Mercantes Aislados

Por fin estaba de nuevo en alta mar, pese a la excitación de haberse convertido en marine, el cansancio venció a Rebo que se quedó profundamente dormido en la parte más alta del barco junto al vigía, el cual decidió dejarlo descansar unas horas sabiendo lo que le esperaba más tarde al novato.
Al llegar la media tarde noto unos golpes y que alguien le llamaba.
-Eh novato, espabila. Se acabo la siesta por hoy es hora del entrenamiento y como te lo saltes el Teniente te tirara por la borda.
-¿Entrenamiento?
-¿Te has olvidado de en que tripulación te has enrolado tan pronto? Date prisa y baja que ya están todos formando abajo, si llegas tarde el primer dia te va a caer una bronca enorme.
En esos momentos recordó la tarde anterior, cuando para impresionar al oficial de la Marina, decidió acompañar a los marines en sus prácticas. Fue una experiencia agotadora y por un momento pensó que aquello había sido algo excepcional para probar su determinación para alistarse, pero no podía estar más equivocado.

Se recompuso la espalda atrofiada por la postura en que había dormido durante el día y bajo a formar con el resto de marines, según parecía habían dos turnos de entrenamiento, uno matutino y otro vespertino. Dependiendo del momento en que tenías trabajo en el barco, debías presentarte a uno u otro, de ese modo siempre había alguien alerta, y nadie se podía escabullir del ejercicio diario, se veían ejercitarse desde los sargentos a los cocineros.
El entrenamiento era en esencia muy parecido al que hicieron el día anterior, ligeramente distinto por las limitaciones de espacio de la cubierta del navío. Puesto que ya estaba bastante recuperado de sus heridas consiguió llegar hasta el final de la jornada sin llegar a desfallecer, pero extremadamente cansado, sobre todo si se comparaba con el resto de la tripulación que tras terminar continúo con sus quehaceres mientras él tubo que sentarse en la cubierta justo donde había terminado para poder recuperar el aliento.

Cuando consiguió ponerse en pie, fue a ver al Teniente, pues desde que se unió a su tripulación no se le había asignado ningún turno de trabajo ni otra obligación, sin tener en cuenta que limpio todo el navío antes de unirse. Intento acceder a su camarote, pero uno de los sargentos lo intercepto y le comunico que el oficial estaba ocupado y que no podría atenderle y que podría tomarse el resto del día libre para descansar de sus heridas y familiarizarse con el barco y la tripulación.
Y así dedico el resto de la tarde a hablar con el vigía, puesto que era con el único que había compartido más de dos palabras antes de enrolarse y no se sentía muy a gusto conversando con gente que no conocía. Le preguntó sobre todo lo que había que saber de la marina, las normas, localización de los cuarteles, la situación en Grand Line…. Estuvo acompañándole hasta bien entrada la noche que decidió retirarse a descansar.

Al día siguiente, consiguió hablar con el Teniente, el cual puesto que no tenía experiencia ni ninguna habilidad útil para el barco, lo puso en la brigada de limpieza, donde ya había dado sus primeros pasos. También le reprocho que en los entrenamientos estaba muy por detrás de sus compañeros y que tenía una alarmante falta de práctica, por lo que decidió que tendría un entrenamiento extra durante todo el día para así fortalecer su constitución, le coloco pesas de cinco kilogramos en cada brazo y pierna y una camiseta lastrada que pesaba aproximadamente 15 kg. Con esto pretendía que se fuese fortaleciendo lentamente mientras hacia su vida normal. Esto convirtió el ya de por sí duro trabajo de limpiar con cepillos de dientes el barco a diario en una preparación para el infierno y el entrenamiento diario si era posible, en algo todavía más duro y agotador.
Así fueron pasando los días tranquilamente inmersos en una sosegada rutina en la que alternaba sus labores de limpieza, con los entrenamientos y sus largas conversaciones con su amigo vigía, con el que había trabado algo de amistad y se pasaba horas acompañándole en su puesto.

Una mañana, durante una de las animadas charlas con su amigo, vio un brillo distante en mitad del mar y aviso a su compañero que a su vez dio la voz de alerta al resto del navío.
-BAAAARCO A LA VISTA.
De repente, la tranquilidad que había reinado en el barco durante los últimos días, fue sustituida por una actividad febril en todo el puente. Todos los marinos estaban colocándose en sus puestos, pues como el vigía había dicho y el mismo había corroborado, eran tres barcos que estaban parados y no mostraban bandera de ninguna nación, lo que podría significar piratas.
Con los cañones preparados y la tripulación lista para la inminente batalla, cambiaron el rumbo hacia el convoy. Rebo permanecía en la parte alta del barco, atonito con la organización de los marineros, con rifle preparado para lo que podría ser su primera batalla real.

Pero al acercarse, vieron de cerca que no se trataba de piratas ni mucho menos, eran barcos civiles y parecía que los habían asaltado recientemente, tenían graves daños en los cascos y a dos de ellos les habían destrozado el velamen. Cuando vieron acercarse los barcos de la Marina, los tripulantes comenzaron a salir de la bodega de carga de los navíos agitando los brazos y pidiendo ayuda a voces.
-Parece que tu debut como tirador de la Marina tendrá que retrasarse temporalmente novato. Dijo un marino mientras preparaba alegremente los cabos para el abordaje de uno de los maltrechos barcos.
Parece que todavía no me toman en serio... bueno todavía tengo tiempo para demostrar lo que puedo hacer.
Cuando estuvimos a su altura, lanzaron los cabos y tiramos de ellos hasta lograr que estuviesen unidos, colocaron tablones y el Teniente fue el primero en abordar el barco mientras el resto de la tripulación aguardo sus órdenes.

Tras unos minutos parlamentando con los capitanes de los barcos, el Teniente hizo una seña para que los sargentos abordasen el barco. Les dio órdenes para preparasen cabos para amarrar dos de los barcos a la parte trasera del buque militar para remolcarlos, por lo visto, eran barcos mercantes que se dirigían al Reino de Goa y fueron asaltados por unos piratas. Les destrozaron las velas de dos barcos, el timón de otro y hundieron otros dos. En ese estado, les resultaba imposible moverse del lugar donde estaban, ya que aunque hubiesen conseguido poner las velas en uno de los otros barcos, eran demasiada gente para ir únicamente en un navío y apenas contaban con provisiones para sobrevivir un par de días más. Así, cargaron las mercancías que todavía podrían vender y los marinos los remolcarían hasta el puerto. Algunos de los marinos viajarían en los barcos mercantes para dirigirlos e impedir que chocaran y a la vez, tranquilizar a los asustados mercaderes.

Rebo fue destinado en el barco que viajaba último, como era el más dañado de los dos, era en el que menos gente viajaba. Al haber sido separado de su amigo, no tuvo más remedio que entablar conversación con alguien de aquel bajel si quería enterarse de toda la historia del ataque de los piratas, pero no se decidía a hablar con nadie. El primer día lo pasó en silencio, el segundo, un anciano se acerco a él.
-Creo que este ya no es un trabajo para un viejo como yo, llevo 40 años recorriendo este mar y ya he sufrido demasiados ataques de piratas.
-¿Puede contarme que ocurrió exactamente?
-Acabábamos de salir de Loguetown hacia dos días cuando delante de nosotros, vimos un barco en problemas, estaba envuelto en humo y había alguien pidiendo auxilio en la borda. Por supuesto nos acercamos a prestarles auxilio y en un abrir y cerrar de ojos ocurrió. Saltaron hacia nosotros y mataron a todos los que vieron con armas.
-¿Cuántos eran?
-Aproximadamente quince, pero los mayores destrozos los hicieron sobre todo entre dos, son los que rompieron las velas y el timón para que no pudiésemos huir.

-¿Y los barcos que hundieron?
-Esos estuvieron a punto de huir, pero los hundieron a cañonazos, solamente necesitaron un par de disparos para hundir cada uno de los barcos. Paso rapidísimo todo. Después de eso, se tomaron su tiempo en llevarse todo lo que teníamos de valor y se fueron. Por el rumbo se dirigían a Loguetown.
-¿Podría describirlos?
-El barco no usaba bandera pirata y todos los que abordaron el barco iban con ropas negras, lo único que puedo decir es que tenían un espadachín alto y delgado que cortó los mástiles de uno de los barcos y otro de ellos algo más bajo que el espadachín y ancho de espalda, partió las velas a golpes, no había visto nunca nada igual. Ah, y en el barco, pude ver quien manejaba el cañón, era el único que vestía distinto, llevaba un traje exacto al del resto de su tripulación, pero en color rosa con corazones rojos.
Con esta información se dirigió a hablar con el Teniente, pero llegaba tarde, ya estaba al tanto de todo. También le informo que se preparase porque en Loguetown últimamente había escasez de marines y posiblemente fuese su próximo destino. Y no era un lugar tranquilo para vivir, era el último puerto antes de partir para Grand Line y prácticamente todos los piratas del East Blue pasaban por allí antes o después.