaba unos cuantros metros para llegar al enorme buque, cuando Madarame estiró sus brazos y dejó de controlar el pequeño barco, y estando a una distancia bastante aproximada, estos se movieron como balas y con las manos se tomó de una pequeña ranura que presentaba la parte de atrás del galeón.

-Lastima-

Dijo mientras sus brazos se contraían y el joven miraba como el pequeño velero chocaba contra la parte de atrás del galeón destruyéndose y convirtiéndose en astillas [-Tendré que robar unos de los botes de aquí-] Dijo para sus adentros mientras se sostenía con fuerza de aquel pequeño hueco que generaba uno de los detalles del barco.

Los pasos de la cubierta se escuchaban con intensidad, parecía que habían escuchado el estruendo que había causado el navío que Madarame había hecho chocar contra el gran galeón. Segundos pasaron hasta que se pudieron escuchar, cercanos a Kiricco, unos pazos que parecieron frenar, soltando uno de sus brazos, Madarame esperó unos momentos hasta poder ver que aquel pelirrubio hombre se asomaba por la borda, y el pelinegro con cicatrices moviéndose instantáneamente al hombre de los pelos y con fuerza lo arrastró, pero sin soltarlo lo mantuvo suspendido con su brazo de goma. Con una fuerza impresionante levanto el rostro de aquel hombre Kiricco, hasta poder dejarlo a su altura, luego lo soltó, para poder estirar su brazo velozmente y tomarlo nuevamente, pero ahora de su rostro, el grito que aquel hombre quería lanzar, fue velozmente ahogado por la palma de la mano de Kiricco, quien tranquilamente lo subio otra vez. Cuando estuvo a la altura de él, Kiricco tomó al hombre, y con una fuerza impresionante, azotó su cabeza contra las duras maderas del barco así haciendo una gran cantidad de suturas en su cráneo ademas de muchos tajos en la piel, si aquel hombre estaba vivo, quedaría en estado vegetal, asá que Kiricco, pensando que sería lo mejor, lo soltó en el océano, para que encontrara, su placido final.

-Gomu Gomu no ¡Bullet!- Dijo Kiricco, que aún seguía suspendido en el aire pero ahora con un solo brazo, cuando con fuerza impactaba aquel veloz e implacable puño contra la estructura de madera del navió. Esta pareció romperse facilmente, dejando un hueco inmenso, por el cual Kiricco podía pasar tranquilamente. Este al escuchar que las personas se habían alarmados, se escabulló velozmente para poder lograr así, una infiltración victoriosa. Mirando a su alrededor, pudo denotar que allí se disponían unos elegantes muebles, los cuales parecían ser de un capitán. Velozmente, comenzó a registrar el lugar y uno cuantos minutos tardó, hasta poder ver que un cofre estaba debajo de la cama del que era el capitán. Abriéndolo velozmente, pudo denotar que allí había un buen fajo de dinero, por lo que sin contarlo siquiera, se lo guardó en el bolsillo y comenzó a buscar alguna ruta de escape, y parecía que la gente del lugar ya se había percatado, de que el despacho del capitán estaba siendo invadido por un completo desconocido.

Kiricco corrió velozmente, y trabando la puerta, dejó que aquellos malechores intentaran abrirla, los forcejeos hacían que la puerta comenzara a resquebrajarse por lo que contrayendo un poco sus piernas, Kiricco las soltó de un solo golpe, para salir despedido hacia arriba y rompiendo el techo, lo que seria la cubierta, pudo salir al aire libre. Parecía que no había nadie allí por lo que facilmente, Madarame pudo suponer que todos aquellos tontos estaba buscandolo a el. Velozmente comenzó a correr y buscar los pequeños botes, tardó unos segundos en poder divisar que solo uno se disponía utilizable. -Gomu Gomu no Pistol- Dijo dandole un fuerte golpe al mastil, haciendo que este se rompiera con fuerza y cayera en dirección hacia donde el joven Madarame se encontraba. El joven, con astucia y velocidad, esquivó aquel enorme tubo de madera remachado con metales ¿Por que lo hizo? Muy simple, era necesario que no le siguieran, y no podía dejar cabos sueltos siquiera, por lo que ya todo arreglado, tenía tiempo para buscar los botes. Velozmente movió la perilla que sostenía las cuerdas que a su vez sostenían al pequeño bote, esperando que no se rompiera en la caida.

El joven saltó sobre la barandilla de la borda, y cayendo velozmente pudo notar que sus pies tocaban una superficie no muy estable. Con cada ola aquel navío se movía de aquí para allá, parecía que estaba listo para usarse. Velozmente Kiricco se sentó en el pequeño banquillo improvisado con un trozo de madera, y tomando los dos remos, comenzó a hacer movimientos circulares con cada uno hacia atrás, por lo que haciendo fuerza contraria pudo comenzar a moverse hacia atrás. Buscaba que los piratas perdieran su pista, pues si le daban un cañonazo estaría acabado. Haciendo fuerza lo mas que podía remó hasta posicionarse detras del barco, tapado por una extención del mismo pudo pasar desapercibido, mientras que los otros piratas miraban hacia la proa en busca de Madarame, esta podía escapar velozmente, hasta llegar el momento en que pudo estar fuera del alcance de los cañones de aquellos piratas, quienes enfurecidos maldecían a aquel joven que solo había arruinado sus sueños de ir al Grand Line.