Detrás de cada nuve hay un rayo de sol

Se alegraba, se alegraba enormente de haberse dado cuenta que tenía alguien por quién luchar otra vez, que tenía a alguien de su sangre a quién proteger y en quién confiar, una hermana que de haberla tenido a su lado siempre nada hubiera sido igual.
No pudo evitar sonreír al dejar un pensamiento fugaz ganar terreno en su mente; ahora nada sería como antes, y le alegraba porque no quería volver a los tiempos en los que no sabía si volvería a ver un atardecer.

Miró al cielo, que comenzaba a despejarse.

Sonrió, respirando el olor a hierba mojada que tanto le gustaba.

Una tormenta se había estado desarrollando hacia algunas horas atrás, feroz y salvaje se mantuvo arremetiendo con ráfagas de viento y agua que lentamente comenzaban a mermare hasta llegar de una buena vez a su final, ahora solo quedaban algunos rastros de nubes que comenzaban a dispersarse por la inmensidad del cielo. El suelo completamente empapado formaba charcos en sus irregularidades, los árboles de adjunto goteaban las abundantes acumulaciones que en sus hojas se habían juntado, los tejados continuaban derramando agua gracias a sus canaletas pero que brindaban el refugio necesario para las almas errantes que vagaban por la zona.

La joven de oscuro cabello se ubicaba bajo uno, su rostro mostraba una calma que jamás se volvería a ver, a su vez los pensamientos comenzaban a brotar incansablemente no lograría estar en paz por siempre, no sabiendo que aún los verdugos de sus padres caminaban tranquilos por el mundo, consumiendo el mismo oxigeno que ella manteniendo sus vidas como si nada hubiese pasado. Cuan efímera resultaba ser la tranquilidad, la paz que sin la guerra jamás se obtendría pues debía de existir una para que la otra estuviese o era algo que ella consideraba y creía, su fe ya no era la misma ya nada era lo mismo en ella.

Una vieja camarada, una de sus tutoras, por así decirlo, se encontraba junto a ella quizás algo distanciadas pero así era como debía ser o eso creía pues no deseaba ser invasora ni nada por el estilo, deseaba la naturalidad en cuanto a su relación y sin duda algunas, ella era una de las pocas que lograba obtener su lado calmo y racional.

Sonrió a su hermana ampliamente, le sonrió como solo su hermano había visto. De haber alguien allí no reconocería a la implacable Titania.

-No quiero que vuelva a llover. - miró al cielo en lo que parecía más una suplica que un comentario.

Desde que la habían separado su hermano, en su mundo interior había estado marcado por una perpetua lluvia de soledad, angustia y silenciosa desesperación, y ahora que había conocido a su hermana por fin comenzaba a amainar.
Era impresionante como una sola persona podía suponer una cambio tan drástico en uno mismo.

-Patear culos es lo que más me apetece ahora. - le guiño un ojo a su hermana, estirando los brazos por encima de la cabeza y arqueando la espalda, intentando desperezarse.

-Yo tampoco quiero que vuelva a llover, me trae malos recuerdos aun que he de reconocer que es muy hermosa y agradable rió levemente mirando también el cielo como pidiéndole también que no arruinara el día con su hermana, hermana, aquella palabra hacía sin duda que una sonrisa se formara en sus labios, desde ahora sabía que sería una de sus palabras favoritas.

-Pues vamos a buscar líos por ahí entonces, que hace tiempo que no me meto en uno de ellos, vamos vamos! aun que en tempestad no se como buscarlos, quizás en algún bar o algo, ¿que opinas hermana?

La joven se estiró levemente y se alejo de la pared en la que estaba apoyada para acercarse a su hermana esperando a que esta decidiera que harían ya que sinceramente ella no tenía ni idea de lo que iban hacer a partir de ahora.

Sonrió ante el comentario de su hermana, una hermana que nunca creyó tener y ahora que la tenía, supuso un radical cambio en ella misma.
Cuando era pequeña le había encantado la lluvia pero ahora no podía evitar odiarla, porque le recordaba por todo lo que había pasado e inevitablemente, cada vez que llovía se sentía hundida y abatida, y quizá porque odiaba sentirse así, odiaba la lluvía.
Pero era indiscutible, tal y como decía su hermana, lo hermosa que era.

-En los bares siempre hay idiotas borrachos que buscan pelea. - sonrió y le guiñó un ojo.

Y así, saltó sobre la pelinegra, en un curioso abrazo.

Tenía los ojos humedecidos, y el corazón trabado en la garganta formando un doloroso nudo, quería llorar. No sabía porqué y eso hacía que se sintiera terriblemente estúpida. Quizá de alegría, por haber encontrado una hermana con quien compartir tantas cosas, alguien en quien apoyarse y a quien apoyar, o quizá por el dolor que suponía haber pasado por una vida sola y saber que su hermana había pasado por lo mismo por culpa de... ¿Algo? ¿Alguien? No lo sabía y tampoco quería saberlo... pues si era una persona la que las había hecho sufrir tanto, la odiaría, la odiría como nunca había odiado a nada, la palabra odiar sonaría amable en comparación a lo que llegaría sentir.

Pasó un barzo por el cuello a la pelingra y le revolvió el cabello.

-No te preocupes. - intentaba autoconvencerse más que tranquilizar a su hermana pequeña. -No volverá a llover. - su voz se quebró irremediablemente, sin pedirle permiso.

Pero no lloró, no uería llorar frente a ella, debía ser fuerte, como lo había sido a lo largo de toda su vida.

Ese día sin duda había sido de perros, no hace mucho que había parado de llover, sin embargo antes de eso, la lluvia estaba volviendo a fastidiar el trabajo de Rico, que se encontraba aburrido en incomodo bajo un toldo, con las manos en los bolsillos del guardapolvos.

Había cogido, dócilmente, un barco hacia tempestad en buscar de un par de ladrones, con la esperanza de atraparlos y cobrar el dinero para volver a comer algo.... O al menos para pagar la cuenta de la taberna.
Sin embargo parecía que la suerte tampoco le favorece hoy, ya que no había conseguido nada. Lo único que le queda era salir de allí y volver con las manos vacías.

aprovechando que había parado de llover, Rico empezó a caminar, lenta y fastidiosamente calle a bajo, en busca de un barco para volver a Loguetown.

-Aiiiz... Otro día de mala pata.- Se dijo a si mismo junto con un suspiro de fastidio.

No tardo mucho al caminar, cuando en mitad del camino y tras haberse dado cuenta después de haber vuelto a aterrizar su mente en la tierra. Observó en el frente a unos 15 metros de distancia, dos féminas mujeres en mitad del camino.... Abrazadas.

Durante unos segundos Rico permanece quieto, con cara de sátiro por la escena, intentado "examinar" mejor la situación tan acogedora.
Sin embargo, estar al descubierto podría ser "malo" para la examinacion. Cerca de donde él se encontraba, había una pilas de cajas y barriles,posiblemente de pescado o verduras de una de la tienda que estaba al lado.

Aprovechando mientras las chicas seguían abrazadas, Rico se escondió de un pequeño salto detrás de los barriles, agachandose y asomando la cabeza con discreción para seguir mirando.

-¿Pero que tenemos aquí?- Se dijo para si en bajo. -Uno... Y dos mujeres de muy buen ver.- Se volvió a decir el cazarrecompensas sin quitar su sonrisa de interesado que tenia, cuando examinaba de abajo a arriba a las dos mujeres.

-mmmm.... Tal vez si....- Rico intento esforzar mas la vista, como si quisiera ver mas allá de ellas, no se podría estar seguro. Lo que estaba claro era que Rico, seguía "Examinando" la "mercancía". -Dos... Cuatro... Y son perfectas.... . Seguía hablando para sí, haciendoce ilusiones él solo.

Sonrió, no quería recordar más malos tragos, más malas experiencias, había conocido a su hermana ynada más debía importar.
Rió levemente y volvió a revolver el cabello negro de su hermana pequeña.

-Claro, claro. - adoraba como Aria podía sacar esa parte sensible de la que había creido olvidada hacía mucho, como en pocas horas había sacado lo mejor de ella que nadie en años había podido.

Un escalofrio le recorió la espalda, no por frío ni miedo, era... una advertencia. Oteó los alrededores en un perfecto examen visual. Y pudo verlo, lo que había sentido, una presencia más poderosa de lo normal, quinze metros dirección oeste, oculto tras unas cajas y barriles amontonados, pudo ver un hombre a través de las rendijas entre caja y caja.

-Parece que ya no estamos solas. - no despegó la vista del lugar, para qeu su hermana viera hacía donde miraba.

Aquella escenita sin duda agradaba la vista de Rico, practicamente se había olvidado de sus problemas.
El cazarecompensas seguía fijo mirando a las dos mujeres, "¿que ocurrirá ahora,? ¿que aran? ¿que dirán.?" Eran unas de las cosas que se le pasaban por la fantasiosa cabeza de Rico.

Aunque como era de esperar, su lujuriosa escena había terminado. Parecía que su discreción y su "sigiloso método" para "examinar" la "situación" no le había servido de mucho, ya que parecía que las dos mujeres le habían visto, y no estaban muy contentas.

Rico bajo la cabeza, dándose la vuelta, y escondiéndose nervioso detrás de los barriles, con la espalda apoyada en ellos.
De repente empezó a sudar bastante por toda la cara, sin duda, conocía muy bien a una mujer cuando se enfada... Y cuando son dos.... .

-....Vaya por dios.- Se dijo por lo bajo nervioso. -¿Y ahora como me libro de esta.?- Rápidamente, Rico empezó a miran bruscamente de un lado para otro, intentando buscar una manera para safarce de la situación.

-Vamos... Piensa Rico... No es la primera vez que te pasa algo como esto....- Seguía hablando a si mismo para animarse a buscar una solución.

Fue entonces cuando su rostro de pánico cambio repentinamente a uno de astucia y victorioso.
-Ya lo tengo...- Dijo ahora mas tranquilo y confiado, Rico metió su mano derecha en el bolsillo, con la intención de sacar una moneda.

Con ella en la mano y con toda la decisión del mundo, salio al final de su escondite, dejandose ver como si no hubiera pasado nada. Con su mano izquierda detrás de la espalda y con la derecha mirando disimuladamente la moneda.

-¡Que suerte...!- Se dijo en alto con admiracion para que se le oyera. -Encontré un Barrie.-

Rico, orgulloso y con ilusión, siguió caminando en dirección a las dos mujeres como si no fuera la cosa, atento mas a su moneda, que supuestamente había encontrado.
Solo se fijo en ellas una vez que se encontró a unos 5 metros de ellas, haciendo como si se hubiera dado cuenta casi al momento de estar apunto de chocar con ellas.

-¡Oh,! hola señoritas, no me había fijado que os encontrarais por aquí.- Dijo con simpatía fingida. -¿Se han fijado en el cielo despejado en este momento.? Dijo mientras disimulaba ahora, mirando hacia el cielo.

Ante la advertencia de su hermana el hombre no pareció intimidarse, pues no salió, aún así lo vio revolverse nervioso en su sitio, podía asegurar que asustado.
Y cuando pensaba seriamente en cumplir la amenaza de su hermana, el hombre salió como si nada mirando una moneda con sonrisa visctoriosa, y se encaminó hacia ellas como si nos las viera y como si nos las hubera estado mirando.

Una risa descontrolada de escapó de sus labios, había intentado aguantarse pero al verlo caminar hacia ellas como si no las viera había explotado.
Le había dado en el hueso de la risa que creía que no tenía, se rió hasta que le dolió el pecho y no pudo respirar. Miró a su hermana para decir un ''No puedo'' pero solo consiguió mover la mano delante de su cara riendose como una tonta.
Se incinó y apoyó las manos en las rodillas, dio un par de vueltas sobre sí misma y aún así no podía dejar de reír.
Nunca le había dado una ataque de risa como ese, de hecho nunca había reído más de dos segundos, solo por haber conseguido eso, ya le caía bien el hombre.

-Hay... - solo pudo decir secándose las lágrimas.

Y tras soltar un par de carcajadas más consiguió controlarse.
De desde que recordaba haber pillado a un hombre mirándola, y todas las excusas que le habían puesto aquella era la más absurda, y justo por lo ''original'' no pudo evitar partirse.

-Lo... lo siento. - volvió a reír, mirándo al chico. -Pero, no puedo... - y así volvió a darle un ataque de risa.

Rico no pudo decir nada al momento, se había quedado un poco atónito, con la boca media abierta. Por lo visto su actuación le había servido mejor de lo que se esperaba, había conseguido cambiar la situación de curso, y para colmo, había conseguido llamar la atención a una de las féminas mujeres que allí se encontraba.

-...Pues vale...- Dijo esta vez con una simpatía menos fingida. -Pues riamos todos...- Respondió al ver que la pelirroja no paraba de reír.
Cosa que hizo que Rico también rillera, no tan descontroladamente, pero si con bastante gracia, poniendo su mano izquierda en su estómago e inclinandoce un poco hacia atrás, sin duda era una risa contagiosa.

Rico seguía riendo, mostrando sus blanquecinos dientes por la escena tan cómica que estaba teniendo. Aunque parecía que la otra chica, la morena tenia ganas de aguantarse la risa, una mujer dura... Se decían que esas son las mejores.... .
Solamente el cazarecompensas empezó a parar de reír cuando ella le había empezado a hablar, parecía que aun tenia en mente la jugada del barril.

-¿Eh...?- Pregunto Rico intentando recordar mientras volvía a coger aire... . -¡Ah! a te refieres a antes- Respondió recordando su momento de "examinacion." -Si, era yo, me parecía haber visto una moneda.- Respondió con naturalidad siguiendo con su jugada, para luego alzar su mano derecha en la que tenia la moneda y enseñárselas a ellas como escusa. -Mira que bonita....-

Le dolía el pecho, las lágrimas se le saltaban de los ojos y apenas conseguía suficiente oxígeno como para poder seguir riendo.
Golpeó con la palma de la mano varias veces su muslo, ni siquiera podía entender lo que le había dicho su hermana. Apoyó las manos en los hombros de la pelinegra, intentando calmarse, pero solo pudo descolgarse un poco y seguir riendo. Era la primera vez que le pasaba aquello, y precisamente no le molestaba, tan solo se sentía estúpida por dar semejante espectaculo.

-Por dios... - rió secando las lágrimas e intentando no reír más, ya había recuperado todos los años que no había soltado ni una sonrisa en pocos minutos.

-Si, era yo, me parecía haber visto una moneda.- fue donde pudo engancharse a la conversación que tenía el hombre con su hermana, y, otra vez, le entró la risa, que no volviera a menconar a la dichosa moneda o acabaría con una sonsrisa perpetua en los labios de tanto reír.

-Hermana, quitále la maldita moneda, por favor... - consiguió articular entre risas, girándo sobre si misma e inclinandose hacía delante, intentand controlar la risa, y, para su sorpresa consiguiéndolo.
Solo por haber conseguido hacerla reír de esa forma ese hombre se merecía un premio.

Rico seguía sonriendo, le hacia gracias ver como una chica se reía con él de sus gracias, no solo hacia crecer su ego y sus ánimos, si no que además le hacia quedar bien y era agradable.

El cazarecompensas seguía enseñando la moneda alzada, sin duda había sido un plan infalible, según él sus planes nunca fallan.
Sin embargo, ni siquiera se vio venir la mano de la morena cuando esta, la alzo para arrebatársela.
-¡Hey! - Exclamo aun divertido por la situación, mientras se veía la mano desnuda. No la había prestado mucha atención a ella, practicamente, Rico estaba mas atento en mirar a la pelirroja, ya que parecía la mas agradable.

Aunque la mirada de la morena, sin duda era mas fría y seria que la pelirroja, se podía ver como se contenía la risa, Rico se veía capaz de distinguir los gestos de las mujeres.
Aunque parecía que no se sentía muy agradada con la presencia del hombre de piel morena.

-¿Mirando? - preguntó volviendo a una duda fingida.

Rico miro a la morena con un poco de confusión, aunque sin perder su cara de simpatía, parecía que la chica quería poner el temperamento de Rico a prueba , o ver si era fácil de intimidar. Por suerte para Rico, se sentía capaz de desenvolverse en situaciones como estas, ya le había pasado antes, aunque en algunas por desgracia para él se habría llevado una bofetada o dos.

-Bueno, si quieres destruirla adelante, no importa.- Dijo con agrado. -Tengo mas guardadas, ¿queréis verla?- Volvió a preguntar esta vez, volviendo a enseñar su blanquecina sonrisa, mientras miraba sobretodo a la pelirroja, ya que a lo mejor podía seguir con la broma de la moneda.

Sin embargo, no veía la necesidad de seguir con aquello, ahora que se le dio la ocasión de presentarse, sin duda, de una forma u otra, Rico terminaria por presentarse de la mejor forma que sabia... De manera galante y picara.

-¡Ah,! pero es cierto.- Exclamó. -Mi nombre es Rico Ribon.- Dijo de forma educada y seductora, poniendo su mano derecha en su estomago e inclinándose levemente hacia delante como si estuviera saludando a la realeza. -¿Puedo preguntar por los nombres de las dos hermosuras que tengo delante de mi.?

Una vez supo que si volvia a hablar no le entraría la risa, se giró mirándo a su hermana con los ojos rojos per reír y una sonrisa implantada a la fuerza por las risas.

-Gracias... - le dijo por el hecho de haberle arrebatado la moneda.

Todavía le costaba asimilar la forma tan espantosa de hacer el rídiculo que había tenido solo por la broma de ese chico, que ahora que se fijaba en él, era increíblemente atractivo.

Se sintió abrumada por su sonrisa seductora, sus anchos hombros y su porte despreocupado y a la vez increíblemente sexy, más no lo demostró.
Se había topado con muchos hombres de sonrisa bonita y con ganas de llevar una dama a la cama, pero podía ver que ese chico no era del todo así.

-Erza Scarlet. - le dijo con una sonrisa más amplia y dulce de lo normal, que la atribuyó a su reciente ataque de risa. -Y ella es mi hermana pequeña, Aria. - la señaló con el pulgar.

La joven pelinegra sonrió levemente a su hermana al verla ya mas calmada relajada, sin duda, tras quitarle la moneda aquel tipo, bueno, el caso era que, acabó por acordarse de algo,algo muy importante y que haría que casi le arrancaran la cabeza, oh si, ella lo haría por hacerla esperar tanto,Aria suspiró levemente y negó despreocupada ante el gracias de su hermana.

-No gracias, por lo menos yo no, ahora mismo acabo de acordarme de que tengo alguien a la que buscar, si queréis acompañarme por mi perfecto-Aria tomo la moneda entre sus dedos y se la tiro al hombre devolviéndosela como si nada para después sonreír de lado, con picarda y de forma traviesa, como solo una Scarlet sabía hacer- o os puedo dejar solitos aquí, en este callejón, apartado de todo y de todos, ¿que preferís?

Aria rió levemente sin poder evitarlo tras su pequeño chiste, no era tonta, y sabía que esos dos risueños , se comportaban de lo mas extraños y ella, como siempre, no había podido evitar la broma, no por nada era la reina del sarcasmo, después de las presentaciones Aria dio un par de pasos hacía al frente, pasando por el lado de aquel hombre como si nada con una mirada tranquila y serena.

-Exacto, Aria Scarlet, un placer, supongo...entonces díganme, ¿cual es vuestra decisión?

Rico volvió a sonríe con orgullo al saber los nombres de las muchachas. Eran dos hermanas, y bastante hermosas, un botín bastante grande que haría envidiar a cualquier pirata que allí lo viera.
La cabeza del mercenario sin duda no pensaba mas que en una cosa.... O dos en ese caso, ya que había encontrado dos tesoros por el precio de uno.

Al momento de la llamada Aria lanzo la moneda hacia Rico, este la cogió de un acto reflejo con su mano derecha, ya que si había algo que le gustara mas que una mujer hermosa, era el dinero, cosa que tenia también muy metida en la cabeza.

Rico, Aunque se imaginaba que él no le caía bien a Aira, no entendía porque tenia que tener tanta prisa, cuando un momento tan emocionante como ese no ocurría tan a menudo.

-¡Pero Aria! -Exclamo incrédulo. -¿porque marcharnos ahora cuando nos hemos hecho amigos? -Dijo rico con emoción de manera confiada y simpática, mientras la vez que hablaba colocaba su mano izquierda sobre el hombre de Erza y el derecho sobre el de Aria para evitar que se fuera mas lejos.

-Este es un día para recordar, deberíamos estar los tres unidos y pasarlo estupendamente. ¡Conozco una taberna estupenda para estos casos!- Dijo cada vez mas eufórico, intentando convencer con sus palabras emocionadas a las dos mujeres para que la fiesta no decallera.

Sin embargo, intentaba llamar sobre todo la atención de la pelirroja apoyando ligeramente su peso en ella para seguir haciendo la gracia.

Arqueó una ceja ante la bromita de su hermana, con una sonrisa. Parecía callada pero era una observadora nata, como todas ls Scarlet.

-Que graciosa. - se limitó a contestar con voz disimuladamente jovial, siguiéndola, la seguiría a donde fuera que fuese.

Envidiaba a su hermana, su gracia, su sentido del humor y lo bien que desenvolvía con los desconocidos, en cambio ella era cerrada, torpe y no sabía expresarse.
Sintió una robusta mano en su hombro y estuvo a punto de romperle la muñeca... la costumbre.
Por muy gracioso que le resultase el hombre o por muy bien que pudiera llegarle a caer, no permitía que nadie la tocase, contadas personas lo habían hecho, de hecho, solo su padre, su hermano, cierto peliazul y Aria, y no tenía pensado aumentar la lista por el momento.

Lo miró por encima del hombro y tuvo que alzar la cabeza, tambien era muy alto.

-No te tomes tantas confianzas. - apartó su mano, no de un manotazo, pero tampoco con suavidad. -Me has hecho reír, y quizá llegues a caerme muy bien, pero no te confundas, no te conozco. - no usó su conocido tono iriente e indiferente, tan solo el que advertia ''no habrá otro aviso, he roto piernas por menos que esto''

Como era de esperar en el mujeriego, este ya había metido la pata, lo raro era que tardara tanto. Sin embargo, en esta ocasión, parecía que todavía no le habían grabado la marca en la cara.
Rico se sintió un poco intimidado, un par de mujeres siempre es mas peligroso que un grupo de piratas despiadados.

-Hey,hey... Tranquilas, chicas.- Dijo algo alterado por las reacciones colocando las manos a la altura del pecho en señal de "stop"

Las dos mujeres habían quitado los brazos de Rico de sus hombros, haciendo que este perdiera un segundo el equilibro hacia adelante, pero sin demasiadas complicaciones para recuperarse. En el rostro de Rico volvía a caer gotas de sudor por su frente, de nuevo se encontraba en un momento sensible.
Debía pensar rápido si quería arreglar las cosas sin ningún tipo de problema. Afortunadamente para él, su lengua era mas afilada que un espada, y su cabeza solo funcionaba para ciertos momentos como este.

-No era mi intención enfadaros... .- Dijo excusándose. -....Aveces se me olvida que aquí las costumbres son muy diferentes... .- Como era de esperar en él, estaba por comenzar con una nueva estratagema para librarse de aquel problema como mejor sabia. -Es que soy del sur de aquí ¿saben...?- Paró un segundo. -Y de donde vengo, tenemos como costumbre el contacto físico como muestra de agrado hacia las personas que nos caen bien.- Terminó de explicarse.

-No... conozco muy bien algunas costumbres de aquí.- Dijo volviendo a poner una sonrisa galante, mientras hacia ver con elegancia su avergonzado mal entendido por ser "extranjero."