Prólogo de Yûki, Little Girl se echa al Mar!!!

La historia de "Little Girl" comienza en Isla Jilguero a unos 40 km de Orange Ville dirección sur. Siempre fue una joven audaz y algo temeraria, por aquel entonces dirigía una banda de pequeños grumetes que operaba en la isla. Aunque por aquel entonces no era más que un juego de niños para Yûki era una manera de prepararse para lo que estaba segura que le depararía el futuro.

Desde muy pequeña creció admirando a Gold D. Roger gracias a las historias que noche tras noche su padre le contaba, los sueños de libertad y aventura acunaron su más tierna infancia. Su padre, un expirata, le enseñaba a pelear en los ratos libres a escondidas de su madre pues esta creía que la gente decente no debería ni ser ni pensar en ser piratas. Los días pasaban uno tras otro y la pequeña Yûki se iba convirtiendo en un proyecto de mujer.
Sus días de escuela nunca fueron muy destacables salvo por la cantidad de castigos que recibía pues pasaba las clases soñando con el mar al que iba a visistar todas las tardes. Ella hablaba a todas horas de que algún día se haría a la mar y se convertiría en la Reina de los Piratas, tanto amigos como mayores lo tomaron como una ensoñación, como un infantil sueño que con la madurez se perdería en los recuerdos. Sin embargo la mañana de su décimo quinto cumpleaños la joven escribía una carta mientras aguantaba la emoción, apenas podía contener el temblor de sus manos ante la emoción. Aquella carta decía lo siguiente.

/Queridos padre y madre
Sé que no me he despedido como debiera pero sé que si lo hubiese echo no me hubieseís dejado marchar. Sé que quizás no entendaís que lo haga aunque en el caso de padre sé que lo que no esperaba es que fuese tan pronto... pero el mar me llama, no puedo ignorarlo más... hay algo dentro de mí que me dice que es el momento, que mi hora a llegado, que mi senda esta lista y que en algún lugar de este mar el destino me esta esperando.
Os pido que no lloreís por mí, que no os preocupeís, voy a ser la nueva Reina de los Piratas y os prometo que en cuanto termine mi viaje por los mares regresaré a casa para pediros perdón.
Os quiere mucho Yûki :3 /

Tras terminar de escribir la carta, la dejo escondida bajo sus peluches donde sabía que no miraría su madre pues aquella mañana había dejado su cuarto totalmente recogído. Se vistió con su ropa habitual, cogío la mochila del colegio en la cual había guardado la capa pirata que pensaba llevarse de viaje. Aquella capa era especial pues su abuela la tejió para ella antes de que falleciese. Bajo a todo correr las escalaeras de su casa, entró en la cocina a todo trapo, le dio un beso a su madre que estaba cocinando y a su padre que leía el diario que acababan de dejar en la puerta de la casa, cogió dos tostadas y salió corriendo de casa al grito de -¡¡Nos vemos!!- Sus padres no se extrañaron mucho pues siempre solía salir así cuando iba a clase debido a que siempre iba tarde.

Eran entorno a las ocho de la mañana y la gente del pueblo comenzaba a abrir sus negocios al paso de la joven que corría a toda velocidad camino al muelle, había quedado allí con sus compañeros de la banda pirata. En su camino iba saludando a todos y cada uno de los vecinos, esquivo al lechero con el que estuvo a punto de chocar y entró en los muelles salto un murete que los separaba del resto del pueblo. La joven cayo justo detrás de los almacénes donde estaba el resto de su banda esperando

-¡Por fin Yûki! ¡Vamos a llegar tarde a la escuela!- gritó un muchachillo regordete con cara de lelo

-Baja la voz idiota- le recriminó un muchacho con el pelo azabache

-Siento haber tardado - dijo la muchacha sacando la lengua - Tube que dejar una carta escrita para despedirme de mis padres

-¿Y eso por qué? - pregunto un chico con pinta de mantis

-Pues por qué hoy partimos en nuestra aventura, ¿no os acordaís?- contesto la joven muchacha sacando la capa de su mochila

-¿De verdad piensas marcharte hoy?- se extraño el joven de cabellos azabaches

-Pues claro, somos una banda pirata ¿no? Ya es hora de salir al mar- Yûki parecía un poco contrariada, de repente sus amigos parecían haberse hechado atrás

-No creíamos que lo dijeses en serio, pensabamos que era un juego más, somos demasiado pequeños para salir al mar solos- razono el joven con cara de mantis

-Per... pero yo creía que todos queríamos ser grandes piratas, hemos entrenado mucho para este día- Yûki se sintió incomprendida, como si la acabasen de traicionar

-Lo siento Yûki, pero yo no puedo ir-

-Ni yo-

-Lo siento Yûki-

-Está bien, no puedo obligaros... - Yûki respiro hondo y razono, sabía que no podía obligarlos a seguir su sueño. En cierto modo tenían razón pero ella no podía ignorar la voz interior que le pedía ser libre, par ella había llegado su momento y no podía esperar -Decidles a mis padres que lean la carta que hay bajo mis peluches, yo me voy hoy- Se colocó su capa con un moviento rápido y limpio. Levanto la mirada y miró a los ojos a sus amigos - La próxima vez que nos veamos seré la Reina de los Pirtas os lo prometo ¡¡Nos vemos!!- La joven echo a correr hacia el muelle cuatro, tenía una pequeña barca esperando para hacerse al mar. Los muchachos tan sólo la despidieron con la mano sin poder decir nada pues las lágrimas se atascaban en sus gargantas. La joven llegó al muelle donde la pequeña barca estaba amarrada. Junto a ella estaba un anciano con gafas y calvo, la saludo con la mano mientras se incorporaba.

-Aquí tienes pequeña, suerte en tu aventura... algo me dice que estas predestinada a grandes cosas. Te quiero mucho Yûki, ten mucho cuidado- el ancino se acercó a Yûki y le revolvió el cabello -Toma este pañuelo para el pelo, es mi último regalo pequeña

-¡Gracias abuelo!- Yûki se abrazó a él- Te prometo que volveré...

-Lo sé, te estaré esperando- unas lágrimas se resbalaron por su rostro- Hasta pronto

-Hasta pronto abuelo, no os drefraudaré... dile a madre que no se enfande mucho- la joven salto sobre la barca, desato las amarras y extendió la vela, el pequeño barquito comenzó a adentrarse en el mar poco a poco. La joven despidió a su abuelo con la mano y volvió la vista hacia el horizonte. Su camino había comenzado. Saco la brújula y el mapa, lo extendió y puso rumbo hacia Orange Ville

El día empezaba perfecto, había abandonado la isla sin ningún contratiempo y encima el viento le era favorable.
"Parece que era mi momento, todo esta yendo perfe tamente. Con este viento no creo que tarde más de una hora u hora y algo en llegar a Orange Ville. Desde allí tomaré el ferry hacia alguna parte, sería bueno que me informase en la taberna tal y como me dijo mi abuelo hace tiempo. Sí, decidido primero iré a la taberna para ver hacia donde ir" La joven se secó el sudor de la frente y se puso de pie para maniobrar la vela. El bote comenzó a coger velocidad, poco a poco Isla Jilguero quedaba atrás y el mar se apoderaba del horizonte con su intenso azul. "Qué bello es el mar, nunca había sentido esta sensación tan agradable y parece no tener fin" La joven Yûki sonreía de oreja a oreja, nunca se había sentido tan feliz en su vida. Por fin tras años de sueños su vida como pirata comenzaba, ahora sus sueños eran su vida y nada parecía poder detenerla.

No tardó mucho tiempo en divisar la silueta del Puerto de Orange Ville en el horizonte. A pesar de no ser una ciudad muy grande su puerto era un gran punto de encuentro para marinos de todas partes, durante un tiempo fue muy asediada por piratas aunque ultimamente se rumoreaba de que la marina merodeaba cerca para protegerla.
"Tendré que tener cuidado puede que la marina este de paso por allí, aunque por suerte todavía nadie sabe quien soy"

La pequeña barca se fue acercando hacia una pequeña baía junto a la ciudad. Arribó en la playa y de un salto puso los pies en la playa. Revisó que llevase todo, la bolsa de las monedas, el mapa, la brújula y su mochila. Pasó la manos por sus cabellos para apartarlos del rostro, se ajusto el pañuelo y comenzó a andar con decisión hacia la ciudad. Mientras caminaba admiraba la belleza de aquella nueva playa, era muy parecida a las de Isla Jilguero pero a la vez tenía un toque diferente.

"Me encantan las playas, ¡¡Qúe bonita es esta!! Estoy deseando ver más y más, será señal de que mi viaje avanza. Pero antes debo encontrar un barco decente, sé que aquí es imposible pero seguro que debe de haber alguna ciudad donde pueda reunirme con más piratas como yo" La muchacha iba pensando mientras se acercaba a la ciudad, poco a poco fue retirandose de la playa hasta llegar al camino que conducía hasta Orange Ville. Un par de minutos después estaba frente a la entrada de la ciudad, todo estaba en plena ebullición, debían de ser entorno a las nueve, nueve y algo de la mañana. Así que todo el mundo estaba inmerso en sus tareas.

"Bien, no veo ningún marine... así que mejor me doy prisa y voy a la cantina del Gato Mojado ahí se reunen los piratas que pasan por aquí según me conto padre" La joven comenzó a callejear por todas partes, iba fijandose en la estructuras de los edificios, todos de madera con su pequeño cartelito o con sus numeros y buzón cuando eran casas. La ciudad era bastante más grande de lo que parecía pero tras una buena caminata encontró la famosa taberna, estaba cerca del puerto, justo detrás de un par de almácenes desvencijados. Aquella taberna era el sitio más estropeado que había en la ciudad, los cristales estaban rotos y el cartel colgaba de un solo anclaje.

"¡¡Que emeción mi primera taberna pirata!!" la joven se acercó a la puerta y la abrió con impetud. Atravesó el umbral con paso firme y se detubo para observar la sala. Apenas había cuatro clientes y un viejo gordo tras la barra "Qué decepcionante T_T" Había sillas y mesas tiradas por todos sitios, cristales rotos y un fuerte olor a alcohol en la atmósfera el lugar. Se acercó a la barra y se sentó en un taburete. Apenas sobresalía su cabeza por encima de la barra.

El camarero la miró con cara de excepticismo, era como si en su mente no entrase la idea de que aquella mocosa hubiese entrado en su tuburio

-Aquí no servimos leche con chocolate mocosa- gruño el viejo

-¿Qué has dicho viejo?- el temperamento de Yûki entró en efervescencia, la cosa no había empezado con buen pie

-Qué no servimos a mocosas como tú, enana- volvio gruñir el viejo

Yûki agarró la jarra del cliente que había al lado y se la estampo al viejo en la cara al gritó de -¡¡¿¿A quién demonios llamas enana??!!- la chica siempre fue muy susceptible en temas relacionados con su estatura

Todos en el bar se quedaron mirándola impresionados, con total seguridad no esperaron aquella reacción

-Eso ha dolido niñata- se quejó el viejo al que le sangraba la nariz a borbotones

-Eso te pasa por insultarme, no me trates como una mocosa soy una pirata- replicó la joven- Así que respetame-

-¿Pirata? Cada vez empiezan más pequeños...- el puño de la chica volvió a hundirse en el rostro del anciano

-¡¡Te he dicho que no soy pequeña!!¡¡Tengo dieciseis años!!- rugió como una fiera

-Egta bien... pero no me pegues más- pidió el camarero con gesto suplicante

-Eso esta mejor- la muchacha sonrió alegremente - Bueno, sólo quería un poco de información ¿Donde podría reunirme con piratas para encontrar una tripulación?


-¿No dijiste que eras pirata?- pregunto el anciano

-Sí, pero acabo de empezar y no se adonde ir- se acaricio la nuca con la mano derecha mentras se reía alegremente

-Pues tienes buenas formas niña- dijo uno de los clientes que había allí, estaba sentado justo detrás de ella.

-Vaya gracias- se dió la vuelta y miró a aquel tipo. Era muy diferente al anciano, a pesar de su edad estaba totalmente musculado y tenía un vigote muy espeso y alargado. -Mi nombre es Tori Yûki y ¿el suyo?-

-Mi nombre es Dolce D. Mastodom- dijo el pirata con voz profunda -¿Qué es lo que quires saber Little Girl-

-¿Little Girl? ¿Por qué todo el mundo me llama pequeña? Me saca de mis casillas... pero bueno iré al grano quiero saber donde ir para econtrar nakamas-

-Ve a LogueTown, es un sitio peligroso con una base de la marina pero en sus suburbios encontrarás cientos de piratas como tú que buscan tripulación pero te advierto que no es fácil salir de allí-

-No te preocupes por mí, soy más dura de lo que parezco viejo- sonrió la joven - ¿Hay algún ferry que me lleve allí?-

-Sí, pero no podrás entrar al muelle así como así... hay una patrulla de marines con un teniente al mando, son unos siete-

-Mmmm puede ser un problema pero segurametne podré colarme por algún sitio sin que me vean- dijo con tranquilidad la joven mientras se atusaba el pelo

-Veo que no vas armada mocosa- inquirió Dolce

-Qué observador abuelo, pues no, no tengo ningún arma de momento- se cruzó de piernas sobre el taburete mirando fijamente al viejo

-Me caes bien, me recuerdas a mí cuando era joven- El tipo se levantó y le indicó con la mano que la siguiera- Te voy a dar algo que te servirá de momento, no es el mejor arma del mundo pero es mejor que nada

-A ver, a ver- se levantó de un salto y salió justo detrás de Dolce que era mucho más alto de lo que parecía sentado, estaría en torn oa los dos metros de altura- Si que eres grande Dolce

-Y tu pequeña Little Girl- se burló el gigantón

-No tientes tu suerte grandullón- amenazó Yûki con cara de furia

-Eres divertida- comenzó a reírse a carcajadas mientras salían de la taberna. Apenas andaron unos metros hasta la puerta de uno de los dos almácenes. Saco una llave desde un bolsillo de su camisa y abrió la puerta, entró y encendió las luces -Pasa Little Girl-

-¡Con permiso!- canturreó la muchacha mientras entraba en el almacén.

Aque lugar era una sala bastante amplia llena de cajas al fondo, una gran hamaca, mesa, sillas, una pequeña cocinilla y una estufa.

-¡Vaya!, ¿es esta tu casa?- dijo la joven mientras se acomodaba en una silla

-Sí, esta es mi casa- cerró la puerta tras de sí y continuó caminando hasta donde estaban las cajas. Cogió una caja y la acerco hasta la mesa. La puso en lo alto y la abrió, desde el interior saco una lanza de madera, la punta estaba muy gastada y quebrada -Esta destrozada pero creo que te servirá hasta que encuentres algo mejor- Le tendió la lanza a la joven

-Dios... mío...- cogió la lanza entre sus manos - ¡una lanza de verdad! - Sus ojos brillaron llenos de emoción- Muchísimas gracias Dolce-san

-No es nada Little Girl, me haces sentir joven pequeña- gran tipo se sentó en una silla- Espero oír hablar de tí en un futuro pequeña y espero que no sea por que hallas acabado en Impel Down-

-Ten lo por seguro- sonrió la joven a la vez que blandía la lanza

-Deberías ir al muelle dos, el ferry está apunto de llegar. Intenta evitar el combate pero si no te queda más remedio ten cuidado- le advirtió el hombre

-No te preocupes se cuidarme- Yûki se inclino en señal de agradecimiento- Muchas gracias por todo, espero que nos volvamos a ver. Hasta la vista-

-Hasta quen os veamos Little Girl- le despidió con la mano mientras la pequeña muchacha salía del hogar de Dolce rumbo al muelle dos

La joven Yûki corría a toda velocidad entre los almácenes con dirección al murete que separaba el muelle de aquellos almacénes. Una vez llegó junto a ellos miró a ambos lados buscando un buen punto de apoyo para sortearlo por desgracia no había nada que le pudiese ayudar subirse a él.

"Qué mala suerte, normalmente siempre hay cajas en este tipo de callejones... lo habrán limpiado los marines para impedir que los polizones nos saltemos. Aun así tengo que saltar este muro como sea... ¡ya se! usaré la lanza como pértiga" la joven cogió carrerilla y utilizando la lanza como apoyo logró aumentar su salto y pasar por encima del muro. Sin embargo no tubo mucha suerte pues justo al otro lado el teniente de los marines se había sentado tomar su almuerzo en la otra parte del muro "¡Maldición, la he liado!" La pequeña Yûki cayó sobre el marine aplastando con su trasero la cabeza de este contra el suelo

-Lo siento teniente, ha sido sin querer- se disculpo mientras se incorporaba y salía corriendo
Justo en ese momento los demás marines aparecieron y la vieron huir.

-Ha derrotado al teniente y ahora esta huyendo, no podemos permitir tal cosa. ¡Vengaremos a nuestro sargento!- gritó un marine

Los soldados comenzaron a perseguirla a toda prisa a través del puerto que tan sólo tenía tres muelles, de manera que no tenía demasiado espacio para huir. Justo mientras corría en dirección al muelle dos se escuchó el sonido de una bocina que indicaba que el ferry se marchaba.

-Maldición, no puede ser se esta yendo- Yûki comenzó a correr con mayor impetu mientras seguía siendo perseguida por los marines

El muelle se acababa y el barco parecía estar demasiado lejos para un salto normal "Tendré que confiar de nuevo en el salto con pértiga o me quedaré aquí atrapada" Yûki corrió hasta el final y uso la lanza como apoyo de nuevo para lanzarse hacia el barco que se alejaba. Soltó la lanza en el aire y alargó los brazos consiguiendo agarrarse por poco a la borda del ferry.
"Estubo cerca" se impulso con suavidad y salto por encima e la barandilla hasta quedar dentro del barco se volvió y dirigió un corte de mangas a los marine

-La próxima vez será marines, siempre recordareís este día como el día en que casi capturaís a Tori Yûki jajaja- se burlo con sorna

-Bien hecho Little Girl, ¡sabía que lo conseguirías! ¡Suerte en Logue Town! - la despidió desde la baía cerca a Dolce

-¡Gracias por todo Dolce, te dije que lo conseguiría. Nos vemos!- La muchacha se dió la vuelta y se encontro con un tipo bastante corpulento

-Vaya, vaya... así que una pequeña polizona ¿eh?- el tipo se abalanzo sobre Yûki para atraparla pero esta se escabullo entre las piernas y le propino una fuerte patada que le lanzo por la borda

-Otro idiota menos jajaa- se mofo la joven

"Bueno ahora que estoy en el barco y he tenido problemas con los marine saben hacia donde voy, así que lo mejor será que me oculte entre la mercancía para poder desembarcar sin problema" La joven se escondió entre las cuerdas de amarre y una lona esperando la noche para colarse en la bodega.

La noche llegó y la pequeña Yûki paso por la cubierta con facilidad pues apenas había nadie, llegó a la puerta de la bodega y la abrió. Bajo despacio y se oculto dentro de una caja en cuya parte exterior se veía una etiqueta de remitente que indicaba que se dirigía hacia Logue Town. La joven aprovecho para dormir hasta que fuese la hora de desembarcar.
El ruido del movimiento de la mercancía la levanto pero no la sobresaltó, por fin el momento que llevaba esperando tanto tiempo había llegado. Dolce le había dicho que en aquella isla seguramente encontraría compañeros de viaje y un barco para ir más allá del East Blue. ASí que apenas podía contener la emoción.