Ficha Nymerya

Hace doce años, o al menos, los hace desde que esta historia es contada ahora, una tribu de gigantes en Elfgard vivió serios problemas. Su historia no es relevante aquí y ahora, así que solo diré que tras semanas y semanas de intentos y fracasos, se vieron obligados a buscar ayuda de extranjeros y de razas humanas, y así fue como una banda de cazarrecompensas humanos, al servicio de un magnifico espadachín llamado Nakheri tuvieron éxito donde los gigantes habían fracasado.

Pero llego el momento de pagar a los cazarrecompensas, y las grandes monedas de los gigantes de ningún valor eran para los humanos. Tampoco sus joyas u objetos de valor, demasiado grandes para el poco precio que los cazarrecompensas podían sacar por ellos. Los días pasaron mientras los gigantes y Nakheri trataban de encontrar solución, los primeros, demasiado honorables como para dejar la tarea sin un pago a la altura de la gran ayuda que les habían proporcionado, los segundos, Nakheri y sus muchachos, algo temerosos ya de los gigantes, cada vez más hoscos y enfurruñados.

Finalmente, y tras no encontrar nada con que pagar a sus pequeños salvadores, el jefe de la tribu, un honorable guerrero ya algo viejo, pago a Nakheri con una de sus hijas menores, de solo ocho años pero ya hábil en el manejo de la espada, para que esta viajase junto a él a su servicio, auxiliándole en lo que fuera preciso. Los cazarrecompensas, ansiosos por largarse ya, aceptaron sin queja alguna… y así una gigante comenzó sus andanzas como cazarrecompensas.

La muchacha, llamada Nymerya, tenía el honor habitual de su raza, pero aun era joven, y Nakheri y sus muchachos… ¡bueno! la joven tuvo que adaptarse a su estilo de vida, tramposo, ruin y picaresco. Así paso los años, aprendiendo cada vez más a comportarse como una humana… concretamente, como una humana juerguista, gamberra y fiestera. Nakheri la crio bien, enseñándole las pocas cosas que sabía, que por pocas que fueran, las dominaba.

La joven aprendió a luchar… no tan bien como habría aprendido de poder entrenar de mano a mano con su maestro, pero aun así, aprendió a luchar. Nakheri enseño a la muchacha el enloquecedor arte de las tres espadas, a moverse como toda una espadachina, a sacar ventaja de cada situación, a mentir, a buscar el oro y a beber.

La muchacha aprendió estupendamente bien esta última lección. Ya con trece años se agarraba semejantes borracheras que las tabernas de los pueblos quedaban vacías y Nakheri y sus muchachos tenían que salir corriendo con una Nymerya medio borracha para evitar arruinarse pagando la cerveza consumida así como las habituales dos o tres casas machacadas. Aun así, la joven se ganaba su puesto en la banda de Nakheri. Ya solo con trece años su manejo de las espadas era veloz, y la ventaja evidente de su tamaño fueron claves de éxito en muchos trabajos.

Claro que no hay niña que pare de crecer a los trece años. En tan solo dos años más el tamaño de la muchacha pareció multiplicarse y su presencia era ya opresiva en la banda de Nakheri. Su sustento les arruinaba y su tamaño les impedía tomar muchos barcos… poco a poco fue haciéndose cada vez mas dolorosamente evidente que Nymerya tendría que seguir su propio camino, y así, finalmente un día, ocurrió. Con pesar la muchacha dejo a los hombres junto a los que se había criado y había crecido, y empezó a labrarse la vida en solitario.

Poco a poco el espíritu de vida que había aprendido se impuso, y sin el control de Nakheri, la muchacha comenzó a vagar como una maleante. Asaltaba tabernas emborrachándose y llego incluso a trabajar junto a piratas a cambio de algo del botín. Fue en una de estas escaramuzas donde la joven fue capturada por un grupo de Marines.

Puesta contra la espada y la pared y a punto de acabar en una prisión para el resto de sus días, Nymerya se enmendó, prometiendo a los Marines cambiar su actitud y servir a su causa luchando contra los piratas si estos le daban una segunda oportunidad… no es que los Marines fueran conocidos por su gran corazón, pero entendieron que tener de su parte a una espadachina que había dejado fuera de combate a veintiséis de los suyos podría tener sus ventajas.

Hoy día Nymerya ronda los pueblos y las ciudades... quizás asaltando ocasionalmente alguna taberna o cervecería (los viejos hábitos nunca mueren) pero sobre todo a la búsqueda de trabajos con los que ganar alguna bolsa de oro o reafirmar su lealtad ante los Marines.