El demonio y el tirador

-Adiós, buena suerte- dijo el pirata

Zefiro miró al pirata que había pronunciado las palabras, este era uno e los piratas que le había salvado años atrás, que le habían mantenido esos años como uno de los suyos, pero sus reticencias a unirse totalmente a la misma tripulación le habían llevado a dejar la misma. Se encaminaba en ese momento de llevar a cabo sus sueños, pero antes de todo... tenía hambre. Zefiro se encaminó a uno de los restaurantes, tras entrar en el lugar encamino una mirada analizadora, pero no encontró nada que pudiera semejar amenaza. Tras eso se sentó en una mesa al lado de una ventada que dejaba ver un bello paisaje marino. Un camarero se le acerco.

-Señor, lo sentimos pero esa mesa es de uno de nuestros más estimados clientes a si que le rogamos que se cambie de mesa- dijo el camarero un poco asustado, puesto que sus ropas eran extrañas

Zefiro le dirigió una mirada completamente vacía como la de un condenado a muerte.

-El cliente siempre tiene la razón-

El camarero retrocedió y fue a hablar con el barman,pero este no pareció preocuparse.

- Tranquilo, cuando sepa quien viene comer hay seguro que sale por patas- Dijo barman sonriendo.

El camarero volvió y se dedico a tomarle nota como si fuera otro cliente más. No pidio nada extraordinario, solo un
plato de sopa que ni siquiera era caro. El camarero se sorprendió, esperaba algo más suntuoso.

Zefiro, que no atendía ya a la situación, miraba ensimismado el amplio océano, que tantole hacía pensar, donde estaría aquel pequeño o pequeña, que había escapado, la posibilidad de encontrarlo era practicamente nulas, pero los sueños alientan la vida. Pero de repente, un ruido lo sobresalta, era un papel que se había enganchado en la ventana, que estaba abierta. Zefiro cogió el papel, parecía ser un cartel de se busca, pero este estaba rotoy solo dejaba ver una foto y un apodo. El demonio Escarlata, "un nombre interesante". Pero lo que más le sorprendió fueron esos ojos, que le resultaban increíblemente familiares, pero no recordaba en donde había visto esos ojos de un tono inusual.

Zefiro siguió mirando el cartel despreocupado, pero se aseguro que la persona que le había dirigido la palabra era quien decía ser, a través del reflejo del cristal, aunque su forma de ser era contraria, dejo el cartel sobre la mesa, y se levanto lentamente. Zefiro alargo la mano. se le notaba un poco forzado.

-Encantado, soy Zefiro Nightmare, puede que solo sea mi imaginación, pero es posible que nos hayamos encontrado en algún otro momento, como por ejemplo... Arabasta...-

Este se quedo erguido esperando una respuesta, sabía que no se le daban bien las relaciones publicas, pero siempre intentaba remediarlo. Pensó que estaba haciendo el idiota, pero siempre pensaba esto cuando se forzaba a mantener una conversación que superara mas de las tres palabras por su parte, pero era algo que le debía a alguien y este siempre procuraba mantener sus promesas. De todas formas también miro a la persona que tenía a escasos metros de el, que no parecía poseer una complexión fuerte, pero un carácter tan peculiar en un lugar tan peculiar indicaba que debía de ser alguien fuerte, más allá de toda apariencia. Se condeno a si mismo por usar esa mente analítica, no venía a realizar una misión. Siguió criticándose mentalmente, no conseguiría llevarse nunca bien con nadie si seguía analizando todo lo que se ponía en su camino, solo podría causar malestar.

Al ser alcanzado por el proyectil humano, Zefiro fue proyectado contra los sofás, pero no sintió disgusto ni malestar, se sintió cómodo, hacía tiempo que nunca se sentía cómodo, desde que tubo que hacer de matar su profesión Después de la muerte del capitán revolucionario se había sentido sucio por dentro, como si su alma se hubiera vaciado de contenido, pero en ese momento, al sentirse querido, sintió como si una llama se encendiera en su interior, no una llama de venganza, sino una llama de calor agradable, es posible que tantos años de odio le hicieran olvidar como era sentirse apreciado por alguien...

-Tranquila pequeña, veo que has crecido mucho, espero que no tuvieras muchos problemas en tu vida- dijo con una cálida sonrisa, posiblemente la primera y única sonrisa verdadera que había sacado a la luz en muchos años.

Se levanto del sofá y agarro el cartel de "se busca".

-Aunque veo que problemas si has dado-se le escapó otra sonrisa- Has cambiado tanto, desde aquella niña que me negué a dejar olvidada en el desierto, y ahora mírate en que belleza te has convertido, y con 8 millones por delante, no se si sentirme orgulloso o defraudado, pero viendo mi situación, creo que me siento orgulloso- dijo rozándole una mejilla con su mano.

A Zefiro le hizo gracia el comentario y la cara de desconcierto que mostraba Aria. Se volvió a sentir extraño, puesto que durante muchos años esta había estado como en un estado de hibernación, no sentía nada, solo estaba y realizaba acciones, como un automata. Y ahora se veia aquí, sintiéndose feliz de aquella situación. Pero noto que se internaba en sus pensamientos dejando medio colgada a Aria.

-Mi pequeña niña, a mi también me han pasado muchas cosas, menos horribles que las tullas, puesto que yo tuve un tiempo de relativa paz, pero si, yo me voy a volver pirata,por el mero hecho de que yo "Odio a los marines con todo mi ser"- lo dijo con una entonación especial- pero no me siento atraído por los revolucionarios, nunca me uniré a esos canallas- apretó los puños con tanta fuerza que se hirió- Pero mi pequeña niña, no debería molestarte con mis tonterías, además- miró por la ventana- se me ha hecho tarde, espero que volvamos a vernos, ahora que se que por lo menos tu has sobrevivido, me siento más aliviado, pero esa es otra historia, lamento no tener más tiempo para ti-

Le dio un beso en la frente a Aria y se dirigió sus pasos hacía la puerta, no había tenido tiempo de comer, pero tenia que cobrar una herencia y arruinar una vida, tenía planes en esa ciudad que solo podían ser cumplidos ese día, su contacto le había advertido que si no localizaba a alguien en el día en el que desembarcara, este desaparecería sin dejar rastro. No podía dejar cabos sueltos.

Volvió a sonreír, le hacía gracia que le avergonzara a Aria su pequeña. Se giro hacia ella, con la sonrisa en la cara.

- ¿Tu quieres acompañarme?, me sorprendo, generalmente nadie quiere saber nada de mi, tengo una cosas que hacer en esta ciudad, no grandes cosas, pero puedes acompañarme, mi pequeña, aunque creo que te vas a aburrir un poco, 8 million baby, puesto que son ante todo negocios, mera rutina-

Zefiro salió del restaurante con Aria pegada a su mano, bajo la mirada de incredulidad de todos los comensales, incluyendo al personal del local, dirigiéndose al interior de la ciudad. Las calles estaban llenas de transeúntes atareados y piratas en medio de celebraciones, incluso la atmósfera se hallaba impregnada de un dulzón olor a vino y ron. Zefiro siguió adentrándose en la ciudad hasta que llegó a una casa grande en comparación con las demás, tenía incluso jardín amurallado, pero estaba muy pegada a una casa por lo que usando la casa como apoyo se subió al muro.

- Deberías esperar aquí, es algo que debería solucionar yo solo, no lo digo por ti, es un asunto personal-

Dicho esto, se adentró en la casa.

Zefiro se adentró en la casa fácilmente, puesto que los guardias solo vigilaban la entrada. A Zefiro le parecía extraño, quiza pensaban que no tenían nada que temer. Caso Error. Se colo por una ventana abierta, obserbó la casa, no había nadie, entró y se dirigió hacia el despacho del propietario, en cuanto llego derribó la puerta y apunto con su mosquete siguiendo el sentido de la caida.

¡Donde, está, dilo!-

-¿Quien eres, de que estas hablando?-El hombre, que se encontraba en el medio de la estancia, comenzó a retroceder hasta apoyarse en la pared.

-!Lo que Mailstrong dejó para mi¡

-Sigues vivo...- acto seguido golpeo la pared girando esta abriendose al callejón por el que Zefiro había escalado.
Zefiro hechó a correr en pos de el, saltando por la abertura y acercándose cada vez más a su objetivo.

En cuanto Zefiro vio que Aria había atrapado al mercader aminoró la marcha y volvió a colocarse el mosquete al hombro, se sorprendió con la facilidad con la que había atrapado al hijo de Gauss, Frederic, el cual era un maestro escapista. Posiblemente no sabían nada de Aria puesto que nadie sabía de su antiguo pasado, ni siquiera se lo había contado a Roger, quizás si lo hubiera contado habría acabado en los archivos de la organización del comercio, a disponibilidad de Gauss.

-Gracias, Aria, te estoy muy agradecido- miró fijamente a Frederic-Solo quiero preguntarte donde está-

-No te lo dire-

-Por que, tan importante es para Gauss lo que hay dentró, ¿que hay?-

Freredic empezó a reir, estaba claro que no quería hablar. en respuesta a esto Zefiro apunto a este con su mosquete, la risa de Frederic se torno en miedo.

-Dimelo-

-Esta bien, esté en esta misma isla, en un buque, nos habíamos enterado de que habías llegado, nos mandaron sacarla de la ciudad-

-Y a ti también, ¿o me equivoco, covarde?-

-Si, porque los covardes son los que sobreviven-

-Tu no-

Entonces apretó el gatillo delante de la cara de incredulidad de Frederic. El cuerpo de Frederic cayó inerte dejando tras el una encarnada mancha de sangre en la pared. El ruido del disparo atrajo a los guardias, que al girar la esquina desenvainaron sus armas

-Deberíamos irnos, nada aquí nos retiene- Dijo Zefiro a Aria.

Había anochecido y Zefiro se encontraba en un hangar próximo a el buque insignia, Zefiro observaba como los hombres que guardaban la entrada estaban impacientes, seguramente Frederic no informara a nadie de sus allegados su partida por lo que nadie pudo avisarles de que no iba a llegar. Había bastantes hombres en tierra, por lo que para entrar por delante le parecía a Zefiro complicado, puesto que los hombres parecían bien armados y preparados para luchar.

"Desde cuando tiene una asociación comercial unidades de combate"

- Aria, te diría que te quedaras aquí, pero se que nada te impedirá intentar seguirme, vamos a entrar nadando por la parte de atrás, pero si lo prefieres puedes llamar la atención de ese destacamento, mientras yo me cuelo y recojo un par de cosas-

Una patrulla pasó cerca, por lo que Zefiro se pegó a la pared, dejándolo prácticamente invisible al ojo humano, ya que por alguna razón no llevaban antorchas.

-Lo dejo a tu elección, Aria, confío en que tu sabrás lo que hacer-

Zefiro le dedicó una mirada seria, pero después se dispuso a analizar la estructura del barco, parecía reforzado por muchas partes, muchas partes como para poder ser un buque mercante, puesto que su velocidad sería muy baja. Se preguntó que estaría pasando en la Organización del comercio.

Zefiro no vio como Aria comenzaba a combatir. Él se había deslizado entre diversos aparejos que había en el muelle hasta sumergirse en el agua, fue nadando por las oscuras y tenebrosas aguas mientras se oía grandes gritos al otro lado del barco. Se encaramó al barco y comenzó a trepar, algo se le había enganchado al pie, por lo que sacó un cuchillo de su bota y lo cortó, por un momento pensó que había sido un ser de las profundidades. Tubo que trepar por pequeños resquicios sobresalientes a los que le costaba amarrase. Ya había identificado que clase de buque era y no tendría problemas para moverse en su interior. Se asomó por el borde del barco, no sabía que había hecho Aria, pero parecía que daba resultado. De su cinturón sacó un fino hilo metálico y se acercó furtivamente a un fusilero desprevenido, rodeando el cuello del desdichado con ese hilo estrangulándolo y llevándoselo para la parte posterior del barco. No había escogido a ese fusilero al azar, vestía de manera diferente los demás, por lo que exponía poseer un cargo más alto. Acercó al hombre hasta el borde y lo agarró por la chaqueta, quedando solo sujeta por esta misma.

- Dime donde Está lo que busco o te suelto para que les hagas compañía- Había sido algo arriesgado haber entrado nadando puesto que ahora se destinguían algunas figuras en la superficie.

-!Está en la bodega, en una caja de Kairoseki!- gritó

Zefiro no sabía que era lo que había en la superficie, pero parecía que el hombre lo sabía bien. Zefiro soltó de todos modos al hombre, cuyos gritos se ahogaron con el de los que gritaban en la distracción y e las profundas aguas negras. Fue cubriendose para que, en un despiste, no lo descubrieran y se internó en el gran buque insignia. Se preguntó que sería el Kairoseki.

Zefiro continuó avanzando por el barco, no se encontró a nadie, la distracción había sido eficaz. Avanzó sin problemas hasta que escuchó voces en la puerta de la bodega, que lo hicieron detenerse en seco en la esquina que torcía cara ahí."Dos hombres,perfecto". Salió de la esquina y los hombres lo vieron perfectamente, acto seguido, el volvió a internarse en el pasillo. Los dos hombres salieron en su busqueda, pero sabían que no debían alejarse de la bodega, por lo que simplemente torcieron la esquina.

-Donde se habrá metido?- dijo uno.

Sin que ninguno se diera de cuenta, unas manos comenzaron a descender del techo, hasta que de pronto asieron la cabeza del que estaba más atrás y le partieron el cuello. En cuanto el cuerpo se desplomó, El otro se dio la vuelta, pero ya era demasiado tarde, puesto que Zefiro había sacado ya su mosquete y apuntaba al hombre a la cabeza.

-Las llaves-

El hombre metió la mano en su chaqueta e intentó disparar con un revolver a Zefiro, pero este fue más rápido y el hombre se desplomó con un agujero de más en su cabeza. Se acercó a este y cogió la llave de la bodega. Al entrar en la habitación, se encontró que solo había una caja negra en medio y medio de la bodega, solo esa caja.

Que es esto que tanta importancia le dan...

Cogió la caja y se preparó para salir, pero hubo algo que le pareció desconcertante, puesto que ya no se oía ruido en el exterior de la embarcación. Tendría que salir por la entrada si o si, puesto que no quería volver a meterse en esas aguas infestadas. Salió a cubierta yse asomo para ver como estaban las cosas, para ver como un hombre se acercaba a Aria por su espalda, pero antes de que pudiera reaccionar, ella lo había dejado inconsciente de un puñetazo, por lo que bajó del barco sin ningún problema.

Zefiro, observo el panorama, con distracción no se había referido a destrucción, pero parecía haber tenido el mismo resultado, solo que bastante mas llamativo, esperaba que eso no llamara la atención de algunos intrigantes que había cerca, porque eso causaría una lluvia de efectivos enemigos que haría la huida, que si no resultaba difícil, sería imposible. Zefiro volvió a colgarse el mosquete del brazo y se fue a quitar los cabos, los cuales si no daba desatado, cortaba. Esto serviría para que estuvieran más preocupados en salvar al buque que en buscar a dos fugitivos. Se acercó a Aria.

-Tranquila, pequeña, no es muy fácil infiltrarse en un barco, pero no me habías dicho que podías alcanzar tal nivel de caos y destrucción, la próxima vez lo tendré en cuenta, así que no te enfades, no te he buscado estos años como para que cuando te encuentre te enfades conmigo- sonrió cálidamente.

Zefiro fue arrastrado por Aria, pero tenía razón, no era un sitio para ponerse a hablar tranquilamente, tenían que buscar un sitio tranquilo para que las cosas se calmaran. Seguía preguntándose que había dentro de esa caja de extraño metal que Roger había dejado para el años atrás. Sabía que era eso porque un contacto fiel a este le había informado durante su corta estancia en Loguetown, pero no había querido decirle que había dentro de esta caja. Se detuvieron en callejón oscuro.

-¿Tenemos que ir a algún sitio seguro, sabes de alguno?-

Zefiro dejó la caja sobre una mesa carcomida que había en el centro de la sala, y observó atentamente la caja, solo había una cerradura, una cerradura que había esperado desde años. Cogió la llave que durante años había permanecido en su cuello. La sacó despacio, aquel era para el un momento ceremonial. Insertó la llave y la giro. Se oyeron gran cantidad de mecanismos activándose y la tapa se fue replegando. Dentro había una especie de humo muy denso y negro, daba escalofríos. Zefiro disipó el humillo con su mano y vio dentro un a nota, la cual cogió, en ella había una letra muy conocida para el, la de un mercader cuyo nombre nunca será recordado por nadie, Roger Mailstrong. Comenzó a leerla en silencio: "Querido lector de esta nota, sepa usted que lo que le diré sera de suma importancia, tenga cuidado de esta Akuma, su control puede desbocarse, haciéndola peligrosa para los que rodean al usuario, tiene el poder de hacer las peores pesadillas un hecho, pero el precio será que esas pesadillas te consumirán y tu serás una de ellas. Tengo confianza en que el que lea esta nota sea alguien a quien yo le haya dado la llave del destino de esta fruta, porque si no todos correremos peligro, Todos debemos recordar, la ley de la balanza, todo lo bueno existe porque algo malo le hace contrapeso, Firmado: Roger Mailstrong"

"Viejo idiota, ni muerto puedes parar de decir tus típicos proverbios"

Se preparó para ver una arma brutal o el mapa para encontrarla, pero en vez de eso se encontró con una fruta dentro de la caja, le pareció extraño, ¿una fruta podía ser tan peligrosa?, quizás era algo mágico y si se plantaba saldría un arma, pero no debería ser algo tan extraño, Roger no era de esos que dejaban cosas al azar, mas bien era de los que solo daban cosas por evidente.

-Aria, ¿podrías decirme que es esto?- dijo enseñándole la fruta

Zefiro escucho expectante lo que Aria estaba diciéndole, comprendía porque Roger no se lo había tomado, el adoraba el mar y sabía que odiaría tener que velarse de este. Cuando vio a Aria transformarse el brazo en Diamante no pudo ocultar una cara de sorpresa, eso que había visto estaba fuera de toda lógica, ignoraba todo tipo de leyes de la física. Pero de todas formas no evito preguntarse como era que Aria estaba así, que habría hecho la pequeña. De todas formas se quedó observando la fruta que tenía a enfrente suya. Tenía una forma muy extraña, pero lo más raro era que una especie de niebla maligna envolvía el contorno. Casi le daba escalofríos sostenerla. Tras mirarla por completo llegó a una conclusión.

-Entonces, que se supone que esto hace, porque no veo lo que puede hacer así a simple vista-


Se planteó una cosa, sería apropiado que se tomara la fruta, era algo que debería tomarse con calma lo de tomarse esa fruta, o Akuma. Según Aria sería una gran ventaja, poderes, y tendría el problema del agua, pero para el eso no sería un gran problema, nunca le había gustado nadar, ademas de que en el agua tampoco se sobreviviría mucho más que alguien que si supiera nadar...
Pero si Roger le había confiado a el la fruta era porque el creía en el. Se Tomo la fruta. No notó ningún cambio. Pero de repente se oyeron ruidos en la habitación, algunas sombras parecían cobrar vida. Se oían risas malignas, lo cual puso en guardia a Zefiro. Creyó que era producto de su imaginación...

-Creo que deberíamos irnos, ya nada nos retiene aquí- intentó coger la caja pero le dio mareos- Je, se me olvidaba que ya no puedo tocarla...- Dicho esto abandonó la estancia, quizás volvería algún día a recoger esa caja...