Misión: Pasando por casa.

Había sobrevivido a un enfrentamiento contra sí mismo, hasta ahora había sido su rival más digno. Era un pensamiento un tanto orgulloso, pero por el momento era la verdad. Seguía moviendo los remos sin un rumbo fijo, empezaba a preocuparse. Llevaba bastante tiempo alejado del barco donde habían quedado aquellos que ahora iban a ser sus compañeros. Todos querían hacer algunas cosas antes de lanzarse directos a Grand Line. Todos excepto él. No tenía nada que hacer, sólo quería seguir adelante. Sus objetivos pasaban por Grand Line. Tras una hora divagando acerca de que iba a necesitar mejorar sus relaciones con el resto de la banda y sobre las posibilidades reales que habían de derrocar al gobierno mundial, visualizó tierra. Y cuál fue la sorpresa del joven al fijarse en que estaba llegando a Loguetown.
“El ilusionista ha vuelto a casa..."

Dejó el bote atado en el puerto y caminó con las manos en los bolsillos mientras silbaba distraído. Aquellos altos edificios le traían buenos recuerdos. El olor a sal y el fuerte viento, aquello era Loguetown, ciudad del principio y del final. Aquello llegó cuando lo del tal Roger. Jace había oído bastante al respecto, al parece su padre lo había conocido de alguna manera. Un tipo terrible, o eso decía el gobierno. Con el tiempo y la experiencia, Jace aprendió que por lo general lo que dice el gobierno es justamente lo contrario a lo que en realidad es. Admiraba a aquél tipo, vivió siempre según lo que quiso, fue libre. Lo que nunca entendió era como le pillaron, en fin. Pensando en Roger, Jace se sorprendió mirando el patíbulo en el que fue ejecutado, era enorme. Miraba hacia arriba cuando unos gritos llamaron su atención. Se giró despacio y vio a un par de tipos vestidos de negro intentando detener a un joven.
-¡Vamos escoria!
-¡Soltadme cabrones!
Jace observó la escena, miró al joven. Lo conocía, ¡era amigo de su hermano!

Jace esperó, era arriesgado atacar allí en medio de la plaza. Si lo hiciese en menos de 5 minutos estaría rodeado de agentes, marines y al saber que más. Era la ciudad más importante del East Blue, habría un capitán marine al cargo; y seguro que no sería ningún enclenque. Jace los siguió con la capucha puesta. Mientras caminaba vio en la pared un cartel con su foto, Jace lo arrancó, lo observó un momento y lo guardo dentro de un bolsillo.
“2 millones y medio, no está del todo mal...”
Finalmente la persecución lo llevó hasta una sede del gobierno mundial. Se asomó, había demasiados agentes, cerca de 20. Y eso solo en la sala principal, se fijó en que había una puerta el fondo y unas escaleras que, seguramente, llevarían al despacho del que estuviese al cargo de todo. Tenía que pensar un buen plan, y lo mejor para ello era ir de compras.

Jace fue a varias tiendas, estaba buscando cosas para hacer un explosivo casero; intentó recordar cómo hacer Napalm, cuando lo recordó pensó que sería mejor hacer algo que no requiera un proceso tan lento y elaborado; así pues, se decidió por un coctel Molotov de toda la vida. Compró un par de botellas de whisky, una camiseta para hacer los trapos, mechero y gasolina. Pagó todo con dinero ilusorio, que se desvaneció en cuanto él estuvo lejos de la zona. Jace dio una vuelta por la zona de la sede, no había ningún callejón cercano; así que se decidió por los tejados. Subió escalando una parte baja, con cuidado de no romper ninguna botella. Una vez arriba dejó todo cerca de una ventana que daba al edificio. Miró dentro y desde dentro alguien lo miró. Iba de traje negro, era algo y no tenía cara de buenos amigos.
“Vaya por dios...”

Llegados a este punto Jace debía dejar de ser cuidadoso, estaba en un tejado, al lado de una sede del gobierno y cargado con objetos un tanto delatadores. Jace saltó atravesando la ventana, intentaba caer sobre el agente; este se apartó elegantemente y le propinó al joven una matada en el mentón. La fuerza del impacto lo estrelló contra la pared al fondo del despacho. Tras unos instantes se levanto, tenía un brazo apoyado en el suelo y con la mano del otro se estaba tocando el labio, lleno de sangre.
-Vaya, me he encontrado directamente con el señor jefe.
El tipo del traje se crujió los nudillos mientras miraba totalmente serio a Jace.
-¿Eres amigo del marginado? No imaginaba que alguien fuese tan tonto como para atacar una sede del gobierno, en fin. Idealistas, no podéis ser inteligentes.
Aquello hirió a Jace, había sido toda su vida un idealista. Se lo habían inculcado de pequeño, había crecido así y consideraba que luchar por la libertad era lo mejor que un hombre podía hacer.

Se incorporó del todo y dio una patada al escritorio, este salió disparado en dirección al agente.
-¡No es de idiotas luchar por la libertad!-Gritó Jace, bastante enfurecido.
El agente dio un apresurado salto a un lado, esquivando por poco el escritorio. Inmediatamente se lanzó a propinarle un puñetazo en la cara a Jace.
-¿¡De qué sirve la libertad sin seguridad!?
Jace agarró el brazo del agente antes de que le golpease, y con un rápido movimiento se lo pasó por encima del hombro y lo tiró al suelo de espaldas.
-¿Seguridad? ¡Dí más bien falsa seguridad! ¡Gobernais con el miedo, gracias al miedo de la gente, sin ese miedo no existiríais!
Jace se dispuso a golpear al agente en la cara, pero este rodó a un lado quitándose a Jace de encima y ganando de nuevo la ventaja. Comenzó a propinarle golpes, que el joven trataba de evitar como podía. Tras llevarse varios golpes, Jace logró esquivar uno a la perfección. Al hacerlo, el puño del agente golpeó con fuerza el suelo mientras soltaba un aullido de dolor.

Era su oportunidad, le dio un cabezazo en la nariz, tras lo que rodó y se colocó cobre el agente. Comenzó a golpearle la cara enfurecido.
-¡Sois escoria! ¡Opresores! ¡Mentirosos! ¡Asesinos! ¡Demonios!
Los gritos estaban atrayendo a una multitud, que se agolpaban alrededor del edificio. Cuando un grupo de agentes entró en el despacho. El joven encapuchado tenía la ropa llena de sangre y golpeaba una masa sanguinolenta en el suelo, era lo que quedaba de la cabeza.
Cuando giró la cabeza, los agentes dieron un paso atrás.
-¡Bien! ¡Mas escoria que limpiar del mundo!
Los ojos de Jace brillaron mientras juntaba las manos, al separarlas un arco azul intenso atravesó la habitación cortándolo todo a su paso y partiendo por la mitad a 5 agentes.
El joven bajó las escaleras. Abajo le esperaban un grupo de agentes, eran más de 20.
-¡No des un paso más!
Jace se paró en seco, levantó las manos y sonrió mientras los ojos y líneas de la cara se tornaban azul.

Desde fuera solo se escucharon gritos de terror y dolor. Dentro los agentes veían horrorizados como había empezado a brotar fuego de la nada. Intentaron huir, pero la puerta también ardía. Fueron muriendo poco a poco, mientras veían horrorizados como se carbonizaban y el joven encapuchado sólo sonreía. Desde fuera, sólo se oían gritos. Los ojos del joven terminaron de brillar cuando cayó el último agente. Se había calmado, lo cierto es que había sacado lo peor de él mismo. Se dio cuenta cuando al subir a por los materiales vio el cuerpo sin cabeza del agente.
“Le he dejado sin cabeza a puñetazos...”
Iba lleno de sangre, iba a necesitar un buen baño. No era el momento de entretenerse, debía darse prisa. Fue echando gasolina por todas partes. Llegó a las celdas y las fue abriendo todas, los que habían dentro se lo agradecían y corrían lo más lejos que podían de allí. Cuando llegó a la celda del tipo que vió en la plaza se dio cuenta de que había recibido una paliza de muerte. Entró dentro y se agachó junto a él. El joven levanto la mirada y abrió los ojos como platos al reconocerlo.
-Tú… Eres el hermano de Sorin-Jace asintió- una desgracia, malditos perros del gobierno… ¿Qué estas haciéndo aquí?
-Salvarte la vida y mandar un mensaje – Jace echó lo que quedaba de gasolina mientras hacía un par de cocteles molotov - ¿Me ayudas?
Salieron por la puerta principal, encendieron los trapos y lanzaron las botellas dentro del edificio, este empezó a arder. Jace se giró para encarar a la multitud.
-No os dejéis oprimir, debéis luchar contra ellos, os mienten, os manipulan...-no alzaba la voz, hablaba con un tono normal, la gente se mantuvo en silencio mientras escuchaban al extraño joven que acababa de desafiar abiertamente al gobierno mundial- cuando pregunten, decid que fue Jace, hijo de Gats. Y que no descansará hasta quemar la bandera que ondea la Tierra Sagrada.
Jace se giró y con un asentimiento de cabeza, se despidió del amigo de su hermano y se dispuso a mezclarse entre la multitud cuando un grupo de marines se acercaba por el lado contrario de la calle. La bandera del gobierno seguía ondeando mientras ardía. Los marines miraron embobados al principio el grotesco espectáculo de fuego y sangre, finalmente empezaron las labores de extinción. No sirvió de mucho, el edificio acabo derrumbándose tras la calcinación de la planta baja. En el momento en que el edificio se hundía, Jace llegaba a puerto y montaba en su bote.