Mi primera caceria...

¡Nos esta robando los bolsos el muy descarado! - Se quejo a gritos una mujer.
¡No estamos a salvo! ¡A mi me quito los pasteles que le llevaba a mi nieto! - grito otra mujer anciana
¡A mi me quito las dos pistolas que le llevaba al mío! - grito otra.

Nymerya se paso la mano por la cara, intentando despejarse. No recordaba mucho de ayer (recordaba haberse encontrado una tienda de licores. Y habérsela bebido. El resto estaba oscuro.) y encima la habían despertado un montón de mujeres exaltadas y furiosas que proclamaban a gritos que alguien les estaba robando los bolsos.

Vale, vale, vamos a ver… - comenzó a decir la gigante, alzando las dos manos hacia el gentío mientras su cabeza le dolía como si un herrero hubiese decidido usarla de yunque - …es cierto que yo acepto trabajos como estos por dinero pero… tengo mi orgullo, vaya. Podeis contratarme para acabar con toda una banda de piratas, defender vuestras mercancías, en fin, todas esas cosas pequeñas y ridículamente faciles para las que los humanos no servis para nada, pero… contratarme a mi para capturar a un ladron de bolsos es… bueno…

La gigante se quedo mirando a la concurrencia mientras se encogía de hombros. Era una gigante: a ella que la contratasen para derrotar ejércitos o conquistar reinos, no para perseguir a un tipo que robaba bolsos. Leñe.

Antes de que pudiese seguir, un dolor punzante en el pie la hizo saltar hacia atrás e incorporarse, todo lo alta era. Al bajar sus ojos hacia el suelo se encontró mirando la aterradora imagen de una de las señoras mayores que se acercaba a ella esgrimiendo un bastón - ¡Vergüenza debería darte! ¡Un montón de mujeres respetables pidiéndote ayuda y dándote un trabajo honrado! ¡Y tu solo quieres hacer el vago!

La gigante recibió un nuevo bastonazo que recibió con un - ¡auh! - que sorprendió a todas las presentes. Tras eso retrocedió otro paso, intimidada mientras su agresora hablaba - ¡Y ahora escúchame bien jovencita!¡Vas a aceptar el trabajo y ayudarnos como una buena persona! ¡Te vas a dar un baño para dejar de oler como una cabra! ¡Después te vas a peinar como una señorita decente y vas a empezar el día! ¿¡Esta claro!?

Si alguien no entiende porque una gigante de 19 metros estaba intimidada por una sencilla señora que esgrimía un bastón contra ella, es que ese alguien jamás ha recibido una bronca de su abuela.

¡Si señora, si señora! - cabeceo asintiendo la gigante, mas despierta que nunca mientras su agresora, satisfecha, daba la vuelta y se marchaba.

La muchacha se pego un buen remojón en el mar, aún era pronto y la gente ya comenzaba con sus quehaceres, pero la gruñona anciana había despertado a Nymerya completamente. Se sumergió y nado junto a los acantilados de la isla. Cazo (si, cazo…) un par de atunes simplemente dejando la boca abierta para desayunar y recibió los insultos de tres pescadores por espantarles los peces. Después de vestirse y secarse al sol se quedo mirando el pueblo desde las alturas del acantilado, pensando.

“Bueno, si puedo enfrentarme a una tripulación de piratas, capturar a un ladrón de bolsos no debería ser… “ No continuo el pensamiento. Iba a ser dificilísimo y lo sabía. El motivo es que la mayor parte de las casas apenas le llegaban a las rodillas, no le sería fácil moverse por las calles y apenas podía ver lo que pasaba mirando hacia abajo. Nymerya suspiro e intento pensar en cómo diablos hacer el trabajo.

Y por añadido, se la veía. Se la veía desde muy, muy lejos. El ladrón no tenía más que mirar hacia el cielo, y de verla, irse a “trabajar” en dirección contraria.

Algunos tenemos que trabajar ¿sabes? - Le llego una voz bajo ella. La muchacha desvió la vista y se encontró un carro cargado de barriles y a un hombre que esperaba pacientemente a que se apartase del camino.

Ah, perdona, no te había vist… - la gigante se quedo mirando los barriles - …¿oye, que llevas ahí? - pregunto, mas por su curiosidad habitual que por ninguna otra cosa.

¡Barriles! Buenos barriles de madera. Me dedico a fabricarlos - dijo el hombre con orgullo mientras Nymerya apartaba los pies del camino - bien gigantona ¡adiós!

Nymerya se quedo mirando los barriles que se alejaban. Tenía una idea, o un asomo de idea, dándole vueltas por su cabezón. No lograba concretar que era, pero la idea no dejaba de pincharla, sin que pudiese quitar sus ojos de los barriles… y entonces se dio cuenta.

Minutos después Nymerya ya rodeaba el pueblo con pasos agiles que la alejaban del barrelero, que avanzaba muy por detrás de ella gritándola y lanzándole todos los insultos que conocía. En sus manos la muchacha llevaba todas las tapas de los barriles

Muy bien, tengo un plan, tengo herramientas… - pensaba la muchacha mientras se las arreglaba para maniobrar dificultosamente por la ciudad. ¡Puñeteras calles estrechas! -…y ahora solo necesito practicar un poco antes de que…

¡Al ladrón!¡Al ladroon!

Con resignación, la gigante suspiro poniendo cara de circunstancias. Después se giro sobre sí misma y vio, por una de las calles que cortaban con la avenida por donde estaba paseando a un tipo bajito y enratonado, ágil y veloz que corría como un galgo.

¡Alto en nombre de la ley! - grito la muchacha mientras ya empezaba a correr. Odiaba tener que gritar esa tontería y alertar a todo el mundo, pero desde que había estado en la cárcel, mejor era cumplir a rajatabla las leyes.

El tipo no se paro precisamente. Miro sobre su hombro y al ver lo que le venía detrás empezó a correr más rápido si cabe.

¡Alto! ¡Alto! - gritaba la gigante mientras corría detrás de el, cogiendo las tapas de los barriles y tirándoselas con dos dedos, intentando darle.

“¡CRASH!” Una ventana rota.
¡Alto!
“¡CRONCH!” Una puerta rota.
¡Alto!
“CRASH!” Un puesto de frutas a hacer gárgaras.
¡Qué alto, puñetas!¡Quédate quieto para que pueda darte!

Cuando se quiso dar cuenta el tipejo - ¡como corre el desgraciado! - le había sacado ya dos calles de ventaja. A lo lejos se giro y le hizo un gesto con el dedo que… - como te agarre… vas a desear que te atrapen los Marines - se quedo pensando la gigante, mirando con evidente cabreo a la figura que desaparecía.

¡Desgraciada! - Escucho a alguien gritar a sus espaldas. Con un suspiro, y una expresión de cabreo creciente, la gigante se dio la vuelta, mirando al suelo - Bueno ¿¡qué diablos pasa ahora!?
Justo en el mismo momento en que vio al carretero haciendo girar algo en la mano un pedrusco le dio en plena nariz. No fue fuerte para hacer daño alguno pero… fue toda una sorpresa - ¡auh!

¿¡Te crees que puedes robarme sin pelea!? ¿Crees que voy a dejar que una chica, por muy grande que sea se lleve mi mercancía? Oh ¡no amiga, ya lo creo que no! - Proclamaba con gritos furiosos el carretero mientras ya volvía a poner otra piedra en la honda, ante los sorprendidos ojos de la muchacha. Esta le dio en el hombro, aunque apenas si la noto.

Suspirando para calmarse y no enviar al carretero de una patada hasta el mar, Nymerya junto las manos, intentando tranquilizarse mientras pensaba “Vamos a ver… es más rápido… “ una piedra le dio en un brazo, con un: poc “…que yo, y apenas si se atinar…" una piedra le dio en un pecho, fútilmente “…con estos cachivaches, así que lo que debería conseguir…“ una piedra le dio en la tripa, apenas la sintió "…es que alguien más pequeño y más rápido le… “ Bajo la vista a sus pies mientras el carretero cargaba otra piedra. Alzo las manos al instante, como si se rindiese.

¡Vale vale! - dijo esbozando su mejor sonrisa amigable - ¡Lo siento, tu ganas, no me hagas más daño! - "¿daño?" - … pero… yo no tengo tu dinero ¿Porqué no se lo pides a mi jefe? Se ha ido por aquí, sígueme…

¿¡tu jefe!? ¿¡Que te han contratado para robar mis barriles!? - grito furioso el hombre, adoptando un color rojo tomate - ¡¡Preséntamelo, que se va a enterar de lo que vale un peine!!

Llevaba andando ya cerca de media hora por la calle. Había estado a punto de pisar a uno que ya estaba borracho de buena mañana “…como me gustaría estar así a mi…" y el barrilero no paraba de gritarla. La verdad es que estaba empezando a desquiciarse y mandarlo todo a la porra cuando…

¡Mi bolso!¡Socorrooo!

¡Ahí está mi jefe! - grito de pronto Nymerya interrumpiendo al hombre mientras este le gritaba a la gigante el oficio de su madre. Este se giro, azuzo a los caballos del carro y salió gritando en esa dirección - ¡Ahora! ¡Ahora vas a ver lo que es bueno desgraciado! ¡Quiero mi dinero!

Claro que no el ladrón no reparo lo mas mínimo en el carretero. Su atención estaba puesta en la muchacha de pisos de altura que se dedicaba a saltar sobre las casas, atajando camino y acercándosele. Empezó a correr, alejándose cada vez más, y más, y más…

Nymerya estaba saltando ágilmente sobre las casas (salvo por una chimenea que se llevo de una patada). El ladrón se le estaba volviendo a escapar pero "…eso es… sigue, sigue corriendo enano…” escapaba en la dirección adecuada. Desde las alturas la gigante vio como el ladrón doblaba una esquina y… ¡ZAS!

El barrilero no dudo un segundo. En cuanto ese tipo se estampo contra su carro se bajo agarrándolo de la pechera y… bueno, los dientes empezaron a saltar en todas direcciones, mientras el desquiciado artesano gritaba: "¿¡Creías que podías robarme los barriles!? ¿¡Donde esta mi dinero, eh!? ¡¿Y mi dinero!?"

La gigante llego a tiempo antes de que lo matara, con una idea clara de que hacer. “¡Esto por las piedras!” grito mientras cogía uno de los barriles destapados del carro y atrapaba dentro al carretero.

Y por fin, con un suspiro se levanto, mientras el barril se alejaba entre gritos calle abajo, chocándose contra las paredes. Con lentitud, dirigió una sonrisa escalofriante hacia su presa, atrapada en su mano - Vuelve a hacer eso del dedo ahora, anda… Le pidió amenazante mientras caminaba fuera de la ciudad… las mujeres no tardarían en pasarse a conocer el ladrón y darle la recompensa, y si tardaban… bueno… peor para él.

Mientras la gigante y el ladrón se perdían en el horizonte un barril seguía dando tumbos por las calles chocándose con todo y todos.