Deudas del pasado. (Norcissa)

La llegada del barco a la isla de Commi me traía recuerdos del pasado... de uno no tan lejano:

La lluvia azota la ciudad, las gotas caen, el frío atraviesa... y para el colmo me cae una naranja en la cabeza... Despierto en cama, el viento ha cesado, alguien me ha traído a este lugar seguro, huele a asado.
A veces no puedo dejar de pensar en rima.... por mucho que lo intente, acaban acudiendo a mi mente. ¿ Cómo no?, otra vez igual, exasperante.
Libros en el estante, un anciano explica, cómo llegué a aquella humilde casita. Pasan los días, no importa mi legado, parézcome a su hija de antaño.
Un tesoro, se me es otorgado, sería mi regalo, no he hecho nada, tan solo existo, más al conocer qué oculta, en mi rechazo desisto.

Me gustaría asegurarme de que está bien, al fin y al cabo fué el que mi vida hubo salvado.

La casa parece más destartalada de lo que recordaba, está sucia, pero es usada. Llamo a la puerta, tardan en contestar...
- ¿Vaya, quien eres tú?- un macarra, pelirrojo, comicamente desalizado y con lascivia en la mirada... pero ya la traía de antes.
-...-me ladeo un poco, intentando percibir por su lado, la casa parece algo más limpia, pero desordenada- ¿ Aquí no solía vivir un señor mayor?
- Solía, que quien eres ostias.
Maleducado... pero quien podría culparle, seguramente sus padres fueran hermanos.
- Soy una conocida del que solía vivir aquí...
- ¿Vaya... le gustaría pasar?
Un cambio demasiado brusco de actitud, posiblemente querria robarme, drogarme, o a saber qué.
- Porsupuesto.

Me adentro en la boca del lobo, parece que han de haber más ocupantes, en total unos cuatro... a menos claro que tuvieran pies de diferente tamaño. Bendito polvo delatador.

Avanzo hasta la mesa
- ¿Así que también has venido a por el tesoro del viejo, eh?- me empuja con violencia, llevándome hasta la pared, apoyando lo que supongo es un cañón de pistola en mi espalda.- ¡Tú sabes donde está¡

Sus compañeros bajan por el ruido, son dos más, nombran al que me sostiene, Alex, entre ellos discuten tras tirarme hacia una silla, los otros dos son morenos , tanto de piel como de cabello, Pat y Pete.
Me despojan de mis pertenencias, tirando con brutalidad mi preciada guitarra... se le rompen los trastes y las cuerdas saltan, profiriendo un tenso sonido... benditos idiotas

Siguen profiriendo gritos inútiles, uno me abofetea la cara, la giro, mi aislamiento es tal que no siento nada. Al fin y al cabo mi mente está tejiendo, hilando la telaraña que propiciará la caida de estas... moscas.
- Bueno, si no nos dices donde está te arreglaremos esa linda cara...- me levanta la barbilla, y por primera vez le miro a los ojos; se sorprende, se asusta, aminorando levemente la presión, para luego fortalecerla por rabia.- Deja de hacer tonterías¡
-...yo no he hecho nada...- sonreí, minimamente triunfante... sabían que algo no iba bien, que algo fallaba.
Por desgracia mi comentario me costó una caida al suelo, y posiblemente un hematoma. Al menos ya tenía a uno donde quería.
- Dejadme a mí- afirmó Pat, acercandose a mí- se me dan bien las mujeres...

Apoyó la pistola en mi boca, sentía el sabor de la pólvora, seguramente habían disparado a alguien antes de mi llegada, aquí cometieron el segundo error. Razones por las cual debía de hablar, idiotas, su muerte ya estaba asegurada... pero, accedí.

- Está bien...- simulé miedo, tristeza, ganas de vivir.- Tenéis que levantar la alfonmbra, y en los tablones de abajo encontraréis la caja...
- Ya era hora de que hablaras- iba a dispararme, pero el otro idiota lo detuvo.
-... que lo haga ella.
Tercer... y ultimo bendito error. Bajo sus atentas miradas quité la alfombra, echandola a un lado. Esa era mi cuarta arma.
- No tengo la fuerza suficiente...- alegué, tras rozar los clavos del tablero con la mano.

Volvieron a empujarme, ansiosos se acercaron a los tablones, profiriendo patadas que lo rompieron... las cuerdas ya se cernían sobre el dueño de la pistola, este era el momento perfecto.

Las cuerdas se tensaron, ahogandolo, la pistola se alzo, derribando a su amigo, y el tablón roto perforó el pecho del tercero gracias a los salientes de los clavos. Un grito, y el sonido de ahogamiento era lo único que acompañaba a mi alzamiento, lento y sombrío.Y aún así no había mentido, había una caja bajo aquellos maltrechos tablones... en vez de intentar matarme para salvarse se aproxima a la caja... la codicia le puede, abriéndola y encontrándola vacía, mientras la sangre llega a sus pulmones y los clavos siguen avanzando sobre su carne.
- Está vacía... claro que lo está...- piso la tapa, apretando sus dedos contra el duro metal- Porque yo soy su tesoro... su legado, y me fui hace tiempo.

- Por vuestra codicia habéis encontrado la muerte, la que yo soy.
Cercena,clava, corta, ahoga.
Súmete en el infierno

Bajo los tablones es buen lugar donde sus cuerpos se pudrirán, aunque queda algo obvio, he de aprender algo de carpintería, pero no se le pueden pedir más a estos ajados tablones medio carcomidos por el paso del tiempo, y el descuido.
Portan un puñado de Berries, me agencio la pistola, aunque balas no le quedan, era mejor asegurar la muerte; tomo una ligera navaja, no es muy afilada, pero eso se puede arreglar.
Mis ropas son vueltas a coser, harta estoy de ir escondida, vaya como vaya encontraré problemas a mi alrededor, y para ello, mejor ir cómodo.
Realizo una parada en los talleres, para arreglar a mi compañera. Se empeñan en que compre otra nueva, me niego; es mi familia; y a la familia no se la cambia.

Ese no es mi hogar, no volveré, aunque volví en busqueda del espadachín... no lo encuentro;
La vida da muchas vueltas, volveré a encontrarlo.
Una tripulación... aunque no volveré a tener familia.
Volverá.

El cielo cae, dejando su paleta, desangrándose, mientras el ojo se cierra, mirándonos con superioridad. El camino es incierto, el destino una guía; en mi camino se cruzarán terribles azares, decididos por los eventos.

Pero no volveré a ocultarme, ahora será el mundo el que me tema; y jamás volveré a temer al mundo.

El legado es el poder de los dioses, pero no he de sentirme orgullosa por ello, el orgullo es la caída; pero no puedo contener una pizca de satisfacción.
Tomo un barco turístico, a un lugar desconocido, nunca decido donde voy, pero se donde terminaré.
Un gato negro se cruzará en mi camino. Trayendo miseria a mis enemigos.