El Encuentro con el "Loco" Carpintero

Aquellas infinitas llamas, comenzaban a aumentar su tamaño, y se movían devorando todo a su paso, como si de un voraz animal se tratase. La estructura ya estaba prácticamente perdida, ya nada se podía rescatar de allí ¿Tan poco aprecio a un hogar tiene una persona como para que la quemara así sin mas? Bueno, eso a Kiricco no le importaba, después de todo no lo invitaría a ser un buen ciudadano, lo buscaba solo por el hecho, de que sus conocimientos eran interesantes, y por lo visto su actitud era mas que adecuada para la labor. Jacobo hizo una mueca algo extraña dirigida hacia Madarame, como si en su mente solo un poco de confucion se librara, mas sin prestar atención al pelinegro, como despreciandolo le dijo que no se equivocaba de persona, con un tono altanero y algo engreído, justo lo que el Pirata necesitaba.

-¡Pues genial! Por que desde hoy en adelante seras el Carpintero de mi tripulación y “Guardián de la Niebla”-

Aquello lanzado por Kiricco parecía mas una orden que una invitación, quizá queriendo demostrarle al hombre que tenia en frente que podía ser igual de maleducado que el. Postrado sobre sus dos pies se quedo el pelinegro, con aquel rostro inexpresivo exactamente igual al que uso para ordenar a Jacobo que se uniera a su tripulación ¿Aceptaría el muchacho? Quizá si, aunque Madarame ya tenia algo preparado para que este aceptara unirse a la banda “Vongola Famiglia” Quizá algún juego de manos que por alguna razón del azar llevara a Kiricco a la victoria, mientras, solo esperaba una respuesta del joven.

-¿Y? Mira que no tengo todo el dia-

Dijo un tanto impaciente en aquel momento, había dos factores que hacían a su persona el estar presurosa, lo primero... Su hermano Yamamoto podría estar en cualquier problema, sabiendo lo despistado que era, quizá lo atacaron otros piratas u oficiales de la marina. Y el segundo factor era la “ley” seguramente le estarían buscando por el lió que armo en Loguetown, por lo que no podía dejar al barco desprotegido.

Si había algo que le provocara menos interés a Jacobo era repetir un experimento. O recordar experimentos conclusos. Porque era parte de su filosofía, el tiempo solo existe para crear nuevas experiencias, no para repetirlas. Pero Jacobo no podía compartir fácilmente sus ideales, no por ser un mal comunicador… Si no por insultar al comunicar.

– Podría ser– Los ojos de Jacobo se abrieron de par en par, mirando al vacío, pero tan solo por un segundo, al escuchar la oferta del chico–. Acompáñame pequeño… Conozco un lugar excelente llamado salida y caben dos o más personas al mismo tiempo–

Las palabras de Nicolao eran enserio, parecía que la oferta del chico no le interesó mucho, tenía otros planes en mente y el dinero no era necesario. Seguro podía robarlo de algún sitio y ya, ni que fuera tan difícil asaltar un oxxo.

Pero de pronto, Jacobo se detuvo en seco, cerró sus parpados, el derecho más cerrado que el izquierdo: esa postura era inconfundible, Jacobo había tenido una idea, era su gesto tradicional. Siempre que el joven científico tenía un gran plan entre manos, hacía ese gesto, acompañado de mostrar la punta de la lengua por la derecha del labio superior.

Bajo su cofre, algo o de alguna forma, le había interesado, y quizá podía sacar jugo, tenía que probar, no podía simplemente dejar pasar esa oportunidad. Se giró, miro al chico desde la distancia y dijo con voz aterradora:

– ¿Hay mujeres en tu tripulación?– Los ojos de Jacobo se abrieron de par en par e inclino la cabeza hacía un costado ligeramente, esperando por una respuesta positiva.

La sonrisa sobre el rostro de Jacobo, su entusiasmo momentáneo, y su pequeña esperanza se vieron apagadas al escuchar las primeras palabras del chico: y lapidadas al escuchar sus últimas palabras. ¿Acaso le molestaba ser llamado un pervertido? Jacobo había sido objeto de nombres mucho peores, y pues, de cualquier manera, ser un pervertido no era nada especial… No parecía el tipo de hombre que dejaban de lado sus objetivos por el hecho de ser llamados de una forma u otra, después de todo, ¿Qué relevancia científica tenía algo así? Desde el punto de vista de Nicolao.

– ¿Qué tiene que ver eso con el método científico? – Pregunto Cabelleiro, pero no era una pregunta que esperara tuviera respuesta del poco sonriente anfitrión o representante del grupo.

Aun así, pese a que su ideal científico se fue puesto de lado, pese a que había sido juzgado a primera instancia… Eso nada tenia que ver con la ciencia, ni como fuera llamado ni que le respondieran. Un objetivo estaba claro, si era cierto que pronto tendría muchas mujeres, finalmente podría cumplir algunos de sus sueños. ¿Qué sueños eran estos? ¡Cualquier hombre lo intuiría fácilmente! Era desnudar y diseccionar a las mujeres para hacer experimentos con sus órganos, con sus cerebros funcionando conectados a electrolitos, con sus cuerpos mutilados y sus vidas siendo manto para rascar de Jacobo, ¿Había otro objetivo aparte del de experimentar con un ser humano? Era difícil experimentar con mujeres en ese pueblo, por que le tenían miedo y escapaban, normalmente los hombres lo enfrentaban y eso le garantizaba mucho material de experimentación.

– Como sea– Comento Jacobo, haciendo un gesto con la cabeza de lado–. Quizá te siga por ahora – Siguio, mirando hacía el cielo –. Pero – Agrego, mirando esta vez fijamente a su acompañante, con una mirada singular y única del genio cientifico –. Con alguien tendre que experimentar – Concluyo, mirando apenas al chico y retirándole esa mirada, regresando su pensamiento a su propio mundo personal.

– jaja– Rió Jacobo, al momento de que le preguntara sobre lo que traía dentro, y no por lo que tenía dentro, si no por su suposición–. Tengo mujeres y tengo revistas dentro… Pero desnudas no se– Continuo, mientras miraba pensativo al cielo, queriendo recordar bien qué relación estaba sacando de todo eso–. Después de todo, la trituradora no distingue de la carne y la ropa–
Jacobo se acodo su baúl, pesaba bastante pero nada que no pudiera llevar cargando medio día. Jacobo empezó a caminar tranquilamente, no tenía ningún lugar en especial al que ir y lo mejor era continuar, después de todo, caminar era uno de sus deportes favoritos, por así decirlo, ya que según el propio Jacobo “Su inteligencia aumentaba 8 veces al caminar, mientras que sentado disminuía a la mitad y de pie era su estado normal, ¿Locura? No, solo Jacobo”.

– Te diría mi nombre, pero me arriesgo a que lo olvides– Comento Jacobo, cuando el chico le pregunto por el resto de su nombre–. Y no es que eso sea problema, pero si sería un problema tener que repetírtelo–

Continúo caminando, mirando hacía la lejanía en el cielo, mirando sobre el horizonte. Ese pequeño momento de paz era suyo, era tiempo para analizar y reflexionar, específicamente, en su nueva construcción: quería empezar con un nuevo trabajo de ingeniería como no se había visto antes. ¿Pero dónde? ¿En que empezar? ¿De dónde robar el dinero?

– Creo que podría robar el dinero de un banco… No es difícil, es un algoritmo que un niño de cinco años puede resolver, tanto así, que no tengo ganas de desperdiciar mi tiempo en esto– Divagaba Jacobo, mirando a la nada, tocando su barbilla y balanceando el peso de su cofre, pensando y analizando sus siguientes jugadas… casi parecía que estaba ignorando de nuevo al otro chico.

La salinidad en el ambiente podía denotarse, aquel agrio gusto que se podía sentir en las vaciás bocas, era el característico que se tenia cuando se inhalaba aire marino, y mas aun si se exhalaba por la boca aquel viento contenido en los pulmones. Dando una fuerte pitada al viento venidero con la nariz, Madarame pareció estar aliviado de poder encontrar un nuevo compañero, lo bueno es que había resultado mucho mas fácil de lo que esperaba que fuera ¿Loco? Quizá un poco pero no había razón para temer, lo Kiricco lo creía así. Suponía aquel pelinegro, que por lo menos por un tiempo Jacobo no le seria un problema, por el momento no debía preocuparse, tal vez en un futuro incluso podrían convertirse en amigos, pero como quien dice “El pasado es historia, el presente es un regalo y el futuro es incierto” y así lo era para Madarame. Bueno como fuera, todo indicaba que se estaban acercando ya al puerto, y cayendo en la cuenta el joven Capitán Pirata, se dio cuenta de que su hermano se había perdido ¿Donde se encontraba? Eso, solo su distraído hermanastro lo sabia.

Sin alarmar a Jacobo, Kiricco guardo lentamente sus manos en los bolsillos, y con sus globos oculares comenzó a mirar a su alrededor. Aquellos ojos grades y blanco, pero serios y aburridos, tenían ese iris pintado de una forma extraña, rojo carmesí... entonces... ¿Por que a su hermanastro le decían “Aka me” si Kiricco era quien poseía los ojos de color sangre? Una de las cuantas respuestas que el mundo no podría responder, quizá el joven Madarame había elegido su apodo y decidió dejarle el suyo a Yamamoto, quien sabe... misterios, misterios y mas misterios, eso era lo que aquella familia ensamblada traían consigo.

-Ya estamos llegando al puerto... y ese Yamamoto no se aparece-

Dijo Kiricco ahora un poco mas impaciente y enojado, parecía que ya no le importaba si incomodaba al joven de desconocido apellido, pues intentaba romper el hielo con cualquier cosa. Hoy había dejado pasar lo de robar aquel banco, y también parecía que Jacobo había pasado de la explicación del joven Madarame, de que pronto tendrían 30.000.000 de Berries o mas, si todo salia de acuerdo a los planes que el pelinegro tenia, incluso ahora, aquel carpintero, estaba pasando de Kiricco. De repente, la visión del pelinegro se vio alarmada por aquel cartel de pixeles cepias, un poco gastado y maltratado, todo rasgado pero a la vez firme en su lugar, clavado contra la pared de Madera. “Kiricco Madarame” Aquel nombre se disponía allí, y debajo, aquel cartel diciendo “12.800.000 Berries por su cabeza” Avasallado por una ola de emoción y satisfacción llego a Madarame, ni siquiera dos semanas había pasado desde que habían comenzado a viajar y parecía que ya tenían con su hermano una buena recompensa por su cabeza.

-Grajajajaj no puedo evitar estar un poco decepcionado... pero es un comienzo Grajajaja-

Dijo Kiricco sonriendo, cuando de repente se dio cuenta que en medio de tanta emocion, ya habian llegado con Jacobo a su destino “El puerto de Ohara”. Desde allí, se podía ver nuevamente toda la ciudad, y también se tenia una panorámica vista, de aquel enorme árbol, que se disponía en medio de la isla ¿Que había allí? Cosas importantes seguramente. Aquella semilla super desarrollada llamo la atención de Kiricco ¿Que pasaría si la destruía? Pues... tendría que averiguarlo.

PD: De aqui pasamos al tema que cree Polk