Cara o Cruz

Oscura y maligna se disponía la noche, en el cielo se mostraba aquel lienzo azul oscuro, en el que se pintaban millones de brillantes granos a los que se llaman estrellas, luces naturales de la noche, y justo en lo mas alto de la bóveda oscura, aquella enorme esfera. . . la luna. Las empedradas calles de la ciudad carecían de vida nocturna, las personas dormían, y descansaban cuanto podía, para poder levantarse a trabajar al día siguiente. En la espesura de la oscuridad, una silueta se movía con sigilo para no ser detectada, y su vista, se posicionaba unos metros delante de el en un edificio que no parecía fuera de lo normal.

Una persona seria, se paraba en la puerta del lugar, asi dando la espalda a Kiricco, quien venia estrategicamente encaminado por la parte trasera del precario edificio. Sin hacer ruido alguno, el joven Madarame se acercaba lentamente pegado practicamente al muro del edificio, escuchando los gritos moderados de las personas dentro, queria saber todos los factores antes de realizar su movimiento. Luego de unos siete minutos de espectacion, aquel adolescente calculador ya tenia la tramoya planeada, que plan arriesgado, pero a la vez bastante pensado, aunque si minima cosa salia mal, el fracaso seria inminente.

Cada dos minutos. . . cada dos minutos era el momento en que los dados eran echados en la mesa, y que los apostadores gritaban refunfuñando o contentos, por haber ganado un poco de dinero. El guardia, con un sombrero que tapaba gran parte de su rostro, un hombre delgado con una gabardina negra recubriendo su torso ademas, un traje de lo mas utilizable para infiltrarse. Solo esas dos cosas necesito Kiricco para saber que tenia que hacer, no queria provocar ruido al golpear el guardia, y gracias a los gritos de quienes jugaban en las apuestas, eso seria posible.

Minutos paso el pelinegro, serciorandose de no haber equivocado, un minuto pasaba la persona neutral agitando los dados y luego los lanzaba guardados en un baso de plastico, luego de que ese minuto pasara, y exactamente en ese momento, tenian otro minuto los apostadores para poner el dinero sobre la mesa. No era un juego muy complicado, aunque Madarame no tenia el privilegio de poder expectarlo, ya que ahora seguro de sus especulaciones, se acercaba con mucho sigilo hacia la espalda del guardia, y con una mirada sombria, esperaba al siguiente grito, para luego, comenzar a contar por los que serian los siguientes dos minutos.

Blasfemas y gritos de alegría fueron lanzados por los abundantes inquilinos del lugar, y exactamente en ese mismo instante, la boca del guardia fue tapada y con fuerza fue llevado hacia la oscuridad, donde recibió un fuerte golpe en la nuca, perdiendo el conocimiento por un buen rato, suficiente como para que Madarame cumpliera su cometido. Lentamente se puso esa cómoda gabardina de cuero, y la cerro en sus botones, para que no se viera la camisa blanca debajo, y aquel sombrero negro, fácilmente tapaba la mitad de su rostro, y también como sus cicatrices, así que tendría que andar con la cabeza gacha, pero todo por ahora iba bien.

-Voy al baño, pongan un relevo por unos minutos- Esas fueron las palabras de Kiricco, quien minutos atrás había entrado a la edificación. Un cuadriculo precariamente iluminado lleno de sombras, factor que favoreció a Madarame a ocultar su rostro, y gracias a la ebriedad y éxtasis que las personas del lugar presentaban, pudo pasar desapercibido. Poniendo sus manos en el bolsillo, camino lentamente hacia un pasillo angosto y largo, y en sus paredes se disponian gran cantidad de puertas, una Odisea habia sido entrar, ahora tambien lo era encontrar la habitacion correcta.

La desesperación aumentaba con cada segundo que pasaba, una decena de puertas había en el corredor, y siente ya habían sido inspeccionadas en busca del dinero, o bueno fácilmente se pudieron distinguir de no ser bóvedas u cajas fuertes, dos eran baños comunales, un baño particular, la cocina y un cuarto lleno de camas. Luego de registrar las octava y la novena puerta en busca del dinero, se llevo una gran desilucion al ver que la primera era un habitación con una tina algo lujosa, y la segunda una pieza con una enorme cada de dos plazas, que también parecía ser algo cara. Claramente se podía notar de que aquello era una casa de familia, algo inesperado verdaderamente. Se volteo velozmente Kiricco al escuchar unos pasos, alguien se estaba acercando, gracias a la luz de un farol pudo ver una sombra, y sin dudarlo siquiera, se adentro en una habitación, que estaba a oscuras. De un chasquido, se ilumino aquel dedo de Madarame con ese fuego azul entremezclado con amarillo, se veía que era una oficina, y detrás del desordenado escritorio se podía divisar, esa caja fuerte que parecía estar cerrada. Hizo sus mayores esfuerzos Kiricco para poder abrirla, pero parecía que no podría, pues la clave era desconocida para su mente, en un desesperado intento, puso la mínima cantidad de fuego posible en sus palmas, y derritió la perilla de plástico, dejando así un hueco en el hierro, que permitió que abriera la caja. Velozmente puso el dinero en sus bolsillos sin contarlos siquiera, y sin dudarlo abrio la ventana, para salir a traves de ella, y desaparecer en la espesura de la noche.