El dia en que todo empezó (Prologo Raviente 1º parte)

Los vientos soplaban a nuestro favor, el ardiente sentimiento de el cambio en las voces de la poblacion de Arabasta se hacia mas palpable que nunca, la plaza principal que daba entrada al castillo real, estaba proxima a bastantes puestos de venta a lo largo de todo el lugar, pues para ellos todos sus dias eran demasiado iguales, y no querian cambios, pero tampoco se oponian a la idea que unia al bajo estamento de la ciudad.Los brazos, alzados en alto, clamaban una nueva victoria para el movimiento de protesta, pues el rey de Arabasta ya fue comprensivo con ellos una vez y les concedio sus deseos, cada paso de la multitud, ancianos, jovenes, adultos, mujeres, niñas, ancianas, retumbaba con fuerza en el duro suelo, sin temor a nada, siempre con la mirada puesta hacia el futuro.

De entre la tremenda multitud, salio un anciano de aprox. 70 años, con el pelo largo descuidado al igual que su barba, vestido con lo que parecia un trozo de manton viejo solamente, y una sandalias de hechas de esparto, era de verguenza ver su aspecto, mientras los nobles se podrian de dinero, pero el anciano, a pesar de las vejaciones a su cuerpo por parte de la alta sociedad al igual que una gran parte de toda la muchedumbre de aquel dia, tomo pues la determinacion de adelantarse al grupo, y subirse a una caja que contenia unas gallinas, la cual, le habian acercado unos jovenes de mediana edad, tambien bastante desgastados por el hambre y la pobreza. El anciano se subio a la silla, dispuesto pues a gritar como si no hubiera un mañana para ellos, pues era lo unico que les quedaba, LUCHAR.

-Ciudadanos que compartis mi dolor, se muy bien como os sentis todos los presentes, el rey nos concedio una vez agua, alimentos, y ropa para todos nosotros, e hizo muy bien, pero, una vez mas, la tirania de los nobles, y la acometida a los justos, ha vuelto a arrebatarnos lo que era nuestro, ¡volvamos a llamar a nuestro rey!, el cual, ¡parece que tiene un bastante mas de alto que nuestros nobles!-

El milenario gentio lo secundo con un fuerte y rotundo "¡SI!". Entre la muchedumbre dos jovenes miraban y median en sus oidos, las palabras de el anciano, dibujando una gran sonrisa en su rostro, uno de ellos de la edad de 18 años llevaba el pelo negro y con unos ligeros centimetros de estilo afro, una cicatriz cruzando desde el lobulo de la oreja derecha, hasta el mismo lado de el labio inferior, a simple vista sin mirar sus ropas, daba un porte de elegancia ya que rodeando su cuello portaba un manton violeta de manila, pero no mas lejos de la realidad, porta una gabardina vieja, aun siendo un clima arido y desertico sin ningun tipo de camiseta o camisa debajo de esta, unos pantalones cortos de lana fina, la cual le prodicia leves irritaciones. A su lado, un joven con cabellos largos castaños y rizados cubiertos por una capucha de cuero viejo y desgastado al que la luz dejaba ver levemente su rostro, debajo de la vieja capa que lo cubria, torso superior desnudo como su compañero, y pantalones de tela con varios agujeros, mas de seguro los que la capa no dejaria ver.

-¿Siempre es divertido ver al viejo Mercer dando caña al rey eh Virgilio ? jajajaja - Pregunto el joven afro entre una leve carcajada. A lo que su compañero de nombre Virgilio repondio con un tono mas serio -Si, es cierto, aunque un dia eso le costara muy caro, es muy imprudente, pues no se cual sera el movimiento de Ipio esta vez, o si los nobles se quedaran de brazos cruzados, no es muy dificil introducir armas en este pais Marx....-. Termino el joven rotundo agachando la cabeza pensativo.

El joven Afro llamado Marx le dio una palmada en la espalda en señal de tranquilidad mirandole al mismo tiempo con un rostro expresando la misma indole, mientras tanto, el viejo Mercer seguia "dando caña" a los nobles de este pais, -¡El sistema de este pais esta totalmente podrido!, aunque no mas podrida que la olor que emana el noble Ovidio jajaja, el cual es mas apestoso aun, dicen las malas lenguas que hace tratos con la marina a espaldas de el reino, ¡ooooough!, que frenetica es pues, la fiesta que organizais en este pais, no soltarias un berry aunque te quebraran las piernas dos buenos mozos, jajajajaja!- Termino cortante y burlon el anciano acompañado de las risas de el gentio milenario.

Alejados de todo el "barullo", Virgilio y Marx mantenian una conversacion afable sobre las novelas, aunque era mas bien Virgilio quien instruia a Marx, debido a que este tenia mas cultura general, -Raviente- corto derrepente el joven encapuchado -¿Nunca has oido hablar de el?-, a lo que Marx nego con un leve movimiento de cabeza, -¿Es alguna especie de guerrero?-, intentó adivinar el joven relacionando ese nombre tan extraño con alguna especie de figura heroica o algo por el estilo, el joven encapuchado cerro sus ojos y miro al frente -Raviente era una bestia mitica de las novelas de J.F Krauhsen, en la cual el heroe Homero fue darle caza, la historia describia a la bestia como una serpiente con cabeza de dragon de unas proporciones titanicas y al enfrentarse a todo un ejercito, cayo vencida, pero al acercarse Homero a darle el golpe de gracia en el corazon, la serpiente se revolvio sobre si de nuevo, matando hasta el ultimo, luchando por cambiar su curso, y sobrevivir-.

-¿Y que tiene que ver esa serpiente con toda esta situacion?-, pregunto el joven Marx a su amigo fraterno mirandole a los ojos extrañado, a lo que este ismo giro la cabeza para mirarle y la movio negando con esta misma, mientras, la manifestacion seguia, y quizas esa sea la ultima conversacion que mantengan..

Virgilio se quito la capucha y mirando al fijamente al castillo, cruzo los brazos, esperando una respuesta que el destino le daria posteriormente, mientras tanto, Mercer seguia enfrascado en su pasion por el habla y las reivindicaciones, daba a notar que nunca antes habia tenido la oportunidad de decir lo que realmente pensaba de todo el destino negro que rodeaba a Arabasta, pues antes de Ipio reino su progenitor Alccio, trajo consigo una mentalidad totalmente absolutista, todo indice de revueltas, lo acallaba sacando a los marines a dar el paseo, pero como no, los nobles aunque tambien sufrian, se beneficiaban de esta forma de gobierno, pues siempre tendrian la proteccion de su mas ferviente lider Alccio IX..

Las cricatrices de Mercer podian verse en su espalda, los latigazos en su quinta, estaban a la orden de el dia, pues Alccio creo su propia religion, menuda elocuencia mas grande. El Oasismo, basandose en la figura de un heroe llamado Oasio ,que, segun decian, podia matar a una parte de un ejercito sin que lo vieran, justo como un espejismo, eso no eran mas que burdas falacias, los que no asistian a los rezos semanales, o denegaban a Oasio como su dios protector, eran castigados cruelmente por la furia de la orden de los "Oiristas", que no eran mas que una forma de sacarle todo el dinero al pobre habitante de Arabasta a base de latigazos, eso explica el por que en esta era tienen tanto poder, el joven afro miro la expresion en la cara de Virgilio y enseguida se dio cuenta de la situacion, -Si, se que el viejo de el rey actual fue quien le hizo eso, y quien nos hizo estar en esta situacion, pero, no somos como los nobles, simplemente queremos vivir, no vengarnos, y eso es lo que nos hace mejores a nosotros- termino el chico dandole una palmada en la espalda a Virgilio.

El joven volvio para dirigirle la mirada y esbozar una sonrisa en su rostro, pero no podia evitar sentirse culpable, pues el era noble, e indirectamente por culpa suya y de todo el conjunto de la aristocracia que el pueblo lo pasara tan mal, el joven Virgilio poco a poco se fue adentrando entre la multitud cogiendo desprevenido a Marx, -¡Eh! ¡Virgilio! ¡¿Donde vas?!-, el joven hizo caso omiso y fue poco a poco aumentando el ritmo hasta sprintar abriendose paso entre empujones, en el espacio entre los primeros de el grupo y la caja donde estaba Mercer dando su discurso, Virgilio se impulso, y apoyandose en la caja volvio a impulsarse, al mismo tiempo que lo hacia metio sus manos dentro de la capa, y de esta saco dos tacos grandes de panfletos, los cuales lanzo con fuerza ayudandose de el viento que soplaba consiguio extenderlos a lo largo de toda la plaza, los panfletos llevaban un extraño simbolo, desconocido para los incautos, pero bien conocido por los reyes.



Segun las novelas de un escritor que surgio durante la epoca de Alccio, llamado "Nithandera", ese era el simbolo de la rebelion, Alccio ejecuto a su autor, y a todo aquel que leyera el libro, cuyo nombre original desaparecio, pero simplemente se le conocia como "El libro prohibido de Nithandera" , el joven Virgilio se volvio a poner la capucha, y levantando el puño invoco a toda la baja estofa de Arabasta con gran furor, -Ciudadanos de Arabasta, puede que no conozcais ese simbolo, y que para vosotros sea solo un dibujo mas sin sentido ninguno, pero guarda un gran significado, que Ipio y su padre os han estado guardando desde siempre, para que no hubiera un mañana revolucionario, pues lo que este simbolo representa, es nada mas y nada menos, que ¡¡LA REBELION!!, y ahora que todo el mundo ha visto este simbolo, tenemos inmunidad, pues no puede matarnos a todos, pero a cambio, nmosotros no nos rebelaremos mientras el nos dio lo que ya una vez fue, tu pueblo vuelve a invocarte Ipio, ¡no rehuyas de tus deberes!-

El furor entre la "plebe" del pais era patente, todos coreaban a sus dos "heroes" Mercer y Virgilio, se movian a su son y las vibraciones de sus pasos se notaban fuertemente, -Lo has hecho bien, chico , serias un gran lider- , interrumpio Mercer, extendiendole la mano a Virgilio -Podria decir lo mismo de ti anciano Mercer, eres todo un mecenas para esta gente-, los dos exclamaron una fuerte carcajada arropados por el clamor de toda la pobreza concentrada de Arabasta, hasta que todo ese momento detras de un muro de cristal, fue roto violentamente por un cañon que cayo a unos 5 metros de Virgilio y Mercer, la gente exclamaba confundida, y Mercer y Virgilio se levantaron, exhalando una fuerte tos debido a la ingesta de humo y polvora, -Asi que, no rehuyas ¿eh?, el rey ahora mismo se encuentra indispuesto, asi que, largaos de aqui antes de que dispare y esta vez de en blanco..- terminando la frase, la densa cortina de humo se corrio, y dejo ver a un peloton de hombres vestidos con una cota de malla oscura, casco gris con una venus tallada, guanteletes negros, y gravetas de el mismo color, a ninguno podia versele el rostro.


Mas arriba, en el balcon de palacio, un noble, mas o menos de la edad de 40 años con el pelo negro ondulado y un bigote grande que llegaba hasta la barbilla, Virgilio aun debajo de su capucha, miro anonadado a la figura de aquel hombre, -(¡Padre!)- penso para si mismo mientras observaba como su padre, Ovidio le señalaba con el dedo indice, el famoso dedo acusador -No me extraña de ti, Mercer, siempre ayudando a los incautos, pero al igual que tu padre vas a ser un hereje e ir en contra de los designios de Oasio, pero tu..- Continuo mirando aesta vez a Virgilio -¿Quien eres?, ¿otro agitador quiza?,seas quien seas, acabas de romper el orden de Arabasta, y eso te costara la vida-, el viejo Mercer apreto los dientes, y bajando sus puños a la altura de la cadera respondio con furia -Mi padre era un hombre bueno, y Oasio no era ningun dios, ¡no era mas que un hombre!- , Virgilio interpuso su brazo a la altura de el rostro de Mercer indicandole de que le dejara hablar con el.

-Eres muy gracioso a la vez que hueco, Ovidio de Fliggia- respondio el joven con tono rebelde, y con los brazos extendidos a cada lado, -Eres un hueco al pensar que nadie descubriria que lo que tenemos delante nuestro no es el ejercito personal de el rey, sino un grupo de exiliados que en su dia ¡fueron marines!-, exclamo fuertemente el joven marcando en el rostro de su progenitor una impresion nunca antes dibujada, este la corrigio esbozando una sonrisa con cierta picardia, -Que acusaciones tan graves, pero no tienes prueba alguna de ello-, el joven al oir la subita respuesta, bajo los brazos y los volvio a subir agarrando su capucha y corriendola hacia detras poco a poco -Lo se, pero yo siempre se lo que digo, y lo unico que se, es que esta gente confia en mi, ¡Padre!- termino cortante la frase corriendo por completo la capucha y dejando ver su rostro.