Dos caras de la misma moneda

Alcanzó a la mujer sin poder evitar reír ante su descripción, ella sabía lo que quería.

-Ese tipo de compañía es mejor en una habitación a solas. - rió ante su propio comentario, completamente relajada, andando junto a su hermana.

Antes hubiera preferido morir ha hablarle a alguien ajeno de esa forma pero con ella era diferente, ahora todo sería diferente.
Aunque esa descripción era demasiado detallada.

-Y dime, ¿ese chico que dices es tu novio? - le dedicó una mirada entre suspicaz y divertida, dejándole ver que la había pillado.

-En una habitación, en un sofá, en un baño, donde sea, ese tipo de compañas es buena en cualquier sitio, en una habitación el mejor sin duda pero bueno, cada uno tiene sus gustos sus lugares para esas cosas y no seré yo el que los judge.


Aria sonrió de lado, no le importaba hablar así o de esos temas en absoluto mas con su recién descubierta hermana, ¿Con quien si no hablaría de esos temas?, ¿con Crash, su primer amor frustrado? antes muerta, ¿con Zefiro? no, lo prefería vivo antes que muerto de un infarto de pura vergüenza, la tranquilidad en aquel tema se veía reflejada en el rostro de Aria, hasta que ella hizo aquella pregunta.

-C-claro que no, ese v-viejo egolatra de Allen no es mi novio, menuda estupidez hermana.- Y así Aria salió por patas hacía el bar con un claro sonrojo en su rostro al pensar en ella y Allen de esa forma, una forma imposible pero que realmente, le hubiera gustado estar algún día, si , no estaría mal poder llamarle así...

Dejó escapar una carcajada anteel comentario de su hermana. Era extraño, nunca había hablado de eso con nadie, porque simplemente no lo necesitaba, pero ella, esa mujer que huía valientemente delante de sus narices era todo lo que nunca tuvo.

Sonrió alcanzandola.

Y lo agradecía, agradecía enormente que esos dioses a los que había dejado de rezar haía tiempo le hubieran dejado conocer algo más que tristeza y soledad.

-Y aun asi quieres estar con ese ''viejo egolatra'' en una habitación, en un sofá, en un baño o donde sea, mientras haya poca ropa de por medio. - el sonrojo que tenía en la cara conseguía que Aria fuese transparente para ella.

Se estaba riendo de su hermana y lo adoraba, hacía tiempo que no se burlaba así de alguien cercano.
Era tan agradable porder hablar con alguien que no quisiera atacarte, robarte o violarte. Hacía mucho que había olvidado el significado de la palabra ''amor'' y aunque para ella siguiera siendo palabras vacías, esaba recuperando algo que nunca pensó volver a tener.

-¿Comparas a tu novio con tu perro? - se rió. Era una comparación... acertada.

La siguió hasta la taberna, en silecio. Pero aun así la envidiaba, la envidiaba enormemente. Ella tenía alguien a quién amar, un hombre con el que compartir su vida en cambio ¿que tenía ella? Nada, solo recuerdos tristes, lágrimas, despedidas y un brillo azul marino que todavía la acompañaba en sus más íntimos sueños. Y ahora él había desaparecido para siempre, le había sido arrebatado como todo lo que una vez amó y todo por su culpa.
Y ahora temía que al encontrar a Aria tambien le fuera arrebatada, porque ya su corazón no podría soportar más pérdidas.

Ni siquiera se había dado cuenta de cuando habían llegado al bar, ni que todas las miradas se habían posado sobre ellas.
Sonrió desde la puerta a su hermana y se acercó a ella sentándose a su lado, ignorando las miradas lividinosas y silvidos que les daban a ambas.

-Pero aun así lo quieres, no te importa que el sea marine y tu pirata, quieres estar junto a él, ver crecer a tus hijos y poder decirles que tienen los ojos violetas de su padre y el cabello negro de su madre...

Estaba describiendole el sueño que ella siempre tuvo y que acabó destrozado en miles de pequeños pedazos cuando se marchó en aquel barco.
Ya no vería crecer a sus hijos y no sentiría el abrazo del hombre que amaba.

Se dejó reconfortar por su hermana. Era agradable y cálido, le infundia tranquilidad y cariño, se sentía segura.
Cogió entre los dedos el vaso de ron que Aria había pedido para ambas y miró el oscuro líquido.

-No lo dejes marchar, no te des por vencida, si tienes un sueño persiguelo, si quieres algo cogelo... ¿Sábes? Las batallas más difíciles de ganar son las mejores, te mereces la felicidad más que nadie. - le dedicó una sonrisa triste. -Eres una luchadora y una vez obtengas por lo que has luchado, a pesar de las guerras, a pesar del dolor, no lo dejes escapar, no lo avandones, no dejes que te arrebaten al hombre que amas... no cometas el mismo error que yo.

Estaba dejando escapar demasiado.

Le dedicó una sonrisa a Aria.

-Mientras las posibilidades no sean de 0% siempre se puede ganar. Sal ahí fuera a luchar por lo que quieres, tu todavía puedes vivir una vida junto a la persona que amas, si ahora te quedas aquí, ahogando las penas en un vaso de ron, te arrepentirás de no haber luchado, quizá no hoy ni mañana, pero te acabarás preguntado ¿Y si hubiera hecho esto? ¿Y si hubiera hecho aquello? Tu vida será una lista de pregunta sin respuesta que te recordarán hasta el úlimo de tus días lo estúpida que fuiste... - tomo un trago de su vaso. -... no quiero esa clase de vida para ti. Tu todavía puedes hacer algo, yo ya no. Si el se da por vencido ve tu, ignora tu orgullo y demuestrale que las batallas no siempre las ganan los que tienen todo a favor.

No quería volver a sacar el tema del hombre a la luz otra vez, todavía le dolía hablar de aquello, pero su hermana tenía derecho a saberlo, si ella preguntaba, se lo contaría todo.

-Eso es lo más gracioso. - dejo escapar una carcajada triste y extrañamente amarga. -Él no me dejó a mi, yo lo dejé a él.

-Por eso te digo que las batallas dificiles son las mejores. - le sonrió, lo mejor era dejar de lado todas las penas y beber riendose y burlandose de todos. -De todas formas, mejor dejemoslo.

Levanto la jarra y le guiñó un ojo, pero le sorprenió el abrazo de Aria, sonrió, dejandose reconfortar, ella había entendido que aquello era lo último de lo que quería hablar, le agradecía que no hiciera preguntas.

-Entonces bebamos. - le dijo aun abrazadas, tomando un sorbo de su jarra en un posicón cómicamente incomoda.

Le sonrió cogiendo el papel, un tanto arrugado y gastado, pero sus letras se podían leer sin ningún problema.

-Gracias hermana. - le dedicó una sonrisa dulce y guardó el papel en el obi de su kimono.

Ella también frecuentaba bastante esa isla, y aunque fuera y no la encontrara allí, simpre podía preguntar a sus pajaritos.

-Dalo por hecho. - por supuesto que se volverían a ver, ahora que la había encontrado no la dejaría marchar y parecía que ella pensaba igual.

Se levantó y la abrazó espontáneamente, con cariño e incluso posesividad, una faceta icluso desconocida para la propia cazarrecompensas. La pelirroja podía ser una persona hérmetica y fría, pero para ella haber encontrado a la que provablemente sería la última persona de su familia que le quedaba significaba mucho más de lo que había dicho o de lo que podría decir nunca.