Prólogo: Asalto Marine y el secreto de la Hone Hone No Mi

La mar en calma, con el viento golpeando el cabello de los piratas que le acompañaban en aquel enorme barco, el "Oda a Tritón" navegaba fulgurante por las aguas del East Blue, el capitán de tal embarcación observaba las aguas de este mar y por detrás un joven pirata se acercaba a él -Capitán, las aguas andan tranquilas, tardaremos un poco más en llegar a nuestro objetivo- El viejo lobo de mar se volvió sonriente al joven pirata de pelo blanco y con una de sus sonrisas más relevantes le contestó con algarabía -Tranquilo Kisame, no tardaremos mas de un día en llegar, y seguramente nuestro objetivo te gustará, Loguetown- El joven pirata de nombre Kisame sonrió, al parecer estaba contento de volver al que una vez fue su hogar, cuando iba a soltar palabra, otro pirata comenzó a gritar -¡¡Capitán, Capitán!! Marines a estribor- El capitán junto a Kisame borraron sus sonrisas y se acercaron a estribor, allí se podían observar tres navíos marines, a lo lejos, poco a poco se acercaban, no fue más que cuestión de minutos que alcanzará a la flota pirata.

El capitán ordenó a sus hombres que prepararan los cañones, un barco marine cayó, pero los otros dos los rodearon, ya era muy tarde para huir, debían pelear, los marines cesaron el fuego y comenzaron a asaltar el barco pirata, los bucaneros pelearon con ansías de victoria, muchos cayeron, mientras, el capitán y Kisame resistían, el joven pirata desenvaino sus dos sables mientras que el capitán luchaba frente a un oficial, muchos cayeron ante la fuerza de Kisame, pero el oficial estaba a la par con el capitán, este último no tuvo más opción que utilizar el poder de sus Akuma No Mi, pero antes de poder utilizarlos, los barcos marines comenzaron a bombardear el barco, por lo que el capitán cayó al agua y murió ahogado, Kisame no supo reaccionar, intentó huir, pero los marines lo rodeaban en su mismo barco, todos los piratas iban cayendo uno a uno, no tuvo más opción que luchar, mató a muchos marines pero el oficial era demasiado para él, pero aún así luchó, entonces sintió un golpe en la cabeza y...

Horas más tarde despertó sobre un leño, en la misma escena, no había nadie, todo el lugar estaba desierto, miles de cuerpos de piratas y marines flotando, bueno, el de su capitán estaría en el fondo del mar. No había quedado nada del barco en el que días antes hubiera navegado y vivido miles de aventuras, solo escombros, restos de su destrucción. Tras varias horas movido por las diminutas olas que bombardeaban el East Blue, no llegó a ninguna parte, aún no veía tierra, logró unir varios tablones y hacerse una balsa básica para al menos no pasar frío en aquel mar.
Pasaron dos días tras el ataque y aún seguía en alta mar, poco a poco fue observando lo que parecían árboles, cuanto más se acercaba más fue diferenciando el lugar, parecía una isla, apartada de todas, ni siquiera sabía donde se encontraría, ni las coordenadas exactas de su localización, pero mientras hubiese comida y agua en la isla le sobraría.

Tardó casi hora y media en llegar a aquella isla, justo cuando estaba cerca, una gran ola nació desde el mar y se llevó por delante la balsa imprivisada de Kisame con él, volvió a perder el conocimiento de nuevo. Pasaron horas, y Kisame aún seguía tumbado en la arena, siendo golpeado por el mar de poco en poco, pasado un tiempo volvió a despertar, no sabía donde estaba ni como había llegado, no vió la ola y en aquel lugar no parecía habitar nadie, era como un lugar desierto, pero en cambio, en la arena se podían observar pisadas de animales, al parecer algún animal salvaje había estado por aquí cerca, las huellas parecían aún frescas, Kisame ya empezaba a tener miedo, temía que aparecieran criaturas salvajes para atacarle, había perdido sus dos sables en alta mar y no podía conseguir otros, se encontraba en una maldita isla desierta.

Kisame decidió explorar un poco la isla, pero antes necesitaba armarse, quizás con una piedra y unas ramas podría fabricar un par de armas, así fue, cogió una piedra junto a dos trozos de madera que encontró entre los restos de su "balsa" y creó dos espadas bien afiladas para defenderse de cualquier criatura que pudiera encontrar por esta isla, aunque no parecía muy habitada. Después de tiempo de recogida de cocos y unas cuantas frutas de los árboles, además de repostar energía comiendo y descansando, decidió aventurarse en los confines de la isla y asegurarse de que estaba desierta o descubrir una civilización en ella. Se aventuró en los bosques, pero más que criaturas se encontró con más de una arena movediza, pero lo que más le sorprendió fue todo tipo de frutas extrañas que encontró, fresas lilas, melones triangulares, eran extravagantes y tenían su toque misterioso. A través de los árboles, entre la espesura, Kisame pudo observar varias luces naranjas, al mismo tiempo, ruidos y gritos de voces que parecían humanas, sin pensar dos veces, Kisame se aventuró hacia las voces.

Aquellas voces provenían de una diminuta aldea de gente bastante extraña, hablaban en un idioma extraño, todos llevaban máscaras tipo TIKI y bailaban frente a una fogata, estos, al ver a Kisame y a su piel blanca pálida se quedaron asombrados, en comparación con su negra piel, Kisame parecía la leche de un coco, estos quedaron asombrados al tocarla y ver que el tacto era el mismo al suyo. No habían pasado más que unos minutos y esta gente ya pensaba que Kisame era una especie de divinidad que había bajado de los cielos para guiarles en su vida, Kisame en cambio, pensaba que lo trataban de divinidad por la diferencia del color de piel y demás.
Kisame recibió su propia máscara TIKI y enseñó su idioma a los lugareños, que aprendían rápido, en dos meses sabían manejar el idioma muy bien.

Kisame había aprendido a sobrevivir, al parecer le resultó dificil pero una vez que le cogió el tranquillo solo fue cuestión de ponerlo en práctica, por las noches, los lugareños contaban historias, relacionadas con visitantes a la isla que enterraban cosas en el suelo, pero lo que más impresionó a Kisame fue la historia que se contó aquella noche de plenilunio -Uka Uka, visitante con tripulación subió hasta cueva sagrada, con pala y pico cavó horas y horas para ocultar su más preciado bien, fruta del poder, fruta del poder, oh señores del inframundo que controlan las frutas del poder, aquel visitante no saber controlarla y por eso enterrarla en isla, oh fruta del poder, oh fruta del poder, aquel que desenterrarla logré, con el poder de Belcebú corre- Aquella oda entusiasmo a Kisame, al parecer se trataba de una Akuma No Mi de las leyendas, como aquella que en su momento probó el capitán de su antigua tripulación, aquella noche, al acostarse soñó con su capitán, cuando Kisame no era más que un crío "¿Quién osa ir de polizón en "La Oda a Tritón"- En aquella escena se podía ver al pequeño Kisame y al viejo lobo de mar, Johann Barkriel, capitán de la oda, desde ese momento, su amistad fue creciendo, lo nombró contra-maestre, pasó años de su vida en aquel barco surcando los mares y nunca lo había pasado tan bien, observó como su capitán devoraba la Akuma No Mi, pero jamás lo vió utilizándola y debido a ello, murió ahogado en el East Blue. Había aprendido a no dejarse engañar por las apariencias, incluso en un mar tan tranquilo como el East Blue, hasta el pirata más hábil debía tener cuidado, pues todas las aguas son peligrosas.

La mañana llegaba a la isla y cuando los lugareños entraron en la cabaña de Kisame para despertarlo, solo vieron la cama vacía y una nota "Siento las molestias, pero he de encontrar la fruta del poder, si es cierta esa leyenda, la Akuma No Mi se esconde en la gran cueva sagrada, siento romper la palabra de no poner un pie ahí, pero necesito averiguar algo sobre esas frutas" Los lugareños salieron en dirección a la cueva, no tardarían más que horas, pues se conocían la isla de pe a pa.
Kisame, mientras tanto, estaba escalando el gran acantilado, en lo más alto de este se encontraba la cueva, nunca había subido tan alto, pero quería estudiar tal poder, su origen y demás secretos relacionados con la Akuma No Mi, a pesar de ser un espadachín, sabía sus cosas sobre las ciencias y cosas así. A mitad de camino, su mano resbaló y quedó en pendiente en lo alto del acantilado, su vida pendía de un hilo, pero gracias a su agilidad, consiguió agarrarse de nuevo a la roca, subiendo más lentamente hasta la cima del acantilado, cuando llegó estaban allí los lugareños custodiando la entrada -Jefe Ibhuodala, por favor, déjeme pasar, si es cierto que esa fruta es una Akuma No Mi, necesito investigarla, quién sabe, quizás así evito la estupidez de los hombres por probarlas- El jefe negó con la cabeza y golpeó con su vara, si quería la fruta debería pasar por encima de sus cadáveres, Kisame bajó la cabeza, habló de nuevo -Cometéis un error, si yo no me llevo esa fruta otro vendrá, y será más inútil y la probará, y entonces quedará maldito, utilizará su poder para acabar con vosotros o incluso para venderos como esclavos... No soy vuestro enemigo- Aún así, los lugareños prefirieron enfrentarse a Kisame, sabían el riesgo que correrían y habían aceptado su destino, Kisame miró triste al jefe, entonces se colocó en modo cappoeira para comenzar el combate.

Kisame derrotó a los guardias sin dificultad, solo quedaba el jefe, era rápido, fuerte y aquella vara que poseía, tenía poderes mágicos, podía alargarse o ensancharse, tanto como encogerse y estrecharse como quisiera, aún así, tras un arduo combate, pudo derrotar al jefe de la tribu gracias a la danza de las rosas, solo lo dejó inconsciente, sin hacerle demasiado daño. Entró en la cueva, había muciélagos y no parecía que hubiera ningún tesoro ni ninguna Akuma No Mi, es más, parecía un lugar desierto, rodeado de agua estancada y asquerosa, al menos hasta que observó bien el suelo, vió pisadas que se dirijian hacia el este de la cueva, parecía que antes hubiesen excavado, al parecer alguien había enterrado algo en este lugar. Kisame, sin pala, comenzó a excavar con sus propias manos, y al final encontró un cofre pequeño tenía un candado, para suerte de Kisame estaba realmente oxidado, así que bastó con un golpe de piedra para abrirse.

Allí estaba, la Akuma No Mi, en el interior de aquel cofre, tenía aspecto de fresa, pero era blanca y de ella salían púas rojas, era como un sueño echo realidad, podía coger una Akuma No Mi con sus propias manos, la estuvo observando, durante horas, le encantaba el tacto y olía a dioses, pero decidió no probarla, la guardó en el cofre y salió de la cueva. Allí se encontraba el jefe, no estaba solo, todos los demás muertos, un pirata había atrapado al jefe de los lugareños y estaba esperando la salida de Kisame de la cueva -Vaya, vaya, vaya, el chico de Barklier, nada más y nada menos que Kisame "hueso" Hoshigaki, ¿cómo estás muchacho, has descansado bien tras el ataque marine a los tuyos?- Kisame miró con rabia a aquel hombre, se trataba de Gail Roberts, rival y enemigo de Barklier, siempre había intentado derrotar a su capitán, pero en ninguna ocasión lo había conseguido -¿Que pintas aquí Roberts?- El pirata sonrió, señaló el cofre y sonrió de nuevo, el fue quien enterro aquí el cofre, además esperaba volver para comerse la poderosa Akuma No Mi que había encontrado en sus viajes -Chico, no sabes el poder que posee esa fruta, se trata nada más de la Hone Hone No Mi o la fruta ósea como muchos la llaman, da la capacidad al usuario de convertir cualquier parte de su cuerpo en huesos tan duros que hasta las balas salen desviadas- Kisame miró con desprecio a aquel hombre, después observó al jefe, sabía que si no se la llevaba algo iba a ocurrir, y al parecer ya había ocurrido -Lo siento, Roberts, esta Akuma No Mi no es para ti, es producto de investigación, esto solo te matará- Roberts rió a carcajadas, sacó su pistola y apuntó a la cabeza del jefe Ibhuodala -Solo quiero la fruta niño, dámela y no sufrirá- Kisame no podía abandonar a la persona que le había dado un hogar y lo había criado como su padre, no podía negarle la existencia, no tuvo más opción que arrojar el cofre a los pies de Roberts, pero este era un jugador muy sucio, nada más tuvo la fruta en su poder disparó en la cabeza al jefe, matándolo, en cuánto el cuerpo cayó al suelo, Roberts agarró la caja, después salió corriendo por un camino que bajaba el acantilado, Kisame no se detuvo y salió corriendo tras el viejo lobo de mar que tantos problemas le trajo en el pasado.

Horas y horas corriendo tras el viejo pirata, para su edad era rápido, pero no más que Kisame, aunque para desgracia del joven pirata, se estaba muriendo de hambre, hacia mucho tiempo que no probaba bocado y no tenía fuerzas para continuar, tuvo que detenerse, desde lejos veía a Roberts huir con el cofre que tanto le había costado conseguir, se tiró dos años de su vida para encontrar un tesoro del que su capitán había hablado tanto y que juró robarle a Roberts. Mientras Kisame observaba la escena de la huida del cobarde Roberts, una criatura parecida a un tigre pero con cabeza águila y patas de hipopotamo saltaba sobre el viejo y lo tumbaba. Kisame pudo reaccionar y corrió tras Roberts, su reacción, coger el cofre mientras Roberts era atacado por semejante bestia, para desgracia de esa criatura, el pirata le disparó en el estomago y se la quitó de encima enseguida. Kisame no vió otra opción, era o morir a manos del viejo o comerse la fruta, optó por lo segundo, mientras corría hacia las cataratas que se encontraban en el sur de la isla, abrió el cofre y sacó la fruta -Capitán Barklier, siento hacer esto... pero es mi única opción- Antes de darle un solo bocado escuchó una voz, una voz en la lejanía, parecía muy distante "Kisame... Kisame... te doy mi bendición... devora la fruta... se uno de los míos, se como tu capitán" Aquella voz se parecía a la de su capitán, al parecer se había formado un colapso en su mente y se había cerrado, abriéndose la parte del cerebro de la imaginación, aún así hizo caso a la voz, mordió la fruta y la tragó, ese primer bocado sabía realmente mal, comenzó a sentir angustias, dejó de correr y se paró tras un árbol, allí intento no vomitar y lo consiguió, notó que algo en su interior cambiaba, como si todo su ser se convirtiera en huesos, al parecer era efecto de la fruta ósea.

Roberts tardó horas en encontrar a Kisame, es más, lo encontró tirado en el suelo, dolorido, le dolía el estómago, esa fruta le había hecho daño, Roberts desenfundó su sable y fue a rematar a Kisame y buscar la fruta que supuestamente había perdido el joven pirata, pero que en realidad se había comido presa del pánico. Cuando Kisame vió la escena, juntos sus brazos en señal de protegerse. Cuando Kisame abrió los ojos vió a Roberts con su espada clavada en una especie de escudo blanco, observó sus brazos, se habían fusionado claramente y habían formado un escudo, esto si era parte del poder de la Hone Hone No Mi, al parecer algo intuyo el peligro y afecto al organismo de Kisame para crear ese escudo.

El viejo lobo de mar logró sacar la espada de aquel hueso y tras varios gruñidos se dió cuenta de que el chico había devorado la fruta -Necio... te vas a convertir en una anomalía, esa fruta no es normal... acabarás dañandote a ti mismo- Kisame miró a los ojos de Roberts y furioso le gritó ¡¡¡¡Me da igual!!!!- Estiró su brazo hasta el estómago de Roberts y el mismo brazo se convirtió en el filo de una espada ósea, y atravesando a Roberts desapareció de nuevo para acabar tal y como era antes.
Roberts perdía fuerzas, su piel palidecía, comenzaba a pasar frío, su corazón había sido atravesado por el frío hueso de Kisame, el joven pirata no se lo creía, había derrotado al mayor enemigo de su capitán y había devuelto el honor a su muerte vana. Roberts cayó a un pequeño lago que formaban las cataratas, su cuerpo palideció allí, comenzó a hundirse y Kisame sonrió felizmente por última vez... Al instante perdió el conocimiento...

Días más tarde despertó en la aldea, los lugareños le encontraron, lo llevaron a reposar, sabían lo que había ocurrido y que Kisame devoró la fruta, pero no les supuso un problema, el jefe murió pero sabían quien fue responsable y que Kisame vengó su muerte, por ello, no le culparon ni le castigaron. Como buenos anfitriones le construyeron un pequeño bote para que surcara el mar hasta su destino, necesitaba visitar Loguetown de nuevo, tenía nuevos poderes, y quien sabe, quizás encontrase otra tripulación en la que encajara tambien como en la primera o incluso mejor. Su personalidad cambió, pasó de ser acogedor a ser frío, dejó de confiar en los demás y la sangre empezó a entusiasmarlo, quizas como prueba de que mató al enemigo de quien más respeto y quiso en el mundo, los lugareños tatuaron en su frente dos puntos rojos como señal de divinidad, para ellos el poder de las frutas era un símbolo de dioses y lo declararon dios de dioses.

Días más tarde embarcó de la isla, Loguetown estaba lejos, muy lejos al norte, debía llegar para recoger provisiones, le robó todo el oro a Roberts y todos sus suministros, eran suficiente como para llegar a Loguetown en perfectas condiciones, solo esperaba que el mar se pusiera de su lado, ahora le tenía miedo, pues tras comerse la Akuma No Mi no podía nadar, además de tenerle pavor al agua salada.
Llegó a Loguetown y olvidó la localización de la isla a posta, no quería recordar ese lugar sobretodo porque prefería no hablar de ello con nadie, para así olvidar esa parte de su pasado. Allí en Loguetown quiso visitar a sus padres, hasta que descubrió que habían sido ejecutados por ocultar la localización de su propio hijo a los Marines, a los cuáles ellos pertenecian.

Kisame se enfureció y le cogió mucho odio a los Marines, los odia y quiere limpiarlos de la faz de la tierra...

He aquí la historia de la Akuma No Mi de Kisame, la Hone Hone No Mi o fruta ósea.