Aprendiz de cocinero

-No... lo has entendido todo al revés. - intentó sonreír a pesar de que las lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas, intentó secar las de su hermana a pesar de que ella misma no podía parar de llorar.

A pesar de que a la que nunca volvería a reconocer como madre no estaba, a pesar de que su sucia presencia no estaba allí, seguía haciéndolas sufrir, y por ello, la odiaba más aun, quería encontrarla, quería volvera verla solo para romperle la mándibula y escupirle en la cara que nunca será una madre para ninguna de sus hijas.

Porque todo lo que ella sentía se quedaba corto en comparación a lo que podía estar sientiendo su hermanita, porque ella era el fruto de un engaño y solo por eso debía odiarse. No lo soportaba, no soportaba verla así, no soportaba saber que su madre era una egocéntrica narcisista y que no contenta con avandonarlos a ellos, había avandonado también a su tercera hija.

-Si tu no hubieras nacido, al final todo hubiera resultado igual, pero ahora yo estaría sola.. otra vez. - intentó sonreír para tranquilizarla, pero no consiguió más que tordecer los labios en una mueca. Nunca se le había dado bien explicarse. -Eres lo único que tengo. - la abrazó desperada. -No eres la culpable de nada, eres mi flotador en la tormenta- la volvió a abrazar, reconfortandola a pesar de estar llorando ella tambien.

Quería hacer lo mismo que su hermana, quería llorar y gritar, quería hundirse pero debía ser fuerte, porque si una caía las dos lo hacía, debía lucha por su hermana.

-Ya basta. - su voz sonó fuerte, autoritaria, sin dejar lugar a réplicas, uno de los tantos regalos que le había hecho su padre. -Nada es culpa tuya. - inntentó apaciguar su ira contra aquella mujer.

No quería que su hermana se siguiera culpando por algo que no había hecho, en su mente no cabía la posibilidad de que ella tuviera la culpa de lo que le había pasado.

La verdad dolía mucho más de lo que había pensado.

-Ella tenía pensado avandonarnos mucho antes, incluso antes de quedarse embarazada de mi. - unia piezas sobre la marcha, y cada vez detestaba más las conclusiones que sacaba. -Mi padre lo sabía, mi padre sabía todas las infidelidades que había tenido, sabía que a pesar de tener los favores que se le otorgaban a las esposas de altos cargos de la marina no tardaría en avandonarlo.

Su padre era el que más había sufrido, y aun así, siempre estuvo allí para ella, para sonreírle cuando lo necesitara, para otorgarle una infancia a lo único que le quedaba de la mujer que siempre amó y que aun así le hizo tanto daño.
Se le formó un nudo en la garganta y se sintió como una basura traidora. ¿Cómo pudo querer más a su hermano? ¿Cómo podía ser pirata mientras uno de ellos era el que había segado la vida de su padre?

-Tu no tienes la culpa de nada, así que por favor, déjalo ya. - la miró con una mirada dolorosamente apagada, una suplica silenciosa.

Sacó un foto del obi de su kimono verde, la miró durante unos segundos.

-¡Todo es culpa suya! - y lanzó una pluma afilada que clavó la foto de la que había sido su madre en la pared que tenía al frente.

Había tenido guardada esa foto como un tesoro, desde que volvió a su pueblo y encontró la espada, desde hace casi 5 años.
Se sintió estúpida.

Apoyó la espalda contra la pared y se deslizó con suavidad hasta quedar sentada en el suelo, se llevó las manos a la cara y lloró, lloró como nunca antes lo había hecho, ni cuando mataron a su padre, ni cuando la separaron de su hermano, ni todas las noches que trabajó como esclava, ni siquiera como cuando se reecontró con aquel peliazul.
Lloró por su padre, lloró por su hermano, lloró por su hermana, lloró por las mentiras, y por la falsas esperanzas tambien, lloró por las desilusiones, por saber que la mentira que había sido su vida era en realidad mucho mayor de lo que pensaba.
Lloró para poder desahogarse y no acabar explotando.

Se abrazó a su hermana con behemencia, y lloró en su hombro, y se desahogó mojándole la chaqueta. Su abrazo la reconfortaba, llegó a pensar que aquello podría asemejarse al abrazo de una madre, pero para ella, su única familia viva era Aria, y solo por el hecho de tenerla a ella era feliz.
Si había podido crecer sin necesidad de una madre, podría vivir sin ella, pero ahora sabía que no podría vivir sin su hermana.
Y aunque sabía lo que era su madre, anque se repetía que no le importaba, aunque se repetía que no le dolía porque nunca amó a su madre, simplemente por el hecho de no poder amar a algo que nunca tuvo, se mentía a sí misma.
Le dolía, mucho.

La verdad era lo más doloroso para cualquier persona.

-Mi padre era un buen hombre. - se separó de su hermana, había conseguido dejar de llorar. -Estoy seguro de que el tuyo también lo es.

Recargó la cabeza en la pared y sacó una foto de su obi, era pequeña, antigua, estaba gastada y medio quemada por una de las esquinas.
A parte de su katana y la foto de su madre en perfectas condiciones, ahora ensartada en la pared por una de sus plumas, era lo único que había podido rescatar de entre los escombros al volver al que fue su hogar años después de haber sido vendida; era su padre, sonriendo. Recordó su mirada cálida y voz suave y lo hechó de menos, comenzó a plantearse cosas que antes había preferido ignorar, su padre era algo que había decidido conservar como una bonito recuerdo, sin mayores preocupaciones, pero ahora que se había visto obligada a ver más allá de lo que ella quería, supo identificar que quiso a su padre mucho más de lo que se imaginó nunca, y que de no haberlo tenido a su lado, su hermano nunca hubiera podido supliar la falta de sus padres.

-Yo siempre pensé, cuando era pequeña, que nuestra madre volvería, que mi padre volvería a ser feliz y mi hermano volvería a ser abrazado por su madre, siempre pensé que volvería y seríamos una familia normal. Despues supe que eso nunca pasaría, que ella no volvería nunca... no me importó, yo era feliz con mi padre y mi hermano, pero nunca me plantee si ellos eran felices asi, no era más que una mocosa egoísta. Despues me conformé con pensar que un día podría dar con ella, me explicaría porqué nos dejó y yo podría llegar a perdonarla, pero ya... - contuvo la respiración. -Ya no puedo, no puedo perdonarla, no podré perdonarla nunca, mi padre murió por su culpa, me separaron de mi hermano y de ti por su culpa, todas vuestras lágrimas y vuestro dolor fue por su culpa.

Miró la foto de su padre, añorándolo, quiso ir a los cuarteles de Shelltown a visitar su tumba, a llevarle el collar de cuentas que simpre llevó del cuello y que ahora poseía ella, quisó decirle que lo quería, como tiempo atrás debió haber hecho.

-Estas destinada a algo grande. - no despegó la mirada de la foto. -Eres una Scarlet, siente orgullosa de ello, tu todavía tienes a tu padre, deberías ir a verlo... yo... - la miró. -... Ir a llorar al mio. - intentó reir, pero salió un quejido aunguastiado.

Se sintió pátetica, no se reconocía, la temida Titania llorando como una cría por descubrir que su madre era una golfa.

Cerró los ojos y volvió a guardar la foto, con savidad, como si en cualquier momento se pudiera desintegrar y acabra olvidando el rostro de su padre.
Bufó irritada, no tenía derecho a juzgar a su hermana, pero se qujaba de su padre cuando la pelirroja ni siquiera tenía uno.

-Solo ves de él lo que quires. Tu tambien has hecho atrocidades y aun así eres buena persona, eso no significa nada, no puedes escudarte con que tu padre es un monstruo pétreo y sin corazón porque tengas miedo de conocerlo. - giró la cabeza para mirarla con desgana. -Eres su hija, por como lo pintas, provablemente tu seas la única persona a la que será capaz de obedecer.

Aohora se daba cuanta de lo muchisimo que había querido a su padre.

-Si yo tuviera la oportunidad de conocer a mi única familia viva la aprovecharía. Tu todavía tienes a tu padre, yo ahora solo te tengo a ti. - pensó lo que iba a decir. -Quizá pueda contarte más cosas sobre... - no la volvería a llamar ''Madre'' -... Sobre Renna.

Sabía perfectamente que si ese tan mencionado ''Rey basilisco'' quería a su hija a su lado a toda costa, provablemente nunca más volvería a ver a su hermana, y no soportaba la idea de perderla... pero no volvería a ser ogoísta, tenía derecho de conocer a su padre y ella no era nadie para impedirselo.

La enervaba, no soportaba que su hermana hablara de forma tan pátetica, la admiraba, la tenía por una mujer fuerte, no por una niña que temía unos rojos carmesí identicos a los de ella, no por una niña que corría a refugiarse en las faldas de su hermana porque temía al hombre del saco de ojos rojos y una serpiente, pero aun asi no podía reprocharle nada.

-Tu nunca has tenído un padre, no sabes lo que significa perderlo... tu no sabes nada, Aria. - escupió con crueldad.

Se estaba pasando, lo sabía, pero aun tenía que desquitarse con alguien, estaba furiosa, con su hermano, por no haberla encontrado, con Renna, por no haber causado más que sufrimiento, dolor y amargura y con ella misma por ser tan egoísta y cobarde, y sabía que su hermana no tenía culpa de nada, pero aun así lo estaba pagando con ella.

-Deja de huir, no sabes la lástima que das escudandote tras las apariencias para no enfrentarte a la realidad. Te guste o no, ese hombre es tu padre, te guste o no, llevas su sangre y te o guste no si quiere venir a por ti, no podrás huir. - le dedicó una mirada severa, no intentaba hacerla entrar en razón, solo decirle lo que pensaba. -Yo no lo conzco, y estoy segura que tu tampoco.

Los ojos color sangre de la joven se entrecerraron y una estridente y oscura risa escapo de sus labios curvados en una siniestra expresión, si, se reía de ella, de su patético intento de mostrarle que estaba decepcionada o algo como eso, como si a ella le importara, nunca le había importado lo que la gente pensara, solo por que compartieran una parte de la sangre no se comenzaría a preocupar, se incorporo mirando a Erza aun con aquella macabra expresión muestra de que le daba pena, si bastante pena.

-Veras Erza si yo no se nada, tu menos, yo tuve hasta mis 17 años una figura paterna, un hombre que cuidaba de mi y me daba lo que alguien te da como padre, es decir tuve bastante mas que tu, cuando no fue Zefiro al ser yo un bebe fue el Gran Jefe, cuando no el marine, padre he tenido muchos, siento decirte que la familia no esta solo en la sangre, aun que yo que podre decirte a ti, siempre tuviste a alguien de tu sangre vivo, no sabes lo que es hacer lazos de familia, mas leales y profundos que los de cualquier sangre con alguien con el que no compartes ni una gota de tu sangre, es verdad, no eran perfectos! no eran los mejores del mundo pero estaban ahí! es verdad que el Gran Jefe me hizo cosas horribles pero no me importaba! joder no estaba sola! no estaba sola en un lugar donde la gente me miraba con asco, con despreció deseando que un día apareciera muerta en un callejón y deshacerse de mi! ¿que yo no se nada? ¿entonces tu que mierda sabes?


La joven había explotado, demasiados sentimientos y el demonio al fin había soltado todo lo que pensaba acerca de aquellas persona que tenían derecho a juzgarla cuando no sabían nada, su hermana no conocía ni la mitad de su vida, no sabía como se había sentido con cada paliza, con cada año que pasaba al lado del Gran Jefe, como se había sentido cuando la habían violado a los 12 años en un callejón, ella no sabía nada y aun así ¿tenía la desfachatez de decir que ella no sabía nada?

-Siento darte pena, pero supongo ahora estamos a mano, tu me la das a mi, yo a ti, a la par querida, y para tu información le conozco, por eso estaba tan mal, ese hombre es bastante conocido, y yo misma he sentido sus manos sobre mi garganta, notando como los diamantes se partían ante su pétreo tacto, lo bueno es que los miedos se superan, pero tu forma tan patética de ser creo que no, lloras por un hombre que ya no esta, que nunca volverá, yo llore por uno que podía volver, pero ahora que se que no lo hará no me veras derramar una sola lagrima mas por el , y ahora dime cariño, ¿quién da mas penas de las dos? yo ya di la suficiente pena..ya di pena cuando me pasee por las calles de Arabasta con 12 años, con el vestido roto y ensangrentado tras ser violada en un callejón como este! no te atrevas a decir que doy pena, por que no sabes lo que he tenido que soportar y afrontar para estar aquí de pie, sin arrancar cabezas a mi paso o haberme suicidado hace mucho y eso que te juro que lo he intentado...

Duras, frías, sin sentimiento, esas eran las palabras de una joven que odiaba aquel sentimiento que generaba en todos, pena, estaba harta de oírlo, que le daba pena a la gente por que fuera como es, pero a ella le gustaba ser como era, quería seguir siendo una persona que demostrar lo que siente cuando fuera necesario, estaba harta de oír, pobrecita, no es capaz de hacer las cosas bien, pobre nunca ha tenido una familia, pobre no sabe como enfrentar esto, pobre pobre basta!! no aguantaba mas! no quería que nadie mas se preocupara por ella, no quería volver a escuchar que daba pena, que causaba lastima, suficiente causo cuando era mas joven como para quererla ahora, no lo soportaba, le dolía el pecho, las lagrimas de impotencia volvían a sus ojos, todo se agolpaba en su mente, todo y aquello la había hartado.

-Me enfrento a la realidad día a día hermana, cada vez que me levanto de la cama, veo el cartel de se busca con mi cara y recuerdo todas las cosas que he hecho para estar donde estoy, y al acabar el día, cuando cierro los ojos y las pesadillas vuelven intento no pensar en ello, intento no pensar en el día en que abusaron de mi, en el día en el que falle una misión y el Gran Jefe se enfado conmigo y me golpeo hasta casi morir, intento no pensar en que soy fruto de un adulterio que destrozo una familia, intento no pensar en que le di tanto asco a alguien como para que me abandonara en un desierto , intento no recordar como mataron a lo único bueno que me ha pasado en esta vida delante de mi, lo intento, pero no puedo, por que no se pueden olvidar las cosas, solo aprendes a vivir con ellas...y al igual que aprendí a vivir con todo eso, aprenderé a vivir con el hecho de que él sea mi padre, mas no pienso aceptarlo, y si el quiere venir a por mi, que lo intente... pero si hace falta me arrancaré la piel del cuerpo antes de irme con él, no pienso fallarle a las únicas persona que han significado algo para mi por los caprichos de alguien que cree que tener una hija y pasarse 18 años sin verla hace que le de derecho de pasarse cuando le de la gana y ahora...si me disculpas, creo que tras el gran discurso no querrás verme mas...así que adiós Erza,

La joven comenzó a caminar alejándose de aquel callejón sin saber nada nuevo, sin aprender nada, solo con lo que se repetía siempre en la cabeza, que era un ser que no le importaba a nadie, que si un día su cadáver aparecía en la primera pagina de un diario solo causaría alegría, si, la gente estaría feliz al tener una pirata menos y sus conocidos una joven insoportable menos a la que afrontar...

Us: Lo siento lo siento lo siento!!! si me he pasado tres pueblos lo siento ^^Uu pero es que ando sensible y Aria el tema de la pena lo lleva muy mal como yo uwuUu y me salio esto

No le gustó como la miró, no le gustó nada, ella no era su presa, tampoco su enemiga ni un insecto más al que poder aplastar, era su hermana mayor y le debía respeto. Quiso cruzarle la cara de un bofetón, pero aun así se limitó a mirarla, alzando la barbilla, con una mirada seria e impersonal, sin mostrar mayores preocupaciones ni sentimientos, volviendose una estatua fría, escuchando su baborrea sin sentido. dejando que se desahogara.

-Mocosa insolente. - entrecerró los ojos, sin dejarle ver que sus palabras le había herido más de lo que jamás reconocería. -No sabes nada, no eres más que una adolescente chillona que cree que se las sabe todas. - cerró los ojos, relajada, como si todo aquello no fuera con ella. -Quizá los apreciaras como a un padre, pero no lo son, nunca lo fueron, pero tu, que no has sabido nunca que es un padre es normal que no lo entiendas. - le dedico una dolorosa mirada condescendente, hacía mucho quen no era tan fría. -No me hables como si me conocieras. - escupió.

Por muy hermanas que fueran, no se conocían, de hecho, estaba descubriendo muchas cosas de la pelinegra entre sus berridos.

-Estuve metida en una celda muchos años, crecí entre ratas, llantos y tristeza, se perfectamente lo que se siente al apreciar a alguien como aun padre.

Recordó al anciano.

-O como a un hermano. - por primera vez la miró con rabia.

Recordó la mirada danzarina de uno de los otros niños.

-Y por eso te digo que se perfectamente de lo que te hablo, no es lo mismo. - a pesar de saber que sus días allí fueron más llevaderos gracias a aquella personas, y que las quiso como a uno más de su familia, hubiera dado un brazo por poder estar con su padre tan solo un minuto.

Sabía que su hermana había sufrido, ambas lo habían hecho, tambien podía asegurar que la de ella había sido una via mucho peor que la suya, pero ella tambien había recivido palizas, tambien la habían insultado, y había intentado exederse con ella, y aun así, no estaba mirando a su hermana como si fuera un gusano, ni tampoco se había reido de ella.
Sabía que aquella discursión no llevaría a ninguna parte, solo serviría para desahogarse.
Frunció el ceño y miró a su hermana con apaerente indiferencia, como si no le importaran en lo más minimo sus palabras.

-Pues gracias a esta tan patetica forma de ser yo no lloro por tenerle miedo a mi padre, sigues siendo la misma niña asustadiza que recorría las calles de Arabasta. - se levantó con tranquilidad, sacudiendo su verde kimono de posible rastos de polvo, como siguiera mirando hacía arriba acabaría con torticulis en el cuello. -De todas formas, repito que no puedes entender algo que nunca tuviste. - se acordó del chico peliazul y sonrió, aquello no fue un rollo como lo que había tenido su hermana, fua algo serio, pensaron en casarse, ella pensó en quedarse allí con él. Lo recordó y sonrió con dolor, fue bonito mientras duró.

Suspiró, aquello la había tomado por rorpresa, pudo leer el dolor en los ojos de su hermana.

-Lo lamento. - se limió a decirle, de manera sincera, sabía lo que sentía al sentirse sucia, pero no se lo diría, no serviría de nada. -Pero de todas formas, no he dicho que des pena, solo lástima por comportarte de manera tan humillante, son matices diferentes. - aunque no lo quisiera, parecía que se estaba burlando de ella.

Se rascó la nuca quitandole importancia al asunto, dejando que su hermana se desahogara, lo necesitaba.
Esperó a que hubiera acabado para hablar ella, pero antes de poder decir nada se largó por la bravas, como odiaba que la dejaran con la palabra en la boca.
La siguió, asegurándose que la escuchara.

-No eres la única que ha sufrido, se lo que se siente, se como te sientes, tambien se que no se pueden superar superar las muertes, tan solo levantarte un día, y darte cuenta que ya no te importa vivir con ello. - recordó como asesinaron a su padre, como asesinaron al Anciano y a sus amigos para que ella pudiera escapar y recordó que si no había superado la muerte del peliazul, no sabía como había podio superarla una segunda vez.
-¡Deja de hablar como si tu fueras la única que lo pasa mal! - le gritó, por primera vez, le alzó la voz a su hermana. -Quizá pienses que soy una niña mimada por haber tenido el lujo de haber conocido a mi padre, pero dejame decirte que no eres la única a la que han despreciado, no eres la unica a la que le han dado una paliza ni la unica a la qu han intentado violar. - retomó la compostura. -Y aun así yo...

Se lo formó un nudo en la garganta al recordar tantos momentos trágicos gracias a la genialidad de su hermana, pasando todas las imagines a gran velocidad por su cabeza, no quería recordar nada de aquello, lo tenía por olvidado, y ahora todo había vuelto como una bofetada.
Bufó, girándose, ahora la que se marcharía era ella.

-Da igual. - se limitó a decir, comenzando a caminar.

-Desde que has abierto la boca no has dicho más que lo que sentías, eres humana ¿No era eso lo que querías? - la miró por encima del hombro, sin girarse. -De poder escoger yo preferiría no sentir nada, si no sientes, no puedes ser dañada. El despecho, el terror, las mentiras, el odio, la ira... nada de eso significaria nada y entonces no sufriría. - cerrcó los ojos, con un nudo en la garganta, le dolía demasaido ver su hermana así. -Pero no quiero eso para ti, no quiero que te conviertas en un monstruo insensible que solo mira por si misma, ama, aunque luego te hagan daño prevalece, porque eres más fuerte que eso. -se giró, mirándola. -Porque si no sientes nada, estas muerto, y yo no quiero que mueras.

Vio sus manos ensangrentadas, y sus lágrimas, el cráter en la pared y la foto de Renna tirada en el sulo bajo algunos escombros, aquello se le estaba escapando de las manos.
Suspiró y se acercó a su hermana, mientras sacaba un bonito pañuelo de su bien avastecido obi.

La alcanzó y le cogió las manos, limipiandole la sangre con suavidad. -Hermana inconsciente. - le reprochó con una sonrisa. -Tu si que me importas. - hizo referencia a sus primeras palabras, impidiendo que su voz se quebrara al saber que para su hermana, ella no significaba nada.

Ella era lo único que tenía y ahora, gracias a ella y por fin, se había dado cuenta que ya no le dolía al pensar que estaba sola, su padre, su hermano, sus amigos, su amado, porfín había despertado y se había dado cuenta que ya no le importaba vivir con ello, todo por lo que había pasado, todo lo que había vivido, la había llevado a lo que era ahora, a esto.

Sonrió, y tras limpiarle la sangre, rompió el pañuelo en dos y cubrió hábilmente los nudillos de su hermana a modo de vendaje.
Le secó las lágrimas, le revolvió el pelo y le regaló una sonrisa tranquilizadora.

-Deja de preocuparte por eso, hermana. - le restó importancia con un movimiento de hombros.

Quería dejar zanjado ese tema, su hermana era lo único que tenia y la amaba como tal, pero quería dejar de recordar, ahora se sentía en paz, por primera vez, se sintió verdaderamente en paz, con su pasado, con su padre, con su hermano y con ella misma.
Recogió las bolsas que había dejado caer la peli negra y comenzó a anda, girándose levemente y sonriéndole a su hermana pequeña.