Pedido de un amigo.

Llueve, truena, el viento sopla. Una noche difícil para viajar, sin duda. Tocan a la puerta, el hermano Serey va a abrir. Solo una pequeña cesta le aguarda al otro lado. Un bebé en ella. Serey le recoge, no es bueno dejar que se resfríe. El bebe llora, tiene frio y esta mojado. Serey sonríe mientras le mira. Y entonces ocurre. El bebe arde. Su mano arde. Arde con una llama que no quema. La tormenta amaina. Serey se santifica. Y el niño sonríe.
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Quince años después, Serey se levanta como siempre. Se coloca su túnica de Los Guerreros del Onmyodo. Procede entonces a entrar a la habitación de su estudiante, Hao Asakura. El chaval ya esta despierto, y le observa con esa mirada que tanto asusta a Serey.
Es hoy, ¿ no ? - Pregunta.
Si - Responde Serey - Hoy serás probado.
No hablan mas. Salen al patio, para llegar al edificio principal. Hace una buena mañana, como siempre. Llegan al dojo, donde Hao lleva entrenándose desde pequeño. Aquí ha pasado toda su vida, aprendiendo a luchar siguiendo al Omnyodo. Hoy le espera una dura prueba.
Entra - Dice Serey colocándose a la entrada - Y recuerda, toda sombra tiene su luz.
Hao ignora a Serey, sabe perfectamente a que se refiere. Entra al gran salón del dojo. Todo a oscuras. La única franja de luz, que entraba por la puerta, se extingue al cerrarse esta. Hao sonríe, sabe lo que viene a continuación.
Silbidos, algo rompiendo el aire. Hao levanta la mano izquierda. Un puño es detenido. Otro movimiento súbito mas y el puño es fracturado. Un grito de dolor. Hao se gira, estirando sus brazos hacia los lados. Siente tres contactos en sus brazos. Tres respiraciones cortadas en seco. Un puñetazo al aire. Dientes rotos y la sangre bajando por su puño. Dos pasos al frente. Una espada roza su espalda. Se gira hacia la derecha levantando la pierna. Una costilla rota. Silencio.
El sonido de la puerta abriéndose, acompañado de la luz de la mañana. Serey entra por ella. Porta un cojín con los guantes del Onmyodo en el. Se los otorga a Hao y observa como él se los coloca. Sonríe tristemente, sabe que es lo que va a pasar. Hao duda, durante un segundo le da pena su maestro, luego recapacita. Un puño atravesando un torso. El dulce y caluroso fluir de la sangre. Serey muerto a manos de Hao.
Siempre lo supiste, ¿ verdad ? - Pregunta este ultimo.
No recibe respuesta, pero la conoce perfectamente.
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Camina por las calles de la ciudad. Nunca antes había salido del monasterio de Los Guerreros del Onmyodo. Todo le parece extraño. Oye gritos y el sonido del acero sobre la carne. Se dirige hacia ellos. Menuda estampa. Un desconocido, portando una mascara, está rodeado de muertos. Lo que parece ser un látigo se recoge hasta formar un cuchillo. El desconocido mira a Hao. Hao mira al desconocido. Ninguno de los dos dice nada. El desconocido asiente y empieza a caminar. Hao camina a su vera. Sonríe. Es de noche. Llueve, truena, el viento sopla.