Un mundo donde estés presente

Aria estaba extraña, muchos lo notaban, todos sabían el por que, estaba esperando a su hermana o a Allen, aquel marine que había prometido volver, sin saber que en una semanas le esperaría una sorpresa desagradable sobre el, lo que importaba ahora era salir de aquel bar y dar una vuelta para despejarse antes de causar un lío con alguno de los parroquianos habituales de su amigo Crash, suspiró saliendo de allí y caminando por las calles de aquella villa con la mirada perdida, vestida con su falda blanca y negra y su camiseta negra sin tirantes, esta vez la chaqueta de su segundo padre estaba en el bar, no quería que le pasara anda y con lo despistada que andaba últimamente la vida de la chaqueta corría peligro y eso era lo que menos quería, caminando y caminando sin plantearse un destino llegó al puerto, el mar siempre la tranquilizaba , aun que fuera un peligro para ella le gustaba estar allí y ver el mar.

// Qué tranquilidad y pensar que hace unos días estaba metida en un lío impresionante y ahora esto así, aun que bueno, sigo metida en un lío impresionante con el tema de mi padre, ash como me vendrían de bien unas vacaciones ahora mismo, las necesito con urgencia, pero no puedo irme de aquí hasta que llegue Erza o...él//

Suspiró levemente sin querer pensar mas en aquel dúo o acabaría con dolores de cabeza de nuevo, últimamente le pasaba muy seguido, dolores que casi le dejaban frito el cerebro y que hacía que incluso se mareara, según el médico de aquella villa era una mezcla entre estres y cansancio mezclado con el hecho de no dormir de forma decente en semanas, suspiró y volteó para seguir su caminata, mala suerte no tuvo en cuenta de que había mas gente y choco con alguien, genial.

-Lo lamento , estaba distraida

Sonrío a todas las señoritas que pasan a mi lado. Y la mayoría de ellas se ríen nerviosas y apartan la mirada. Porto una capa que oculta mi vestimenta y mis armas. Entre mis manos no llevo mi acostumbrada botella de alcohol, sino la deliciosa manzana que tanto acostumbro a comer.

Me acabo de separar de esos mercaderes, no sé cómo le irá a la pobre chica que se ha quedado sin protección en ese barco lleno de víboras. Pero poco me importa. Sus besos son dulces y lo he podido comprobar a la perfección. Sonrío de lado, al final siempre caen. Esa joven tan valiente no iba a ser la excepción. Lo que no le dije al padre es que había puesto a una hermosa y jugosa corderita en manos de un hambriento lobo. Acentúo mi sonrisa ladeada mientras continúo con mi caminar.

No presto atención a mis pasos y eso hace que choque contra alguien. Mi manzana sale volando de entre mis manos. Sigo el recorrido que realiza por el suelo y choca contra los pies de una joven. Alzo la mirada, escaneándola, y quedo sin palabras. Le lanzo una sonrisa ladeada y un simple ‘Disculpe señorita’.

Maldigo por lo bajo y miro la manzana. Vuelvo a subir los ojos deteniéndome en un lugar concretamente... abultado. Sonrío de lado al imaginar cosas... muchas cosas.

Busco sus ojos con los míos y alzo las cejas al ver su mirada desafiante, aunque la sonrisa ladeada no desaparece de mi rosto. Un pensamiento ronda mi mente “Bonitos ojos, pero prefiero admirar otros atributos”

—Creo que esto es tuyo y si es así lo siento, andaba distraída y no miré por donde iba —comenta. Devuelvo la mirada al lugar donde antes se hallaba, lo encuentro mucho más interesante que sus ojos. Hago una mueca de desagrado al ver la manzana que me muestra— y aun así disculpas aceptadas, supongo...

Ella camina unos pasos dándome la espalda, la admiro de arriba abajo, y veo como tira la manzana a la basura. Tras eso se acerca de nuevo a mí y me vuelve a mirar fijamente. Sonrío de nuevo mostrando un lado amistoso. No estoy enfadado por el desperdicio de la manzana, creo que esa manzana ha pasado a mejor vida… y yo también.

—Esto, si no te importa y te apetece, aquí cerca hay un pequeño mercado, si quieres puedo comprarte otra manzana, claro, solo si quieres —suspiro y le mando una sonrisa, como siga mirando sus… atributos tan descaradamente al final me va a golpear— es más que nada mi forma de disculparme por tirarte esta.

—Si a la hermosa señorita no le importa acompañar a este joven truhán—vuelvo a sonreír de lado mientras tiendo mi mano hacia ella.

Noto como la chica sonríe de lado, se acerca a mí lentamente y vuelvo mis ojos a los suyos por... ya he perdido la cuenta.

—Si sigues mirando tanto, la baba que se te cae hará un charco en el suelo y te resbalaras con ella, así que o intenta mirar a otro lado o al menos disimula —hace una pausa y yo la miro sonriente, una sonrisa de lado que no desparece de mis labios—. Y si ya lo estabas haciendo am... aprende a disimular mejor.

—No necesito disimular nada —digo mientras la veo comenzar a caminar. Miro su figura de espaldas con una ceja alzada y sin borrar mi sonrisa—. Además no hay cosa más hermosa que admirar aquí.

—Vamos que no tengo todo el día. Bueno, en verdad si lo tengo. Pero que quiera pasarlo contigo ya es otra historia, así que anda —comenta tras hacerme un gesto con la mano y comenzar a caminar—. Hum... Por cierto, me llamo Aria Scarlet y tú, ¿Quién eres?

—Mi nombre es Raito —suspiro mientras comienzo a seguirla con pasos lentos pero largos—. Ryosuke Raito.

Miro a los lados lanzando sonrisas, de vez en cuando a aquellas jovencitas que se quedan embobadas conmigo. Camino tras la joven que, al parecer, me guía en dirección al mercado. Admiro sus curvas y relamo mis labios entrecerrando los ojos.

Scarlet... en algún lugar había escuchado ese apellido acompañado de dicho nombre, más no prestó atención a sus escasos recuerdos. Se concentró en intentar adivinar la expresión que cargaba ahora mismo la chica que lo iba acompañando. Frunció el ceño con una sonrisa completa cuando sus ojos escanearon por enésima vez su figura.

Sonrío de lado al escuchar sus palabras y me adelanto unos pasos, quedando a su lado. Su cabello vuela al compás del viento, negro como ébano. Al llegar al mercado, tras detenernos, cierro los ojos haciendo mi sonrisa completa, me coloco ante ella y tomo su mentón para ver sus ojos. Lanzo una sonrisa simpática coloco mi mano en su hombro, sin acercarme demasiado.

—Deberías cambiar esa cara —suspiro mientras sonrío mientras me aparto un poco—. Hace un día precioso, y una persona como tú no debería mantener una expresión tan fría como esa.

Aspiro el aire que vuela a mi alrededor y lanzo un par de carcajadas antes de hablar de nuevo.

—Me gustas —escupo tras reír como hacía tiempo no lo hacía. Al parecer la muerte de ella había sacado una parte en mí que no conocía. O que no había necesitado conocer hasta ahora “Pareces un pervertido” me digo en mi mente entre risas—. Pero no de la forma que piensas ahora mismo. Eres una persona directa y sincera, no te achantas ante otros y no te dejas mangonear por nadie. Al menos eso he visto. Ante mis ojos eres una buena persona, no importan los carteles que hayan colgados por ahí, ni las palabras de los pueblerinos. Has tirado mi manzana y vas a darme el placer de probar otra, eso no lo haría todo el mundo.

Justo después de decir esas palabras me encamino hacia el puesto de deliciosas, y jugosas, manzanas. Me gustaría que me siguiera para poder hablar tranquilamente. Rebusco entre las manzanas hasta dar con la mejor de todo el puesto. Sonrío mientras la tengo entre mis manos, la pago y tomo otra. Comento lo que me ha dicho ella y veo como el rostro del vendedor cambia de color. Sonrío de medio lado y me alejo del puestecito.

Me vuelvo a acercar a ella mientras muerdo mi manzana, la segunda que he tomado, y alargo mi mano entregándole la jugosamente roja manzana. Sonrío mientras la saboreo.

—Es un... regalo —en ese momento me doy cuenta de que no sé si le gustan las manzanas y por eso me río nervioso. Dudo un momento pero espero a ver si la toma—. Es un... agradecimiento por haber permitido que te conociera.

Suspiró levemente, quizás se preocupaba demasiado por todo aquello, si, quizás debería relajarse y ya esta, pero es que desde que había conocido a su hermana y a Allen el termino relajarse no existía para ella, vivía en tensión constante y eso que se suponía que se estaba tomando unas vacaciones, notó como el se ponía delante de ella y le levantaba el rostro por el mentón, ella clavó sus ojos en los del y al escucharle levanto una ceja y sonrió de lado.

-Es como soy, fría,no pidas demasiado, créeme que el hecho de no haberte aplastado el cráneo contra el suelo ante la miradas de pervertido que me mandaste ya es demasiado,y si no me crees pregúntale a cualquiera.

Aquello dejo a Aria un poco descolocada ya que eso de gustar a la gente no era lo suyo, rodó los ojos, claro que sabía a que tipo de gustar se refería, nunca pensaría que aquel tipo diría algo con fines románticos hacia su persona, mas que nada por que se arriesgaba a morir en el proceso, ya que para ella ese tipo de cosas eran ciertamente desagradables y solo había una persona que le gustaba que lo dijera, y ese no era él claro estaba.

-Pues tu a mi no es que me gustes demasiado, me caes medianamente bien y eso ya es mucho pero de ahí a gustar hay un gran abismo, casi gigante , y no me conoces tanto como para juzgarme, por que una sanguinaria pirata con ocho millones por valor as u cabeza, no es precisamente una monjita de la caridad ni nada de eso.

Suspiró viendo como se alejaba a por las manzana y no pudo evitar seguirlo, como siempre su curiosidad era demasiado insana y problemática, así que acompañándolo y atenta a lo que hacía o decía el compro una manzanas y la otra se la dejo al mercader con el nombre de Aria, la chica lo supo por el tono blanquecino de la cara del hombre, suspiro levemente y alzo de nuevo una ceja al ver al manzana y sonrió levemente-


-Eres mas amable de lo que pensaba y gracias, me encantan las manzanas de esta villa, son realmente dulces y están muy ricas, así que muchas gracias, aun que aun no me conozcas del todo , querido Raito-Aria sonrió de lado tomando la manzana y dándole un mordisco, para después masticar y tragar y comenzar a andar, con un gesto le indico al chico que le siguiera, claro, si el quería.

Esta chica ha debido hacer algo realmente grande a cambio de la inmensa suma de dinero que dan por su cabeza. Paseo la mirada por mi alrededor buscando algún indicio de que algo esté fuera de lo común.

Sonrío al escuchar sus palabras y miro hacia un lado encontrando más puestos de los que puedo contar con las manos. Mi sonrisa se vuelve triste conforme los recuerdos se van agolpando en mi mente.

—Yo hice cosas de las que... no me arrepiento —comento mientras me detengo delante de otro puesto de manzanas. Suspiro mientras veo las rojas pieles. Aparto la mirada y continúo con mi camino—. No me siento muy orgulloso de esos actos... pero no me voy a arrepentir de haberlos cometido. Ahora son parte de mí.


Los recuerdos inundan de nuevo mi mente y eso hace que frunza el ceño.

Al llegar frente a la puerta de la taberna no reconocí mi reflejo en el cristal de la puerta. Aquel que me devolvía la mirada portaba una sonrisa siniestra, los ojos decididos, sangre por todas partes del cuerpo y el cabello blanco manchado con algunas gotas rojizas. Me dio igual y abrí la puerta que me separaba de mi objetivo.

Al hacerlo pude escuchar claramente las risas y gritos de un montón de hombres. Entré y me coloqué en la barra. Todos callaron al verme entrar cubierto de sangre. Mis ojos se fijaron en el hombre que tenía justo enfrente.

—¿Es tuyo? —pregunto con voz maliciosa tras lanzarle el broche. Él asiente indeciso, y fue en ese momento cuando firmó su cruel sentencia de muerte.

Golpeo con fuerza la pared más cercana intentando reprimir los recuerdos que afloran tan fácilmente en mi mente. Apreto los puños con dolor hasta clavar las uñas en las palmas y sentir la sangre brotar de las dolorosas heridas.

Sus palabras me dejan pensativo. No debo pensar en el pasado me había dicho pero yo no podía dejar de pensar en él así como así. Todo era confuso para mí en estos momentos y eso no me gustaba nada. Esperen un momento, ¿Esa chica, Aria, había dicho bar? ¿O había sido mi mente falta de algo de alcohol la que lo había imaginado?

—¿Bar? Me propones una cita —pregunto arrogante, con una sonrisa ladeada. Antes de siquiera esperar respuesta (un golpe), hago completa mi sonrisa y agrego—. Era broma, ¿Eh?

Continúo con mi paso junto a Aria, esperando llegar al lugar donde íbamos. Sonrío y hago reverencias a las jóvenes y hermosas muchachas que me rodean. Me detengo delante de una joven de lo más hermosa y me mira fijamente. Parpadeo un momento y frunzo el ceño. Ella me mira con seducción y yo le sonrío de medio lado.

En ese momento aparece un brazo desconocido que agarra de la cintura, ella se sobresalta sorprendida. Yo miro al dueño del brazo, que me devuelve la mirada malhumorado. Bajo la mirada y me encuentro con una espada. Maldigo en mi mente. Espero que al novio no se le ocurra querer luchar ahora... aquí...

Esquivo rápidamente un puño que se dirigía a mi cara. Lo miro interrogante. Vuelvo a esquivar una serie de golpes que van dirigidos a destrozar mi hermosa cara.

—Tienes una espada —pregunto en un susurro mientras él viene de nuevo a la carga—... ¿Y me atacas con tus manos desnudas? Eres imbécil.

—Gracias por recordarme la espada —comenta sonriendo. “¿Recordarle?” me pregunto en mi mente. Justo antes de que él me golpeara con su katana yo me defiendo con la mía y lo tiro hacia detrás. La capa vuela dejando al descubierto, durante un segundo, toda mi ropa. Frunzo el ceño, está empezando a pasar. Las ansias de sangre crecen en mi interior. Y sé que todos me están mirando. De nuevo mi cabello y mis ojos han cambiado, estoy seguro.

Las palabras que me dirige Aria continúan dando vueltas en mi cabeza. Aunque las ganas de asesinar no desaparecen. Me detengo en seco, ¿Por alguna casualidad me ha insultado llamándome desteñido? Me encanta esa chica, me hace reír todo lo que no he reído en meses.

La miro de reojo, todavía centrando mis otros sentidos en el hombre contra el que me enfrento. Muchos se acercaban interesados en ver la pelea que parecía desarrollarse en aquel lugar. Al ver a la morena muchos cambiaban su semblante y desaparecían. Eso me hacía sonreír. ¿Qué tan fuerte podía ser esa chica por la que daban 8.000.000?

Envaino la katana mientras le dirijo una hermosa sonrisa y camino, sabiendo que me va a seguir. Es una chica demasiado...

—Interesante —pienso en voz alta. Sonrío de medio lado para mí mismo y continúo mi camino hasta llegar a nuestro destino. Estoy deseando tener una copa de lo más fuerte que encuentre entre mis manos, con el líquido recorriendo mi garganta y quemando a su paso. Me paso la lengua por el labio superior esperando poder saborearlo pronto.