Namida, la nueva adquisición.

Los acordes se entralazan, el punteo grita, las almas se azotan curvas sobre las guadañas negras que son las corcheas; el ruido de alrededor no puede ser una distraccion, porque no existe en mi mente, solo la música.
Alguno intenta invitarme a tomar una copa, una mirada es suficiente para alejarlos, y a los que no... bueno, al menos tengo bebida. Es un vino, qué digo vino, ojalá, un licor de destilería barata, pero al menos mata la sed; al igual que al espíritu, pero siempre aguanté bastante bien el licor.

Termino, las risas vuelven a mi realidad, atronadoras, molestas... son muchos los borrachos, quizá no de tanto mi paciencia. Aparto al que intenta seducirme, se trata de un joven, bien parecido, bien adinerado quizá, deseoso de emociones... yo lo que deseo es que me deje en paz antes de que su candela arda tanto que se agote.
- Pero vamos preciosa, hasta te he invitado... dame un poquito las gracias aunque sea...- vuelve a arrimarse, porsupuesto si solo fuera eso accedería, pero luego se volvería molesto y aún más deseoso... en estos momentos echo de menos al loco de Poe, al menos no me molestaban estos moscardones.

Hemos llegado a ese lugar que no conozco, mi tío dice que tiene que parar ya que tienen que repostar en bebidas y comida. “Ya de paso me quedo” pienso mientras miro a todos mis acompañantes. Entramos en la taberna y nos dirigimos a la barra, mi tío pide algo de ron mientras yo pido vino. El camarero parece que me va a comer con la mirada por lo que le lanzó una mirada fría que hace que mire hacia otro lugar. Le doy un repaso al lugar y veo que hay alguien tocando, no acaba de terminar y un tipo intenta algo con ella “Estúpidos” musito mientras me concentro en lo que tengo delante.

Alguien se pone a mi lado y me habla, se trata de uno de los compañeros de mi tío que me intenta dar conversación. Me alejo un poco, ignorándolo.

–Hola guapa, podrías tomarte algo conmigo –dice uno de los hombres que ya estaban allí antes de que llegáramos nosotros. “Se nota que no han visto a una mujer en años... tal vez en siglos” suspiro con burla. Al ver como lo ignoro también, el tipo me agarra del brazo y me obliga a encararlo. Eso hace que todos mis acompañantes lo encaren, sobretodo el nuevo capitán.

No tarda en comprender su error, apalizado por los integrantes del grupo. Es extraño como tal grupo de gente se ha internado en la posada, y lo más raro es que les acompañe una mujer... al menos una que no tenga pinta de prostituta... creo que me acabo de llamar puta a la cara... por suerte es mi cabeza, y nadie puede leer mis pensamientos.

La chica aprovecha el momento de tranquilidad para acercarse a la barra, sentándose donde abandonan los asientos los anteriores ocupantes por miedo del grupo. Pide y recibe una cerveza, aunque es más grande de lo que esperaba.

Un colmillo sobresale levemente por su falda, va armada... bueno, yo también, y quien no se arriesga, no gana.

Me deslizo al asiento de al lado, botella en mano, aún queda el culo.
- Vaya vaya vaya- mezo algo la botella, agitando levemente su contenido- ¿grupo pintoresco, no te parece?- arqueo una ceja.- ¿Eres, hija, amante, o chacha del mismo, no?

Escucho como alguien habla, mientras miro la jarra como si fuera la cosa más interesante del lugar. Desvío un poco la mirada encontrándome con un acompañante, es una pena que Jim haya ido a partirle la cara a ese desgraciado. Suspiro mientras miro a quien hay a mi lado.

–Ninguna de las opciones –suspiro, por segunda vez, mientras vuelvo la mirada a la jarra. Sonrío con sadismo al sentir las manos de alguien a mi espalda, sé que no es mi tío– sobrina del capitán.

Con fuerza agarró la mano de aquel que tengo detrás y la retuerzo mientras bebo un largo trago de mi pedido. Suspiro al ver que se trata de Jim, mi querido médico acompañante. Más bien la niñera impuesta por mi tío. Estoy harta de ser tratada como una pricesita.

–¿Cómo diablos puede ser que una banda de piratas esté perdiendo contra unos simples borrachos? –me pregunto en voz alta. Tengo miedo de que en cualquier momento, por culpa de la bulla, vaya a venir la marina y ese maldito... Kraven. Un escalofrío recorre mi cuerpo al recordarlo y eso hace que tiemble mi mano, por lo que caen un par de gotas de cerveza a la barra.

-...que humos, tranquilidad... le vas a partir la muñeca al pobre viejo.
- ¿A quien llamas viejo?- interrumpe un molesto y dolorido Jim.

Su alma rezuma... temor, pero desea enfrentarlo, aunque hay un temor aún más profundo... más interno...
- No será una buena banda...- afirmo desconsidaramente, recibiendo una mirada de desaprovación- pero no será así la mía... cuando esté formada, claro. Siquiera un dios podrá hacernos frente.- Derramo en mi boca lo que queda de botella, dejando un pequeño hilo por el lado izquierdo , un par de gotas perdidas.
- Pero como comprenderás es muy dificil cuando nadie te tiene en cuenta... cuando creen que no llegarás a nada...- deslizo mis dedos sobre la circular boquilla de la botella, acariciándola y haciendo que oscile sobre su base, produciendo un leve sonido cristalino.... tan perfecto, de un objeto tan rudo....

-¿ Nunca te ha dado la sensación... de que todos creen que no llegarás a cumplir tus sueños...?- Vibra mi voz, las verdades siempre provocan este efecto... pero quizá me equivoque... nunca se puede estar seguro de nada.

–¿Viejo? –pregunta él en voz baja. Acaricio el rostro del chico y lanzo una carcajada– puede que la barba lo haga parecer más mayor.

–No llego a los treinta y cinco... es más casi ni a los treinta –comenta Jim, haciendo un gracioso mohín, mientras se suelta la muñeca y la soba. Miro hacia detrás, donde mi tío y sus compañeros no dejan de pelear contra un montón de gente.

De la espalda de mi acompañante femenina, ahora que me fijo, sobresale la punta de un arma. Otro escalofrío recorre mi espalda mientras lanzo un jadeo ahogado, doy un paso hacia detrás y hago amago de agarrar el arma que llevo escondida en el muslo.

–Po... por favor, páralos –musita, asustado el mesero. Fijo mi vista en él y luego en los chicos, la verdad es que si continúan así van a destrozar el local. Con una sonrisa enorme me alejo de la barra.

–Esperad aquí, chicos –les digo a mis dos acompañantes. Esa chica me cae bien, no me gustaría marcharme sin habar más con ella. Al darme la vuelta para decirles eso veo como Jim escanea a la otra con la mirada.

El puño de Nueh está a punto de golpear el cuerpo malherido de un joven pero antes de que lo logre me interpongo y detengo, con fuerza, el puño.

–Basta, creo que ya han aprendido su lección –una mirada en derredor basta para hacer que todos se detengan. Vuelvo a la barra sin prestar atención a todos aquellos que me miran con incredulidad– no conozco demasiado esta banda, por lo que no puedo decirte lo que pienso de ella. No suelo dar opiniones a primera vista.

Vuelvo a tomar la jarra y a vaciar su contenido sobre mis labios. Con una sonrisa dejo la jarra sobre la barra. Le lanzo una mirada divertida a la chica y suspiro.

–Dame otra jarra a mí y lo que ella quiera, te invito –le digo al camarero mientras la señalo. Veo como la gente de mi tío comienza a recogerse, es hora de largarse. Antes de que Nueh me diga nada yo le comento– Me quedo aquí, ya encontraré una manera de continuar con mi viaje.

Simplemente sonríe un poco, ya sabía que esto tenía que pasar, aunque confiaba pasar algo más de tiempo familiar.
- Identica a su padre...- se gira, y con un rápido Vámonos chicos se marchan. El resto de los ocupantes de la posada parece ahora más tranquilo, al menos no tienen a nadie que les controle tanto... o eso creen, pero el fuego de sus borrachiles locuras aún sigue apagado.
Con que lo que yo quiera... interesante.
Chasqueo algo los dedos para captar de nuevo la atencion del mesero.
- Dos de vino dulce- extiendo el dedo corazón y el meñique- una de bollos de carne, macerada de ternera - aclaro. Son platos caros... pero bueno, hay que aprovechar.
- Porcierto, a quien invitas es Norcissa, capitana de los Demonfire.... cuando encuentre más personas dispuestas a navegar bajo mi estandarte; claro está....- aunque aún he de diseñar mi insignia... tengo que tener algun papel de tareas pendientes...

Un papel se alza en el aire, conjunto a una pluma, anotando lo de la insignia... porsupuesto que lo he hecho para provocar admiración. He de ganarme su respeto de alguna manera.

Así que Norcissa, ¿Eh? Lanzo un suspiro mientras dirijo la mirada a la chica.

–Nunca había escuchado hablar de ti –respondo mientras recibo mi pedido. Por lo que parece me voy a tener que encontrar una embarcación más rápido de lo que imaginaba– Soy Namida. ¿Así que capitana de un navío?

El ambiente en el lugar ha vuelto a ser animado otra vez, al parecer todos se han olvidado ya del percance ocurrido minutos atrás. El más herido está siendo tratado por otro tipo, muy alejado de nosotras. Le lanzo una sonrisa y él frunce el ceño. Lo ignoro por completo y me dedico a echar un vistazo al local. Es un viejo antro con paredes y techo de madera. Unos grandes ventanales y una sola puerta de entrada. Justo a cada lado de la barra hay un ventanal por el que se puede ver todo. Hay, también, un pequeño escenario y justo a su lado una vieja diana de dardos.

La gente se está congregando a su alrededor. Nunca me he parado a jugar, pero por una vez no creo que pase nada. Le dirijo una mirada a mi compañera mientras bebo un trago más.

–¿Te apuntas? –pregunto mientras señalo con la mirada la diana. Una sonrisa nace en mis labios mientras la miro.

Dueña de navio... ojalá.

- ¿Porqué no?- Namida es muy entusiasta, pronto gana a un puñado de supuestos expertos, el fuego de la victoria arde en su alma... parece distraida de sus problemas.
Una leve sonrisa me aparece.
- Venga Norcissa, juega tu también, aunque estoy segura de que no podrás vencerme- rie... me da que el alcohol la controla un poco.
- MMm... eso no sería... entretenido... a menos claro, que apostemos algo...-sonrio picarescamente- ¿Que tal nuestras propias personas?
Una pequeña sorpresa aparece en el rostro de Namida, quizás se lo tome a broma... pero no.
- Ya sabes... cómo si fuera esclavismo, pero no tan rudo, eso suena... muy mal, quizás un prestamo de servicios, que te unieras a mi banda...

Un WOO general inunda la posada... supongo que se habrán imaginado cosas que enarldecen su... "espiritu" ; aunque yo tampoco lo he negado...
Espero la respuesta.

Así que jugarnos nuestras personas, ¿Eh? Es la primera vez que juego pero ya sé cómo hacerlo. Suspiro y vuelvo a la barra, espero que jueguen una partida antes de jugar la nuestra. Un chico, no mucho mayor que yo, se me acerca y me acorrala entre la barra y sus brazos.

–¿Porqué jugarte la vida así con ella? –pregunta él mientras yo lo escaneo con la mirada. Es un chico alto y de tez morena, de cabellos castaños y ojos verdes. Parece musculoso pero no me agrada ni un pelo. Intento apartarlo sin ejercer demasiada fuerza, no tengo ganas de matarlo ahí mismo– vamos, deja que te invite a una habitación.

Le lanzo una sonrisa falsa, pero hago que parezca lo más simpática que puedo ofrecerle, y consigo que me deje el paso libre. Suspiro al llegar a unos metros de la diana. La chica que me ha retado está a mi lado mirando fijamente hacia algún punto.

–¿Quién empieza? –le pregunto a Norcissa mientras enarco una ceja. Una sonrisa enmarca mis labios. “No pienso perder”, pienso.

Voy a hablar, pero entonces, llega mi pedido. Cojo los pastelillos.
- Ve tirando unos cuantos...- muerdo la pasta, rellena de una salsa exquisita... se me hace la boca agua, hacía tiempo que no comía.
Apunta, oscila la mano para tantear la distancia, parece bastante segura. Consigue una exquisita puntuación, la mayoría alrededor de la segunda aureola, por desgracia ningún cien. Pero uno estaba apunto.

- Además de hermosa, con talento. -afirma el moscardón que ronda a Namida- Seguro que no puede superarte.... cuando ganemos podríamos subir los tr...
Me acerco a la diana, una vez apuntada la puntuación arranco los dardos, alejándome hasta la mesa donde residen mis botellas.
- ¿¡Te rindes?¡- incrédula y algo molesta lo pronuncia
Me siento en la mesa, lanzando los dardos al aire... tomando mi botella.
- Levitas.
Se posicionan, para lanzarse uno sobre otro cual flecha sobre el centro, pinchándose en cada una de sus bases, a lo más propio del estilo de un tal Hood, de nombre Robin.
Termino mi trago, mientras todos me observan.
-...bueno, sobre la banda...

Si vuelvo a escuchar la voz de ese idiota no respondo de lo que pueda ocurrir. Me ha ganado, ¿Cómo diablos me puede haber ganado? Pero si todo estaba bien... hasta que ha lanzado, “Maldición” pienso mientras acepto mi derrota. Me cae bien, por lo que no estoy del todo enfadada.

–¿Perdiste? –pregunta el chico que no deja de hostigarme. Su rostro es todo un poema, muy gracioso por cierto. Suspiro para tranquilizarme, en este momento podría arrancarle la cabeza a ese imbécil, pero no se aparta de mí– hermosa, cuanto lo siento puedo compensarte en la...

Al abrir mis ojos el chico se queda callado, parece asustado y yo estoy realmente furiosa. La verdad es que no me encuentro enfadada por haber perdido solo por ese maldito moscardón que no deja de rondarme.

–Escúchame bien, inútil, aléjate de mí si no quieres perder tu cuello –escupo mientras parpadeo. Sé que mis ojos se ven amarillos y alargados, por lo que es normal que esté asustado, pero lo estará todavía más– si de verdad quieres que me una a ti será mejor que corras.

Antes de comenzar a correr fuera del establecimiento le corto el cuello al chico y mientras cae deja caer algo metálico, una daga de plata.

Corro y no sé si ella va detrás de mí, si me sigue cuando detengamos la carrera hablaremos de la... ¿Banda?

¿Porqué?
Por una persona que creía sensata... bueno, será un remplazo perfecto para mi antiguo y loco guardaespaldas. Aprovecho el caos del momento para correr tras ella; la gente nos sigue, uso mi akuma para aligerar mi carga y huir; aunque porsupuesto no alcanzo a Namida.

Saqueo de tumbas; agenciada Daga de Plata.

Acabamos en el puerto; cerca de unas cajas de un barco mercante cercano, Namida se dispone a saltarlas... tiene cola.

El gato negro se ha cruzado en mi camino... el futuro ha llegado a mí.

- PAAAARA.- un grito gutural, que hace retumbar levemente las cajas, y sobretodo sus agudos tímpanos felinos... las zoan tienen sus inconvenientes.
Se detiene... parecía que había olvidado que teníamos que tratar unos asuntos... su instinto la dominaba... la ayudaré a controlarse, y si no puedo, la controlaré yo.
-¿...ahora estás en mi banda... y como tu capitana tengo la responsabilidad sobre tí, es decir, que me has hecho matar a una persona... medio-inocente.... estás orgullosa de eso?¿Lo estoy yo?

–Maldición –musito mientras detengo la carrera y tapo mis oídos, si nos paramos aquí alguien podría descubrirnos. Miro fijamente a mi nueva compañera y suspiro con pesadez. Con burla pregunto– ¿Capitana?

Veo como ella asiente, todavía enfadada, o eso es lo que parece. Su grito todavía retumba en mis oídos, ya humanos, y hace que me duela la cabeza. Me dejo caer en las cajas y nuevamente un suspiro escapa de mis labios.

–Bien, capitana, yo nunca mato a menos que sea estrictamente necesario –comentó mientras bajaba la vista. En el poco tiempo que llevaba como pirata había matado a un par de personas y no le había gustado– No me gusta quitar la vida de otros sin juzgar antes si merecen tenerla, pero cuando me enfado es imposible para mí controlarme. No fue porque me estuviera rondando, sino por que hizo la mayor estupidez que podía cometer. Odio que me amenacen, y él lo hizo con una daga por la espalda. ¿Responde eso a tus preguntas, capitana? ¿Estás orgullosa de haber evitado que ese idiota violara a alguna mujer?

Muevo un par de cajas para tapar levemente la entrada; cuesta, son muy pesadas... me tumbo de lado en el suelo apoyando mi mejilla en mi puño, siendo invisible a los que quizás vengan por donde hemos venido nosotros, soltando la cadena que conjunto al arpón se convertirán en la cola de un escorpión enjuiciador.

Mis máscaras vuelven a mi típica apatía... quizás reflejando cierta superioridad, pero solo es un reflejo.
Imposible no es una palabra que exista en mi repertorio.
-...supongo que por conveniencias sociales debería estarlo...- la apatía es recurrente;- ¿Más... porqué no intentas controlarte? ¿Mejor dicho... porqué no lo consigues?
No espero respuesta, no me importa.
- Bueno Namida-chan-mis palabras se deslizan, mostrando una suave vibración,mantengo su mirada, sonriendo un poco- ahora que estás en mi banda,no se, podrías decirme que sabes hacer... el que tengas una zoan no significaría necesariamente que seas una combatiente...
Aunque lo parezca.

Le lanzo una mirada seria y suspiro con cansancio al escuchar su pregunta “Qué porqué no me controlo, pregunta”. Ladeo un poco la cabeza y vuelvo a suspirar mientras me estiro en las cajas. Cierro los ojos y, tras abrirlos miro hacia un punto no definido. "Es una buena pregunta, sin ninguna respuesta conocida por mí", piensa mientras exhala todo el aire que contienen sus pulmones.

–Ni siquiera yo lo sé... –musito con un hilo de voz. Dirijo mi mirada a mi nueva capitana y le lanzo una sonrisa triste. Recuerdo al tipo que descuarticé y mi rostro toma un rictus de asco– cuando siento la furia correr dentro de mí, mi mente se nubla y no soy capaz de poder controlar mis actos. Actuo por... ¿Cómo decirlo de una manera directa? Por instinto. No puedo distinguir entre los amigos y los enemigos, aunque cada vez, es más fácil controlarme. Poco a poco parece que voy tomando yo el control de mi mente y no esa bestia.

Cierro los ojos y bajo la cabeza, siento vergüenza de mí misma. Me duele no poder controlarme ya que en cualquier batalla podría atacar a un amigo, y eso me mataría. Me muerdo el labio, haciendo un poco de presión, para evitar que un gemido escape de mi boca. Parece que en cualquier momento vaya a comenzar a llorar y no me gusta mostrarme débil frente a las personas.

–¿Qué quieres ver? –pregunto intentando cambiar de tema. Ella me ha preguntado lo que sé hacer...

Arrepentimiento... desea mejorar...
-...pues no se... necesitaremos un par de cajas de comida, asi que bueno, te tocará cargarlas... a ver cuantas puedes llevar...
Me reincorporo para tumbarme en una caja.
- Puedes empezar con esta-señalé a la que estaba subida- no me apetece andar...- intuí una expresión de ¿perdona? en la cara de Namida... pero quizás estuviera demasiado inmersa en sus pensamientos para hacerse patente.

El cielo está oscureciendose... pronto empezará a caer una fina lluvia que se llevará las pesadillas del día... pero por ahora, todo está tranquilo. Mis manos se deslizan por las cuerdas, sin emitir sonido, solo sintiendo su tacto... he de encontrar a un ingeniero para que mejore los trastes chapuceramente arreglados.

- Ahora solo nos queda robar o comprar un barco... es cierto... si te poseo debería tener también posesión sobre tus cosas... así que compraremos un barco con dicho dinero.
- Vamos Namida, al astillero.- señalé en la dirección, esperando a que portara la caja conmigo encima.

–Guau, guau, guau –imito tras escuchar su petición. Le lanzo una sonrisa ladeada y una carcajada escapa de mis labios. Más escapan tras la primera y comienzo a reír alegremente–. Por lo que veo tengo que ser tu burrito de carga, ¿Eh?

Aspiro el aroma del mar y entremezclado siento el perfume de una próxima lluvia. Meneo la cabeza mientras niego. Lanzo un suspiro y me pregunto a mí misma como hacer para llevar las cajas. Le lanzo una mirada a Norcissa y le indico que espere.

–Necesito enfadarme para poder... transformarme –comento con una mano en la nuca lanzo un par de sonrisas nerviosas y miro hacia las cajas que hay apiladas a un lado– pero no quiero matar a nadie.

Solo he escuchado, de su segunda petición, algunas palabras sueltas. Le pido que me repita y ella con tranquilidad me informa de que mis fondos serán utilizados para conseguir un barco– ¿No sería más sencillo robar a algún pirata idiota?

Suspiro por tercera vez mientras veo hacia un lado. Una helada gotita de agua cae sobre mi cabeza y hace que me estremezca. Dirijo la mirada a la caja en la que Norcissa está recostada.

Anda mira si la caja tiene tomates... tomate a la cara.

- Te agradecería que no me contrariaras... y más con ese tono...- el tomate fue lanzado... curiosamente no puedo alzar las cosas vivas, pero ese tomate... ya estaba más bien en las ultimas.

Plof chauf, se le manchó el pelo. Cogí un tomate sano, mordiendolo... necesitaría energía si tenía que defenderme de mi vida.
Levitas -> Cadena, arpón, daga.

Sigo levemente reincorporada, observandola mientras muevo un traste de la guitarra cuidadosamente... simplemente esta ahí... su marmolea efigie... baja la mirada, mientras unas gotas rojas caen por su rostro chocando contra el suelo; la alza, ojos brillan como amenacantes luceros sedientos de sangre, dorados, transformada, la cola se mantiene parcialmente quieta, ondeando levemente... es... es...
Magnifica.

Una sonrisa siniestra adorna, en apenas unos segundos, mis labios. Elevo, lentamente una me mis manos y me miro las uñas, totalmente afiladas. “Como cuchillas” piensa algo dentro de mi mente. Mi ojos la miran a ella por sobre mi mano. Lentamente limpio mi rostro del líquido rojizo y me miro la mano, con la que lo he hecho, que se haya tintada de aquel color.

–Muy mal –lanzo apenas un siseo. Un leve gruñido escapa de mis labios mientras veo como a su alrededor bailan un par de armas. Uno de los objetos que ha comenzado a levitar es reconocible por mí, es la daga con la que aquel estúpido me había amenazado. Poco a poco la niebla va ganando terreno en mi mente. Ella está ahí, tan fresca y relajada, y eso hace que me enfurezca. “No te toma en serio” dijo de nuevo esa voz “Mátala”

Como un relámpago descubro de donde proviene, que es esa voz. Se trata del poder de la fruta, mis instintos más básicos. Aquello que me pedía a cada momento que derramara la sangre.

–Párame –suspiro con dificultad antes de perder, por completo, el control de mis acciones. Lo puedo sentir todo como en una nube. “No quiero esto”, grito para mis adentros. De alguna manera se exterioriza en, apenas, un susurro. Abro los ojos al darme cuenta de que poco a poco, como había dicho antes, comienzo a tener la capacidad de controlar mis músculos. Poco a poco la fruta pierde el control de mi cuerpo. Tengo que aprender a controlarla, no debo que dejar que me controle ella a mí.

Sigue en el mismo sitio, pero quiere que la pare... aunque no haya echo nada... deslizo flotando la cadena a su alrededor, entrelazando el arpón entre los eslabones, formando un collar alrededor de su cuello...

Pero he de hacer que se descontrole, para que pueda controlarse... amo las paradojas.

- Vaya, así que estás atada como un animal... interesante...- la cadena tira hacia arriba, alejandola levemente del suelo mientras me mira con un asustado de sus propias capacidades "¿Qué haces?"

Miro a la chica que se halla frente a mí. Algo frío rodea mi cuello y siento como me elevo unos pies del suelo. Rápidamente me llevo las manos al cuello intentando, inútilmente, arrancarme aquello que me agobia. Un gruñido escapa de mis labios mientras me agito para que me baje, mientras que me retuerzo para librarme de eso.

–No... No soy... u... un... un animal –musito con un hilo de voz mientras sigo luchando contra eso. Un nuevo gruñido escapa de mis labios. Uno de mis ojos se cierra mientras aprieto los dientes con fuerza– yo... te... tengo algo q... que los animales nunca tendrán... ¡Yo tengo voluntad!

La lluvia, puedo olerla y puedo sentir todo aquello que me rodea. Dejo de luchar contra lo que me retiene y miro hacia todos los lados. Un leve viento remueve mis cabellos. Puedo escuchar, claramente, como las gotas de agua caen y mueren en el suelo.

“Tengo... tengo el control de mi cuerpo” suspiro mientras elevo una de mis manos para verla.

Experiencia cercana a la muerte. Hecho.
Control de sus poderes . Hecho.
Bajarla para que respire...

Hecho.

Solte de su cuello las cadenas, volviendo estas a mí conjunto al arpón. Engarzandose a mi espalda, flotando, salté de la caja, acercándome a ella.

-...una cosa menos...-deslizo las manos sobre las cuerdas, produciendo un sol, y un do. - Ahora... será mejor que robemos a algún piratillo y salgamos de aquí... te dejo la tarea... con tu olfato y esas cosas animales...-muevo la mano acompañando mis palabras. La daga se desliza a mi cintura, manteniendose en el aire rondando alrededor.

Parece alegre... feliz, sientese capaz de hacer cualquier hazaña.

La bestia duerme, por ahora,
El guardián vigila, está tranquila,
Las gotas caen... necesito un paraguas.

Suspiro con tranquilidad. Siento las fuerzas de un animal en mí, algo dentro de mi cabeza continúa gritando con fuerza “¡Mátala, no te respeta!” la furia ha dejado de correr por mis venas por lo que me encuentro feliz. Recuerdo la daga y veo como está levitando. Antes no me había percatado de ese pequeño detalle, más bien no le había prestado atención. Miro interrogante a Norcissa y procedo a hacer mi cuestión.

–¿Tú has hecho levitar las armas? –pregunta con sorpresa. Namida olisquea un momento el ambiente, con semblante de asco se tapa la nariz– ¡Qué asco! ¡Puedo percibir perfectamente el olor a alcohol y eso está haciendo que me maree!

No me siento demasiado bien, ese aroma... lo reconocería en cualquier parte... mi mente recorre un camino por sus recuerdos... abro mis ojos y suspiro audiblemente. Tomo la mano de Norcissa y comienzo a correr, a paso normal para un humano, arrastrándola conmigo. Destrozo las cajas, que taponan la entrada, con un simple zarpazo y el líquido que contienen algunas, en botellas, se desparrama por el suelo confundiéndose con las gotas de agua.

Me detengo al tenerlo frente a frente, es él, es ese chico misterioso.

–Hola, gatito –suspira fríamente. Tras esas palabras me quedo estática, no me puedo mover y no sé si es por sus ojos verdes como la aguamarina.

Oh, cuanto alcohol perdido... la cadena agarra una botella, deslizandola hasta mi mano.
Una figura súbitamente ha aparecido... descorcho la botella.
-¿Qué hacen dos chicas tan patéticas aquí sin la protección de un hombre?- aparece una sonrisa,.
- ¡Dime ya quien eres¡- exige la nueva mascota. Sonríe aún más mientras se marcha tan rapidamente como llegó. Su risa maquina , el ímpetu de la bestia intenta segirlo, pero es cortado de cuajo con un tirón de brazos.
- No vas a ir tras el...
- Pero- suspira enojada tras una mirada de la muerte... a la tercera se la cargará.- está bien...


Avanzo con mi botella, con un leve andar extraño por la intoxicación etílica... llegamos a donde están los barcos, parece que una pequeña y precaria nave acaba de llegar... perfecto, no necesitamos ninguna más grande.
- Ve hablando con los del lugar... para convencerlos, traeré comida... y ron.- levanto la botella, ya casi terminada.