Dos caras de la misma moneda

Maldició todo lo maldecible, y sobre todo, su particular puntería para llegar a parar a una isla en la que cuando no estaba lloviendo, estaba nuvablado a punto de llover.
Tenía el pelo y la ropa empapada por igual, que se le pegaba al cuerpo, remarcando de forma muy sugerente sus pronunciadas curvas, maldita tormenta.

La calle estaba desertica, lo comprendía, no era muy agradable caminar bajo aquel torrencial.
De hecho no sabía como había podido llegado a parar allí, nunca había tenido mucha orientación y el mardito barco mercante en el que se había colado la había dejado allí tirada, si hubieran sido hombres podría haber ido a donde quisiese pero para su conocida mala suerte, solo habían mujeres en aquella tripulación.

Quién sabe, puede qeu se encontrase algo divertido que hacer allí, y aunque sabía que las posivilidades de diversión allí eran bastante nulas, la esperanza es lo último que se pierde.

Caminó por las calles, resignada, no le molestaba la lluvía -no demasiado- lo que le molestaba era saber que, otra vez, estaba perdida. Sus pies chapoteaban en los charcos de la calle y su kimono verde parecía brillar en la ocuridad de la tormenta.

Se chocó en un cruze con un figura cubierta por una amplia chaqueta negra. Era de su altura y una mujer, ella se disculpó, normalmente hubiera sonreído y se hubiera marchado pero se quedó allí quieta, examinandola con cara de sorpresa. Le era tan extrañamente familiar. Desvió la mirada hasta el escaparate de la tienda a su lado, mirando su propio rostro,
Le era tan familiar porque era muy parecida a ella.

Sintió una desagradable opresión en el pecho y la nostalgia invadirla.

-¿Quién eres? - la extrañeza que mostraba su rostro fue a la par con su voz.

¿Scarlet? Tenía que ser una broma. ¿Es que tenía alguna clase de parentesco con aquella chica? Su familia estaba muerta o desaparecida, no tenía ninguna hermana. Estaba acostumbrada a vivir sola, tenía asumido que lo más provable es que estuviera sola en el mundo y ahora, se quedaba tirada en una isla y conocía a una chica que le deshacía todas las tablas y descolocaba sus ordenados pensamientos.

Se dejó llevar por ella hasta refugiarse de la lluvia bajo un tejado.

Estaba sorprendida y no se molestaba en ocultarlo.

-Soy Erza Scarlet. - suspiró calmandose. -De conocernos, lo recordaría. - sonrío levemente, se sentía a gusto junto a aquella chica.

Se sentó, con una expresión en el rostro que no supo descifrar, parecía que Aria estaba tan confundida como ella.

¿Ser familia? La idea, pensandolo fríamente no era tan descabellada, pero resultaba tan surrealista.
Suspiró, imitando a la chica y sentandose en el suelo.

-Mi madre... - que irónico, estaba hablando de su familia, algo quen o había hecho con nadie, con una desconocida, aunque quizá, no era tan desconocida como aparentaba ser. -... ella se fue después de nacer yo, avandonó a mi padre y mi hermano mayor. Al final mi hermano me contó que ella había huido a Arabasta, no se porqué o si se fue sola, el que puedas ser... - le costaba tanto asimilar eso. -... mi hermana, es una posivilidad, personalmente, no creo en las coincidencias.

Estaba confusa, por primera vez en mucho tiempo Erza Scarlet no sabía que hacer o decir. Se había acostumbrado a lo que suponía vivir sola y, quizá, no tener a nadie más en el mundo. Se había planificado su vida y esa vida no entraba una posible hermana. Todo aquello se le salí de las tablas y conseguían confundirla de tal manera que comenzaba a cuestionarse todo respecto a su vida, lo que fue, que debía haber sido y lo que podría haber sido.

La expresión de la pelirroja no era muy diferente a la de Aria; contraída en confusión.

Por su mente pasaban las imagenes que habían formado su infancia; dolor, sueños rotos, promesas incumplidas, soledad y la más perpetua de la oscuridad.

¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido a una hermana a su lado? ¿Habría sido todo diferente o no habría cambiado nada?

-Quizá... no es tan malo. - se atrevió a decir, recostando la cabeza en la pared.

Recordó la sonrisa sincera de una niña pelirroja, tambien recordaba cosas buenas de su infancia; los paseos con su hermano, la sonrisa de su padre y los danzarines ojos aules de cierto chico que ansiaba poder volver a ver.
Demasiados sentimientos contradictorios.

La joven estaba triste, la joven pelirroja había podido disfrutar de su familia, aun que hubiera sido por un corto periodo de tiempo, pero ella, todo lo malo que le había pasado había sido por lo mismo,por que la habían abandonado en el desierto de Arabasta y casi muere tantas veces, había pasado por tantas cosas malas , había sufrido tanto en su infancia pero, ella no podía entenderlo, ahora tenía a alguien, asi de pronto, no,aquello era surrealista, , se levantó de donde estaba y saco la cabeza dejando que esta se mojara con la lluvia, necesitaba refrescar sus ideas y entonces escucho a Erza, sonrió de lado con un tinte de nostalgia y tristeza , como hubiera cambiado todo con una hermana en su vida.

-Quien sabe,a lo mejor tienes razón...

//lo diferente que sería todo si resultaras ser mi hermana, quizás al saber todo sobre mi simplemente me negarías y como hizo nuestra madre me abandonarías, todo claro, el el caso de que fueras mi hermana realmente//

Miró a la chica. No podía entender como se sentía o quizá lo entendía demasiado bien, no pudo disfrutar de la familia, quizá fue mejor así.
En cambio ella vivió con su padre y hermano, ellos consiguieron que tuviera una infancia feliz, y justo por eso conoce el dolor de perder todo cuanto amaba, el dolor que suponia que te fuera arrebatado todo por lo que sentiste algo verdadero.
A Aria no le podía doler perder algo que nunca conoció, no tanto como a ella, y era mejor así, porque era algo que no se lo deseaba a nadie.

Era como si te abrieran una puerta por el que asomaba una resquicio de luz, para luego cerrarla con un portazo y volver a sumierte en la oscuridad, recordandote eternamente todo lo que habías perido y no podrías volver a conseguir jamás.

Se acercó a la mujer, reincorporandose.

-Llorar por sueños rotos es inútil. - le sonrió con verdadera amabilidad y cálidez, una sonrisa qeu solo había visto su hermano. -Ahora que se que tengo alguien, no creas que te dejaré marchar.. rió con cierta alegría.

Debía ser fuerte, como siempre había sido. Porque por lamentarse nunca nada volvería ser como antes, porque añorar el pasado es correr tras el viento.

Sonrió al escucharla, ella misma había llorado por sus sueños rotos hacía iempo y estaba segura que la mujer frente a ella tambien. Aunque si alguien le preguntase no lo reconocería; no solo se parecían físicamente sino que eran igual de orgullosas.

-Todo el mundo llora. - se limitó a decir, devolviendole la sonrisa y escuchando sus palabras.

Cuánto hubiera cambiado su vida con una hermana a su lado.

-Muy cierto. - sonrió con sinceridad y alegría. [color=red]-Me alegro... - apartó la mirada. -Me alegro de haberte encontrado.

Hermana... hacía años que nadie la llamaba así, era una sensación... diferente. Pero quería conocerla más allá del nombre y apellidos.

-Y entonces, ¿A qué te dedicas? - le sonrió.

Parecía que el haberse quedado tirada en aquella isal no había sido tan malo.

//Mira querida hermana, tu nueva hermana recién encontrada, es decir yo, es una de los piratas mas buscados por destruir casi toda Arabasta a base de masacres, mi linda cabeza vale ocho millones y me llaman el Demonio Escarlata por teñir la plaza central del lugar con sangre, ¿a que es un buen empleo?//

-Soy...pirata, si ya se que ni es algo honrado ni bueno y una lista mas de cosas que no hacen de la piratería el mejor de los motivos, pero lo creas o no tengo mis motivos fieles para ser pirata hermana...¿y tu a que te dedicas?

Suspiro levemente nerviosa ante la posible reacción de su hermana ante su empleo, era la primera vez en muchísimos años que tenía miedo de decepcionar a alguien siendo lo que mas le enorgullecía ser, pirata....

Pirata... no se lo esperaba o teniendo en cuenta la turtuosa vida de su hermana quizá hubiera sentido que era la única salida para ella, de todas formas no le importaba, era su hermana y la familia no se la caza.

-Vaya... entonces yo no he escuchado nada. - se limitó a decir con tranquilidad y una leve sonrisa. -Que tu seas pirata y yo cazarrecompensas nos complementa.

De hecho envidiaba la libertad con la que se podían mover los piratas, en cambio ella era esclava de sí misma, algo que no era tan divertido como sonaba.

Sonrío ante el comentario de Aria.

-Damos más miedo si somos dos piezas diferentes. - le guiño un ojo. -Así somos mucho menos predecibles.

De ser ella tambien una pirata... bueno, el mundo temblaría ante las hermanas Scarlet.

Se sorprendió antes las palabras de Aria, le sonrió.

-Si te gusta ser pirata, ¿El huir y se perseguida no es lo más divertido? Los piratas... vosotros soys los que más cerca estáis de la libertad, en cambio yo estoy atada a mi trabajo, si me ordenan que capture un pirata tengo que hagachar la cabeza y obedecer, tengo que soportar a todos los imbéciles que tengo por superiores, yo si que te envidio...

Suspiró, miró el cielo había amainado aunque no por mucho tiempo.
La libertad es un concepto tan abstracto como subjetivo, y aunque ambas la persiguieran incansablemente, su cerebro aplastaba con increbrantable escepticismo que nunca se podría conseguir algo que no existía realmente.

-La genuina libertad no existe. - vio un pájaro sobrevolar sus cabezas. -Hasta los pájaros están atados al cielo.

Pero de todas formas, si se podía disfrutar del camino, lo que hubiera al final no importaba demasiado.

-Pero siempre es divertido patear culos. - finalizó soltando una risilla.

Sonrió.

-No hay nadie son sentimientos, el odio es un sentimiento, el rencor, la soledad, la alegria, el amor... - le sonrió. Había experimentado demadisiados de esos sentimietos. -Se pueden enterrar pero no eliminarlos. ¿Si no tienes sentimientos en que te diferencias de estar muerto?

Ella tambien se había puesto filosofica sin quererlo, rió con su hermana, cómoda, alegre y sin tapujos.
Se acercó a su hermana, pasándole un brazo por el cuello.

-Te diferencias en que a un muerto no divertido patearle el culo. - continuó la broma, riendo despreocupadamente, riendo como hacía años, antes de ser cazarrecompensas, antes de ser vendida como esclava, riendo como cuando estaba con su hermano y su padre y era verdaderamente feliz.

Le sonrió, contenta como raras veces.

-Claro ¿Qué mejor compañía que tu?

Si alguien le hubiera dicho hacía dos semanas que ahora estaría charlando con su hermana amenamente y bromeando le hubiera metido la cabeza en el agua hasta ahogarlo.
Había anhelado tanto la familia que no recordaba como era estar con alguien de tu misma sangre... hasta ahora.