¿Pero de que coño te ríes?

Acababa de llegar a Loguetown en un barco mercante. Estaba decidida a comenzar con mi búsqueda de piratas. No sabía qué hacer ya que al llegar a esta enorme ciudad me había quedado sin ideas. Suspiro mientras busco entre las calles principales. Porto mis dos “kama”, como las suelo llamar yo para abreviar, atadas en un cinto en la espalda que me compré exactamente para ello y las cadenas caen a ambos costados de mi cuerpo con los brazaletes a la altura de mis muñecas. No podía llevarlas siempre en la mano.

Miro a mí alrededor, en la calle que da al puerto hay un mercadillo repleto de todo tipo de cosas. Desde alimentos hasta ropa. Veo los puestos, nada que me interese. Sé que en este lugar hay muchos piratas, pero no puedo hacer ningún movimiento hasta que ellos se descubran. Siempre me habían enseñado a ser tranquila y paciente. Algo que venía muy bien con mi personalidad tímida.

Al llegar a Loguetown me había registrado en una posada y me había dado una merecida ducha con mi aroma preferido, vainilla. Tras eso me había puesto mi habitual biquini negro, con la parte superior atada al cuello, también una camisa blanca anudada bajo el pecho y una minifalda negra. En mis pies llevo unas sandalias negras, totalmente planas, atadas con una cinta a mitad de la pierna.

Suspiro y al abrir los ojos me doy cuenta de que algo no va bien, poco conozco Loguetown pero estoy segura de que esto ya no es la calle del puerto. Hay bares y viejas casas, ya no es la zona comercial en la que me encontraba momentos antes. Quiero saber que me puedo encontrar en este lugar “Ya encontraré la manera de salir después”. Comienzo a correr para segundos después chocar contra alguien y caer al suelo.

—Lo siento —musito mientras me froto la frente por el golpe—. Iba distraída y no me he dado cuenta.