Cazador de lo sobrenatural

El joven había llegado a una misteriosa isla, la cual era conocida por albergar una larga lista de leyendas, del tipo de leyendas que se les cuenta a los niños pequeños alrededor de las fogatas. Llegó en un pequeño bote, portando solamente una mochila y su guitarra. Pasarían a recogerlo después, y si no lo hacían ya se las ingeniaría para salir él mismo. Había una razón especial para que Arsenio fuera ahí. Por raro que pareciera, quería escribir una canción con un toque “espeluznante” pero en lugar de ponerse a escuchar relatos decidió ir a ese lugar en el que decían que pasaban cosas extrañas.

Era muy escéptico, es decir que no creía mucho en esas estupideces. Pero estaba convencido de que la atmosfera iba a ayudar a su facultad creativa. Aunque no lo quisiera admitir tenía miedo. Sí, un chico que había visto a cientos de personar morir y a todo un pueblo sumido en tragedia le tenía pavor a encontrarse con algo tan tonto, como fantasmas y similares.

Iba vestido con ropas ligeras: un pantalón blanco de tela, una camisa azul rey y zapatos cómodos, la indumentaria más simple que poseía. No quería estropearse la ropa en un sitio así, tomando en cuenta que debería entrar en un bosque. Lo mejor era poner en riesgo ropa que no fuera extrañar, y llevar calzado cómodo para poder correr, sólo si era necesario.

Por un momento se puso a temblar, ya que no sabía lo que encontraría. ¿Y si algo de eso era real? Patrañas. Ya estaba hablando igual que los piratas seniles y supersticiosos. Sin retrasar más lo inevitable, el chico dio un paso al frente, internándose en el peculiar bosque. -Presiento que me arrepentiré de esto.- Musitó.

Tantas historias se contaban, tantas y de tantos estereotipos, pero quizás entre todas ellas, las mas recalcables al menos dentro del cuerpo de marina, eran aquellas donde una tripulación de alto rango desaparecía en medio de una misión para después cerrarse su expediente. Era por ello que cada cierto tiempo se enviaba a una tripulación a ciertos lugares, para inspeccionarlos y demostrar que todo se trataba de puras patrañas, para mala suerte de una persona ahora no habían enviado a una tripulación sino que se había decidido enviar a un solo hombre de bajo rango, más específicamente un teniente comandante, un sujeto llamado Oka Hachirou perteneciente a una tripulación bastante respetada. No entendía por qué le habían elegido, no era nadie especial pero tampoco era alguien tan desconocido o inútil como para no lamentar su perdida. En fin, aquella embarcación marine llegó hasta la costa de la misteriosa isla y lo dejo ahí, pasarían tiempo después para recogerlo, pero por el momento se encontraba solo.

Llevaba unas ropas comunes de marine, aunque no le gustaba portar el uniforme se veía obligado a ello. En realidad ni siquiera entendía cuál era la gran “cosa” de esa isla, únicamente por rumores de fantasmas y monstruos no significaba que fuese algo extremadamente especial, pero en ese mismo momento no sabía que le molestaba más, el que le hayan dejado ahí contra su voluntad por una simple leyenda tonta o el hecho de no poder controlar su poder todavía.

Daba igual, ahora solo le quedaba estar un rato en ese sitio, dar algunas vueltas por ahí aburriéndose y quizás encontrando alguno que otro animal raro lo cual explicaría la base de las leyendas y después habría de salir de la isla con relatos de extraños fantasmas para seguir alimentando la ignorancia de sus compañeros. Una ligera neblina se comenzaba a formar en los adentros de la isla mientras que fuera el día permanecía en cierta medida enublecido dificultando el paso de los rayos solares sumergiendo al lugar en un estado de misterio continuo, lo que ya de entrada explicaba parte del origen de las historias. –Bah, que más puede pasar- exclamo en voz alta como si esperara que alguien le escuchara lo cual obviamente era imposible, nadie habitaba en ese sitio o al menos lo dudaba demasiado, no parecía la clase de sitio donde uno podía llegar y montarse una vivienda así como así, pero que más importaba, ya decidido comenzó a internarse en aquel lugar, en búsqueda de pasar el tiempo y de ver por cuenta propia que aquellas historias eran solamente eso…historias.

Mientras caminaba por ahí decidió sentarse en la rama de un árbol para ponerse a improvisar por unos momentos con su guitarra. Sí, se había prometido que no iba a hacer nada hasta que encontrara el “punto de inspiración” pero como eso era tardado prefirió comenzar de una vez. El sonido era armonioso, e incluso atrajo a algunos pequeños animales que rondaban por ahí. Todo era felicidad para el joven músico hasta que una pequeña criatura que se movía entre la vegetación, la cual estaba vigilando al muchacho desde la clandestinidad, salió disparada hacia el rostro del muchacho.

-¡¿Qué rayos es esto?!- Murmuró, ya que no podía ver nada. Se levantó de golpe y salió corriendo, tratando de quitarse a esa criatura que tenía aferrada al rostro. Sólo podía saber que era peludo y que estaba a punto de estornudar.

Sin darse cuenta se tropezó con una raíz salida, cayéndose de bruces y provocando que ese animal se separara por el golpe. No sabía muy bien lo que era, pero parecía una cruza extraña entre un puercoespín y una ardilla. Arsenio tomó a la criatura por el cuello, colocándola al nivel de su rostro y mirándola despectivo. -¿Qué cosa eres tú? ¿No sabes que es de mala educación interrumpir así a las personas?- Dijo el joven, como si esperara que esa cosa le respondiera cuando sabía que los animales no hablaban.

Dejó ir al animalito y giró su cabeza para ver el lugar al que había llegado. Debido a que corrió demasiado se pudo haber perdido. Estaba en un sitio diferente, eso estaba claro. Trataba de recordar el camino por el que había llegado cuando vio a un extraño hombre de cabello negro, algo alto y de aspecto algo frío según la perspectiva del muchacho. Le parecía raro ver a alguien más en una isla como esa, en la que no existía nada valioso o de importancia, sólo un montón de leyendas. -Lo que me faltaba.- Apenas se estaba dando cuenta de que el sujeto portaba un uniforme de la Marina. No era prudente pelear, no iba preparado y sólo estaba armado con su guitarra. Con mucho cuidado retrocedió, esperando que el Marine no lo viera. Sin embargo, no contaba con algo: una tortuga. Sí, una tortuga caminaba entre los pies de Arsenio y él pisó su caparazón por accidente, resbalando y volviendo a caer de narices. Era obvio que ya había sido detectado.

Tras haber permanecido mirando fijamente al sujeto por un rato y no obtener reacción alguna, el muchacho de cabello azul siguió caminando, adentrándose más en el bosque y finalmente perdiéndose mientras tocaba su canción. Estuvo ahí un buen rato, como una hora o dos. Sin darse cuenta había conseguido un sonido espectacular, y parecía que eso era precisamente lo que estaba buscando. Encontró la inspiración entre una fauna horrorosa y la flora decadente.

Estaba satisfecho con lo que había conseguido así que ya no había más razones para seguir ahí. El cuerpo del hombre se detuvo, ya que había pisado algo muy extraño. Era otra de esas raras especies, sólo que no se dio el tiempo para ver bien al animal. Más adelante lo esperaba un bote. Tenía tiempo para hacer las correcciones mientras caminaba hacia él.