Nunca fue una buena persona

Los días iban pasando, no precisamente como quisiera, llena de gloria y luchas, o quizás con algo de paz, pero al menos pasaban y no tenía ni señas de sus hermanos, locos que habían jurado matarla algún día, pero eso no le preocupaba demasiado, eran estúpidos y no sería difícil eludirles, ni aunque estuviera frente a sus narices "pendejos..." pensaba con una sonrisa cada vez que le pasaba por la mente la forma tan tonta en que pudo huir de ellos.

Su pasado no importaba demasiado ya, al menos tenía la compañía de su fiel Zero y dos buenos puños para enseñarle a cualquiera que no debían jugar con ella, ni entrometerse en su camino, y es ahi donde esto empieza. Había escuchado en un bar, hombres hablar sobre un tipejo que se hacía llamar luchador, cuyo nombre se le hacía conocido, era un tanto famoso por su buena habilidad en el combate, pero fue decepcionante para Verónica enterarse que ese gran ídolo del combate, se había vendido al mejor postor para hacer trabajitos de mala muerte, intimidando gente indefensa e hiriendo mujeres inclusive, todo por dinero.

Rompió el vaso que tenía en la mano, aunque vacío, se estrelló con ganas contra la barra y se deshizo sin esfuerzo "Ese hijo de puta me las va a pagar... esto ya es personal" "Pensaba con furia, cuando se levantaba hacia uno de los hombres que chismorreaban como señoritas sin oficio

- ¡DIME DONDE ENCONTRARLO! -

mentaba sujetándole de las ropas y levantándolo un poco de su silla, dejando el rostro frente al de él - ¿Quién?! - preguntó entre la sorpresa y el miedo, sin entender realmente el porqué del enojo repentino de una mujer tan extraña

- ¡El bastardo del que hablabas! escupe ya o te lo saco a golpes... -

más extrañado que amedrentado, sencillamente respondió para que la fémina se calmara - en los barrios bajos... donde todo luchador puede golpear sin ser atrapado -

Ya había calentado la situación en un segundo, igual que su cabeza, ella era un cerillo que se prendía con el solo paso del viento, y oir que aquella leyenda no era más que un cobarde le daba ganas de arrancar cabezas, por lo que luego de recibir la información, dejó al pobre hombre con su rostro anonadado, volverse a sentar en su silla, mientras la dama de rojos cabellos se retiraba del lugar con los puños apretados de coraje.

Luego de aquello, caminó por las calles, evadiendo a las personas para no pegarle al primer desafortunado que le diera por ponerse en su camino, hasta que se metió en los barrios bajos del bello Loguetown, donde las miradas se confundían entre agresivas y perversas, una mujer como ella en un lugar como ese, era raro y peligroso para su persona, pero Verónica no reparaba en eso y su caminar la llevó a un lugar descuidado, que simulaba ser una casa, con un hombre sentado en un banco, haciendo ejercicio con pesas y fumando un cigarro del cual ya no quedaba mucho.

Se acercó a él, intentando no golpearlo de buenas a primeras y decidió hablar
- ¿Eres tu el luchador leyenda del que todos hablan? -
No había que ser un genio para saberlo o intuirlo, pero preguntar no mata a nadie y había que ser precavidos pues algunas miradas negativas se ponían sobre ella, alertas por si se atrevía a atacar al luchador en un momento de "debilidad".

Vaya que si se había metido en una mala situación, en un lugar de mala muerte bajo miradas negativas, que luego de hacer la pregunta se convirtieron en risas, carcajadas que salían de algunos que se acercaron lentamente hacia ella, la mayoría bastante imponentes, otros sólo atractivos, seguramente eran caras bonitas o así lo pensaba Voltage cada vez que miraba luchadores demasiado bellos para haber peleado lo suficiente.

- Eh niña! si preguntas cosas tan estúpidas es mejor que te vayas de aqui - Dijo un osado en forma burlona hacia ella, cuando la distancia era suficiente para que el puño de la mujer le asaltara el rostro... y efectivamente como era previsible, como un rayo salió el puño enguantado hacia el rostro del tipo, que por la mancuerna y algo de fuerza, terminó por romperle la nariz, soltando un alarido de dolor y tapándose el rostro mientras retrocedía para evitar la cercanía con la pirata

- NIÑA?! tsk! luchadores de pacotilla tienes aqui -

Pero no había terminado de hablar la pelirroja cuando los otros le sujetaban de los brazos y uno golpeaba su abdomen con fuerza, aprovechando que estaba sujeta, pero cuando se escuchó el quejido de Verónica, el fornido hombre de las pesas se levantó de golpe - ya basta! que quieres de mi? habla y vete, no es lugar para mujeres aqui - podía ser un luchador sin honor pero le gustaba destrozar él mismo los rostros de quienes le pagan por matar, no de una mujer solitaria en medio del infierno de quien no ganaría nada.

Se retiraron los abusivos lentamente, sin dejar de mirarla como un peligro potencial para cualquier segundo siguiente, pero obedeciendo siempre a su "jefe" por decirlo de alguna manera. Verónica se cruzó de brazos mirando al fornido hombre y decidió hablar cuando ya los otros tontos se hubieran alejado lo suficiente para poder respirar a gusto, y decir lo que se le ocurriera sin esperar un golpe "sorpresa" por parte de los cobardes.

- Eres un cobarde y una deshonra para cualquier luchador que te admirara, haces trabajos funestos para ganar dinero y has golpeado gente inocente por el... ahora enfréntate a mi y te enseñaré el dolor que has causado -

Fue lo más elocuente que una mujer como ella pudiera decir, pero lo hacía por el mínimo respeto que aún le infundía, al menos debía demostrar seguir siendo el mismo luchador del que todos hablan y aún haciéndolo, tendría que enfrentarse a su destino, ser aporreado hasta la inconsciencia por dos puños femeninos con ganas de hacer algo de justicia, que para variar, los marines no habían hecho.

- JAJAJAJA! tienes ganas de morir?! entonces morirás! - Mencionó el fornido hombre, con las sonrisas de sus seguidores, todos suponiendo que será sencillo aplastar la boca de una mujer con un sólo golpe, suponiendo que el gran luchador podría vencer a alguien con el carácter de Voltage, soñadores... sin duda.

Le daba entonces una divertida oportunidad de entretenerse, realmente se iban a enfrentar y a demostrar la valía, no había necesidad de seguir dándole vueltas a un asunto que desde el inicio se veía venir, así que el gran hombre se levantó de su sitio, mientras caminaba lentamente hacia ella, a una distancia prudente, dando un bocado de su cigarro y dejándolo caer al suelo para pisarlo y darle fin a su vicio.

Es entonces que Verónica puso en sus puños las mancuernas, se acomodó los guantes negros y poniendo un pie en punta, un poco más atrás que el otro adoptó una posición parecida a la del boxeo, levantando los puños un poco para cubrirse el área del pecho y la quijada.

- Ven cobarde, no temas, sólo te romperé un par de huesos -

Mencionó la mujer, confiada de sus habilidades cuando un puño grande y masculino apareció sin previo aviso, estampándose en el bello rostro, en forma de izquierda a derecha, casi haciéndole perder el equilibrio a la habladora, pero no soltó más que un quejido, retrocediendo entonces un paso atrás para comenzar a medir la distancia de los golpes del tipejo - Luego no llores... niña - mentaba el luchador, más confiado de lo que debería, suponiendo que su suerte le duraría por siempre y llamando la atención de algunos curiosos que se acercaron a observar el suceso, más de cerca, pero aún temerosos de tentar a su suerte al mirar de más.

Ese golpe no se quedaría sin respuesta, la mujer estaba decidida a demostrar su valía y sus ganas de lucha, así que cuando el tipo hablaba como todo un fanfarrón luego de una suerte prematura, la pelirroja se sostuvo del pie que estaba adelante, girando sobre este y llevando su otra pierna a impactar en el rostro del luchador oponente, el golpe tuvo un ruido seco y el dolor se podía palpar aunque el hombre ni un sólo quejido dejó salir de su boca.

Por el contrario levantó una mano y sujetó la pierna, jalándola hacia él para tenerla lo suficientemente cerca para dar un golpe certero a su rostro, que seguramente le dejaría inconsiente, pero Voltage había peleado más de una vez con ese tipo de luchador, así que cuando tuvo la oportunidad hizo girar su cuerpo como un taladro, lo que provocó que el tipo tuviera que soltarle la pierna y ella cayera en el suelo.

- ¡vamos big boy! -

No quería quedarse quieta estando en el suelo al lado de su oponente, así que lanzó una patada a la parte inversa de la rodilla, pero antes de poder tocarle, el hombre dio un salto hacia atrás, evadiendo como todo buen peleador la pata de la pelirroja y dando suficiente distancia que Verónica aprovechó para levantarse y volver a quedar en posición, mirándole directamente.

Las cosas comenzaban a ponerse interesantes, la gente perdió todo pudor, miedo y prudencia, corriendo a hacer un círculo bastante amplio alrededor de los luchadores, gritando todo lo que se les pasaba por la mente, apostando por el ganador, hasta uno que otro apostó un poco de dinero para Voltage, todo para que las apuestas tuvieran sentido, y hubiera un poco de incertidumbre a la hora del ganador.

Los ojos azules e intensos de ella se clavaban en el rostro del vejete que seguía insistiendo en la batalla, estaba alucinando con todas las formas en que lo destrozaría por ser nada más que un vendido, pero esa ilusión se borró de su mente para lanzarse hacia él de nueva cuenta, pero de forma extraña, pues lo que hizo es meterse entre las piernas ajenas, deslizándose en la tierra sin previo aviso y cuando la mayoría de su cuerpo estaba del otro lado del oponente, esta levantó su propio cuerpo, usando la fuerza de las manos, quedando verticalmente levantada para rodear el cuello del tipo con las piernas.

Cuando le tuvo sujeto del cuello, utilizó algo de impulso para hacerlo caer hacia atrás, como si retrocedieras el movimiento anterior, quedando el hombre boca abajo, con el rostro estampado en el suelo, y Voltage de nueva cuenta levantándose.
Al levantarse no desaprovechó oportunidad y se lanzó sobre él con un codazo, para darle justo en la mitad de la espalda, pero la suerte dejó de acompañarle y el hombre furioso se dio vuelta antes, tomándola del cuello y usando el impulso de la mujer, le estrelló contra el suelo, boca arriba, deteniendo toda acción.

El dolor se presentaba de nuevo, estaba tatuada en la tierra gracias a la mano que sostenía aún su cuello, mientras el hombre se levantaba lentamente sin dejar de oprimirla y comenzaba a golpear su rostro una, y otra, y otra vez, con el enorme puño que parecía sangrar tanto como ella o sencillamente teñirse de su sangre sin descansar ni un segundo.

Todo comenzó a verse nublado, seguía escuchando los gritos de todos alrededor, alentando al luchador a que no detuviera sus golpes, a que terminara el "asunto" y un par que se quejaban a gritos por verla tirada en el suelo y su dinero probablemente desperdiciado en una apuesta vacía, en una mujer débil; pero todo aquello le hizo recordar los momentos pasados, cuando luchaba contra su padre, como todos los cobardes le alentaban a que siguiera golpeando a su propia hija por dinero.

Recordó cuántas veces le rompió todo el rostro y se levantaba victorioso, no permitiría que eso sucediera de nuevo y con un completo extraño, además no había mucho tiempo para recordar tonterías, le estaban quebrando el rostro a golpes, así que hizo lo que tenía que hacer, levantó una rodilla y golpeo los genitales del gigante que se hizo pequeño en un segundo, con las manos en su entrepierna y cayendo a un lado de la ensangrentada damisela.

Estaba acabado y ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento se sentenció, el pobre hombre no vería venir su deshonra en su derrota, la sufriría en carne propia, cuando Verónica se levantó a duras penas, con todo lo que le quedaba de fuerza, pero su carácter y orgullo intacto, se acercó al adolorido infeliz y de una patada en el abdomen le sacó todo el aire, dejando que se desmayara por la falta de oxígeno.

- Que quede claro que no lo mato porque quiero que viva su deshorna -

Dijo y tomó un cuchillo oxidado que encontró cerca, golpeó el rostro del hombre una vez y usando la navaja, cortó su piel, justo en la mejilla, tatuando por siempre una "V" que tendrá que llevar consigo como recuerdo de su derrota, para que nunca olvide que una mujer pateó su trasero como era debido y frente a todos los suyos.

- Ni ustedes ni él olvidarán este día, donde Voltage venció al mejor -

Lanzó el cuchillo hacia el rostro del perdedor, pero no se enterró en su rostro, sino a un lado de este, en la tierra, cualquiera podría decir que fue misericordia, que es porque una mujer no se atrevería a matar, pero para Verónica no había ganancia en una muerte rápida, no había lujo en despojarles de su vida, ella quería que sintieran el dolor que le hicieron pasar cuando joven, el dolor de la verguenza.

Aunque su rostro estaba ensangrentado y los golpes seguramente le incharian como si de un globo se tratara, aún tenía rostro para mostrar en alto por su victoria, pero no todo puede ser seriedad, esos ilusos que habían rodeado la pelea estaban pasándose dinero uno a otros por las apuestas, la mayoría muy enojados, pero estaban jugando con algo que para una pirata era esencial, plata... todo lo que se necesita para sobrevivir es fuerza, habilidad y plata o así lo veía la dama pirata.

- Muy bien bola inútiles, denme todo el dinero -

Dijo acercándose a quien se encargaba de las apuestas y de recoger todo el dinero, extendiéndole la mano hacia él para que le diera la bolsa donde guardaba lo recolectado y con la otra, tomando su fiel Fenris, una espada corta y extraña que siempre portaba enfundada en su espalda, sólo para pelear con quienes no tuvieran valor para luchar mano a mano

- No me hagas matarte... -

Todos se dispersaron sin decir nada y el hombre quedó solo, dándole el dinero con un rostro de pánico y huyendo con el resto "ja... lo sabia" pensaba Verónica mientras sonreia en lo posible y se llevaba su bolsa con toda alegría, desapareciendo del lugar, plena y satisfecha, con todo lo que una mujer necesitaba para ser feliz y pensando en como Zero seguramente le regañaría y sanaría las heridas luego del sermón de "te pudieron haber matado" clásico de su bella personalidad.