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| Comentarios: 10 |
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| Prólogo. | |
| | Autor | Mensaje |
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Jace Lizper Revolucionario
Profesión : Luchador / Arqueólogo
7100
4.000.000 Mensajes : 141 Fecha de inscripción : 19/01/2012 Edad : 32 Localización : East Blue
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| Tema: Prólogo. Dom Ene 22, 2012 6:51 pm | |
| Capítulo 1: El típico día.
Estaba siendo el típico día en Loguetown, barcos que atracaban llenos de productos, mercaderes gritando sus ofertas del día, gente de dudosa reputación aparcada en cualquier antro de mala muerte y un joven de pelo azul sentado en un banco del parque con un extraño libro entre las manos. Estaba completamente enfrascado en la lectura. Se llamaba Jace y estaba esperando a que su hermano mayor terminase de negociar el precio de unas buenas piezas de pescado que ambos habían capturado esa misma mañana. Cuando terminó de discutir el mercader le pasó una pequeña bolsa llena de dinero y el joven le dio la caja con el pescado, inmediatamente se giró y ando hasta el banco en el que estaba su hermano.
-Demonios Jace, te vas a quedar ciego de tanto leer.
El joven de pelo azul ni siquiera levanto la mirada del libro, suspiró.
-Sorin, que tú creas que la única utilidad de un libro sea usarlo para partir nueces no significa que sea su único uso.
-Jajá, venga, madre estará esperando.
En eso tenía razón, no le habían avisado de que se irían a pescar a las 5 de la madrugada y que luego irían a ver a un mercader, todo ello para conseguir un dinero que iban a necesitar, pues hacía más de un año que no sabían nada de su padre ni de sus contactos. Jace se levantó del banco y cerró el libro, tras lo que bostezó. Ambos hermanos iniciaron la marcha hacía la afueras de la ciudad, vivían en una casa demasiado grande para lo que actualmente podían permitirse. Esa casa había sido el centro de operaciones de la banda de su padre y, tras la partida de este, se había convertido en su residencia. Jace aún no entendía por qué su padre se fue y les dejó allí a los tres, su madre les dijo que era para protegernos, ya que Grand Line era muy peligroso. Lo cierto es que Sorin les escuchó discutir la noche antes de que se fuese, su madre le decía que debía llevarnos con él, lo que su padre dijo fue que serían un estorbo. Sorin no le dijo nada a Jace, así que este estaba convencido de la veracidad de la versión de su madre. Sorin entró primero en la casa, seguido de cerca por Jace. Atravesaron el pasillo hasta salir al patio interior, dónde su madre estaba sentada en una silla con la mirada perdida en algún lugar más allá del mar. Ambos hermanos se quedaron quietos nada más salir y verla sentada.
-¿Dónde habéis estado?- Tenía un tono de voz paciente y tranquilo, lo cual siempre había agradado a Jace.
Jace miró a su hermano. Lo cierto es que primero fueron al puerto, luego se montaron en una barca al azar, luego salieron a alta mar, luego una ola tiro a Jace al mar. Jace al no poder nadar estuvo a punto de ahogarse, Sorin se lanzó para intentar rescatarlo y también estuvo a punto de ahogarse. Finalmente Sorin consiguió sacar a Jace y subirlo a la barca. Seguro que en unos años nos reiremos de esto, le había dicho Sorin… Finalmente Sorin se atrevió y le contó a su madre que habían ido a pescar, pero nada de ese “accidente”. No le hizo demasiada gracia que su hijo mayor de 20 años se llevase a su hermano de 15 incapaz de nadar en una barca a pescar. Tras unos 30 minutos de charla materna volvió cada uno a lo suyo. Jace subió a la biblioteca de su padre, dónde pasó la tarde leyendo. Sorin se fue a la ciudad, seguramente tuviese planes. En cuanto a la madre de ambos, estuvo buena parte de la tarde en la ciudad y el resto en casa sin hacer nada en concreto a parte de mirar el mar. Sobre las 8 de la noche Sorin entró en la biblioteca, Jace seguía sentado en el viejo sillón negro, observando mapas y leyendo libros mohosos.
-Madre dice que bajemos a cenar.
Jace tomó un par de notas en un cuaderno que tenía al lado y siguió con la vista fija en los mapas.
[color=cyan]-¿Sabías que en Ohara está la mayor biblioteca de todo el mundo? Puede que en unos años vaya allí, seguro que hay muchos secretos entre sus paredes.[color]
-Sí, bueno, he oído que es un gran árbol.
Jace miró a su hermano con los ojos como platos a la vez que una sonrisa se dibujaba en su cara.
-¡Eso es aún más impresionante!
Sorin le quitó el lápiz de la mano y lo empujó levemente para que se levantara y comenzase a andar hacía las escaleras. Bajaron mientras Jace le hacía prometer a su hermano mayor que le llevaría a Ohara en su próximo cumpleaños. Cuando llegaron abajo escucharon cristales romperse, el ruido venía de la cocina. Ambos corrieron hacia allá. Al llegar vieron a un par de tipos vestidos con un pulcro traje negro. Su madre se encontraba contra la pared mientras uno de los dos hombres le apuntaba con una pistola. Sorin se puso delante de su hermano, intentando protegerlo. El agente que no estaba apuntando a la madre de los chicos los miró con indiferencia.
-Vaya, así que estos son los hijos del gran Gats, genial… Aún no entiendo como os dejó a todos aquí mientras él se iba a intentar luchar contra el gobierno.
Sorin dio un paso al frente mientras se sacaba su daga de la manga, siempre llevaba una, de hecho normalmente llevaba una en cada manga.
-¡Soltadla, escoria del gobierno, y salid de mi casa!
El agente soltó una risotada, gran error, Sorin era un buen chico pero era el mejor manejando una daga que nunca hubiese visto Jace. Con un rápido movimiento Sorin lanzó la daga, que se clavó en el muslo del agente. En reacción a lo ocurrido, el otro agente se disponía a apretar el gatillo. En ese momento los ojos de Jace brillaron en su totalidad con un azul muy claro, además de que le aparecieron unos surcos del mismo brillo y color que le recorrían la cara, desde la frente al cuello. Una especie de ráfaga surgió de él y golpeó al agente, empujándolo contra la pared. El primer agente dio un puñetazo a Sorin, este lo bloqueo y se giró para gritar a Jace que corriese a ayudar a su madre, instantáneamente después se llevó una patada en el estómago del agente. Jace corrió, su madre le agarró rápidamente por el brazo y lo llevo casi arrastrando hacia el sótano. Antes de salir de la cocina, Jace vio como Sorin había caído al suelo y escupía bastante sangre, además el agente al que Jace había golpeado se estaba recobrando. Una vez abajo su madre atrancó la puerta y puso las manos en los hombros de su hijo menor.
-Escúchame bien, ese barril de ahí está hueco y lleva a un túnel, síguelo hasta el final, allí estarás a salvo. Jace estaba casi rojo de rabia, se quito las manos de su madre con un movimiento brusco y se dirigía a la puerta, la madre le agarro del hombro y lo volteó.
-¡Haz lo que te digo! -¡Sorin está herido! ¡Lo van a matar! -No, Jace, quieren capturarnos, tienes que irte antes de que bajen. Yo puedo entretenerlos pero tú tienes que irte, ¡rápido! -¡No pienso dejaros a los dos a merced del gobierno! La mujer soltó un bofetón a Jace, este se quedó con la cara girada después del impacto y no dijo ni una palabra. Su madre rompió a llorar y cayó al suelo de rodillas.
-Lo siento Jace… Pero tienes que irte, de verdad… Tú padre nos dejó aquí, sabía que esto podía pasar y no tomó ninguna precaución… Debes encontrarlo, quizá el pueda ayudarnos después de esto… -En ese momento los agentes dieron una patada a la robusta puerta que, de momento, no cedía- ¡Vete! ¡Ya! Se levantó del suelo y giro una vez a la izquierda y dos a la derecha la válvula del viejo barril, tras lo que empujó dejando al descubierto un largo túnel.
-Corre y no pienses en volver, llegarás al sótano de Zaratrusta, es un viejo amigo de la familia, seguro que te caerá bien. En cuanto puedas, ve a Grand Line y busca a tú padre. Te quiero. Sin darle tiempo a decir nada más, empujó a Jace dentro del túnel y cerró la entrada.
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| | | Jace Lizper Revolucionario
Profesión : Luchador / Arqueólogo
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4.000.000 Mensajes : 141 Fecha de inscripción : 19/01/2012 Edad : 32 Localización : East Blue
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| Tema: Re: Prólogo. Dom Ene 22, 2012 6:56 pm | |
| Capitulo 2: El ladrón iluso.
El viento corría con mucha fuerza en aquella gruta, misma gruta que había sido parte del nuevo hogar de Jace desde hacía casi un año ya. Al llegar al final de aquél túnel había aparecido en un sótano lleno de telarañas y libros casi deshechos, un anciano de ojos negros lo había mirado mientras daba una calada a la pipa que tenía entre los labios, había asentido y le había sacado de la cabaña, fueron a un pequeño barco que tenía el anciano amarrado cerca y partieron inmediatamente. Durante el viaje el viejo dijo ser Zaratrusta y dijo saber también qué poderes tenía el muchacho. En unas horas llegaron a villa Fuschia, caminaron hasta una montaña y entraron en la cueva, que resultó tener montañas de libros y varias pieles en el suelo que hacían las veces de camas. Y así había empezado la nueva etapa de su vida. Fue siguiendo los periódicos, había llevado a su madre y a su hermano a Impel Down, había oído muchas cosas de aquél sitio y cada una era peor que la anterior. Además, los comentarios de Zaratrusta sobre el lugar no le tranquilizaban. Al parecer el plan del gobierno era que su padre se entregara y entonces les soltarían, no hubo más noticias al respecto, de modo que lo único a lo que Jace podía agarrarse era a que siguiesen allí. El anciano apareció por la entrada de la cueva interrumpiendo, llevaba un par de conejos que acabaría de cazar en las manos, escupió en el suelo y dejó los conejos en la mesa. Miro a Jace, que estaba sentado con la espalda apoyada en la pared de la cueva, tenía puesta la capucha, ocultándole el rostro.
-¿Otra vez perdiendo el tiempo? Maldita sea niño, sigue practicando, esos malditos poderes tuyos son lo único que tienes ahora mismo para poder llegar a algún sitio, si sigues mirando la pared vas a ir a Impel Down, pero para quedarte allí.
El anciano fue despellejando los animales mientras seguía sermoneando al joven, todo ello adornado aquí y allá con algunos tacos de lo más originales.
-¿Quieres hacerme caso de una puta vez deposición de ballena?-el viejo se acercó y le quitó la capucha, seguía sin moverse- O mierda, ha dejado una puta ilusión de si mismo aquí. Ese cabrón se está volviendo muy listo.
Cuando el anciano volvió a lo suyo, el Jace ilusorio se evaporó en una nube azul.
-Bien, se ha evaporado, de modo que ya se ha alejado demasiado o la ha eliminado por propia voluntad o ha muerto… No debí decirle lo de esos guanteletes…
A unos cuantos kilómetros de la cueva, el joven de pelo azul acababa de llegar a la ciudad. Los guanteletes del famoso mago Rincwond, eran toda una obra de artesanía. Decían las leyendas que fueron forjados por ángeles. Y ahora estaban en la ciudad, en un museo expuestos durante sólo una semana, el plazo terminaba mañana. Jace había visto esos guanteletes en miles de ilustraciones, eran increíbles y debían ser suyos. El viejo le había dicho que si lo pillaban, lo matarían. Acababan de descubrirlos en una excavación hacía menos de una semana y este iba a ser el primer punto de exposición, porque según la leyenda el mago había nacido aquí. Ahora bien, el siguiente punto sería Mariejoa para regocijo de los líderes mundiales. No, Jace no lo iba a permitir, él se quedaría esos guanteletes. ¿Se los robaría al gobierno? Sí, ¿y qué importaba eso ahora? Su cabeza ya debería tener precio, al fin y al cabo era el único hijo en libertad de un famoso revolucionario… Jace se encontraba en la esquina del museo, había marines en la entrada y también dentro, había estado controlando desde la ventana cuando hacían los cambios, hizo bien en escaparse la noche anterior para ver como llevaban la seguridad de noche, le sería realmente útil. Se fue a dar una vuelta para hacer tiempo, no quedaban más de 20 minutos para que el museo cerrase, ya estaba oscureciendo. Jace fue a la playa a nadar en sus pensamientos un rato, cuando volvió en sí era medianoche.
"Perfecto"
Se puso la capucha y comenzó a caminar decidido hacia el museo, una vez llegó a la plaza se situó en la parte de atrás del edificio y subió al tejado. Se dirigió a una venta del segundo piso, pegó la espalda a la pared dejando la ventana a su derecha. Respiró hondo y los ojos y las marcas de la cara le brillaron, una piedra se fue formando ante él a base de éter, al principio era una masa azul claro que finalmente fue tomando forma y tono hasta convertirse en una piedra de lo más normal. Lo mismo ocurría en la plaza, sólo que en lugar de una piedra se formó un Jace con varias piedras en la mano. Jace lanzó la piedra que había formado contra la ventana que tenía a su lado mientras que el Jace ilusorio lanzó varias más en las ventanas inferiores. Los guardias se alertaron y salieron a perseguir a la ilusión mientras esta se alejaba corriendo por las calles. El Jace original aprovechó para colarse por la ventana rota. Todo iba bien de momento, avanzó por las salas del museo hasta llegar a la vitrina donde estaban los guanteletes, eran aún mejores que en las ilustraciones.
-Joder, son geniales…- Rompió la vitrina con el codo, los sacó y se los puso. -¡No te muevas!-El grito venía de la puerta.
Jace se giró para ver a un marine, espada en mano, que no parecía muy amigable. Jace sonrió fríamente.
-Mejor vete, no quiero hacerte daño.
El marine se abalanzó sobre Jace, éste le respondió con una ráfaga de éter que lo desarmó y lo lanzó hacia la pared. Jace cogió la espada y la clavo en la pared junto a la cabeza del marine.
-Por si nos volvemos a encontrar, no suelo avisar dos veces.
Sin dejar responder al marine Jace volvió sobre sus pasos y salió por la ventana, habían cerca 10 marines en la plaza frente al museo, serían los mismos que habían ido tras su ilusión. Estaba jodido, le habían visto.
-¡Está allí!
Jace corrió por el tejado mientras algunas balas rebotaban en las mismas tejas que acababa de atravesar. Saltó al tejado del edificio contiguo y continuó corriendo, al saltar al siguiente le alcanzaron en el hombro y cayó al suelo, por suerte no era un edificio muy alto. Se recobró en seguida y fue corriendo hacía un callejón oscuro. Los marines entraron al callejón, no tenía salida y el joven extraño había desaparecido. Los marines confusos se fueron dividiendo, dejando en el callejón únicamente a un hombre vigilando. Pasados unos minutos detrás del marine que quedó en el callejón se elevó un poco de éter, haciendo desaparecer lo que momento antes parecía ser parte de la estructura del edificio que flanqueaba el callejón; y mostrando una figura encapuchada, lo único visible del rostro del joven era el brillo intenso de los ojos y las marcas de la cara. El joven agarro por detrás al marine pasándole el brazo derecho por el cuello y apretando con el izquierdo su propio brazo, asfixiando a su víctima en silencio. Tras ello, continuó hasta el final del callejón, deshaciendo el murió ilusorio que había creado y saliendo de allí.
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| | | Jace Lizper Revolucionario
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| Tema: Re: Prólogo. Dom Ene 22, 2012 7:00 pm | |
| Capítulo 3: Un reto.
Habían pasado unos cuantos años desde que aquel joven de 15 años robase y matase por primera vez. No estaba orgulloso de aquello y había tenido algunas pesadillas desde entonces, pero era su única forma de salir de aquello. Zaratrusta le había dado una pequeña charla al saber todo lo ocurrido y le pidió que no volviese a engañarlo.
-Escúchame bien chico, hiciste lo que tuviste que hacer, pero podías haberlo evitado todo, aún así debes saber que tú camino va a dejar mucha sangre a tus espaldas. Fuiste un inconsciente al dejar al guardia del museo vivo después de que te viese. ¡Maldita sea, no tendría que haberte dicho lo de los guanteletes!
El viejo no volvió a sacar el tema, y se concentró en enseñar a Jace a dominar mejor sus poderes, permitiéndole crear ilusiones con mayor velocidad y mantenerlas más tiempo. Pasó todo el tiempo estudiando y practicando combate cuerpo a cuerpo con el viejo, que resultó ser un maestro de varias formas distintas de combate cuerpo a cuerpo. El día que Jace cumplió 19 años el viejo lo llevó a Loguetown, a su vieja cabaña, y allí le dio un libro. Dicho libro trataba sobre los Poneglyphs.
-Ten, esto es por tú cumpleaños, estoy seguro de que te interesará bastante.
Jace paso el resto del día leyéndolo, al caer la noche el anciano le dijo que volvería a Fuschia al amanecer. Jace dejó el libro y abrió el pasadizo que llevaba a la que hace unos años fue su casa.
-Debo ir un momento a mi casa-El anciano se disponía a responder, pero Jace le hizo callar con un leve movimiento de brazo- sí, sé que es arriesgado, pero es importante.
Sin decir nada más entró en el largo pasillo. Era tan húmedo y oscuro como recordaba. Había soñado muchas veces con él. Normalmente soñaba que volvía y encontraba a su madre y a su hermano muertos en el sótano. No se dio cuenta de cuánto los echaba de menos hasta que llegó al otro lado y entró en el sótano. La casa estaba desierta. Subió a la biblioteca, no quedaba ni un solo libro.
“Esos cabrones se lo llevaron todo…”
Volvió al pasillo del primer piso y fue hasta la habitación de Sorin. Estaba algo revuelta. Jace fue hacía el cuadro que tenía su hermano encima de la cama y lo quitó, había un gran hueco. Jace lo sabía desde hacía tiempo, era el gran secreto de su hermano, donde guardaba sus “tesoros”. Observo lo que había, no se sorprendió demasiado al ver las 3 dagas negras, eran las favoritas de su hermano, se las regaló su padre antes de irse. Jace cogió las tres dagas y se las guardó. Al recogerlas se fijó en que había un papel doblado bajo ellas, lo abrió. Había un dibujo firmado por su hermano. Era la parca, guadaña incluida. Jace sonrió levemente.
“Siempre fuiste un gran dibujante, Sorin…”
Debajo del dibujo había una frase escrita: ¿Cómo saber que en este preciso momento estamos vivos? ¿Quién puede asegurar que lo estamos? ¿Cómo saberlo? Jace dobló el papel y se lo guardó dentro de la capa. Se dirigió hacia su habitación, había una nota clavada en la pared, era una letra pulcra, la tinta estaba algo desgastada. Jace leyó en voz alta.
-Por si vuelves, ten por seguro que nunca volverás a verlos, todo es cuestión de tiempo. Vuestro sueño ha terminado. Fdo.: el Gobierno Mundial.
Jace agarró un lápiz de su escritorio y escribió debajo: El sueño terminará cuando yo lo decida. Fdo.: Jace The Illusionist. Se giró y volvió al sótano, siguió el pasadizo hasta llegar al sótano de la cabaña. Zaratrusta estaba leyendo, la escena le recordó mucho a aquella vez hacía tanto años. La diferencia es que esta vez no tenía ningún miedo. Al día siguiente Jace le pidió al anciano que esperase un par de horas antes de irse, que tenía que hacer una última cosa antes de irse. El anciano aceptó algo malhumorado. Fue a un tatuador, le enseñó el dibujo de Sorin y le pidió que se lo tatuase en la espalda. Cuando terminó volvió a la cabaña y de allí de nuevo a la cueva. Durante el viaje de vuelta el anciano decidió intentar saciar su curiosidad sobre que pasó la noche anterior.
-¿Qué encontraste en la casa? -Un reto, anciano. Un reto.
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