¿Y qué pasó al final con Scott?

-...-
-¿¿¿¡¡¡Pero dónde está el paciente Anderson, Scott???!!!-
-...-
-¡¡¡Hace media hora estaba aquí, me doy la vuelta unos minutos y ya se ha vuelto a escapar!!!-
-...Yo lo atraparé.-
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"Uf, menos mal que me fugué de ese hospital de locos"

Scott Anderson, ex-pirata y ahora marine había estado meses entrenando lejos de su base de Loguetown, no obstante, cuando se dedicaba a volver al trabajo en un barco acorazado de la marina, algo, no llegó a vislumbrar que fue en realidad, dejó toda la gigantesca y cara embarcación hecha añicos... Hace justamente unos días unos pescadores de la zona recogieron al desafortunado Scott medio muerto sujeto a una tabla de madera... Y en fin, ahí estaba él ahora, se suponía que debería estar cogiendo fuerzas y recuperándose en una camilla... Pero no, el alma inquieta de Anderson ansiaba dar un paseo por la ciudad más que limitarse a dormir y esperar a que le dieran el alta...

Siempre le había gustado Loguetown, hacía tiempo que no iba por allí y en cuanto Norcissa dijo ''Reconocimiento en Loguetown'' se ofreció a ir. Ya no solo por el hecho de volver a aquella ciudad, sino por salir del barco, no ver a la capitana que nunca reconocería como tal, y todos esos recuerdos desagradables que le proporcionaba ese montón de madera flotante.
Otra vez no tenía a dónde ir ni a dónde voler.

Se suponía que tras el asalto a la base de Shelltown en busca del tal ''Jack'' debía ir allí, hasta la base de Loguetown y averiguar hasta que punto los marines estaba informados de lo acontecido y si aquello podía beneficiar de alguna forma a la Norcissa.
Todavía no entendía porque acataba sus ordenes sin rechistar... quizá porque el no hacerlo no le aportaría ningún beneficio sino todo lo contrario.

Se había metido en un mundo del que dificilmente podría escapar.

-Soy estúpida.

"Uh, ¡¡¡UNA FARMACIA!!!"
Dado a la naturaleza anormal con todo lo referente a la medicina, tenía la mala costumbre de hacer experimentos en busca de nuevo armamento biológico para su colección... Y claro, para crear armas biológicas, como sus Dokusos, necesitaba ingredientes, y ¿qué hay mejor que una farmacia para obtener lo que un médico pirado necesita? Sobretodo cuando hace meses que no ha visto una...

-Ahí está. Coged al marine Scott Anderson ¡¡¡YA!!!- Dijo un tipo gordo y con un bigote artísticamente exagerado señalando al ex-pirata...
Scott lo conocía del cuartel, pero no recordaba cómo se llamaba, ah, y odiaba a Anderson a muerte, no se sabe por qué.... Pero en fin, el caso es que siempre si el destino lo permitía, no desaprovechaba la más mínima oportunidad de "darle caza", y es que el peliazul era ya casi un experto en fugarse de muchas de las actividades aburridas que un marine de su nivel debía desempeñar. En esta ocasión, el gordo quería llevarlo de nuevo al hospital del cuartel, y si podía, intentaría birlarle algunas de las monedas que el médico guardaba en su cartera. Era como un un matón de instituto, algo así...
En fin, el caso es que al dar la orden de capturar a Scott, diez marines surgieron de repente y el pobre peliazul tuvo que correr por toda la ciudad causando un alboroto incesante por doquier.

Se había perdido, como no. Pero un sonrisa se formó en sus labios cuando vio un grupo de diez marines capitaneados por un gordo de bigote singular corriendo tras un hombre de taladrante traje azul.
Si ella no iba a la marina, la marina iba a ella.

El chico pasó por su lado en un surrealista escena de persecución, y a varios metros tras él iba el marine gordo y todo su séquito, de hecho dudaba de que aquella bomba de hombre pudiera correr.
La calle era suficientemente estrecha como para hacer lo que tenía pensado.

Le hizo la zancadilla, y al caer el gordo, todos los demas chocaron con su enorme culo y cayeron tambien en un pátetico efecto dominó.
De cerca ese animal era más gordo qeu de lejos.

-Este tío está de buen año. - un comentario poco apropiado, pero las palabras le salieron solas.

Los gritos de "guerra" de los marines que perseguían a Scott se transformaron de pronto en leves gemidos de dolor tras oírse un gran batacazo seguido... Por curiosidad, Scott Anderson miró hacia atrás mientras corría para ver qué había pasado... Todos sus perseguidores estaban tirados en el suelo... Colocados de una manera... Simétrica, es decir, que parecía que había uno, y todos habían caído. Feliz, volvió su vista al frente, todavía sin dejar de correr, pero algo no iba bien...

¡¡¡PAM!!!

Scott no vio el poste a tiempo, se tambaleó desorientado cayó al suelo con la nariz ensangrentada y rodó como una croqueta calle abajo hasta llegar a un diminuto muelle, donde cayó al mar... Y eso claro, era tema serio, Scott no podía nadar, era usuario de una Akuma no mi, así que empezó a pedir ayuda mientras se sumergía lentamente en las aguas saladas de la mar.

Ese hombre era el pitufo gigante -como ella lo había bautizado- de cuyo nombre no se acordaba, que conoció en esa misma ciudad haría varios meses.
Y seguía tan loco como recordaba, incluso más.

Se dio de morros contra una farola y rodó calle abajo cual croqueta. Era bastante... pátetico.

Lo siguió corriendo a una velocidad media, y el muy idiota no veía que iba directo al puerto... y tal como la gravedad dictaba, cuando se acabó el suelo donde rodar calló al agua.
Se asomó y vio que no salía... no sabía nadar, o bien era un usuario de akuma.

Para la suerte el pitufo había caído sobre la red de un pescador.

-Oiga. - llamó la atención del hombre, de mediana edad y de frondosa braba negra. -¿Puede sacar la red del agua? Mi hermano ha caído dentro.

¿Su hermano? ¿No se le había ocurrido nada mejor?

El hombre asisntió y rapidamente el chico salió del agua, empapado, enredado en red y con un monton de peces chapotenao a su alrededor.
Saltó sobre la barca y cogió al pitufo por la chaqueta, sacudiendolo para que reaccionara.

Scott estaba en un mundo azul, lleno de nubes azules, con una luz celestial azul... Habían unas puertas enormes artísticamente decoradas con motivos florales... Era el paraíso... No obstante, algo lo volvió en sí, alguien le estaba sacudiendo.

-Uh, ¿puede parar si no es molestia?- Dijo Scott levantando un dedo mientras hablaba con voz adormilada.

Entonces percató de que quién fuera que estuviese agarrándole estaba a punto de romper su preciosa chaqueta de su traje azul. Y en menos de un milisegundo se incorporó, se ajustó la corbata y el cuello de la camisa, y sacó de su bolsillo sus gafas de sol azules.

-¿Alguno de ustedes dos me puede explicar que ha pasado aquí? ¿Hum?- Su voz cobró súbitamente un tono de autoridad impropia de él.
El caso es que no recordaba nada más a parte del golpe con el poste y el agua.

Fijó la vista en los dos presentes, el primero era un pescador, pero la otra... la otra... la otra...

"Hum"

La recordaba de algo...

-¿Nos conocemos de algo, señorita?-

Que desconsiderado, le había salvado la vida y le hablaba de forma tan arisca.

-Gracias.

Le dedicó un sonrisa al pescador que se sonrojó levemente, cogió de la chaque azul al chico y de un elegante y ágil salto llegó hasta el muelle, levantando el peso del pitufo sin ningún problema.
Una vez en tierra fierme lo dejóa caer al suelo sin mayores cuidados.

-Esperaba por lo menos un gracias. - lo encaró. -Te he salvado... dos veces.

La persecución con los marines también contaba.

-...-
Scott se quedó sin contestar, esperó a que se le pasase un poco el dolor de cabeza provocado por el "casi" ahogamiento. Cuando abrió la boca para decir algo, vio que una parte de su traje azul estaba rota, justamente en la zona donde esa chica le había agarrado con fuerza. Bajó la cabeza con una expresión sombría. Le daba igual que hubiese sido una mujer quién hubiese destrozado ese conjunto tan caro, a pesar de que le hubiese salvado la vida (aunque claro, Scott no recordaba eso, estaba demasiado ocupado cayendo por las calles y tragado agua como para darse cuenta) iba a pagar las consecuencias igualmente.

Levantó la vista hacia la dama del pelo escarlata, y sus ojos dejaron entrever una mirada llena de odio, ira y ansias de destrucción (cabe destacar que la mayor ofensa para Scott es que le rompan uno de sus trajes de gala que siempre lleva),
Como si fuese otra persona sacó en una milésima de segundo sus bisturíes de combate, cuyas hojas deslumbraron por un instante los ojos del curioso pescador que miraba atónito la escena.

Anderson iba a atacar.

Spoiler:

Eso era curioso, normalmente cuando se salva a alguien se da las gracias, pero amenazarla con bisturíes no era muy prudente, de hecho debía estar más loco de lo que pensaba para creer que con esos cuchillitos podría hacerle algo.
Si llega a saberlo deja que ese gordo lo absorviera en las arenas movedizas que era su barriga.

Miró el cuello de la chaqueta que llevaba el hombre y por donde lo había agarrado... lo había roto por su fuerza desproporcionada o por el tirón que había dado, y además de parecer una prenda muy cara, debía tener un valor sentimental especial porque la mirada de odiao que le regaló no era muy normal.

-Oh. - no pudo evitar sorprenderse. -¿Quieres luchar? - sonrió, no es que le apeteciera demasaido zurrarse, pero era muy descortés negarse a un duelo.

Scott no quería contestar a esa pregunta, prefirió expresarse mediante sus movimientos, acróbaticamente realizó varios saltos con voltereta hacia atrás para alejarse a una distancia prudente, su rival no era precisamente alguien normal, se notaba a distancia. En fin, visto que la chica del pelo escarlata no se imutaba, decidió dar él el primer paso:

Agarró su bisturí de combate derecho en posición boca abajo, con la hoja apuntando hacia la derecha, y el izquierdo oculto tras su espalda en posición boca arriba, cogió aire y...

-Soru...-

A los ojos de una persona corriente y moliente, Scott había desaparecido, pero claro, no era así, Anderson tan solo estaba desplazándose a velocidades altísimas. Aprovechando ese plus de velocidad, consiguió situarse detrás de su nueva enemiga, dispuesto a intentar rajarle el cuello.

El Asesino Médico estaba siendo poseído por un odio primitivo e ilógico desde el punto de vista de su propio origen.

Vale, todas esas volteretas absurdas demostraba que si que quería luchar. Dejó escapar una sonrisa incluso demencial, no quería hacerle daño... no demasiado, solo dejarle las cosas claras.
Una buena guardía, sin oberturas, estaba bien entrenado.
Soru, debió reconocer que se sorprendió, era más de lo que se esperaba, pero aunque sonara muy arrogante, dudaba de que hubiera alguna técnica basada en la velocidad que se escapara a sus ojos.

Lo siguió con la mirada sin moverse, él se posició tras ella en un intento de cortarle el cuello, era un movimiento, bueno y bien ejecutado... pero insuficiente.

Llevó la mano hacía atrás, atrapó la muñeca del hombre y en un movimiento ascendente circular por encima de la cabeza de la pelirroja lo proyectó hacía el suelo sin ningún problema gracias a su montruosa fuerza, obligándolo, por supuesto, a soltar el bisturí.
Su cuerpo chocó contra el duro suelo con desmedida fuerza, quizá más de la que pensaba emplear... se le daba muy mal controlar su fuerza, o más bien no era que no supiera, tan solo que no se sentía cómoda haciéndolo.

-¿Te vas a estar quieto ahora? - no lo había soltado, solo esperaba no haberle roto nada, unque era poco provable dado el doloroso golpe.

Eso sí que no se lo esperaba Scott.

Anderson al impactar contra el suelo, no pudo evitar vomitar un buen chorro de sangre, aparentemente sus huesos y articulaciones estaban bien, bien doloridas, pero debía de haberse dañado internamente por culpa de la contundencia del golpe en sí.

"...Ug, madre mía, ¡qué fuerza!"

Su contrincante le preguntó si se iba a estar quieto, el expirata se libró de agarre de la dama del cabello color escarlata mediante una técnica marcial sencilla, pero eficaz y pacífica. Se alejó un poco, y cayó de rodillas al suelo, volviendo a vomitar sangre. Era demasiado, no podía más. De pronto...

-Ahí estás, ¿crees que puedes poner la zancadilla a la autoridad a posta y salir indemne?- Era el gordo de antes, al decir esto, las pocas neuronas de Scott empezaron a encajar por fin.

El gordo y sus camaradas se acercaron lenta y amenazadoramente a la señorita, pero entonces el llamado Asesino Médico logró incorporarse a duras penas, sacando rápidamente una Dokuso de Estomostoxina (Efecto: Dolores intensos) y estampándosela al "abusón" obeso en la cara, el cual empezó a notar rápidamente los efectos de la ampolla de cristal.

-Colega, ¿qué te pasa?- Preguntaban sus acompañantes desesperados, el gordo se agarraba firmemente la cara con ambas manos mientras aullaba de dolor. Así que procedieron a llevárselo a rastras como podían al hospital. Pobres ilusos.

Scott cayó de rodillas al suelo y dijo a la misteriosa chica:

-... Me parece que no he empezado por buen pie. Soy Scott Anderson y trabajo aquí como marine... Te daría la mano pero...-
Le mostró su mano derecha, que se hallaba en esos momentos con algunos fragmentos de la Dokuso incrustados en ella.
-Tú no eres de por aquí... ¿verdad?-

Por alguna razón se sintió culpable.

-Oh.

Se había pasado al golpearlo y ahora no dejaba de escupir sangre, quizá debería ¿Disculaprse? No tenía porqué, el chico era el que había atacado primero... pero aun así...

-Ahí estás, ¿crees que puedes poner la zancadilla a la autoridad a posta y salir indemne?

Por fin llegaban esos marines, había tardado mucho más de lo que pensaba, y encarándola de esa manera podía patearles su enorme culo sin tener que poner excusas.
Pero cierto hombre vestido de azul se interpuso en medio, y tras un curioso golpe con un frasco que debía contener algun tipo de veneno que hizo gritar como el cerdo que era al marine michelín ese.
Y entre berridos y empujones se llavaron a rastras al intento de marine.

Se acercó al chico, y pasando uno de sus brazos por sus hombros lo ayudó a levantarse.

-Erza Scarlet - mejor era no decirle que era pirata, si no la perseguiría por todos los mares hasta dar con ella. -Soy... de muchos sitios. - prefería no hablar de ello.

-Me siento idiota (obvio XD), perdóname por lo de antes, no sé en qué estaría pensando- Dijo Scott sin levantar la mirada del suelo. -Será mejor que nos piremos de aquí corriendo, el efecto de la Dokuso dura bastante poco y esos idiotas no tardarán en volver. Hay una casita de pescadores abandonada muy cerca de aquí, por favor, ayúdame a llegar hasta ahí.-

El motivo de ir hasta ahí era muy simple, cuando llegó Loguetown descubrió que esa cabaña en desuso podría emplearla para sus experimentos, era allí donde tenía montada por ejemplo, el pequeño laboratorio de fabricación de Dokusos, aunque en esos momentos, Scott quería simplemente curarse con los botiquines y materiales médicos que guardaba con cautela en aquel lugar.

En su habitación del Cuartel de Loguetown tenía prohibido experimentaciones, así que esto era lo único que podía hacer para ejercer su profesión de médico.

Durante el trayecto le contó a Scarlet para matar el tiempo un poco de su vida: Cómo había pasado de ser hijo de una familia rica a un criminal pirata desheredado y buscado por la marina y cómo había dejado la piratería y había llegado a ocupar el puesto que ahora ejercía y con orgullo...

-Pero tú, tú eres demasiado fuerte. No eres una persona normal ¿verdad?-

Se estaba disculpando con la cabeza gacha, quizá incluso ¿avergonzado? Rió, era muy graciosa la situación.

-No hay problema. - siempre venia bien golpear a alguien.

Siguió a Scott hacía las afueras tal y como él había dicho, suponiendo que eso del ''Dokuso'' era algun tipo de veneno, y de serlo provablemente el marine sería médico.
En el trayecto le estaba contando su vida y ella tan solo asentía y sonreía, ella no le había dicho de que bando estaba, si era una enemiga o una aliada y aun así estaba soltando un montón de datos interesantes que podría usar en su contra si fuera necesario y oportuno, no sabría decir si era idiota o demasiado confiado.

-Soy más normal de lo que crees. - sonrió, no confiaba lo suficiente en el pitufo como paa irse de la lengua como lo estaba haciendo él.

La casita de pescadores estaba muy en ruinas apenas se sostenía en pie, y amenazaba con desplomarse con el más mínimo soplo de viento. La puerta estaba tapada cuidadosamente con ladrillos, pero Scott había construido una entrada secreta oculta tras unos frondosos arbustos en el jardín trasero.

Al acceder por fin a la polvorienta casa, el ex-pirata se agachó con esfuerzo al suelo y retiró una alfombra mohosa, y típico, ahí había escondida una trampilla que daba al escondrijo del joven marine.

Tras 30 minutos el peliazul ya se había recuperado casi al completo de las heridas.

-Scarlet, ya he terminado... Ah, antes de irnos, déjame que te enseñe una de mis joyas más preciadas.- Dijo mientras se acercaba a un baúl y sacaba de él varios archivadores. -Aquí he recopilado millones de datos acerca de bandas piratas populares y no tan populares, tengo incluso información y fotografías no mostradas públicamente. No quieras saber cómo las he conseguido. A ver... Mira esta banda de aquí, por ejemplo, se hace llamar Demonfire.-

Scott abrió la carpeta con entusiasmo pero se detuvo en seco, empezaron a temblarle las manos y a sudar. Se le cayeron los documentos estrepitosamente y millones de papeles y recortes de periódico se esparcieron por la estancia. Pero el motivo por el cual Anderson había empezado a comportarse de manera tan extraña repentinamente, había llegado hasta los pies de Erza. Se trataba de una foto de la tripulación Demonfire... En la cual, salía la dama del cabello escarlata junto al resto de piratas de la banda.

El ex-pirata se había quedado mudo, boquiabierto y con los ojos como platos, fijados en el suelo. Había cometido un error garrafal, y por ello a menos que sucediera un milagro, estaba en el umbral de la muerte por descuidado y bocazas.

La cabaña estaba más destartalada de lo que creía y costaba más entrar de lo que parecía; la puerta estaba tapiada y entre la maleza había una trampilla por donde se podía acceder al interior, si costaba tanto llegar significaba que había material peligroso, importante, confidencial o todo eso junto y de ser así, todavía le confundía el hecho que nada más acabarse de conocer le mostrara su escondrijo sin mayores precauciones o recelos, no creía que fuera estúpido objetivamente hablando, provablemente tan solo muy inocente... demasiado.

Y nada más entrar sus sospchas habían sido confirmadas; allí había de todo, desde frascos llenos de líquidos de colores hasta archivos apilados perfectamente ordenados.

-Es impresionante. - reconoció, ojeando todo el lugar.

Siquiera ella, cuando había trabajado como cazarrecompensas, había conseguido semejante red de información y realmente le extrañaba, teniendo en cuenta que podría enterarse de lo que quisira en minutos.
Lo escuchó explicarse y le mostró un archivo con grandes letras en la portada que rezaba: ''Demonsfire''
Tal y como había dicho tenía de todo, y para ella y para la tripulación era muy peligroso que el marine averiguara su profesión como pirata.
Quiso interrumpirlo antes de que abriera la carpeta pero antes de que pudiera formular palabra Scott ya ojeaba las fotos. Lo vio dejar caer los documentos que se esparcieron en el suelo en un suave balanceo antes de aterrizar, el ombre se había quedado mudo.

Se agachó y recogió las fotos y los documentos, y antes de guardarlos nuevamente en la carpeta se grabó a fuego en la mente lo que explicaban las cartas y los angulos y calidad de las fotos, que era básicamente descripciones demasiado detalladas de las vidas de todos, sus respectivas habilidades e imgenes tomadas a traición.

-¿Ocurre algo? - lo mejor era hacerse la sueca.

Lo beneficioso era que las descripciones no eran tan extensas y detalladas como cabía esperar, pero si lo suficiente como para que resultase una molestia o un problema a largo plazo. Tenía averguar a toda costa quién demonios las había sacado esas imagenes y obtenido toda es información personal, el poder acercase tano a ellos sin sen detectado y mucho menos tomar fotografías era tarea pero que nada fácil.

"Ilusa pirata, al hacerte la tonta acabas de darme la oportunidad de escapar de aquí con vida... Pero tú morirás..."

Scott tiró un gran contenedor de líquido experimental altamente inflamable, que se desparramó por todas partes, y sin dejar tiempo de reaccionar a Erza, arrojó un prototipo de granada incendiaria.

-Ghost...- Dijo Scott desapareciendo a gran velocidad por donde habían entrado antes ella y él en la guarida.

Spoiler:

Unos minutos más tarde...


Scott veía desde la azotea de un alto edificio cómo a lo lejos lo que había sido su guarida y zona de trabajo privada ardía en llamas, había tardado una eternidad en reunir todo ese material... y ahora todo estaba destruido... por su culpa, por su maldita culpa. No volvería a confiar en nadie. Pero el laboratorio no era lo que le dolía haber perdido, lo eran los archivadores. El joven marine había estado negociando durante mucho tiempo en el mercado negro, pagando a agencias de información para recopilar todo lo posible acerca de tripulaciones piratas...

Erza Scarlet estaba viva, lo presentía... pero él, el Asesino Médico, no iba a ser el que fuera a buscarla.

Scott apretó los puños con tanta fuerza que le empezaron a sangrar las manos... Dio la espalda al escenario fogoso, y comenzó a retirarse...

-He vuelto... Y esta vez no tendré piedad...-

Reaccionó de una forma más violenta de lo que esperaba, y por alguna extraña razón supo lo que iba ha hacer el hombre incluso antes de que derramara todo aque líquido por la cabaña, y así saltó hacía el techo desplegando las alas en un violento despegue, destruyendo el techo y cuando dejó de sentir el suelo bajo sus pies una gran llamarada casi la alcanza. Si no hubiera presentido aquello por muy rápida que fuera no hubiera podido salir ilesa.
Se había alzado el el cielo lo suficiente como para que su cuerpo quedara coulto tras la colummna de humo que salía del lugar y las llamas no la alcanzaran, pero debía irse, pronto llegarían curiosos y despues marines para ver que había pasado.

Chasqueó la lengua, irritada.

-Niño idiota, si no te he matado es porque no he querido. - miró la cabaña arder.

Había perdido de vista al hombre al salir de allí, oteó el lugar y en un tejado lejano lo vio, allí, mirando el lugar para depues darse la vuelta y marcharse.
No valía la pena perseguirlo ahora, pero nadía intentaba matarla y se iba de rositas, lo cazaría como tantas veces había hecho.
Se alejó de la cabaña tras hecharle un rápido vistazo... era un desastre, si todo hubiera salido bien habría vuelto allí y se hubiera llevado todos los archivos que le hubieran sido útiles, pero ahora no quedaba nada, tan solo cenizas.

Miró lo que llevaba en la mano.

Solo aquella carpeta vieja, con las letras ''Demonsfire'' escritas era lo que había podido salvar, y era mucho más de lo que esperaba.
Sonrió con cierta malicia... a ver que pensaría Norcissa al ver aquello.