Vida de Karlev

Nombre del personaje: Karlev sin más.

Especialización del personaje: Navegante/Asesino.

Profesión del personaje: Navengante y Asesino.

Edad del personaje: 37 años.

Akuma no Mi: Suke-Suke

Haki: Sin haki actualmente.

Misiones:

Spoiler:

Huérfano de nacimiento, desde niño no conoció otro hogar que un sucio y maloliente horfanato donde los tutores no eran más que unos déspotas bordes. Su genética le había dotado de una gran altura, pero de una corpulencia minima, además de eso, tenía una larga y sonrosada nariz, de la que todo el mundo se reía continuamente. De vez en cuando recibía palizas de sus compañeros, puro rechazo, o tal vez envidia por su altura, pero siempre era el quien quedaba apaleado en el suelo de los pasillos. Aprendió a moverse sin hacer un minimo ruido, para poder evitar a sus compañeros y vivir "mas tranquilo". Esto le sirvió para moverse en la noche, para que no le hiciesen alguna pifia mientras dormía, o para robar algo de comida de la cocina cuando sus compañeros le robaban el almuerzo.
Los años pasaron, y comenzó a moverse mejor entre las sombras de aquel viejo edificio, consiguió aprender a escapar de alguna paliza con su innato talento para escabullirse y no ser visto. A los dieciocho años se le permitió abandonar el centro, ya tenía edad legal para defenderse el solo. Decidió irse de manera bastante pintoresca, quería, de alguna manera, que le recordasen, quería que recordasen el nombre de Karlev.
La noche antes de su partida, el corazón le latía nervioso, parecía que huiría desesperado ante la situación. Sigilosamente se deslizó hacia la cocina para coger un cuchillo. La sala estaba vacía, con un silencio sepulcral. La suerte le sonrió esta vez. Un cuchillo bastante largo de un color rosa chillón estaba colocado en la meseta.
Karlev agarró con avidez el cuchillo y salió al pasillo en dirección a la puerta principal. El guardia miraba por el cristal de la puerta somnoliento. Con un bostezo abrió la puerta principal y salió a la calle para encenderse un cigarrillo. Karlev se relamía desde su escondite mientras manoseaba la hoja del cuchillo en sus manos. El guardia inhalaba humo tranquilo mientras Karlev se acercaba lenta y silenciosamente con el cuchillo preparado... El guardia se volteó para entrar y vió a Karlev, el segundo de confusión se hizo largo mientras la larga hoja del cuchillo se hundía en el costado del guardia. Recibió varias puñaladas, el guardia cayó al suelo inerte, formando un gran estrépito. Karlev se relamía de placer, mientras se alejaba en dirección al pueblo....

El pueblo estaba en silencio, ni un alma en la calle. Sabía que tendría que huir rápidamente, sino, tarde o temprano le descubrirían. Él solo se dejaba llevar por el trastorno, que el trastorno hiciera todo, estaba demasiado cansado para hacerlo razonar. Al final de la calle vislumbró una tienda de disfraces.
-Mandé, parece que al menos tendré un rato de diversión... Jijijijijiji -Murmuró mientras se aproximaba a forzar la puerta.
Dentro de la tienda, vio algo que le horrorizó. Disfraces de payaso colgados del techo, pareces, en las estanterías... Karlev se hizo una bola temblando de miedo y horror. No podía moverse, aquella terrorífica visión le paralizaba. Los segundos parecían horas, y los minutos, días completos. El cerebro de Karlev funcionaba a velocidad frenética intentando quitarse de la cabeza aquellas sonrientes y macabras figuras de los payasos. Pero el trastorno volvió a actuar, inexplicablemente se levantó sin vacilar, cogió el traje de payaso que más cercano estaba y empezó a vestirse dejando en el suelo la harapienta ropa que portaba. Tras vestirse, enfundó el cuchillo en la bota derecha y se dispuso a maquillarse...
Al mirarse al espejo un grito desgarrado salió de su boca, le horrorizaba su aspecto, era espeluznante, una vez más se quedó paralizado.
-Si tanto me horrorizo a mí mismo, quizás a los demás pueda horrorizarles también... -Pensó Karlev mientras se apartaba del espejo. La idea de viajar por el mundo con ese extraño atuendo no le atraía, pero no tuvo tiempo de volver a vestirse, ya amanecía y todo el poblados e había enterado del asesinato. Salió a la calle y se dirigió corriendo al puerto buscando un barco para poder huir, necesitaba algo que le permitiera salvar la vida...
Algunos pescadores habían llegado ya al puerto para salir a la mar, Karlev se movía sigilosamente entre los montones de redes para no ser visto. Al final del muelle, había un barco que había sido de un mercader de especias, pero ahora iva a ser suyo...
Se acercó al barco despacio y se montó en el. Desató los cabos y se hizo a la mar-
-Ha sido fácil... -Pensó frotándose las manos.
De repente se oyó un grito proveniente de un camarote, parecía una pareja de marines. Karlev se escondió rápidamente y se puso a escuchar.
-Este desgraciado no tiene nada, está limpio... -Dijo un marine malhumorado -¿Que pasa aquí? ¡nos movemos! Alguien ha entrado... -Dijo mirando a su compañera mientras ambos asentían al unísono.
Ambos marines comenzaron a explorar el barco en busca del intruso. Karlev pudo ver los tobillos del hombre desde las redes donde estaba metido. El guardia se asomó a la borda para escupir, situación que aprovechó Karlev para actuar.
Avalanzándose furiosamente contra el marine, sacó su cuchillo y por la espalda le cortó los tendones de Aquiles, haciendo perder el equilibrio del marine y cayendo a la mar. El guardia gritaba auxilio a su compañera, el agua estaba helada aún y no sabía nadar, al parecer.
La marine apareció corriendo y vió a Karlev de lleno, hacía mucho viento y el barco pronto se alejó de la vista del marine que se ahogaba...

La marine se lamentaba por su compañero, pero no dejaba de mirar al joven Karlev y a su pintoresco aspecto. El joven no deseaba hablar, así que sin dejar de mirar a la chica, cogió unas redes que la marine pisaba y tiró de ellas, enrredándole los pies y derribándola en el suelo. Ávidamente, Karlev aprovechó que la marien estaba inconsciente por el golpe en la nuca, para atarla todas las extremidades, dejándola inmovil.
-Jijijijijijiji, creo que tú y yo nos lo vamos a pasar muy bien... ¿eh cariño? jijijijijiji -Dijo Karlev riendose descontroladamente.
Esperó mirándola fijamente hasta que recuperó la consciencia. La marine se retorcía inútilmente, pues estaba fuertemente atada y no podía hacer ni un solo movimiento. La marine intentaba gritar bajo la mordaza, pero era absolutamente inutil.
-¿Que te pasa cielo? Oh... ¿Alguien te ha atado? Oh... que malo... -Dijo Karlev con tono irónico.
Con delicadeza inusual, el payaso comenzó a desnudar a la joven desgarrando su ropa con el cuchillo.
-Bonita manera de perder la virginidad, violando a una marine... JAJAJAJAJA -Dijo Karlev en voz alta justo antes de empezar.
Tras violarla y pegarla, harto ya de ella, Karlev desenfundó su cuchillo y se lo clavó en la garganta. Mientras moría desangrada intentando gritar Karlev cantaba una nana infantil poniéndole una mano en la frente.
-Duermete niña, duermete ya... que vendra el coco, y te comera...
Cuando murió, le cerró los ojos con los dedos y tras desatar el cuerpo, lo tiró al mar, aún desnudo.

El mar estuvo sereno en los próximos días, Karlev tenía hambre. Esta vez la suerte le sonrió de nuevo. A lo lejos se veía una isla bastante grande. El barco ya hacía días que zozobraba de una manera inquietante, necesitaba tomar tierra para ver que era lo que pasaba.
Tomó tierra sin ningún problema, bajó del barco, y pacientemente se puso a examinar el casco del viejo barco mercante. Había una pequeña hendidura en el casco, necesitaba arreglarlo.
Ató fuertemente el barco con una soga a una palmera cercana y se armó con un viejo hacha que había encontrado en el camarote del barco para conseguir algo de madera para arreglar el barco. Tardó unos días en arreglar aquella pequeña hendidura del casco y en conseguir algo para comer. Necesitaba algo con lo que ganar dinero, no podía seguir viviendo del aire. Desde siempre poseyó mucha creatividad para hacer planos de cachivaches que nunca construiría, pero ahora tenía tiempo más que de sobra para construirlos...
Pasadas las semanas ya había podido construir alguna caja de música explosiva, con alguna cosa que había robado en el mercado.
Al cabo de los meses ya había conseguido hacer varios diseños de distintos cachivaches, pero necesitaba ponerlos a prueba, no sabía como, pero necesitaba probarlos de algún modo.
Cierto día se puso en el mercado de la ciudad, a las afueras, con una manta, sobre la que posó un montón de cachivaches extraños. Todo el mundo le preguntaba para qué servía esto, para qué servía lo otro, a lo que siempre daba la misma respuesta:
-Unas monedas, y podrá probarlo...
Sorprendentemente la gente comenzó a comprar sus extraños artilugios, pocos funcionaban, y muchos de ellos fallaban. Karlev se reía a carcajadas, había conseguido timar a muchísima gente, si eso se podía llamar timar, ya que el joven nunca mencionó la utilidad de sus cachivaches...
Las autoridades comenzaron a buscarle, sus estafas comenzaban ya a salirse de lugar, y nuevamente, tras coger unas provisiones tuvo que huir.
Sabía que un capitán pirata le perseguía, y eso no le alentaba demasiado...
-Esta huida será algo más dificil... jijijijijijijiji -Decía Karlev mientras se forotaba las manos alejándose de la isla en su barco.

Estuvo varios años huyendo del capitán, mientras seguía efectuando sus estafas en otras islas cercanas, sus cachivaches mejoraron y con ello su calidad, pero aún sabía hacerlos defectuosos para seguir sacando dinero y divirtiéndose con las reacciones de la gente. El capitán cada vez ponía mas efectivos tras él, durante décadas le persiguió, hasta que le encontró... los dos en la misma isla...
Karlev estaba bastante desesperado, su muerte se acercaba si le pillasen... Durante semanas se dedicó a huir y a esconderse, hasta que descubrió un dato valioso... el hijo del capitán estaba escolarizado en la escuela del pueblo... y para más suerte, en una semana era el cumpleaños de uno de sus compañeros, y buscaban un payaso para amenizar la mañana con los niños. Karlev no podía creerselo, fué a hablar con los profesores y le ofrecieron el puesto de trabajo. Sin pensárselo dos veces, comenzó a fabricar unas xcajas de música con una pequeña bomba dentro, había calculado unos veinticinco niños, así que fabricó unas veinticindo cajas-bomba, todas respondiendo al mismo botón de detonación. No sabía cual era el hijo del capitán, pero...
-Porque arriesgarse a fallar pudiendo matarlos a todos y acertar seguro? -Pensaba Karlev mientras fabricaba las diabólicas cajas de colorines con sus hábiles manos.
Ese golpe era grande, estaba nervioso y las piernas le temblaban en el camino hacia el colegio, mientras arrastraba una carretilla repleta de cajitas detonantes para los niños. La multitud de renacuajos le recibió con alegría, abrazos, agarrones y risas, como a cualquier otro payaso.
La mañana transcurrió de manera ordinaria, primero Karlev organizó unos juegos infantiles, después contó un par de chistes, y por último, repartió los regalos tan ansiados por los niños.
Todas y cada una de las cajitas fueron repartidas a todos y cada uno de los niños de la escuela. Felices, la manada de niños se dirigió al edificio a terminar su última hora de clase, mientras Karlev se alejaba hacia el puerto caminando muy rápido mientras se frotaba las manos ávidamente.
Montó en el barco desató la soga, el edificio del colegio se veía desde el barco. Mientras se alejaba:
-Bien... ya es la hora... jijijijijijiji -Dijo Karlev al tiempo que pulsaba un pequeño mando a distancia con un gran botón verde. Las explosiones, el humo y el edificio parcialmente derrumbado pudieron verse desde el barco, mientras Karlev se partía de risa tirado en el suelo del barco que se alejaba con viento a favor.
-Que empeice el espectaculo...