[Mision] Cuidado, puedes morir... o no

Mision: Cuidado, puedes morir... o no:

Acababa de llegar a Centaurea, aquel lugar no me gustaba nada, me había informado sobre este enorme islote, tan poco había mucha información pero lo que encontré no era de mi agrado. Esta isla es una verdadera arma mortal, por así decirlo, había leído que no solo podrían encontrarme con animales extraños, sino que también me encontraría con cosas realmente extrañas, no explicaba el que, pero si que eran sorprendentes. Decidí emprender la misión, debía encontrar una planta de pétalos color violeta y hojas con extrañas formas de corazón, no conocía el nombre, pero debido a su extraño aspecto sería difícil de localizar. Me adentré en aquella salvaje jungla, jamás había visto algo tan exótico, una conjunción de plantas realmente extrañas que jamás en mi vida había podido observar, cuando me quise dar cuenta me encontraba en un pequeño claro, mis ojos quedaron impresionantemente sorprendidos, debido a mi capacidad intelectual había pocas cosas que me sorprendieran, pero esto, esto era impresionante, las plantas se movían solas, poco tiempo después miré a mi alrededor y logré observar a objetivo, aquella planta me estaba mirando, pero, era extraño, me saludaba con un tallo, cuando fui a acercarme a ella salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Salí tras ella, pero antes de que me quisiera dar cuenta, había sido atrapado por lo que en un momento pensé que era una simple ramita, después miré hacia atrás y realmente era una rama, pero una enorme que tenía vida, me había agarrado por el pie y me observaba, al instante abrió una boca y lentamente me fue acercándo hacia ella, no sabía como reaccionar, me dispuse a golpear aquella criatura de la naturaleza y...

Al instante, golpeé la rama y caí de pie al suelo, aquella rama que actuaba como brazo cayó junto a mi. No podía retrasar más mi tarea, si no llegaba a tiempo de cumplir mi misión, el Gobierno me cortaría en trocitos, y por suerte para mí, no sería literalmente. La planta que buscaba corría por delante mía, y no lograba alcanzarla, al parecer, esta isla tendría algún tipo de energía interna que daría vida a las plantas, y cuando una está en peligro, las demás actúan para que corriera riesgos. Al instante, me acercaba poco a poco a la planta, pero entonces, por mi camino apareció un enorme insecto, parecía una hormiga, es más, creo que era una hormiga roja, las cuáles tienen un peligro realmente impresionante cuando van en grupo, esta en cambio parecía que no le hacía falta ayuda, ella sola se valdría para dejarme atrás. Eché un vistazo y la flor seguía corriendo, maldije aquel lugar, le coloqué el puño entre las tenazas y me preparé para el arduo combate que me esperaría frente a este enorme insecto. La hormiga roja detectó mi presencia y me miró con una cara de hambre, parecía que quería devorarme, y sabiendo la velocidad que poseen estos insectos para comer no tardaría mucho. Sus pinzas intentaban aferrarme, conseguí romperle una, por lo que devorarme le costaría mucho más, tras cada impacto, me echaba hacía atrás y ya no veía a la planta que corría delante de mi. Acabe de espaldas a un árbol enorme, en ese momento escuché un crujido y miré hacia arriba, la hormiga también lo hizo, para cuando me quise dar cuenta, el árbol enfurecido estaba lanzando contra nosotros un potente golpe con la rama, conseguí subirme sobre la hormiga y dejarla atrás para que solo ella recibiera el golpe, y así fue, la enorme hormiga roja acabó aplastada contra el árbol y yo empezaba a sentir frío y miedo en aquel lugar.

Continué mi cruzada, debía encontrar aquella extraña planta, no se me especificó para que, pero si lo mandaba el Gobierno Mundial, debía obedecer.
La volví a ver, pero esta vez no estaba sola, habían tres tipos de plantas diferentes con ella y estas se pusieron a lanzarme hojas como si de shurikens se trataran.

No me lo podía imaginar, aquí había hasta plantas ninjas, pero esto era un verdadera locura, gracias a mis piernas logré desviar las hojas tan afiladas, excepto una que impactó contra mi costado, por suerte no me golpeó la piel, sino que rasgó el traje de CP. -Maldición, este traje cuesta dinero- Dije de forma graciosa, quería tomarme esto como si fuera un juego, pero aunque no lo fuera, nadie me rompía la ropa.
Tenía que planear una sencilla estrategia para evitar esas plantas y acabar con ellas para así llegar cuanto antes a la primera planta, a la que llevaba desde hacía rato persiguiendo. Observé las posiciones de los árboles, sabía que si los golpeaba, llevarían sus golpes hacia mi y esa sería la estrategia perfecta. Las plantas volvieron a lanzarme hojas como shurikens y salté hacia un árbol, al instante en que golpeé el árbol, este movió una rama como si fuera un brazo, salté hacia otro árbol, y el golpe del primero impactó en el segundo, el cuál envió un ataque hacía mi que me había posicionado tras las plantas ninjas. El árbol golpeó y aplastó a las plantas y en cuanto la primera observó eso, salió huyendo de nuevo, claramente, no iba a permitírselo, por lo que salí tras ella con la esperanza de cogerla de una vez por todas.

Estuve a un palmo de agarrar una de sus hojas, pero me volví a quedar enganchado, para mi suerte solo era una enorme huella de insecto y no un árbol ni nada de eso, espera, ¿que? yo no he dicho nada. Aquella enorme huella pertenecía a un querido amigo que se me puso por medio, era una enorme abeja, estaba volando frente a mi, y parecía que le gustaría clavarme el aguijón, pero claro, yo no iba a permitir que rompiera mi traje, este insecto no era tan grande como la hormiga roja, pero tenía su tamaño, seguramente me resultaría fácil vencerla debido a que pelear con el trasero levantado le quitaría velocidad, pero me equivocaba, mi única solución sería clavarla en algún árbol o incluso cortarla en trocitos, opté por lo segundo, ya que si la clavaba, podría liberarse y venir de nuevo a por mi.

Cuando no me quedaba otra opción, se clavó en un árbol y yo con una velocidad impresionante le rompí el diminuto cuello que poseía, lo que hizo que muriera rápidamente.
Había perdido muchísimo tiempo, debía alcanzar a la planta como sea, aunque me costara la vida.

Ya estaba viendo de nuevo a la planta, al parecer, la jungla en la que me encontraba no se acababa, comencé a mirar a mi alrededor y no veía más que árboles y sombras que se movían a mi vera, los insectos gigantes me estaban siguiendo y no me gustaba nada, prefería que me hubieran mandado a una misión más fácil, como sofocar una revolución o cosas así, pero no, decidieron mandarme a la isla más extraña que jamás podría haber existido. La tenía delante, estaba allí, me lancé sobre ella, y para mi suerte caí justo encima de la planta, utilicé mis manos para arrancar la flor, ya la tenía, la guardé en el bote que se me entregó para que estuviera bien conservada y me levanté, había cumplido, solo me hacía falta volver hasta mi barco, eso sería lo difícil y lo complicado. Al momento de levantarme pude escuchar un cañonazo no muy lejos del lugar, solo había dos soluciones, los sucios marines o los malditos piratas, debía observar la situación, quizás así conseguiría que el Gobierno Mundial se fijara más en mi y me encomendara misiones mejores. Anduve por la selva y acabé en una pequeña playa, allí vi a lo lejos dos barcos, uno de ellos era un buque marine, al parecer una batalla estaba teniendo lugar en el South Blue, cerca de esta isla.

Mi mirada quedó fija a ambas embarcaciones, no me sorprendí, solo me gustaría saber quién estaría al mando de esa embarcación marine, no tenían cabeza alguna, meterse en una refriega con los piratas era una estupidez, los marines eran demasiado estúpidos como para vencer en un ataque por mar. Ojalá hubiera estado allí segando vidas, me habría divertido más, no estaban muy lejos, por lo que en cualquier momento podrían llegar hasta aquí. Para mi sorpresa, un marine fue lanzado desde el barco pirata hacia el mar, quedó en la orilla y se levantó malherido, cuando me vió se levantó y se acercó lentamente -¿Eres... eres un agente del... del Gobierno?- Mi mirada estaba seria, me di la vuelta y comencé a andar -Espera... no te vayas, no me dejes aquí- Hice oídos sordos a las palabras del marine y continué andando, se me conocía por mi inmensa frialdad -Pienso que deberías volver a tu barco, inepto, pronto se hundirán y les dolerá saber que has huido- El marine miró hacia atrás, hacia su barco y continuó andando tras de mi -¿Dón.. dónde estamos?- Sonreí y continué el camino hacia mi embarcación.

Estaba soportando mucha presión desde que aquel tipo se dignó a seguirme, me resultaba realmente impresionante, aún sabiendo que mi frialdad solo le traería más problemas me seguía -Te lo aconsejo, lárgate, ¿vale?- El marine aún seguía mi camino, las plantas volvieron a moverse, esta vez se movían más lentamente, parecía que me temían, pero aún así debía seguir con cuidado por aquellos lares, quien sabe lo que me podría encontrar en la vuelta de la esquina. -Escucha, esto no me gusta, ¿porque no corremos?- Me di la vuelta y me acerqué a él, observé una pequeña grieta que se abría lentamente en el suelo, al parecer se trataba de una planta, mejor dicho, estábamos sobre una planta carnívora, pero en aquello también me equivoqué, la misma isla era una maldita planta carnívora, solo se me ocurrió una cosa, debía agarrarme a cualquier planta u árbol para que no me tragara, pues está comenzó a aspirar y a levantarse poco a poco -Eh, sera mejor que te aferres a algo- De un salto llegué a una enorme rama de un árbol, la grieta se había convertido en una boca con dientes propios y todo, al instante, como si de una flor se tratara, se cerró y al instante se abrió, miles de criaturas habían caído en aquel agujero y yo logré salvarme, no vi a aquel marine, pero escuche unos gritos -¡¡Socorrooo!!- Volví la vista, y vi como el marine estaba amenazado por un escarabajo gigantesco, corrí hacia el lugar y golpeé una de las patas del escarabajo, cayó de bruces y logré salvar a aquel marine, no se porque lo hice, pero al menos me sentí bien por una vez -Gracias, no se que me habría pasado si no hubieras aparecido- Mi mirada se enfureció, yo me enfurecí -Cierra el pico, maldito inepto, o serás el próximo en caer por ese maldito agujero, ¿está claro?- El marine bajó la cabeza y volvió a seguirme, solté un suspiro y continué mi camino hacía mi embarcación.

Ya llevaba horas andando por esta isla, con el maldito marine detrás mía, no lo soportaba, no paraba de susurrar cosas y estaba temblando, era realmente un cobarde, solo sabía que este tipo no iba a subirse a un barco del Gobierno, solo por la razón de que me lo iba a cargar antes de que pusiera un pie en el "Maldito tio, me está tocando las narices, no soporto los cuchicheos" Poco a poco, mi vista se iba nublando, no se que me estaba ocurriendo, al parecer alguna planta habria liberado alguna sustancia nociva, y me estaba afectando, cuando me volví, el marine había caído al suelo, me dió completamente igual y continué mi camino, no veía, estaba todo nublado, pero a lo lejos podía observar una sombra, parecía un insecto, no reconocí que o quién era, tenía constitucón humana, quizás era un usuario de Akuma No Mi, de todas formas, si esto era una sustancia solo le afectaba a mi vista, mis demás sentidos estaban perfectos, podía respirar, moverme, escuchar, cualquier cosa excepto ver bien, pero bueno.

Al cabo de un rato, comencé a ver una pequeña luz, cuando llegué hasta ella pude ver la playa en la que se encontraba mi embarcación, los hombres que me acompañaron estaban en el barco, se había hecho tarde, cuando me acercaba a la embarcación escuché una voz -¡¡Cerdo!! Te vas a enterar por dejarme a mi suerte- Cuando quise darme la vuelta, vi al marine apuntándome con un revolver, estaba cabreado, pero me daba igual, mi vista se había despejado y acabaría con él en un abrir y cerrar de ojos, lancé el bote con la planta a uno de los hombres del barco, el cuál lo cogió y coloque mis puños para atacarle.

Aquel marine estaba verdaderamente enfadado, me daba igual, con tan solo un corte en su costado podría acabar con él y lo dejaría aquí sufriendo hasta que la misma isla decida tragárselo. -No es parte de mi misión llevarme a un necio como tú en mi barco, lárgate y te dejaré vivir- Mi rostro estaba serio y mostraba una enorme frialdad propia de un sádico, me daban igual los demás, solo quería cumplir mis propios objetivos a costa de todo, era una buena estrategia. Coloqué mis puños en posición de combate y esperé a que decidiera a disparar, al parecer le temblaban las piernas, era normal, enfrentarse a un asesino del Gobierno le provocaba temor incluso a un Yonkou, y más si era yo, puede que no perteneciera al CP 9, pero me daba igual, les daría motivos a todos para que me ascendieran a ese rango de una vez por todas, ese era mi sueño, eso es lo que yo quería. -¿Dejarme vivir? No podrás reaccionar maldito CP, tendrás que pedirme clemencia de rodillas- El marine se digno a dispararme y gracias a la velocidad de mi cuerpo y a mi capacidad de razonamiento pude desviar la bala, ese mismo proyectil golpeó a uno de mis hombres, miré serio al marine y me acerqué lentamente a él hasta colocarme frente a frente, realicé un simple golpe contra su mano y en cuanto se dio cuenta, su revolver se había partido por el cañón -¿Quién va a pedir clemencia a quién?- El marine se abalanzó hacia atrás, cayó al suelo y al momento levantó y sacó su espada, en ese momento comenzó el combate.

Esquivaba rápidamente sus estocadas, nos movíamos mucho, no me estaba costando nada enfrentarme a este hombre, pero no quería que esto acabara pronto, por lo que se lo estaba poniendo fácil, en un momento de distracción por su parte, le golpeé con el puño en la boca y le realicé una patada en el torso, lo que hizo que derramara mucha sangre, y que mi propio puño se manchara, lo lamí, probé la sangre de aquel marine y dije -Muy salada- Corrí hacia él para continuar el combate y...

Al probar la sangre, el marine se asustó, como muchas personas, creyó que eso iba a potenciar mis habilidades, era solo una trampa que les tendía a mis rivales y enemigos para que así creyeran lo que no era. El combate llegó a un punto de satisfacción para mí que cada vez que me golpeaban me reía, cuando yo le golpeaba aprovechaba cualquier ocasión para fingir emorragias y cuando se distraía le golpeaba de nuevo, conseguí tumbar al marine varias veces y además, comencé a sentir como la isla volvía a levantarse, sería cuestión de horas que ocurriera y acabáramos ambos enterrados entre todas estas criaturas y plantas. -Te dije que serías tu el que tendría que pedir clemencia- El marine estaba literalmente temblando, le provocaba miedo, temía que eso de beber la sangre de otros de verdad me afectara y me convirtiera en una bestia sin control, pero no era asi, es más, eso no afectaria en mi organismo de ninguna forma. El combate estaba empezando a gustarme, aún ni siquiera había comenzado a pelear enserio y mis puños me pedían mas sangre, deseaba destrozar su cuerpo, pero debía llegar rápido a la isla judicial para entregar la planta al Gobierno, asi que por lo tanto, reduje mis posibilidades y me coloque a pelear enserio...

El combate se estaba poniendo interesante, el marine intentaba golpearme con su espada, pero no se podía enfrentar a mi velocidad, esquivaba sus ataques con una velocidad considerable y me estaba convirtiendo en un duro rival para el, poco a poco golpeaba con más fuerza a su estómago, a pesar de no poseer tanta fuerza como un luchador experto, podía tumbar a mi adversario, lo que temía sería no poder vencer a uno mayor, la verdad es que este marine ni siquiera tenía un cuerpo grande, por lo que tendría que ser un simple soldado, me encantaba, sus estocadas eran veloces pero yo lo era más y mis golpes en su estómago le estaban haciendo daño, me digne a realizar un golpe fuerte en su rostro, por lo que me alejé de él, levanté la pierna izquierda y salté, golpeé su rostro con mi pierna derecha y lo tumbé de nuevo, después caí sobre el y escupió sangre que casi mancha mi traje del CP, hice que esta cayera en mi brazo y la limpie moviendo la mano. Mi rostro se mostró frío y le dirigí unas ligeras palabras -No se te ocurra moverte- El marine estaba respirando difícilmente y de forma cortada, baje de su torso y me fijé en el barco, mis hombres estaban impresionados, jamás se habrían preocupado de nada de que esto ocurriera, pero tenía habilidades que sorprenderían al mismísimo Rey de los Piratas, a pesar de que tan solo conociera la técnica Geppou del Rokushiki, era un fantástico batallador, aunque estaba especializado en el arte de las espadas, el cuerpo a cuerpo no se me daba mal, aunque comparando con las espadas, era un manta con las manos.

-Recoged al muerto, subirlo al barco y dejad aquí al marine, que la isla decida que hacer con él- Dije fríamente a mis hombres, recogieron al hombre que murió y yo mientras subía al barco para volver a la isla judicial y cumplir con la misión. El Gobierno estaría satisfecho de mi trabajo aquí, la verdad esperaba que jamás tuviera que volver.

El barco se estaba preparando para zarpar, poco a poco, veía como la isla comenzaba a levantarse y absorbía poco a poco todo, cuando el barco se alejó uno o dos metros de la isla, se levantó y absorbió al marine que comenzó a gritar -¡¡¡¡Aaaaah!!!! Cabrones... ¡¡¡¡ayudadme!!!!- Mi mirada se quedaba fija en aquella isla tan impresionante, al parecer había estado sobre una planta carnívora durante todo el tiempo, aquel lugar, realmente me había impresionado, jamás había visto algo de ese calibre, solo esperaba que si volvía aquí fuera para convocar una Buster Call, no soportaba ver un lugar tan monstruoso, ni siquiera yo, con mi gran inteligencia y mis dotes de percepción podría haber sobrevivido si no llego a estar atento. Mientras me alejaba del lugar, recogí el bote con la planta y observé el cuerpo muerto de uno de mis hombres, la bala impactó directa contra su corazón, perdió mucha sangre, era hora de darle una muerte más digna de un miembro del Gobierno -Arrojadlo al mar, no quiero que el barco apeste a muerto- Los demás hombres, asustados, cogieron al muerto y lo tiraron al mar, ahora sería pasto de los peces y yo no tendría nada que ver.

Pronto llegaría a la isla judicial, pronto llegaría el momento en el que el Gobierno tuviera que reconocerme. FIN