¿Encuentro predestinado?

Spoiler:

La mañana había amanecido soleada, por lo que Jacqueline no había podido resistir la tentación de salir a dar una vuelta por la calle, incluso si eso la volvía a poner en peligro. No la importaba, porque en su cabeza rondaba el dulce aroma de una delicia que parecían haber pasado meses desde la última vez que la probara.

Dejó una nota a Albert, sin concretar adónde pensaba ir y salió de aquella prisión. Fuera, respiró feliz el aire puro de la mañana y echó a andar calle abajo.

Sin fijarse en nadie en particular, ni tratar de memorizar alguna cara conocida, Jacqueline llegó a su destino: la taberna más cercana a la casa de Albert. Entró sin dudar y se sentó en la barra, fijándose en todos los carteles de recompensa que había tras ella. Sonrió al darse cuenta de que su rostro no figuraba en aquella pared. Era un alivio.

—¿Qué te pongo? —preguntó el tabernero.

Como siempre, pidió sake. Volvió a disfrutar de la bebida que más le gustaba y a olvidar sus propios problemas. No obstante, no era tonta. A pesar de lo mucho que disfrutaba con el alcohol, jamás se había emborrachado lo suficiente como para perder el control. Sabía que eso le acarrearía muchos inconvenientes.

Pero el sólo hecho de beber era suficiente para ella.

Era el primer dia que iba a pasar en la isla Momoi por la razon de la busqueda de la misteriosa atacante peliazul, no tenia grandes pistas de como encontrarla, pero al menos no iba a llamar la atencion, ya que llevaba puesta una mascara y mi antiguo traje negro que siempre me solia acompañar, antes de tener que lucir el uniforme de marine, segun me habian dicho probablemente seria una pirata, y ¿donde les gusta estar a los piratas? bebiendo en las tabernas, asi que empece a caminar por las calles para encontrar la taberna cercana y empezar mi investigacion.

Despues de un buen rato caminando por las calles repletas de gente enmascarada porfin encontre una taberna, entre, y lo primero que vi fue una chica de pelo corto y azul, puede que sea ella, o tal vez no, quien sabe, me sente en la barra junto a ella, el tabernero se me acerco obviamente para que pidiera algo de beber, normalmente no bebo nunca pero si quiero pasar desaparecibido sera mejor que pida algo, ron por ejemplo, veamos si esta tan bueno como los piratas dicen que esta.

Dame algo de Ron.

El tabernero saco una botella y me la dio, bueno, tampoco soy quisquilloso, descorche la botella con los dedos, algo que sorprendio al tabernero que iba a hacerlo por mi, aunque le sorprendio prefirio no decir nada y siguio con sus labores, me quite la mascara y tome un trago de ese mejunje tan famoso y buagh, estaba asqueroso, pero por alguna razon no podia evitar dar otro trago, despues de un par de tragos me decidi a hablar, pero sin mirar a la chica directamente, y como el tabernero no estaba delante de mi y al mismo tiempo nadie a mi lado aparte de ella, seria la unica en responder.

¿Has oido eso de que una mujer ha dejado en ridiculo a unos cuantos marines en LogueTown?

Acabe mi frase tomando otro trago de la botella.

OFF: Mi mascara :3

Spoiler:

Estaba pidiendo su segunda copa cuando un hombre trajeado de negro entró en el bar. Jacqueline le ignoró como al resto de personas, a pesar de sentarse muy cerca de ella en la barra. Porque, al fin y al cabo, no era importante.

Trató de no mostrarse sorprendida cuando, prácticamente, le habló directamente, sacando a relucir un tema sin ningún propósito fijo. Jacqueline enarcó una ceja. De todas las personas que había allí, ¿por qué diablos tenía que fijarse en ella? En cualquier caso, actuó con normalidad. El tipo sólo buscaría información o una animada discusión sobre un suceso actual que quisiera compartir, con probabilidad.

—Hay que ser idiota para enfrentarse a la Marina delante de sus narices —comentó. Obviamente, debido a su arresto domiciliario, no sabía nada de lo que ocurría en el mundo exterior.

Pensó en su propia situación. Si bien era cierto que ella también había atacado a unos marines en una isla (y por lo que ahora colgaba una recompensa por eso), consideraba que era un suceso aparte. Loguetown era, al fin y al cabo, Loguetown. Muy diferente a la isla Yerom.

—¿Sabes qué sucedió? —preguntó.

En realidad, no estaba del todo interesada, pero se dio cuenta de que no le importaba hablar con aquel joven. Le agradaba más que otras personas, únicamente por un detalle: no era el típico educado “Hola, encantado, ¿qué tal? Me llamo bla, bla, bla, mucho gusto, bla, bla, bla, espero que nos llevemos bien”. Jacqueline pensó, con acierto y sin saberlo, que era algo diferente.

Entre tragos intente distinguir algun rasgo de sorpresa forzada o algo en sus palabras que indicara a la mentira, pero actuaba muy normal, no creo que sea ella la que ataco a los marines, pero hay que asegurarse, si es ella miente de una forma muy buena, sino bueno, simplemente me habria equivocado de persona, tampoco cayo en la trampa de que los marines fueran atacados en Logue, la verdad nunca me especificaron donde fueron atacados, si esta chica hubiera dicho, ¿no fue en la isla "X"?, se habria delatado, tome otro trago antes de hablar y dije.

Si, realmente hay que ser alguien estupido para atacar a los marines, y mas todavia si tienes un rasgo fisico muy poco comun, no recuerdo cual dijeron, y bueno, ¿saber que paso?, aparte de que una sola chica les gano a varios marines, no paso gran cosa, o almenos no me han contado nada, tal vez tu puedas contarme algo mas.

Tome otro trago y espere su respuesta.

Al parecer, el suceso sobre la chica de Loguetown había sido tan esporádico como el de Jacqueline. Igualmente, ninguno de los dos sabían que había pasado y probablemente no lo supieran nunca, pues los marines guardaban con celo aquello que no querían que la gente averiguase.

—La única forma de obtener información verídica en esta isla perdida de la mano del diablo es a través de los viajeros en las tabernas o por los rumores de los pueblerinos —meditó—. Ni siquiera te puedes fiar de los periódicos. Si de verdad esa pedazo de inútil dejó en ridículo a unos marines, no creo que la Marina permita que la noticia se extienda por el mundo. Así que no, no sé nada. La primera noticia que he tenido ha sido tuya.

Jacqueline se volvió para observar mejor al joven, ahora que se había quitado la máscara.

—¿Y tú quieres saberlo, verdad? —averiguó—. Tus únicas opciones son los rumores. O quizá haya alguien en la taberna que te lo pueda explicar, incluso. O bien tendrás que tirarle de la lengua a un marine para que cante.

Tome el ultimo trago acabandome ese asqueroso pero adictivo mejunje llamado ron, mire a la chica y dije.

Tal vez ya lo sepa, pero soy muy olvidadizo, tanto que se me ha olvidado otro dato ahora mismo, en ¿que isla dije que fue el ataque?, tal vez deberia dejar de beber, o tal vez ser mas atento, en fin, hacer cantar a un marine, no creo que sea ni facil, ni recomendable la verdad, sea como sea, ¿puedo saber porque una chica tan joven como tu esta bebiendo en una taberna asi?

El tabernero aclaro un poco la voz a modo de molestia, asi que le hice una señal con la mano para que me trajera otra botella, al parecer entendio y me dio otra, no se molesto en descorcharla, ya que sabia que yo podia hacerlo facilmente, y asi fue, volvi a descorchar la botella con los dedos, como si fuera facil, tome un trago, y mientras lo hacia dos hombres armados con pistolas entraron a la taberna gritando.

Todos a sacar el dinero y las joyas, que esto es un atraco y al que se niegue le disparamos.

Les mire de reojo, no parecian ni mas fuertes que los que encontre en LogueTown, simplemente pase de ellos y espere la respuesta de la chica.

El joven comenzó a hablar sobre sus despistes hasta el punto de insinuar que quizá el ataque no había sido en Loguetown. Aquello sí llamó la atención de Jacqueline, pero sólo durante unos segundos. No, no podía ser que estuviese hablando de ella… Tampoco había montado tanto escándalo. No era más que una ladrona de tres al cuarto que robaba por sobrevivir.

Jacqueline rió ante la última pregunta del muchacho.

—¿Acaso tiene que haber un motivo o una edad para que te gusten este tipo de sitios, bobo? Y además, sirven buena bebida —añadió, alzando su copa como si le dedicase el siguiente trago.

Vio como el tabernero le servía otra botella a su acompañante, el cual descorchaba sin esfuerzo aparente. Sonrió. Al parecer, no era la única que ocultaba cosas. Ningún viandante común podía poseer semejante fuerza.

Entonces irrumpieron en el local dos impresentables para atracar. Jacqueline, como siempre, los ignoró. Ni siquiera tenía dinero para que intentaran robárselo. Muy triste.

—Tampoco es que parezcas muy viejo, zagal —continuó, sin prestar atención a la situación—. Así que, ¿qué hace un chico tan joven como tú bebiendo en una taberna así?

Tomando otro trago y dejando la botella en la barra no pude evitar reir ante la forma de actuar de esta chica, con una sonrisa en la cara dije.

Jaja, todo tiene un motivo, pero simplemente es raro ver a una bebedora tan joven, o por lo menos que aparenta ser tan joven, y si, tienes razn, no soy tan viejo, pero dudo que tengamos una edad cercana, y bueno un joven como yo bebe en sitios como estos, por gente como los dos tipos que acaban de entrar, jajaja.

Entonces me levante con las manos en los bolsillos y mientras me acercaba a los dos atracadores dije.

Hey, ¿podeis ayudarme a sacar mi dinero?, es que pesa mucho y lo tengo repartido entre ambos bolsillos, acercaros un poco para que pueda entregaroslo.

Los dos idiotas, se acercaron, la simple idea de un buen dinero les habia hecho unos inconscientes, cuando se acercaron a mi, rapidamente saque las manos de los bolsillos y les propine un puñetazo en el estomago, con tal fuerza que se doblaron de dolor y no podian erguirse, me agache y les susurre.

Esto es lo que pasa por no tener cuidado.

Entonces agarrandoles del cuello, levantandome y forzandoles a que se pusieran erguidos, me acerque a la barra donde estaba la chica, puse sus caras contra la barra y les deje ahi, cogiendo la botella mientras miraba a la chica dije.

¿Ves a lo que me refiero?, estas cosas solo pasan en tabernas como estas.

Entonces tome un trago y mi mano abierta cayo con gran fuerza sobre la cabeza de uno de los tipos, pase la botella a la otra mano, tome otro trago y mi ora mano cayo sobre la cabeza del otro, dejandolos inconscientes y tal vez un buen daño cerebral, pero solo tal vez, me volvi a sentar y dejando la botella en la barra y dije.

Bueno, no me has ayudado a recordar, ¿podrias decirme en que ciudad fue el ataque?

Acabe diciendo y poniendome la mascara, no tenia planeado seguir mas tiempo en este lugar o por lo menos no seguir bebiendo.

Jacqueline enarcó la ceja al escucharle hablar sobre los dos ladrones, como si acabase de percatarse de su presencia. Iba a preguntarle qué razón podía tener nadie para perder su preciado tiempo en aquellos imbéciles como había insinuado el joven, pero éste fue más rápido y se encaró con ellos.

En su sitio, Jacqueline no se movió. Se limitó a observar la escena sin un ápice de sorpresa en su expresión, aunque sí interés en la mirada. La chica comprobó que, como había imaginado, aquel no era un chico corriente: estaba entrenado. Y no sólo eso: se servía de la fuerza sin compasión. Jacqueline vio como dejaba K.O. a los dos hombres sin despeinarse, y no contento con eso, los humillaba hasta la saciedad. No era un tipo de conducta muy común, pero tampoco le asqueaba.

¿Se lo parecía a Jacqueline o el chico había disfrutado con la breve pelea?

—Te equivocas. Pasa en muchos sitios más, pero tan inadvertido que nadie se da cuenta —replicó Jacqueline, sin inmutarse. Las tabernas eran, si cabían, una de las zonas más seguras de la ciudad, precisamente porque se consideraba peligrosa. Era mucho más conveniente que intentasen atracarte en público y de día, que en un callejón oscuro, en solitario, y de noche.

Al escuchar la siguiente pregunta del muchacho, Jacqueline volvió a enarcar la ceja.

—Y no te voy a ayudar porque no sé nada del asunto, melón. Pregunta a alguna de las viejas del pueblo —le recomendó. Parecía un consejo estúpido, pero si habían llegado rumores sobre aquel incidente, sin duda la población más anciana, aburrida, y suelta de lengua, podría aclararle el misterio. Jacqueline miró el reloj antes de añadir—. Parece que mi hora de beber ha expirado. Hasta nunca, señor puños fuertes. No creo que nos volvamos a ver.

No era ninguna insinuación. Jacqueline tenía la costumbre de despedirse para siempre de todas las personas que conocía.

Sin esperar la respuesta de muchacho, pagó la cuenta, pasó por encima de los ladrones malheridos y se marchó hacia la casa de Albert, donde el niño la esperaba emocionado por su llegada.

Al verla salir mientras me acababa la botella, no pude evitar seguir sospechando de ella, aplaste la botella entre mis dedos hasta convertir el cristal en polvo y despues de pagar al tabernero sali y me dispuse a seguirla a una distancia prudente, desde la cual le fuera dificil verme entre tanta gente, despues de un buen rato andando, se metio en una casa, entonces simplemente, me quede cerca para seguir investigando mas tarde.

Tal y como esperaba, Albert había estado aguardando su llegada desde que se había levantado. El niño insistió en continuar la partida de cartas que dejaron la noche pasada a medias antes de desayunar, a lo que Jacqueline no se negó. Ni siquiera volvió a pensar en el misterioso individuo que se había encontrado en la taberna.

—¿Dónde has estado? —quiso saber el niño.

Jacqueline se encogió de hombros.

—En ningún lugar apto para críos, piojo. Venga, reparte.

Albert no insistió. Aquel día no salieron más de casa, ante la inquietud de Jacqueline de que la Marina pudiese pasearse por la isla para capturar a los ladrones que había derribado el chaval. Lo mejor era no arriesgarse.

Pasaban y pasaban las horas y ni un solo movimiento de la chica, no salio en todo el dia, asi que simplemente dejo de interesarme, seria mejor buscar a otra candidata a aatacante de marines, con las manos en los bolsillos empece a caminar de vuelta al lugar en el que residia, para pasar la noche y continuar con la investigacion mañana, aun que dudaba tener exito.