Misión: El libro arcano.

El Sol fue invadiendo poco a poco la cueva hasta tocar la cara del joven pálido dormido sobre el escritorio, a modo de almohada tenía un par de tomos bien gruesos. Abrió los ojos y se rasco la barbilla mientras bostezaba.
“Voy a tener que dejar de leer de noche, siempre me despierto con un dolor de cuello insoportable”
El muchacho se levantó de la silla y salió fuera de la cueva, coincidiendo con el momento en que el anciano que lo había cuidado los últimos 5 años volvía de su jornada de caza matinal.
-He oído algo que seguramente te interese, Jace.
La última vez que dijo eso, Jace se escapó de la cueva una noche para robar unos guanteletes, que ahora llevaba puestos.
-Sorpréndeme- soltó un largo bostezo
-En Isla Commi, al parecer han encontrado un libro extraño, unos niños en el bosque, lo encontraron enterrado.
-¿Quién te ha dicho algo así? -Había despertado la curiosidad de Jace, quién inmediatamente entró a la cueva para ponerse las protecciones de cuero y la capa, además de esconder los cuchillos de su hermano debidamente en su ropaje.
El anciano lo siguió, paró en la mesa que usaba para despellejar los animales que cazaba y dejó el ciervo que había traído.
-Oh, bueno, ya sabes. He ido a la taberna un rato, había un pirata allí. Me dijo que pensaba ir, que algo así valdría su peso en oro.
Jace ya se había vestido y se disponía a salir de la cueva.
-Cogeré esa cáscara de nuez a la que llamas barco.
-¿Vendrás a comer?
-No lo creo.
Se dirigió a la embarcación y puso rumbo a la bonita isla de las naranjas.

Mientras tanto, en el puerto de villa Fuschia el pirata John Black se disponía a salir en su bote de remos. No era un pirata de mucho renombre, pero estaba en ello. Además, el consideraba que lo importante eran los contactos. El los tenía, en todas las tabernas del East Blue podías encontrar a alguien dispuesto a contar muchas cosas a cambio de un par de cervezas. Lo de ese libro era de lo mejorcito que había escuchado en estos últimos meses y no podía dejarlo escapar. Empezó a remar mientras pensaba en el aspecto que tendría el libro, le habían dicho que se llamaba Necronomicón o algo del estilo. Le parecía un nombre estúpido, pero el tipo que se lo había dicho decía que si de verdad lo era, tendría a mucha gente interesada en comprarlo. Incluso el precio podía llegar a los 10 millones de Berries. A John se le hacía la boca agua pensando en el barco que podría comprar. Incluso quizás se compraría un sombrero nuevo. A medio camino diviso detrás de su posición otro bote, no se veía demasiado bien pero el tipo que iba en ella parecía tener los brazos cruzados, y el bote avanzaba.
-¿Qué cojones?

Jace divisó a lo lejos un botecito, le brillaban los ojos y las marcas de la cara ya que estaba empujándo el bote de forma leve y constante con éter. Decidió parar de hacerlo, no quería llamar la atención, así que se puso a remar. Odiaba remar. Se mantuvo a una buena distancia del otro bote, no es solo que el lo quisiera así, sino que el tipo del otro bote estaba acelerando el ritmo.
Vio que el bote atraco en el puerto, a la media hora atracó él. Dejó el bote amarrado y bajó de un salto, se puso la capucha y avanzó por los muelles.
“Bueno, primera parada de rigor: la taberna más cercana”
Cuando llegó se dispuso a abrir la puerta, en ese mismo momento un tipo con barba incipiente salía y se chocaron. El tipo cayó al suelo y Jace se agachó para recoger el sombrero. Se lo pasó al hombrecillo que se estaba levantando mientras se sacudía los pantalones con las manos.
-¡Serás idiota! ¡Mira por dónde vas!
-Mis disculpas, su sombrero…
-Payaso…-John comenzó a alejarse de la puerta de la taberna, mientras que Jace entraba en ella mientras negaba con la cabeza y suspiraba.

Una vez dentro de la taberna Jace se fue a la barra y pidió una jarra de cerveza, recordó su primera cerveza, la destilo el viejo, estaba asquerosa. En ese momento el anciano le dijo que al principio a nadie le gusta la cerveza pero luego la cosa cambiaba, tenía razón; odiaba cuando tenía razón. Dio un par de sorbos y llamó de nuevo al tabernero.
-¿Sí?
-Oiga, soy del gremio de mercaderes de Loguetown. Ha llegado a nuestros oídos que se ha descubierto un libro levemente valioso en la isla, me han enviado para tasarlo y hacer una oferta. ¿Sabe usted algo?
El rostro del tabernero se volvió levemente extrañado.
-Es curioso, hace un momento ha llegado alguien del gremio de mercaderes de Ohara preguntándome lo mismo, debe ser algo realmente valioso…
Jace bebió un largo trago de la jarra, la apoyó en la barra y se puso en pié.
-Sí bueno, entonces será mejor que llegue antes que él… ¿Dónde ha dicho que está el libro?
-Lo tiene Billy, es el padre del chico que lo encontró. Vive a las afueras, siga recto por el camino hasta llegar al huerto de naranjas de Sarah y entonces gire…

Lo iba a conseguir, sin duda. John había seguido al pié de la letra las instrucciones de aquel estúpido tabernero, ¿de verdad se había tragado que era mercader? Era impresionante lo crédula que puede ser la gente. Acababa de pasar el huerto de naranjas y es cierto que se sintió algo perdido, ya que le dijo al pasar el 4 huerto, pero allí no había forma de saber donde acababa uno y empezaba otro. Tuvo que preguntar un par de veces más pero finalmente logró llegar a la casa. Lo intentaría por la vía diplomática primero y si no habría que tirar de estoque y pistola. Llamó a la puerta. Unos segundos después abrió un niño.
-Mi papá no está, ¿quiere dejarle algún recado?
No se podía creer la suerte que tenía… Sacó la pistola y el disparo sonó como un trueno en una noche tranquila.

Al escuchar el disparo Jace aceleró el paso, cuando llegó a la casa había un niño muerto en la puerta y ya se estaban acercando los curiosos que pronto se tornaron en escandalizados.
“Mierda”
Jace se giró y volvió corriendo hacia el puerto. Cuando llegó la barca del “miembro del gremio de mercaderes de Ohara” seguía allí, de hecho el miembro de mercaderes de Ohara estaba desatándola en ese momento. Los ojos de Jace brillaron azules intensos en el mismo momento que varias arañas saltaban del boten hacia el brazo del pirata, este soltó un grito de terror y cayó de culo sobre el muelle. Los ojos de Jace dejaron de brillar a la vez que se acercaba y las arañas desaparecía con un brillo azul.
-La has jodido pero bien, sólo quería el libro…
El pirata parecía asustado, saco su pistola, le temblaba la mano.
-¿Quién coño eres? ¡Aléjate de mí!
“Un hombre asustado con un arma en la mano es más peligroso que un hombre solamente armado…”
Bajo la sombra que le daba la capucha el rostro de Jace dibujo una imperceptible sonrisa.
-¿Yo? Soy el tejedor de sueños, el ilusionista y ahora tu verdugo…
Los ojos bajo la capucha volvieron a brillar al momento que una ráfaga de algo invisible golpeaba el brazo del pirata lanzando la pistola al mar. Jace le dio una patada en el rostro, mandando al pirata al final del muelle. El pirata se arrodilló y sacó el libro, tenía la otra mano en la espalda.
-To…To… Toma, quédatelo, no lo quiero.

Jace extendió la mano, el pirata le dio el libro, Jace observó la portada un momento. Mientras la miraba el pirata se lanzo hacia Jace mostrando un cuchillo que tenía en el brazo que ocultaba tras su cuerpo. Jace reaccionó a tiempo evitando que la estocada le diese en el cuello, pero no pudo evitar que le clavase el cuchillo en el hombro izquierdo.
“¡Joder! ¿¡Cuándo aprenderás a no bajar la guardia!?”
Jace agarro el brazo que tenía el cuchillo con su brazo izquierdo, sujetando así al pirata y manteniéndolo cerca. Le dio un codazo directo al pómulo que le hizo sangrar, mientras lo dejaba caer le quitó la daga. Una vez en el suelo el pirata volvió a suplicar por su vida.
-No, esta vez no.
Jace volvió a darle una patada tras lo que le lanzó la daga, impactándole en el cuello. El corte fue profundo, pero no le provoco la muerte al instante.
-Ahora te ahogaras en tu propia sangre… Es lo que te mereces por lo que has hecho- Mientras hablaba, Jace desató su bote y embarco, los ojos le brillaron cuando el barco avanzaba rápidamente empujado por éter.
A mitad de camino decidió echar un vistazo al libro, Necronomicón dictaba la portada. Cuando había leído varias páginas empezó a reir y tiró el libro por la borda.
-Otra copia falsa, ya me estoy hartando… Al final va a ser verdad que es un mito…
En el fondo del mar el libro tomó un brillo maligno…