Cierto pájaro divino necesita ayuda...no mucha.

Miro hacia los lados, no sé lo que busco, me he separado de la banda para ir a hacer unas cuantas cosas. Habíamos vuelto a Shelltown y teníamos que ir con todos nuestros sentidos al máximo. Suspiro mientras salgo del establecimiento. Sonrío debido a que el viento hace volar mi cabello, ahora por el cuello, y me refresca un poco. Ladeo la cabeza y miro las bolsas que llevo entre las manos. En mi paseo de hoy he hecho algunas compras. Algo de ropa nueva. Me dirijo a mi último destino, el barco.

Al llegar tiro las cosas sobre la cama en la que duermo y me acerco al escritorio. Esta noche tampoco he podido trabajar nada. Mi mente vuela todas las noches a aquel día. Y me odio un poco más cada día.

Cierro el libro que estoy estudiando y luego me acerco de nuevo a la cama. Saco de las bolsas la ropa y miro cada cosa con detenimiento. Suspiro mientras me lo coloco todo y sonrío ante mi reflejo en el espejo de la enfermería. Ajusto una pequeña mochila a mi cintura y otra en el muslo. Me coloco las botas y vuelvo a suspirar mientras miro hacia el escritorio. Creo que ha llegado la hora de hablar con Norcissa acerca de un pequeño asunto.

Salgo lentamente de la enfermería y comienzo a buscarla con tranquilidad. Mi mente vuela a la forma en la que intentará matarme. Sonrío, que lo intente, lo estoy deseando. Entro en las distintas estancias del barco, encontrando a alguno de mis compañeros, más no a la capitana. Cuando más ansío verla no la puedo hallar. Estoy segura de que ella tendrá algo de información sobre el paradero de Jack. Frunzo el ceño y me detengo en seco. Me doy cuenta de algo. Demasiado extraño que Norcissa, con lo inteligente que es, no se haya dado cuenta de la falta de Jack. Continúo andando, creo que está esperando a ver cuando me atrevo a contárselo para echármelo en cara.

Off: Nueva apariencia de Nami:

Me estiré en la plancha de madera a unos treinta metros... que util era mi poder, aparte de los brutales ataques me brindaba la oportunidad de estar relajada durante un buen rato...
Abajo, un punto invisible se movía, buscando... posiblemente buscandome, quien me mandará a mí ser la capitana. Ah claro, yo misma.

Bajé, posicionandome detrás de Nami, bostezando y estirandome.
- ¿Dime Nami, me buscabas?

Cubierta. Viene a mi mente, es el único lugar por el que no he buscado. Suspiro mirando a mí alrededor. Subo y continúo con mi búsqueda siendo infructuosa hasta el momento en el que escucho algo detrás de mí.

—Dime Nami —comenta mientras bosteza y se estira. Me doy la vuelta y la miro fijamente. No pienso apartar la mirada por más que planee hacerme—. ¿Me buscabas?

Asiento lentamente pero sin emitir ninguna palabra. Todas se han quedado atrancadas en mi garganta y por más que lo intento no puedo hablar. Respiro hondo y exhalo todo el aire antes de hablar.

—Lo dejé solo —hablo en voz baja. Todo el tiempo pasado corre ante mí. Por mi culpa, por tardar tanto en hablar, podría haberle ocurrido algo realmente grave—. Salí de allí cuando estábamos luchando y lo dejé solo contra dos personas. Soy idiota.

Le mantengo la mirada, esperando su reacción, que por cierto algo me dice que no será muy agradable. Pero me da igual, todo lo que me haga me lo tengo merecido. Tenso la mandíbula y estrecho los ojos por ese pensamiento que recorre mi mente.

Una información...harto útil... creía que había sido atrapado por su inutilidad... y ahora veo, que es una traición...

En cambio mi cara sigue con total normalidad. Pues ahora mi máscara es mi cara.
- Muy bien... entonces tendremos que ir a por él. No creo que tardemos mucho...- la plancha de madera se puso cual trasporte.
Caronte.

- Sube y vámonos.

Oigo risas atenuadas al otro lado del muro de hormigón. El hijoputa el guardia me había oído.

¿Que te pasa, samurai? - Pregunta riendo - ¿Tienes miedo?

Na, es solo la horca - Replico, limpiando mis lagrimas y sorbiendo un poco por la nariz, para asomar por el ventanuco con cara de vacileo - No tengo mas miedo que tu madre cuando te vio por primera vez.

Desde el ventanuco se podía sentir el cabreo del marine. Mentar a la madre siempre funcionaba, cuan simple era ofender a alguien.

Tu ríete mientras puedas - Susurra con voz rabiosa - Estas jodido, muy jodido.

¿Jodido estilo tu cara, o jodido estilo tu madre cada vez que voy a tu casa?

Con eso basto para que abriese la puerta, confirmando así mis sospechas de que era el quien tenia la llave de la misma. Al entrar, intente propinarle un cabezazo, pero al no estar acostumbrado a luchar sin armas, y menos aun con los brazos atados, acabe golpeando su pecho. Desenvainando su espada, el hijoputa lanzo un sablazo hacia mi. Matuve los ojos abiertos, sin pestañear ni un momento, mientras la espada se movía hacia mi. Y entonces sentí un fuerte golpe en la mandíbula, haciendo caer la sangre por mi comisura izquierda.

¿La parte roma? - Pregunto, indignado - ¿Me has golpeado con la parte roma, idiota?

A, asi que es cierto. No os gusta que os hagan eso, ¿eh? - Ríe, mientras cierra de nuevo la puerta con llave, dejándome en el suelo, con la boca sangrando a hilos.

Mamonazo... - Profiero, escupiendo al suelo - Arrancare tus tripas, lo juro por mi vida.

Miro fijamente a Norcissa, su expresión no varía. Frunzo el ceño, no es posible que no le haya afectado lo que le he dicho.

—Muy bien... —comenta. Hay un pequeño silencio. Sé que no todo es blanco o negro, algo se trama y sé que no me va a gustar— entonces tendremos que ir a por él. No creo que tardemos mucho.

Aparto la mirada para fijarla en una plancha de madera que estaba utilizando como transporte. No parecía demasiado segura como para confiar mi vida a ella. Aspiro el aroma del mar.

—Sube y vámonos —frunzo los labios en una mueca dando a entender mi desagrado por subir. Más hago lo que se me ordena. Aspiro todo el aire que puedo y subo, tras eso lo suelto y miro a mí alrededor. La plancha comienza a deslizarse por el aire hasta llegar al interior de la base.

No es de extrañar que unos cuantos marines se interpongan en nuestro camino cuando pisamos tierra, pero sorprendida veo como a todos, uno por uno, se los traga la tierra hasta no ver más que un poco de su torso. Me hubiese gustado verlos en esa situación, pero la orilla de la playa. Nos adentramos sin que haya más inconvenientes por el momento. Ahora hay que encontrar donde lo tienen encerrado.

Estaba apoyada en la pared, con los brazos cruzados y los ojos bien abiertos. No confiaba en nada ni en nadie y lo aburrido de aquel dia no ayudaba a que se despejara y pensara por momentos en otra cosa que no fuera el odio y el dolor que la consumía, y simplemente se limitaba a mantener esa fachada pétrea que nunca debió dejar, y eso le confirmaba que si creía en algo y confiaba en alguien que no fuera ella misma, la vida se encargaría de hacerselo saber de las más crueles formas.

Escuchó la conversación de Namida y Norcissa.

Parecía que ella no había sido la única traidora de la tripulación, daba la casualidad que la pelinegra había avandonado a alguien tambien.
El amargo sabor de la traición.
Las vio subir en un plancha de madera, para ir a buscar al que provablemente sería un hombre. No sabí que había pasado pero si entendía como se debía sentir la chica.

Comenzaron a alejarse y de un ágil salto llegó hasta la plancha sin ser invitada antes de que se alejaran demasiado.

-Yo también voy, si no os importa.

No sabía porque estaba dispuesta a ponerse en peligro por un desconocido que había sido avandonado como un perro, y quizá era justo por eso, para intentar redimirse en un inútil acto de solucionar unas acciones que habían pasado hacía mucho tiempo y que ya no tenían solución posible.
Aunque quizá no fuera tan inútil, quizá si conseguía rescatar a quién fuera que buscasen se podría perdonar a ella misma algún día.

Toda resistencia es inutil, sus corazones ya han sido quebrados por mi grandiosidad, y mi triunfo es inminente... A los calabozos...

Ruidos de peticiones de salir, que se unirán a mi dicen, no quiero inutiles en mi banda... es esa razon por la que no rescaté a Jack , porque creía que había caído bajo filas enemigas por su inutilidad... cuando descubro que era por una deliciosa y aprovechable traición... dulce dulce traición.

Arranco la puerta con mis guantes metálicos, la comunión a otra serie de celdas... y entre ellas lo que venimos a buscar.

- Oh vamos Jack...que dramático eres, ya llegará tu hora de morirte...- y en mis manos, una espada que hace rato que ya requisé de nuevo. Viva mi poder a lo ladrón.

Era Bellfast.

Por el camino rebano la cabeza de un par de marines que se interponen en nuestro camino, aunque Norcissa es buena se libra sola de la mayoría. Aspiro el aroma a muerte que baña el ambiente y miro en dirección a la que se halla recluido Jack.

Mientras Norcissa se acerca a la puerta que nos separa de Jack yo me mantengo en un modesto segundo plano, rogando porque perdone el haberlo abandonado. Mantengo la cabeza baja, un poco ladeada, y los labios fruncidos.

Entre las manos de Norcissa se encuentra la espada de mi compañero, veo como se la entrega. Creo que ya es hora de marcharnos, prefiero salir de ahí antes que ninguno y me escabullo sin que nadie se dé cuenta. Me alejo un poco y me doy cuenta de que me vigilan.

—Sal ya —ordeno con voz fría. Este tiempo me ha hecho cambiar un poco. Solo un poco—. Sé que estás ahí.

No es más que un joven marine asustado que me mira con pavor. Salta entre mi katana y mi cara. Sonrío de forma dura y coloco la mano rozando la empuñadura de la katana.

—No me hace falta esto para matarte —antes de que se diera cuenta su corazón había sido atravesado por una de mis garras. Antes de continuar andando le doy una leve lamida a la sangre de mis manos, de nuevo en forma humana.

La verdad era que podría haberse desecho de los marines sin desenvainar la espada, pero solo quería desahogarse.
Varias cabezas rodaron por el suelo en un corte limpio. Norcissa se había adelantado con velocidad hacía los calabozos, no fue problema seguirla, los presos gritaban por libertad al verlas allí.

Norcissa arrancó una de las puertas de las celdas y Namida se escabulló. Así que ese Jack era al que debían salvar y la espada que la capitana tenía en sus manos debía ser la del hombre.
Bufó aburrida, no se sentía mejor con ella misma, había sido todo un pérdida de tiempo.

-¿Si pensabas rescatarlo porqué no habiáis venido antes? - se aventuró a preguntar a la que era su capitana, sin siquiera mirar al tal Jack.

Teniendo en cuenta que Norcissa solo creía en la fuerza, debía haber pensado que era débil por dejarse atrapar y ella no necesitaba gente débil en su tripulación.
Daba igual, estaba rodeada de desconocidos de los que no conocía su historía, y lo que más le dolía era sabe que la había vuelto a cagar, ya no podía volver a ser cazarrecompensas y e las filas de esa mujer ahora se sentía una extraña.

Off: Esto es un arreglillo porque T tiene una fruta muy bata y lo mandaría npara impel down cagando leches. Así que no será el verdadero T, será un tipo muy parecido para tendernos una trampa.

- No había venido antes porque no es él... además, necesitaba que Namida lo viera... y además...- la cadena se movio hacia el cuello de Nami, para apresarla y arrojarla a la celda.

-...no admito traiciones de tan grande tamaño.

Una trampa... no había visto nunca a Jack y por lo que decía Norcissa, les habían dado el cambiazo.
Cogió a Namida por el cuello con su cadena y la trajo hacía ella. Con que no aceptaba traiciones... era tan irónico.

-¿Quieres que haga algo? - se aburria enormemente, pero no se metería en asuntos que no le concernían, como lo era aquella ''traición''

—No había venido antes porque no es él... además, necesitaba que Namida lo viera... —comenta. Ignoro las palabras que dice, solo una cosa se repite en mi mente. No es él.

Lanzo un siseo al sentir como la cadena rodea mi cuello. La cadena me lleva de espaldas contra la celda en la que entro volando y choco contra la pared. Ladeo el cuello en un intento por liberarme y miro al falso Jack. Frunzo el ceño y lanzo un gruñido en dirección a Norcissa.

—Voy a matarte —siseo fuera de mí. Me dejo controlar, no opongo resistencia, y eso sorprende a la pantera que con gusto se encarga de la situación—. Desearás no haber nacido para no tener que estar hoy aquí.

“Mátalo, descuartízalo, quiero ver su sangre regar el suelo hasta que suplique por su muerte” pienso antes de perder la conciencia de mis actos.

- Vigila la puerta Erza, estamos en territorio enemigo.

- ¿Que vas a matarme? No me hagas reir... además, no tienes... motivos... tu eres la única inutil por la que Jack ha sido capturado, y tu lo sabes... además, tu no quieres matarme a mí... porque yo te brindo la oportunidad de matar a más gente... ¿verdad, pantera?- era curioso como todas las zoan que me había encontrado tenían este lado oculto... y porsupuesto iba a aprovecharme de ello.
- Siempre encerrada... dejando que una inutil chiquilla te retenga... ambas sabemos que eso no es vida...- sonreí. - ¿ Que te parece... si nos llevamos bien y no tenemos problemas emmm?- ladeé mi cabeza.

- Al fin y al cabo Namida está triste bueno... por su horrible acto, y yo, estoy cabreada con ella por quitarme a mi navegante... ha sido un golpe bajo... y porsupuesto, podrias pensar en querer matarme, ambas... podriais hacerlo, pero tambien sabéis. A: Que yo podría rescatar a Jack más adelante, pues mi poder es asombroso... por lo que Namida no querrá matarme. B: Que disfruto del caos y la destrucción sembrandola por mi camino, así que podrá la pantera matar y matar y jarrtarse de matar... por lo que no querrás matarme... Así que se una buena chica-animal y portate bien con tita Nor... ¿vale?

Asentió y caminó hasta la puerta, estaba segura que no tardarían en venir más marines, debían darse prisa esas dos en lo que fuera que estubieran haciendo.

Escuchó a Norcissa con atención pero guardó silencio.

Sospechaba que todas las zoan tenían un lado animal y en ese momento sus sospechas fueron confirmadas. Una segunda personalidad compartiendo cuerpo, formada por deseos e instintos básicos... algo bastante problematico.

-Daos prisa.

—Cierra tu maldita bocaza ya, bruja —ordeno llevada ya por mis impulsos animales. Mis ojos, ya de un color verde fluorescente y de pequeñas y afiladas pupilas negras, se dirigen hacia el impostor—. Déjame matarlo.

Agarro la cadena con las manos y empiezo a estirar para alejarla de mi piel, al ver que no cede la furia es mayor. De pronto ya no siento nada. Me he perdido en mí misma, solo escucho... solo... un rugido animal que brota de mi garganta, siento que ya no soy humana, pero no... no puedo pensar... ya no.

Escucho, desde algún extraño lugar, rodeada por oscuridad, rugidos. Unos rugidos animales. Miro a todos lados intentando encontrar el lugar del que vienen. Aunque no encuentro nada más que no sea esa agobiante oscuridad. Poco a poco comienzo a ver con más claridad, lo único en lo que puedo fijar mis ojos en en que la cadena de Norcissa ya no sujeta el cuello de una persona.

Off: Como hasta el martes no puedo conectarme bien, seguid vosotras, yo liberaré a Nami para que mate pero bajo mi supervisión cadenosa.

Miraba con atención la escena.

Un rugido.

Namida había caído presa de su lado animal ¿Ella era la única que se llevaba bien -dentro de lo que cabe- con su otra ''personalidad''?
Norcissa estaba igual de altiva y segura que siempre, igual de egocéntrica y narcisista, le apetecía ayudar a la pelinegra solo por molestar a la que era su capitana, pero no le aportaría ningún benifio desobedecer sus ordenes, sino todo lo contrario.
Pero por acercarse a ojear no pasaría nada, de todas formas, no se acercaban marines -todavía-

Miró atentamente los ojos felinos de la mujer, de un verde brillante, le sostuvo la mirada.

Norcissa había descendido la presión de la cadena sobre mi cuello y me permitía moverme más. Un gruñido sale de la boca de la ahora pantera, justo antes de saltar al cuello del pobre idiota al que habían utilizado como carnada para su trampa.

Una vez que el cuerpo había sido totalmente desgarrado entre terribles gritos de dolor la pantera se sintió totalmente satisfecha. El animal fue lentamente desapareciendo dejándome salir a mí, agotada. Caigo de rodillas y cierro los ojos, sé todo lo que ha pasado y no me siento culpable de ello, es más me agrada ver la sangre regada por todo el lugar. Sonrío para mí, esperando que ninguna de mis acompañantes se dé cuenta.

Canción de miedo y sangre... eso era lo que veía. Había destrozado con sus garras al cebo de la trampa.
Su lado animal se retiró y ella calló de rodillas, vio o que había hecho y... sonrió, le gustaba ver la sangre del hombre manchando las paredes, el suelo y sus manos.

-¿Estás satisfecha? ¿Te siente mejor contigo misma? - cruzó los brazos, su voz sonó firme y fría. -Por haberlo matado no volverá Jack.

No inentaba hacerla entrar en razón, pues ella misma disfrutaba en la parte más oscura de su corazón bañándose las manos en sangre ajena, tampoco intentaba corregir algo que sabía que ya no tenía solución.
Solo decía lo que pensaba.

Una escalofriante sonrisa se asienta en mis labios. Jack no volverá por matar a ese pobre desgraciado, me había dicho. ¡Me da igual! ¿Desde cuándo soy así? Pregunta mi mente a gritos desesperados en un pequeño momento de lucidez. Más dicha pregunta desaparece al igual que el momento.

—Desde que él no está he aprendido que ser cruel y dura es la única manera para que no te puedan dañar —comento mientras me levanto y hago una mueca de disgusto. Miro de reojo, y fijamente, a mi nueva compañera.

Suspiro mientras salgo de la celda bañada en la sangre del preso que, tal vez, ha sido voluntario a cambio de rebajar su condena o algo así. Poco me importaba. Paso al lado del joven marine con el pecho abierto por mis garras y le mando una sonrisa ladeada.

—Mato para sentirme cruel —comento parando mi marcha. Ladeo un poco la cabeza a un lado y miro a Erza de reojo—. Para que nada pueda lastimarme. Si conoces una forma mejor, te suplico que me la digas.

Empezaba a desmoronarme y no iba a permitir que eso fuera dentro de una prisión, con una extraña y mi capitana como... compañía.

¿Estaba fuera de sí o esque siempre había sido así? No le importaba, tampoco se preocupaba por una desconocida, pues por estar bajo el nombre de la misma tripulación no era su compañera, eran solo dos extrañas.
¿Defendía que siendo dura y cruel no podrían dañarla? No tenía sentido, mientras más cruel eres más vulnerable te vuelves, pero no creía que aunque se lo dijese le hiciera caso.

-Todo el mundo puede ser dañado, independientemente de lo que haga... tu, yo, incluso Noricssa - lo sabía, porque si no sentías nada perdías todo lo que significabas como persona, si no sentías nada no eras nadie.

La siguió con la mirada, relajada y seria.

-Matas porque eres una asesina, la crueldad es mucho más que matar.

Detengo mi caminar y me doy la vuelta. Norcissa ordena salir de allí ya que no tenemos nada que hacer. Obedezco a mi capitana y salimos lentamente de la base. Norcissa abre el paso atrapando a todo aquel que se cruza en nuestro camino. Volvemos a la plancha que ha dejado Norcissa, sigue intacta, en el mismo lugar oculto que antes. Aquellos que no sucumben ante el poder de Norcissa, ya que no se puede encargar de todos, caen muertos ante mi espada. Todavía nadie más que nosotros conoce mi as en la manga, mi poder.

Sonrío sádica al cortar la cabeza de uno y salpicarme con su sangre. Subimos a la plancha y Norcissa nos saca de allí utilizando sus poderes. El mar se ve debajo de nuestros pies. Me desplomo y me siento en el borde de la plancha, mirando hacia abajo, viendo lo sencillo que sería caer y desaparecer para siempre. Niego con la cabeza, es hora de olvidarme de todos y pensar solo en mi bienestar. Suspiro antes de mirar hacia el cielo y ponerme de nuevo en pie.

He tomado una decisión. “Tengo de irme, irme durante un tiempo. Se lo diré a Norcissa mañana” pienso antes de llegar al barco. Bajo y sin hablar me voy a la enfermería. No dirijo la palabra a nadie, no miro a nadie, solo camino pensativa.

Acató las ordenes de Norcissa y salió de allí tras las dos mujeres. Todos los marines sucumbieron ante la implacable fuerza de Norcissa y los que consiguieron escapar perdieron la cabeza bajo sus garras.
Subió a la plncha y gracias a las habilidades de la que era la capitana salieron de allí. Veía el agua pasar bajo ellas a gran velocidad, pero ahora solo podía pensar en las vidas que había segado y la sangre que goteaba de sus dedos.

Nami calló, y no tardó en levantarse tampoco. Estaba agotada mentalmente.

Provablemente se daría unos días libres, donde no pensar en muertes ni nada que estuviera relcionado.
Suspiró al tocar cubierta, las circunstancias de la pelinegra y ella misma eran muy similares, quizá tambien ella debía pensar en darse un respiro.