Demuestra lo que en realidad vales

Al abrir los ojos me he encontrado en una habitación completamente blanca y austera, en ella, únicamente hay una cama y una pequeña mesita de noche, miro por la ventana para descubrir que ya es media tarde, al intentar reincorporarme una punzada de dolor en las costillas me recuerda los acontecimientos de las últimas horas. Por la mañana al recuperar el conocimiento me encontré con el Teniente William Francesco de la Marina el cual después de interrogarme, me requiso mis armas diciendo que como civil no debería ir con ellas por la calle y mucho menos utilizarlas contra otras personas aunque fuesen criminales, puesto que nadie debe tomarse la justicia por su mano, y muchas otras cosas que me echo en cara pero que como tenía la cabeza embotada por las heridas y los calmantes no entendí con claridad. Lo que sí recuerdo, es que no dijo nada de que me habían aceptado en la Marina ni de que me devolverían mis armas.
#Tengo que pensar la manera de convencerlo de que me permita alistarme, esta es mi oportunidad de hacerlo y a la vez de recuperar mi pistola, no puedo permitirme perderla… pero ¿Cómo lo hago? No tengo mucho tiempo, su barco seguramente partirá en unos días si no se ha marchado ya, tengo que salir de aquí cuanto antes.

Mientras me levantaba y vestía, se abrió la puerta y entró el médico junto con un marine, no era uno de los dos que estaban en el puesto de guardia de la ciudad, ni tampoco de los que había acompañado al Teniente por la mañana.
-Bien chico, parece que tus costillas están mejor, no tienes ninguna rota en un par de días podrás quitarte las vendas y el brazo no lo tienes roto solo se te disloco, intenta no forzarlo mucho. Lo mejor será que te tumbes y descanses.
-No hay tiempo para eso doctor, el Teniente Francesco reclama su presencia antes de partir.
-No saldrá del hospital hasta que esté en condiciones.
-Tranquilo doctor, no soporto estar tumbado sin hacer nada. Y mucho menos cuanto tengo tantas cosas que hacer todavía.
Mientras me terminaba de vestir, el doctor se dio por vencido y se fue.
-Muy bien, tu verás lo que haces, pero luego no me vengas quejándote que te el costado.

Mientras caminábamos hacia el lugar donde estaba atracado el barco de la Marina, me pudo la curiosidad y decidí preguntarle al marine.
-¿Cómo es el Teniente?
-Es un buen hombre, pero no soporta a los débiles. Es muy serio en su trabajo y sus entrenamientos son verdaderamente demoledores. Si te hace alguna pregunta, se sincero e intenta no dar muchos rodeos o conseguirás hacerlo enfadar.
Anduvimos el resto del trayecto sin decir nada más
#Debe de haber alguna forma de convencerlo para que me admita en la marina, pero si no le ha impresionado lo suficiente lo que hice ayer, no sé que más podría hacer.
Cuando llegue al lugar donde estaba el Teniente, estaba sentado en una silla mientras sus hombres formaban delante de él.

-Viajar y los libros.
-¿Cómo dice?
-Verá, durante mi vida he estudiado muchas otras culturas y leyendas, he descubierto que en la historia algunos secretos incluso derrocaron reyes en su día, se que estudiando la historia moderna se puede encontrar información que podría ser útil al mundo. Y si tuviese acceso a los archivos del Gobierno Mundial y a viajar a los distintos países, podría adquirir muchos conocimientos útiles para poder combatir a la llamada armada revolucionaria. Y aunque suene a tópico, quiero evitar las injusticias que he visto a lo largo de mi vida, si no, no me habría jugado la vida luchando contra ese maldito tabernero traficante que casi me mata.
-La Marina no necesita más ratas de biblioteca, tiene ya demasiadas. Necesita marinos que sean fuertes en el campo. Dudo mucho que logre entrar. Pero ha sido un placer conocerle.
-Bien, ahora si me disculpa, debo concentrarme con el entrenamiento de mis hombres, es algo muy importante para mantenerse siempre alerta si quieres navegar por los mares en estos días. Seguiremos hablando cuando termine mi deber. Siéntese y procure descansar.
- Si señor.

Mientras me alejaba de él, sentía su mirada inquisitiva en mi espalda. Me gire y supe que me estaba probando con todo esto.
#Es extraño, el marine que vino a por mí al hospital dijo que era muy severo con los entrenamientos, pero apenas les está haciendo correr y algunas flexiones y no me ha quitado ojo desde que me ha dicho que me siente. Debo hacer algo.
Sin llegar a sentarme, comencé a caminar hacia donde se encontraban los marines entrenando y me coloque al lado de uno de ellos y comencé a imitarle. El Teniente hablo con uno de sus sargentos el cual se acercó hacia mí.
-No sé que se cree que está haciendo pero este entrenamiento es exclusivo para marines y tú no eres uno de ellos.
-No me importa, pocas veces se tiene la oportunidad de asistir a uno de estos entrenamientos.
Se giró hacia el teniente el cual asintió y este volvió a su lado.

Cuando veía a los marines entrenar a un principio, no imagine que únicamente era el calentamiento. Jamás podre olvidar ese día, fueron posiblemente las dos horas más agotadoras de toda mi vida. Pese a que creía que me encontraba en una forma envidiable, era completamente incapaz de aguantar el ritmo de los soldados, incluso si no hubiese estado herido, dudo que lo hubiese podido terminar. Me caí rendido al menos cinco veces, intente no darme por vencido, pero finalmente sucumbí al dolor y el cansancio y me derrumbe por última vez cuando apenas quedaban 10 minutos para que finalizase, intente levantarme pero me resulto imposible, mis piernas no tenían fuerzas para levantarme, el pecho y la espalda me ardían y el brazo izquierdo me dolía horrores golpee el suelo furioso conmigo mismo cuando note pisadas a mi alrededor.

Me levantaron entre dos soldados y me llevaron de nuevo a la silla que había declinado.
#Si después de esto no lo he impresionado lo suficiente, más vale que por lo menos intente recuperar mis pertenencias. Aunque no me voy a dar por vencido.
Aguarde sentado en silencio viendo como los reclutas del Teniente Francesco terminaban su entrenamiento. A todos se les veía agotados, pero ninguno daba muestras de flaquear. Si hacían esto todos los días, deberían de tener una fuerza y una resistencia increíble, había visto antes a muchos marines, pero nunca a ningunos como estos.
Cuando termino el ejercicio, el Teniente Francesco les dirigió unas palabras a todos y se acerco a algunos para susurrarle unas palabras al oído, a unos los animo y a otros les reprendió, pero lo que sí que les dijo a todos, que mañana todo sería un poco más difícil que hoy, que no se confiasen.
Tras esto, regresó a su asiento y mientras me miraba hablo con su sargento, que una vez más se dirigió hacia mí con cara de pocos amigos.
-El teniente quiere volver a hablar contigo.
Me levanté y camine pesadamente hasta donde se encontraba el Marine que me miraba de nuevo inquisitivamente, me cuadré y me dispuse a escuchar lo que me tenía que decir.