Misión:El amor de una madre.

Habían pasado un par de días desde que Jace tiró al fondo del mar esa copia barata del tomo de magia oscura más famoso de todos los tiempos, pasó los días como siempre, leía un poco, ayudaba al viejo a cazar, se iba al rio a meditar, en fin, lo de siempre.
Cuando despertó estaba con las piernas cruzadas bajo la catarata del rio cercano a su cueva en la montaña, debía haberse quedado totalmente absorto en sus pensamientos, buceando en ellos como diría el viejo. Desde luego había estado buceando un buen rato, había llegado allí por la mañana y ahora parecía ser medianoche. Jace salió del rio y recogió sus cosas en la orilla, se vistió lentamente y comenzó su caminata hacia la cueva.
“Espero que el viejo haya dejado algo de carne…”

El barco marine acababa de arribar en Villa Fuschia, los piratas de la isla estaban nerviosos. No era normal ver un barco marine atracando en ese puerto, los curiosos se fijaron de que sólo bajó una mujer, iba armada y llevaba una hoja doblada fuertemente sujeta en su mano derecha.
-¿Estás segura de esto Lyla? – Un hombretón se dirigía a la recién desembarcada mujer desde la borda del imponente barco.
-Es algo personal, pero te lo agradezco. Volveré a la base mañana o como muy tarde pasado mañana- La mujer empezó a caminar por el muelle.
Tras unos minutos de caminar llegó a una taberna de aspecto bastante sospechoso. Se dijo a sí misma que no le harían nada y que si lo intentaban lo iban a pasar mal. Entró decidida y planto la hoja encima de la barra. En dicha hoja podía verse el boceto de un tipo que vestía una capa y partes de armadura de cuero, además de unos guanteletes de aspecto magnifico y una capucha.
-¿Dónde está?

A unos pocos kilómetros de allí, Jace llegaba a su cueva, de camino había empezado a llover copiosamente, entró un momento para ver al viejo dormir y volvió a salir fuera. Le encantaba la lluvia. Se fue a dar un paseo con un trozo de carne seca que había cogido antes de salir, mientras le iba dando mordiscos andaba por el bosque despreocupado.
“Creo que va siendo hora de despedirme del viejo, conseguir un botecillo e ir tomando rumbo a Grand Line, cada día que pasa es más probable que no pueda encontrar a mi familia… Diablos, me he convertido a mi mismo en un iluso, podrían estar muertos ya; pero me resisto a creerlo…”
Se paró junto a un gran árbol y trepó rápidamente a una rama alta, allí se acabó la carne y se quedó en completo silencio escuchando el crepitar de la lluvia.

Había empezado a llover y la noche era ya muy cerrada cuando Lyla empezó a atravesar el bosque que llevaba a la cueva donde se decía que vivía un viejo mago y su alumno. Era lo más parecido a una pista que había encontrado, aunque le sonaba más bien a rumor. De todos modos era lo único que podía hacer de momento. Los testigos fueron claros, su hijo muerto y un tipo encapuchado saliendo a gran velocidad de la escena del crimen, luego mató a otro hombre en el muelle y se largó. En cuanto se enteró dejó su puesto en Shelltown, el capitán le había ofrecido ayuda, pero quería hacerlo sola. Era una de las primeras mujeres en alistarse en la marina, su familia tenía una larga tradición, tradición que su padre creyó que acabaría al tener sólo una hija, pero esta le sorprendió alistándose y siendo una de las primeras de su promoción.
Lyla había llegado a la entrada de la cueva, comenzó a andar agachada para amortiguar todo el ruido que pudiera, el ruido de la lluvia le ayudaba bastante en esta tarea.

Amaneció, había dejado de llover, pero hacía bastante frío y las hojas de los árboles estaban impregnadas de rocía matinal. Jace bajó del árbol, no había dormido en toda la noche, seguro que el viejo se enfadaría si le decía que se iba a acostar ahora. En fin, otro día sin dormir. Caminó hasta la entrada de la cueva y le sorprendió no oler el fuego que el anciano Zaratrusta siempre dejaba encendido. Jace entró despreocupado en la cueva.
-Viejo, ¿dónde demonios te has metido?
-No te muevas- La voz tenía claramente el tono de una mujer, pero de una mujer muy enfadada y venía del fondo de la cueva, inmediatamente la mujer salió de detrás de una estantería apuntando a Jace con una pistola.
Jace levantó las manos, la mujer llevaba el uniforme de la marina.
-No entiendo a qué viene esto, ¿Dónde está el viejo?
La mujer señaló el fondo del habitáculo, allí estaba el viejo lleno de moranotes y sangrando por varias fuentes de su cara, le había estado interrogando.
Jace bajó las manos, y dio la espalda a la marine.
-Si has venido a por mí, solucionémoslo fuera…

Jace se quedó de pié en el claro frente a la cueva, la mujer salió tras él y dejó la pistola en el suelo.
-No entiendo poqué envían sólo a un marine… Es, extraño.
Aquél joven tenía un aura de misterio que ponía nerviosa a Lyla, no llegaba a ser miedo, pero sabía que no le sería tan fácil como pensaba. Finalmente estalló de rabía.
-¡Tú! ¡Mataste a mi hijo! ¡Por un maldito libro! ¡ERES UN ASESINO!
Jace se sorprendió, se refería a aquel niño que mató el pirata hacía un par de días.
-¿Qué? No, fue otro tipo, yo no…-Lyla no dejó seguir hablando al joven y se lanzó hacía el, fue muy rápida y logró propinarle un puñetazo directo en la mandibula que hizo caer a Jace hacia un lado. Este no perdió el tiempo y rodo por el suelo evitando un rodillazo que la marine acababa de lanzar. Se incorporó y respondió a la nueva carga de Lyla con una patada directa al estómago que la dejó doblada sobre sí misma.

Jace se disponía a rematar la faena dándole un rodillazo en la cara, pero la marine esquivó ágilmente el golpe, agarró a Jace de la pierna y le hizo perder el equilibrio. Se puso encima de él y comenzó a darle puñetazos en la cara, tras el quinto puñetazo Jace reaccionó. Le brillaron los ojos, así como las líneas de la cara. Soltó una ráfaga de éter que empujo hacia atrás a la marine de forma leve pero suficiente para escapar de aquella presa. Jace se levanto pasándose la mano por la cara, estaba sangrando bastante.
-Oye, en serio, ¡te estoy diciendo que yo no fui!
-¡No pienso escuchar tus mentiras!
-Está bien, ¡te mataré por lo que le has hecho al viejo!
Jace se lanzó hacia la marine y le lanzo un falso golpe con el brazo izquierdo, la verdadera intención era golpearle con la rodilla cuando se agachase para esquivar el primer golpe. La marine no se dejó engañar y se apartó a un lado, dejando pasar a Jace de largo; momento que aprovechó para sacar unas esposas, agarrarle el brazo y esposárselo, tras lo que le dio un fuerte golpe en la nuca. Todo se volvió oscuro para Jace.

Cuándo despertó notó que iba en un bote, de hecho al fijarse mejor se dio cuenta que era el bote del viejo, pero él no estaba allí. Si no esa marine… Remaba con fuerza y estaba lo miraba con odio.
-Serás ajusticiado, al principio pensé en tomarme la justicia por mi mano, pero debo recordar ante todo quién soy.
-Si claro, la mano del gobierno, carne de cañón… Los marines no valéis una mierda.
-Cállate o te tirare esposado por la borda, y a no ser que seas capaz de mantenerte a flote usando solamente las piernas, estás jodido.
Jace guardó silencio, lo que acababa de decir significaba que no tenía ni idea de sus poderes. Genial. Aunque primero le daría una oportunidad.
-Oye, te lo diré por última vez, yo no maté a tú hijo. Fue un pirata de poca monta, de hecho lo maté en el muelle. No tienes nada que vengar, ya lo hice por ti.
Lyla soltó un puñetazo al estómago de Jace. Este jadeo un momento por el impacto y cayó de lado en el bote, dándole la espalda a Lyla.
-¡Cierra el pico!
“Está bien, lo he intentado”
Los ojos de Jace brillaron intensamente mientras una llave se iba formando dentro de la cerradura de las esposas, fue adoptando varias formas hasta crear la correcta para abrir le cerradura, momento en que se incorporó y mantuvo la farsa de que las llevaba aún puestas.
-¿Sabes? Si no le hubieses hecho nada al viejo, te habría dejado ir…
-¿Eres idiota? Estas esposado y a punto de ser ahorcado-Lyla soltó una risotada y Jace dibujó una sonrisa muy leve.
Sus ojos volvieron a brillar, una ráfaga cruzo el bote y lanzo a Lyla contra la proa, al mismo tiempo Jace sacaba una de las dagas negras de su hermano y se la clavaba en el corazón.
Tiró el cadáver por la borda y tomó el control del bote.
“ Diablos, he estado a punto de morir… Suerte que no sabía nada de mis poderes, ¿cuándo aprenderá la gente a escuchar antes de actuar?”
A la hora de viaje llegó a la Fuschia, fue directo a la cueva. Al entrar le dio un vuelco el corazón, Zaratrusta seguía dónde lo había visto la última vez, estaba pálido y tenía la sangre seca, además de los ojos en blanco. Estaba muerto. Jace se arrodilló junto a el y se quitó la capucha.
-No, viejo… Tú no.