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Comentarios: 10

 

 La gran fuga.

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AutorMensaje
Hachikō
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Hachikō


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MensajeTema: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyLun Oct 17, 2011 5:28 pm

Llevaban ya un par de horas navegando y a través de la pequeña ventana podía comprobarse que estaban en mar abierto. La fortuna debía estar caprichosa cuando los marines reconocieron a Wei por las calles de Loguetown y les atraparon, metiéndolos directamente en la celda del navío en el que ahora se encontraban. La chiquilla se había pasado la mayor parte del viaje inquieta, moviéndose de un lado para otro, visiblemente molesta con las esposas de kairōseki que reposaban en sus muñecas. Estaba claro que sabían que ella había ingerido una fruta del diablo, sin embargo desconocían que el también, por lo que le habían puesto unos grilletes normales y no le supondría ningún problema liberarse. Solo tenía que transformarse en perro y las esposas simplemente caerían al ser demasiado anchas para las patas de un can. Había planeado todo lo referente a la huida mientras cruzaban la pasarela encadenados y escoltados por los marines. En ese instante pudo ver los botes de emergencia que había sujetos en los laterales del barco y que usarían como método de escape. Ahora solo tocaba la parte con truco, que era conseguir engañar al alguacil y dejarlo KO sin causar mucho ruido.

Sacó la pipa que guardaba en el bolsillo y la sujetó entre los dientes mientras se transformaba en perro. Deslizó todo lo despacio posible las patas delanteras de modo que los grilletes no cayeran al suelo estrepitosamente. Una vez libre de sus ataduras recuperó nuevamente el aspecto humano y guardó la pipa, mientras revolvía con suavidad el pelo de la niña invidente, hablando en voz baja:

-Wei, ahora necesito que me sigas la corriente, ¿de acuerdo?- Sostuvo sus antiguas esposas delante suya dando la espalda a los barrotes de la celda, mirando en dirección a la niña y entonces comenzó a gritar:

-¡IDIOTAS! ¿NO SABEÍS QUE SE MAREA CON MUCHA FACILIDAD EN LOS BARCOS? ¡ACABA DE DESMAYARSE! Un momento, está muy pálida para ser solo un mareo ¿ALGUACIL? ¡CREO QUE SE NOS MUERE, CORRE!-

-¿Cómo? ¡Oh, mierda!- En el pasillo se escucharon los pasos apresurados del marine que en cuestión de segundos se encontraba frente a la puerta de la celda, insertando la llave en el cerrojo y abriendo la puerta.

-¿Qué le pasa? ¡Vamos, apártate!- Estaba nervioso ante el mero pensamiento de que la vida de la prisionera estuviera en peligro, por eso actuaba tan precipitadamente, y eso es lo que Hachikō quería. En el momento en que sintió el agarre del alguacil en el hombro para apartarlo y poder ver a Wei soltó los grilletes e incorporándose colocó la diestra sobre el pecho del hombre empujándolo mientras con la pierna sobre el anverso de la rodilla también lo hacía para desequilibrarlo. Le pilló desprevenido, y antes de que pudiera hacer sonar la alarma, mientras todavía caía al suelo Hachi se colocó debajo suya para amortiguar su caída mientras con una mano le realizaba una llave de sumisión colocando el brazo del carcelero tras su espalda y con la otra le tapaba la boca de la nariz. El pobre hombre forcejeaba, pataleando con las piernas, moviendo la cabeza para intentar zafarse y poder respirar pero el joven de pelo castaño le tenía bien agarrado y no pensaba dejarle escapar tan fácilmente.

Pasó un tiempo hasta que por fin el hombre cayó inconsciente y Hachi pudo aflojar su presa. Rebuscó en los pantalones del marine pero obviamente la única llave que tenía era la de la celda. Aunque el camino hasta el llavero de la mazmorra era corto no quería arriesgarse, así que desnudo al carcelero y se vistió con su uniforme, colocándose la gorra de modo que le cubriera la cara y no pudieran reconocerle fácilmente. Salió de la celda y al cabo de unos minutos volvió con la llave de las esposas de kairōseki y liberó a Shan.

-¿Mejor así? Ahora tenemos que movernos con mucho cuidado o nos volverán a encerrar y seguramente no caerán en el mismo truco. ¿Nos vamos ya? ¡Oh, pero antes de nada!- Sacó un pañuelo, amordazó al carcelero y le colocó los grilletes que tenía él antes. –Perfecto-
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Shan Wei
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyLun Oct 24, 2011 11:13 am

No hacía apenas un par de horas desde que habían sido capturados y metidos en aquel barco como prisioneros. Las casualidades habían llevado al trío a ser descubiertos con tan mala suerte de no haber podido escapar esta vez antes de que les pillasen, no obstante, Fu había huido antes, haciéndose pasar por un gato cualquiera, con lo que aún esperaban algo de ayuda. Aunque, era normal, tratándose de Loguetown, cualquier no iba a ser capturado allí y menos con el despiste que caracterizaba a la pelirrosa.

Unas horas antes….

La pequeña pelirrosa iba aferrada a la mano de su compañero canino, esta vez transformado en hombre. Desde la ingesta de la fruta por parte del can, su viaje se había vuelto mucho más ameno y fácil de llevar, por el obvio hecho de tener un compañero humano si lo necesitara. Eso conseguía facilitar su día a día, pero no era muy cómodo a la hora de escapar de la vista de los guardias, sobre todo en ciudades poco transitadas.
No obstante, estaban en Loguetown, allí había una gran cantidad de masa paseando de aquí para allá que impedía la correcta visualización de los criminales. Aún así, eso no resultaba suficiente, no al menos si se trataba de Wei.

-Suuuuuuugeeeeeee, Fuuu-chaaaan esta manzana está de lujo.-comentó visiblemente feliz la pequeña, sentada sobre un banco junto con sus compañeros niñeras. Tomaba con avidez una pieza de fruta que había traído el gato en uno de sus viajes de “reconocimiento”. Durante una hora casi los tres vagabundos charlaron y parlotearon sin parar sobre las nuevas noticias que habían escuchado en el puerto, al parecer el padre de Wei se encontraba preso todavía en algún lugar del grand line, y no sabían cómo afrontar aquello sin primero encontrar un barco.

Una vez terminaron todos sus aperitivos se dirigieron hacia la zona portuaria, iban a “tomar prestado un barco” algo sencillito para no despertar sospechas. Sin embargo la mala fortuna hizo que nada más avistasen el primer navío, cuatro tablas mal cortadas y pegadas las unas sobre las otras, tuvieron tan mala suerte que nada más subirse a él, varios rifles apuntaban a las nucas de los vagabundos.

-Salid despacio de la barca, piratas.-escucharon la amenazante voz de los marines a sus espaldas. Wei refunfuño por lo bajo, intento hacer un dibujo improvisado en la madera, pero era demasiado porosa como para que se adhiriese su tinta, parecía que estaban acabados. No obstante al levantarse de allí, la pequeña pelirrosa, notó como la presencia del minino le daba suaves golpes en la pierna señalando que se marchaba a pedir ayuda.

Así pues la ciega y el perro, ahora hombre, estaban siendo conducidos hacia el barco cárcel. Al contacto con las esposas, Wei perdió su energía que recuperaba cuando estas se movían un poco y le dejaban algo de libertad. Al parecer, llevaban algo que no consiguió entender, pero que impedía que usase sus poderes. Se mordió el labio, ¿cómo la habían reconocido? Usualmente tardaban bastante en darse cuenta de que aparecía en los carteles de wanted y para entonces ya habían viajado hasta el siguiente pueblo.

……..

Wei se encontraba tumbada en el suelo de la celda, con una cara de desilusión un tanto cómica. Durante un segundo, recuperó su energía y de un salto se disparó hacia los barrotes, pero al instante el contacto con el Kairouseki la debilitó tanto que se deslizó hacia el suelo visiblemente agotada. Notó en un momento como Hachi acariciaba su cabello y rodó sobre sí misma en el suelo, con una cómica expresión entre el cansancio, agotamiento, aburrimiento y cualquiera más sabría que se le pasaría por la cabeza.

-Wei, ahora necesito que me sigas la corriente, ¿de acuerdo? …. ¡IDIOTAS! ¿NO SABEÍS QUE SE MAREA CON MUCHA FACILIDAD EN LOS BARCOS? ¡ACABA DE DESMAYARSE! Un momento, está muy pálida para ser solo un mareo ¿ALGUACIL? ¡CREO QUE SE NOS MUERE, CORRE!-
Wei sonrió divertida por la escena que tendría lugar y puso cara de enferma mientras hacía un mohín con la cara, dando a entender que se desmayaba.

-¿Cómo? ¡Oh, mierda!- escuchó como la puerta de la celda se abría y el suave tintineo de las llaves del guardia.

-¿Qué le pasa? ¡Vamos, apártate!- al rato escuchó el forcejeo del guardia con hachi, hasta que de repente la respiración de uno de los dos acabó por disminuir. Arrugó la nariz y comprobó con felicidad como era su amigo el que había ganado la batalla y se quedó en el suelo esperando a ser liberada ella también. No tardó mucho, al rato notó como las esposas se aflojaban y como poco a poco recuperaba su energía.

-¿Mejor así? Ahora tenemos que movernos con mucho cuidado o nos volverán a encerrar y seguramente no caerán en el mismo truco. ¿Nos vamos ya? ¡Oh, pero antes de nada! Perfecto.-Wei asintió visiblemente emocionada, y se levantó de un brinco, se dispuso a seguir a su compañero cuando un ruido sordo la paró en seco, con cuidado y apoyándose en las paredes se dirigió hacia una celda algo más profunda en la que según escuchaba alguien estaba haciendo algún ruido que había atraído su atención.

-Ne, Hachii, ¿quién hay en esta celda? ¿No podemos sacarlo de aquí también?.-preguntó la inocente pelirrosa.
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Geo
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyDom Oct 30, 2011 12:01 pm


La pequeñaja de pelos rosados señalo a la puerta sin número, una celda singularmente apartada de las demás, donde a través de los pequeños barrotes que tenía para al ventilación emanaba el olor de la sangre y el sudor, era una sala muy común en todos los barcos de la marina, puesto que esa era una celda inexistente excepto a los ojos del mundo. La "sala de tortura", daba igual la importancia del castigo o el motivo, siempre sería realizado en esa estrecha celda que estaba reservada a los criminales más considerados del barco. Y aunque oficialmente el preso que la ocupaba no tenía ninguna recompensa en su cabeza puesto que no se tenía ninguna foto de él más que una pintoresca descripción, ser capturado y devuelto a la familia de nobles mundiales que pertenecía era mayor castigo que ninguna prisión donde pudiera ser encarcelado y su crimen representaba uno de los mayores insultos para los fundamentos del mundo que el gobierno mundial había creado.
Una extraña, peculiar y entretenida sonrisa ese fue el primer gesto del rostro de Geo hacía la niña que había mostrado interés por él y su situación. Extendiendo sus brazos vendados a través de los barrotes de la puerta acercándose lo máximo posible a la chica de cara asustadiza e inocente mientras su sonrisa seguía extendiéndose suavemente como un pequeño suspiro enfermizo. Mientras que su ojo izquierdo apenas podía parar de moverse dándole una imagen un poco desquiciada su ojo derecho el estaba dando la imagen peligrosa que todos sus demás gestos se esforzaban por arrebatarle.
Tras ese momento de presentación y de tensión sin esperar si quiera a que el cómplice contestase a su amiga la fugitiva este abalanzo palabras totalmente contradictorias con su tono amigable y relajado.

- Eh pequeña mentirosilla... eso de mentir está mal, pero que muy mal JAJAJA, ¿Qué se supone qué debería hacer ahora, gritar algo así como mentirosos a la fuga?... -

Geo silenció sus palabras durante unos momentos mientras se alejaba un poco de la celda, no quería que se tomaran su pequeño experimento a mal y le matasen por hablar demasiado, esa celda ahora mismo era su único obstáculo y a la vez su escudo, y él quería verlo, las reacciones de ambos, la realidad, esa verdad era algo tan interesante que ni estando apresado podía olvidar, era algo capaz de hacer que olvidara el escozor de los latigazos en su torso desnudo.
Espero unos cuantos minutos para luego mover suavemente su mano derecha de arriba a abajo para retomar el mando de la conversación.

- No hare eso tranquilos, sois interesantes y además me habéis caído bien, no tengo mucho interés en salir de aquí en la situación en la que estoy pero a cambio tendréis que hacerme un favorcito, siguiendo el barco o si tengo mala suerte estará dentro, encontrareis a una chica sexy con espadas, una escopeta y dos revólveres, no os costara mucho identificarla, si podéis hacer que se vuelva a su casita y no venga a meterse en problemas estamos en paz -

Geo paso su mano por encima de su cabeza repeinando su melena anaranjada y algo sucia mientras seguía sonriendo, mostrando el total desprecio por la autosalvación, mientras esperaba a que sus recién conocidos ex-compañeros de celda se fueran.

[Off: Le toca aparecer a Airu en escena Wink]
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Airu
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyLun Oct 31, 2011 5:08 pm

Ambientación

- ¡SALTA JODER!- gritaba la morena mientras intentaba mantener su equilibrio sobre aquella barandilla de madera.-Vamos, Geo joder. ¡Salta de una maldita vez!- no entendía por que no saltaba. Estaba cabreada, y a punto de perder el equilibrio bajo la tensión de varios cañones apuntándoles. El pelirrojo hizo ademán de coger su mano, pero ya era demasiado tarde, unó de los marines le había cogido por la espalda, por lo que él tan solo pudo empujar a la morena a las aguas en calma. Esta, desprevenida totalmente, abrió los ojos de par en par mientras notaba como se caía, sin poder hacer nada. De eso hace ya una semana. ¿Cómo había sobrevivido? Tan solo la suerte, no tardó mucho en pasar por ahí un barco pirata cualquiera y "rescatarla".

Le habían tomado casi todas sus posesiones menos las armas, hasta que la chica no tardó en despertarse varias horas después. No cabía la pregunta "¿Dónde estoy?" pues lo sospechaba muy bien. Un hombre viejo curó las pequeñas heridas de la joven mientras le contaba como es que había llegado a aquel barco. Sus ojos se empequeñecieron ligeramente, mientras un eje de odio se podía divisar en ellos. El tiempo que había pasado en la cama y en aquella habitación que se movía con las olas del mar, tan solo había servido para idear una estrategia. ¿Cómo se había atrevido no saltar a sus ordenes? Aquello la traía de cabeza, furiosa. Tan solo iba a volver a encontrarle para echarselo en cara y marcharse nuevamente.

Por suerte o por desgracia, la chica no tenía ni idea del significado de aquel tatuaje sobre el pecho de su compañero con el que había vivido durante tanto tiempo, cosa que hacía más difícil aún su entendimiento sobre la razón por la cual los marines estaban tan empedernidos en tenerlo. Salió fuera, conociendo de esa forma en mayor o menor medida a toda la tripulación. Para su fortuna, tan solo eran unos viejos lobos de mar, cosa que le pemitió hacer una especie de petición y trato. - Hay un barco marine, a un par de días de aquí. - decía ella mientras se acercaba al capitán. - Necesito que os acerquéis un tanto y me dejéis un pequeño barquito para llegar allí. Seguramente eso pase de noche, necesito meterme allí.- decía ella mientras que el viejo se quedaba casi pasmado. - ¿Qué lleva a una joven como tú a tal locura? ¿Amor? - preguntó con cierta sorna, a lo que la morena empezó a reírse. - ¿Amor? No me haga reír, oji-san.

Pero no dijo nada más, tan solo se dió la vuelta, bajando a las bodegas de dicho navío. No iba a beber, tan solo coger "prestado" unos harapos negros y volver a aquella habitación que había velado por ella durante esos días. ¿Si no se ha muerto, será por algo no? Y esperaba que a él tampoco se le ocurriera morirse, pues entonces no le hubiese perdonado jamás. Encima que accedió a vivir con él en aquellos tiempos... ¡Menudo idiota! ¿Cómo ha podido desafiarla de esa forma? La joven no tardó en atar aquellos pantalones negros a su cuerpo con cinturones de lo mismo, apresando sus pechos con una venda enorme y blanca, mientras que encima se colocaba una chaqueta negra de la misma forma. Siempre había optado por la ropa cómoda, pero sobre todo ceñída al cuerpo, pues así tenía mayor movilidad.

Controló sus armas, pues ahora mismo eran sus únicas pertenencias y las colocó a un lado y a otro de la cintura y piernas y volvió a salir. Llevaba un pasamontañas en la mano, con el cual se quedó en la misma posición, apoyando su cuerpo contra unos barriles y mirando al mar abierto con un catalejo. Esperó pacientemente el paso de los dos días hasta que la noche se volvió más oscura que las mismas fáuces de un tiburón. - No nos vamos a acercar más. Desde ahora es tu problema. - decía el capitán. Aceptó con la cabeza, mientras que se subió al pequeño barco que poco a poco iba bajando. Remó toda la noche, y esperó justo al cambio de turnos para acceder a aquel navío. Estaba segura que era ese, puede que muchas cosas se le escapasen, pero reconocería en cualquier situación a un enemigo.

Silenciosa cual felino, escaló aquello con una cuerda que le habían proporcionado después de haberle quitado todo el dinero que llevaba encima y haberla perdonado literalmente la vida al enterarse que no era ninguna enemiga para los piratas. Aguardó detrás de unos bariles mientras se colocaba el pasamontañas y escondía su larga coleta dentro de los ropajes negros. Cuando el marine de guardia tomó la posición dónde estaba el otro hombre, tan solo apareció por detrás y con ambas katanas apresando su cuello, lo cortó, para la sorpresa del joven en aquel momento desprevenido totalmente. De esa forma, se hizo paso por los puntos cruciales hasta llegar abajo. No atacó si no fue necesario en ningún momento, pero sabía exactamente dónde tenía que encontrarse su compañero, de estar aún vivo.

Bajó las escaleras sin hacer mucho ruido, mientras divisaba a un marine corriendo. Suponía que se trataba de una confusión, la había oído y pensaba que era uno de sus compañeros. - ¡Solo voy para asegurarme, el alguacil aún no ha vuelto!¡Eh vosotros dos, cómo os habéis salido?- la morena no contestó, más siguió sus pasos que se paró en frente de las dos personas que, si bien uno iba de marine, era de entender que era un preso fugitivo. Por la espalda y antes de que llegase a tocar a la niña de cabellos rosados, cogió su boca y nariz, antes de que pudiera gritar, y tajó el cuello de este con una de sus katanas, bajo la mirada del hombre que aún seguía preso. Tiró el cuerpo sin vida para luego mirar en sus bolsillos y quitar un manojo de llaves. Miró a un lado y a otro, intentando reconocer a los presos de las demás celdas, sin darse cuenta que, justo delante de la celda donde había terminado con el marine, se encontraba Geo. ¿Estaba tirándole los tejos a la niña pelirosa?

Levantó una ceja ligeramente para luego sacar las dos pistolas y deslizarlas entre los barrotes, por si acaso. - Perdón por interrumpir el ... - miró de arriba abajo la otra figura masculina. - Trío.- continuó para luego empezar a probar llaves. - Verás, no hubiese vuelto por tu sucio y asqueroso culo latigueado. - decía ella molesta. - Si no fuera por que no saltaste cuando te lo dije. ¿Quién te crees, eh? - preguntó nerviosa, pues le costaba demasiado abrir la celda, desconociendo la llave. - ¡¡ALERTA ROJA!! ¡¡UN INTRUSO A BORDO!! ¡¡TODOS A SUS PUESTOS!! - la voz no tardó en oirse, avisando de su llegada, pero antes de que una gota de sudor cayese sobre sus guantes, la puerta finalmente se abrió. - ¡Mueve el culo, de prisa! - decía mientras dejaba las llaves allí mismo y desvestía al hombre que estaba en el suelo, inerte. Estaba temblando, quizás se había pasado y la consciencia le estaba empezando a pesar en esos momentos cuando se vió totalmente sola. La adrenalina fluía, pero sus manos estaban temblorosas por las palabras que oía y el alboroto que había causado.
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Hachikō
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyJue Nov 03, 2011 9:00 am

Ya habían hecho lo más difícil, salir de la celda sin llamar mucho la atención. Lo único que quedaba sería llegar hasta uno de los botes salvavidas sin ser detectados. Escuchó a la pequeña Wei murmurar algo sobre una celda y liberar al preso de su interior. ¿Es que estaba loca? Se colocó junto a ella e inspeccionó el interior de la habitación de pésima iluminación, como era de esperar, y a su residente, un hombre joven de pelo largo anaranjado, un parche en el ojo derecho, mirada de loco y señales de que recientemente su cuerpo había recibido bastante castigo, un cúmulo de características atípicas que hacían que todo su ser gritara a pleno pulmón que era pirata. Si ya iba a ser bastante difícil no llamar la atención siendo dos, un tercero no haría si no empeorar las cosas. Cuando vio que el preso estiraba los brazos a través de los barrotes, el perro aferró el hombro de la chica y la apartó del alcance de las extremidades de este. Le habría partido los brazos por ese movimiento brusco si no fuera porque los gritos de dolor habrían atraído una atención no deseada. Encima les amenazaba con revelar su intento de fuga. Una expresión severa se dibujó en el rostro de Hachikō, mientras con un tono acorde decía:

-Sí, sin lugar a dudas podrías hacer eso. ¿Te sientes con suerte como para tomar esa apuesta?- Sacó el manojo de llaves que había adquirido del inconsciente alguacil. –Los guardias llegando o yo encontrando la llave de tu celda y partiéndote el cuello. ¿Comprobamos que pasa antes?- El convicto se alejó de los barrotes y retomó la conversación casualmente, alegando que lo anterior no pasaría a cambio de que le hicieran un favor que al can se le antojo estúpido. Pero si no quería escapar no sería él quien se lo impidiera.

Escuchó los pasos de alguien bajando por las escaleras. Habían perdido demasiado tiempo con ese tipo y ya echaban en falta al alguacil. ¿Tan rápido iban a ser descubiertos? Por el umbral cruzó un marine que se dirigió hasta ellos, preguntándoles cómo habían escapado. Hachi se preparaba para dejarlo KO antes de que diera la voz de alarma pero antes de que pudiera hacer nada, alguien desde atrás acabó con la vida del guardia. Una chica con espadas que además pasaba entre los barrotes un par de pistolas, debía ser de la que hablaba el loco de la celda. Soltó un comentario sarcástico que prefirió ignorar y cogió a Wei, colgándosela del hombro como si fuera un saco de patatas, mientras se dirigía a las escaleras. Y entonces el navío entro en alarma roja a causa de un intruso a bordo. El perro lanzó un sonoro suspiro, miró a la recién llegada y, antes de echar a correr, dijo molesto:

-¿Qué clase de infiltración es esta que ya te han descubierto? Psché.-

[...]

El estado de alarma había sido a la vez una bendición y una maldición. Todos a bordo estaban buscando a la intrusa por todas partes, pero moviéndose rápido y por estar disfrazado como uno de ellos había conseguido más o menos llegar hasta la zona de carga del barco. Usando su olfato no le resultó complicado dar con sus pertenencias entre todas las cajas, aparte de a Fuu, el cual se había infiltrado también mientras cargaban el barco. Comprobó que no faltaba nada; el bloc de dibujo, el bastón, las ceras, el violín, Hiyori, su cuchillo y la pipa de fumar. Y también estaba esa molesta sensación que tenía desde hace un rato. Lanzó una mirada al felino que contenía un mensaje mudo: “¿Puedes oler eso tú también?”, y sus sospechas se confirmaron cuando éste asintió, como pensaba no era producto de su imaginación. Se levantó, echando la vista hacia atrás, donde solo había pasillos de cajas y oscuridad.

-Deberías dejar de fumar. Delata tu presencia.-

Se escuchó un chasquido seguido de un chisporroteo mientras el hombre entre las sombras acercaba el mechero al cigarro que sostenía en los labios, su cara iluminada por la pequeña llama. Se acercó hacia ellos hasta una zona con más visibilidad mientras guardaba el mechero en el bolsillo de su chaqueta. Bajo una tímida fuente de luz la figura tomó una forma más detallada, mostrando a un hombre de pelo negro, mirada pesada adornada con ojos de color índigo, vestido con una chaqueta de marine blanca y un pañuelo blanco atado alrededor del cuello.

-Al menos espera a que lo encienda. ¿Si ya sabías que te estaba siguiendo porque has tardado tanto en decirlo? Alguien tan listo como para escapar con tanta facilidad y tan rápido de su celda seguramente ya lo sabía hace un buen rato. ¿Y bien? ¿Qué treta usaste? ¿Una horquilla oculta en el pelo? ¿Quizás te dislocaste el pulgar? No, claro que no ha sido nada tan artificioso. No, ha tenido que ser el poder de una fruta del diablo. Y a juzgar por tu olfato, dime, ¿en que puedes transformarte? ¿Un perro? ¿Un lobo? ¿Un zorro?- Extrajo de su bolsillo un pequeño cuaderno y un lápiz y comenzó a escribir en este mientras enunciaba en voz alta: –Administrar al acompañante de Shan Wei conocido como François Chopin unas esposas de kairōseki. Reducir el consumo de tabaco. Y comprar berenjenas.- Devolvió sendos objetos a su bolsillo tras finalizar y se quedó observando a los fugitivos. –Desmond Sawyer, Comodoro de la Marina al mando de este navío, mucho gusto.-

Esto era sin duda lo peor que podía pasarles, encontrarse con el oficial de mayor rango en el barco. Hachi le entregó a la pelirrosa su cuaderno de dibujo y sus ceras y se volvió hacia el Comodoro.

-Déjame adivinar. No piensas dejarnos escapar tan fácilmente.- Crujió sus nudillos. –Wei, necesito unos guantes. ¿Podrías ayudarme?- Adoptó una posición adecuada para el combate, preparado para lanzarse en el mismo instante en que los guantes recubrieran sus puños. Probablemente no sería capaz de vencerle, pero sí podía intentar abrirse paso fuera de la zona de carga para que los tres escaparan.

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Shan Wei
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyJue Nov 17, 2011 6:32 pm

Wei mantenía la cabeza fija hacia donde se suponía se encontraba la celda. Podía llegar a intuir por el olor que llegaba de esta que estaba muy oscura, las paredes olían a cerrado, sabía distinguir aquellas cosas por los olores, y estos le decían que no era una muy buena sala, podía oler con claridad el óxido de la sangre que se mezclaba con varios olores humanos más. Desde luego muy bien equipada aquella celda no estaba, al menos, la suya solo olía a madera húmeda. No entendía del todo por qué existía una prisión como aquella, y mucho menos como alguien podría tratar a cualquier ser humano así, era…deplorable. Mantuvo la cabeza firme con una expresión neutra. Sus pupilas en cambio viajaban de aquí para allá, no podía mantener la mirada fija en un sitio, pues oía con claridad la respiración del que se hallaba en ese minúsculo habitáculo y se movía, se movía hacia ella.

Notó como extendía sus brazos hacia ella, escuchó el suave sonido del roce con los barrotes. No se movió, tenía la firme convicción de que no le pasaría nada, y su ceguera le impedía ver el aspecto de aquel tipo, por lo que debía guiarse por su intuición. No obstante, notó en aquel momento la presencia de Hachi a su lado que le aparto de la celda. Se volvió un segundo hacia a él con una expresión apenada.

-Ha-hachiiii…-susurró quejándose, había querido hablar con el preso un rato más.

- Eh pequeña mentirosilla... eso de mentir está mal, pero que muy mal JAJAJA, ¿Qué se supone qué debería hacer ahora, gritar algo así como mentirosos a la fuga?... –escuchó entonces comentar al preso, su voz parecía melódica aunque tenía un tinte que no conseguía identificar del todo. Se mordió el labio inferior intentando identificar que era aquello que le producía una extraña sensación de la voz del preso.

-Sí, sin lugar a dudas podrías hacer eso. ¿Te sientes con suerte como para tomar esa apuesta?. Los guardias llegando o yo encontrando la llave de tu celda y partiéndote el cuello. ¿Comprobamos que pasa antes?- Hachi contraatacó, en el fondo era como un fiel perro y era de agradecer, habían salvado cantidad inmensa de obstáculos gracias a él, si no, la inocencia de la chica les habría llevado a más de una encrucijada, es por eso que confiaba al cien por cien en su compañero. Aún así, muchas veces se ponía bastante violento, Wei le agarró de la mano para inspirar tranquilidad.

-Ne Hachi, todo está bien ¿ne?-dijo la pequeña pelirrosa con una pequeña sonrisa para que el perro evitara cometer el segundo acto que decía podría comprobar.

Acto seguido, escuchó la voz del preso más alejado de los barrotes, que decía esta vez con un tono mucho más serio todo lo contrario a lo anterior. Las pupilas de la niña se movieron incesantemente intentando fijar la vista en algún punto y prestó atención a lo que decía.

- No hare eso tranquilos, sois interesantes y además me habéis caído bien, no tengo mucho interés en salir de aquí en la situación en la que estoy pero a cambio tendréis que hacerme un favorcito, siguiendo el barco o si tengo mala suerte estará dentro, encontrareis a una chica sexy con espadas, una escopeta y dos revólveres, no os costara mucho identificarla, si podéis hacer que se vuelva a su casita y no venga a meterse en problemas estamos en paz – Wei sonrió ampliamente al escuchar todo, en el fondo, por muy duro que intentase parecer, tenía alguien que le importaba y al que quería salvar la vida. Iba a aceptar el trato cuando de repente una voz se alzó a sus espaldas.

-¡Solo voy para asegurarme, el alguacil aún no ha vuelto!¡Eh vosotros dos, cómo os habéis salido?- estaban al descubierto, si continuaba hablando serían descubiertos, se volteó de inmediato, aunque sabía que su intento sería en vano, era una reacción instantánea. Escuchó el suave movimiento de Hachi pero de repente este se vio interrumpido, escuchó el rápido filo de una katana en el aire más o menos a la misma distancia en la que se hallaba el marine. ¿Habría desenvainado ya? Entonces sí que estaban en peligro. No obstante escuchó finalizar la respiración de alguien y los pasos de lo que podría ser otra persona. Se acercó hasta ellos y Wei comprobó por el olor, satisfecha, que aquella era la chica a la que se refería el preso.

-Perdón por interrumpir el... Trío. Verás, no hubiese vuelto por tu sucio y asqueroso culo latigueado. Si no fuera porque no saltaste cuando te lo dije. ¿Quién te crees, eh? –Wei se quedó atontada escuchando sus palabras, su discusión, volteo la cabeza hacia ellos y la giro un poco mirando a ningún punto en concreto. No obstante su diversión terminó cuando se sintió coger, Hachi la colocó sobre su hombro de forma un tanto cómica y la expresión de la niña era cuanto menos igualable. Wei extendió las manos hacia delante mientras giraba la cabeza hacia Hachi.

-Peeeeero, haaaachiiiii, quieeero escuuuchaaaar….

- ¡¡ALERTA ROJA!! ¡¡UN INTRUSO A BORDO!! ¡¡TODOS A SUS PUESTOS!! –sonó con fuerza por todo el barco, obligando a la chiquilla a taparse sus sensibles oídos mientras apretaba todo su cuerpo fuertemente.

-Hachiii….tenemos que iiiiirnos-dijo con esfuerzo.

-¿Qué clase de infiltración es esta que ya te han descubierto? Psché.-soltó Hachi antes de marcharse con Wei sobre él, todavía tapándose los oídos por el molesto ruido.

[...]

Corrían de aca para allá y entre el ruido, el movimiento del barco y ser llevada a cuestas Wei iba perdiendo e equilibrio y con ello empezaba a marearse. Escuchaba las pisadas de un lado al otro, los gritos, todo el mundo estaba revolucionado en el barco. No sabía hacia donde se dirigían. Por fin, Hachi paró de correr, al parecer habían llegado a un lugar lleno de objetos pues se escuchaban las cajas abrirse.

-¿Qué buscas Hachi?-preguntó curiosa la niña. No tardó mucho en obtener su respuesta. Una vocecita chillona que reconocería en el fin del mundo le respondió.

-¿Cómo que que busca? ¿Acaso te has olvidado de mi eh, pequeña mente olvidadiza?

-¡FU-CHAN! ¡Qué alegría! ¿Cómo es que estas aquí? Yo…Pensé que…

-Bah bah bah, no importa eso ahora mismo, tan sólo me metí en el cargamento en el puerto, os seguí, fue fácil. Ahora es más preocupante otra cosa…-miró un segundo al perro, asintiendo a su mirada de compenetración, él también lo olía y no podía ser nada bueno desde luego.

-Deberías dejar de fumar. Delata tu presencia.-dijo el perro, Wei se bajo y miró con preocupación al compañero. Arrugó la nariz un segundo, era cierto, había alguien más allí, y alguien que fumaba, podía oler con claridad el tabaco.

-Al menos espera a que lo encienda. ¿Si ya sabías que te estaba siguiendo porque has tardado tanto en decirlo? Alguien tan listo como para escapar con tanta facilidad y tan rápido de su celda seguramente ya lo sabía hace un buen rato. ¿Y bien? ¿Qué treta usaste? ¿Una horquilla oculta en el pelo? ¿Quizás te dislocaste el pulgar? No, claro que no ha sido nada tan artificioso. No, ha tenido que ser el poder de una fruta del diablo. Y a juzgar por tu olfato, dime, ¿en que puedes transformarte? ¿Un perro? ¿Un lobo? ¿Un zorro?- Notó el sonido de la mina contra un cuaderno, era algo inconfundible para la pequeña pintora. No obstante, las palabras le dieron a entender que se habían topado con lo peor que podían haber encontrado en el barco.–Administrar al acompañante de Shan Wei conocido como François Chopin unas esposas de kairōseki. Reducir el consumo de tabaco. Y comprar berenjenas. Desmond Sawyer, Comodoro de la Marina al mando de este navío, mucho gusto.-En efecto, las sospechas de la pequeña se hicieron realidad. Su expresión se endureció y el corazón le comenzó a latir a cien por hora. Recibió su cuaderno y las ceras de Hachi y lo extendió todo con rapidez.

-Déjame adivinar. No piensas dejarnos escapar tan fácilmente. Wei, necesito unos guantes. ¿Podrías ayudarme?- La niña asintió y con rapidez comenzó a trazar líneas sobre el cuaderno, conocía a la perfección la mano de Hachi por lo tanto podía hacer la medida exacta proporcionalmente a sus manos, comenzó a dibujar el exoesqueleto, los detalles, poco a poco pero con una tremenda rapidez, entonces comenzó a darle color, tenían que ser lo suficientmente fuertes, no podían ser cuero, algo más fuerte. Finalmente, cerró los ojos durante un segundo y se concentró, realizó entonces sobre el dibujo, un símbolo rojo, de la tinta que fluía de sus manos. Hubo una pequeña polvareda cuando de repente aparecieron los guantes sobre el papel y este quedó vacío. La pequeña los lanzó a los pies de Hachi esperando que fuesen lo suficientemente útiles, mientras ella permanecería atenta.

-Fu-chan, quédate a mi lado, dime lo que esté ocurriendo en cada momento.-le dijo al felino.
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Geo
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MensajeTema: Re: La gran fuga.   La gran fuga. EmptyDom Nov 20, 2011 10:29 am

Un ligero empujón con la mano fue lo último que hizo el prisionero especialmente retenido por la marina para poder escapar de ese barco, una ropa interior blanca y ancha teñida con la sangre que había emanado de las diversas heridas de latigazos que presentaba por el cuerpo, aun así una impecable limpieza y majestuosidad provenía tanto del parche que se posaba en su ojo derecho y en las vendas de sus brazos, al igual que los diferentes tipos de marcas corporales que presentaba su cuerpo. Quien lo hubiera torturado sin duda no quería poner en riesgo la vida de el excéntrico chico y mucho menos tocar ciertas partes de su cuerpo, como si hubiera estado totalmente restringido a ello.

Al fondo del pasillo ya empezaban a aparecer corrían con sus espadas desenvainadas y en alto, mientras se gritaban ferozmente los unos a otros entre el caos de las alarmas.

- ¡Ese es el matradragones, la maldita ciega y su compañero le han liberado! MÁXIMA PRIORIDAD CAPTURAR AL CONDENADO ESCLAVO DE LOS TENRYUUBITOS, SI ESCAPA NO NOS PERDORAN. INFORMEN AL COMODORO -

- ¡EL COMODORO SE HA DIRIGIDO A LA ZONA DE RECLUSIÓN DE OBJETOS SIN CONTAR CON COMUNICACIÓN NI REFUERZOS, TENDREMOS QUE ENCARGARNOS NOSOTROS... RECORDAR QUE LO NECESITAMOS VIVO, NADA DE ARMAS DE FUEGO NI PERFORAR O CORTAR PUNTOS VITALES! -

Aún así Geo parecía calmado con los pelos de nuevo abriéndose camino hacia el frente de nuevo tapando su rostro de nuevo de una manera triste y macabra, mientras una meuca de desagrado en su labios habría la apertura que permitía ver el ligero apretamiento de sus dientes. Su mano derecha agarró el cinturón que contenía tanto las balas como sus dos revólveres negros mientras se los ajustaba con una calma aterradora totalmente indiferente del acercamiento de los marines, sin apenas mirar a la compañera que había ido a salvarle también cogió la cinta de su rifle y se lo posiciono amarrado a su espalda mediante esta.

Ambientación musical

Un rápido movimiento de los dedos de su mano derecha para a continuación coger uno de sus negros revólveres, disparando al grupo de marines que se aproximaban contra él, las balas les perforaban, no solo a uno, si no a varios de ellos, encargándose de perforar zonas de poco riesgo y donde no hubiera hueso que retuviera las balas. Rápidos movimientos de muñeca le permitían abrir el cilindro de su arma y de un impacto contra los cargadores de balas reponía rápidamente su munición mientras la sonrisa volvía a su rostro, una sonrisa totalmente diferente a la que Geo solía utilizar, los comentarios de los marines y su sangre esparcida por todo el pasillo que intentaban recorrer sin duda esa sonrisa solo era una fachada, pero si no reía podría haber estado llorando todo el día o habiendo gritado de ira hasta quedarse sin voz.

El parcheado miró hacia atrás con una mirada brutalmente particular, totalmente depresiva y seria, mientras sus palabras frías y duras como un puñal de hielo se dirigieron a su amiga.

- Eres una completa paleta estúpida, nadie pidió tu ayuda, ya no estamos en tu pequeña villa, en el mundo real no puedes hacer simplemente lo que quieras y ser feliz o seguir viva... será mejor que nos vayamos hacía la superficie - -

Mirando hacía la entrada del gran respiradero de aire que había sobre sus cabezas al final de su reproche como señal a la espadachina, daba igual cuanto disparase Geo nunca podría retener a todos los marines del barco de una manera tan simple, aunque por ahora el efecto túnel se lo había permitido acabarían perdiendo de cansancio. Sus últimos disparos fueron directos a las bombillas que estaban iluminando el largo túnel, con la oscuridad y los gritos de los demás prisioneros encarcelados como aliados pego un brinco hacía el techo, rompiendo con la cuchilla de su revolver la rejilla de ventilación y agazaparse dentro de este para recorrer el barco sin más obstáculos, avanzando una pequeña distancia para dejar pasar a su compañera y en ese momento tomarse de nuevo un pequeño tiempo para recargar y correr de nuevo hacía el siguiente destino en el barco, la estancia donde tanto la mocosa sonriente y su padre se encontraban.
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