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| Comentarios: 10 |
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| Tranquilidad Frustrada | |
| | Autor | Mensaje |
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Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
Profesión : Artillera
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6, 300, 000 Mensajes : 289 Fecha de inscripción : 12/09/2011 Edad : 30 Localización : Buscando Skypeia
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| Tema: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 6:49 pm | |
| La isla de Pouss, en el West Blue, era reconocida y alabada por sus actividades pacifistas y relajantes, por lo que no había tardado en convertirse en un lugar turístico, enfocado a las vacaciones y fiestas de las cansadas gentes del West Blue, o de otros mares de alrededor.
¿Qué hacía, entonces, Jacqueline, en un lugar como aquél?
La respuesta era simple: no tenía ni un duro para costearse un viaje de mayor escala. ¡Ni el alquiler de una mísera barca que luego no devolviese! Por supuesto, se le había planteado la opción de robar un bote, pero nunca había sido lo suficiente cuidadosa, ni mucho menos mañosa. Por lo tanto, tuvo que conformarse con hacer una travesía “legal”.
Se encontraba en un pequeño barco de transporte, que servía de conexión entre la Isla Yerom y Pouss, y que transportaba en su mayoría trabajadores en períodos vacacionales. Al pensar en la vida de aquella gente, arrugó la nariz. Nunca se había planteado tener un empleo fijo, ganarse el sueldo e incluso gozar de vacaciones. Esa vida no estaba hecha para ella. Su meta principal era llegar a Grand Line, a una isla en particular de allí. Y como el dinero del que disponía no le había dado para llegar a Loguetown, tendría que hacer una parada en Pouss.
Pero, ¿qué haría entonces? ¿Trabajar?
Refunfuñó por lo bajo, asqueada por la idea. Un hombre anciano que pasaba por ahí, de finísimo oído, se volvió hacia ella automáticamente al escucharla.
—Cuidado con esa boquita, señorita.
—Cuidado con esa lengua, señor.
El hombre no insistió. Se marchó por donde había venido y volvió a dejarla sola. Sí, en efecto. Jacqueline estaba de mal humor.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:01 pm | |
| El barco paró en el muelle y los pasajeros de a bordo fueron bajando con sus respectivas familias. La última fue Jacqueline, quien aún no había decidido del todo qué hacer a continuación. Aunque al menos, aún le quedaba suficiente dinero para disfrutar de unos días (u horas, depende) de placer. Si la palabra “responsabilidad” hubiese estado en su diccionario, quizá se lo hubiese pensado dos veces antes de partir hacia la taberna.
La ciudad era tal y como se describía. Sosa y aburrida. Tranquila y apacible. Sumisa y… ¿Sumisa?
Por primera vez desde que zarpó, Jacqueline se fijó atentamente en lo que la rodeaba. La gente iba y venía, como en un día de trabajo normal. Hacían sus tareas, sus compras, disfrutaban de sus vacaciones… Pero el propio aire estaba tenso. ¿Por qué en algunos rostros las sonrisas eran forzadas? ¿Por qué cuchicheaban corrillos de personas, entre nervios y sombras en la mirada? ¿Por qué las madres no quitaban ojo de sus hijos?
¿Por qué aquella ciudad parecía atemorizada por algo?
Jacqueline no lo sabía. Pero tras meditarlo, se encogió de hombros y continuó su camino, como si no hubiese visto nada. Al fin y al cabo, no era su problema.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:09 pm | |
| La taberna, como en cualquier ciudad que se aprecie, estaba llena. Y para alegría de Jacqueline, no había ninguna familia feliz por allí. Sólo hombres jugando al póker, compañeros de trabajo bebiendo o grupos de personas hablando animadamente entre ellos.
Sonrió con descaro, como si le hiciese gracia que en una ciudad feliz existiese aquel tipo de locales. Se sentó en un taburete de la barra, algo apartado, y pidió sake. Era aún por la mañana, pero no le importaba.
Jacqueline iba a pedir su segunda copa, tras vaciar de un trago la primera, cuando alguien más irrumpió en el local. No se habría girado ni a mirar de quién se trataba, si no fuera porque volvió a sentir la misma tensión que había notado antes en la ciudad, dentro de la taberna. Todo el mundo se quedó en silencio.
La causa era un grupo de marines bastante numeroso, que miraban a su alrededor, aunque su claro líder observaba fijamente al tabernero. Ninguno se percató de la presencia de Jacqueline, aunque probablemente la hubiesen tomado por una ciudadana más.
—Viejo, nos han vuelto a llegar rumores de que “Pata de Conejo, Oblius”, ha estado aquí charlando contigo —espetó el jefe al tabernero, llegando su voz a todos los rincones. Varios tragaron saliva cuando uno de los marines enseñó un cartel de recompensa (con un precio bastante bajo), que mostraba a un hombre joven de cabellos rojizos.
—No sé de qué me hablas —murmuró el tabernero.
—¿Ah, no? Quizá podamos refrescarte la memoria. Pero aquí no —sonrió—. Mejor en nuestros “cuarteles” especializados para este tipo de tareas.
Ante una atónita mirada del tabernero y su familia, además de todos los clientes, los marines arrestaron al hombre y se lo llevaron consigo, el cual intentó resistirse hasta el final entre gritos de histeria. Cuando se marcharon, la taberna quedó nuevamente en silencio.
Jacqueline ya había visto suficiente. Aprovechando la oportunidad, se escabulló del local sin pagar.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:19 pm | |
| Era de noche y Jacqueline volvía a encontrarse de un humor de perros. El efecto del alcohol se había pasado hacia algunas horas, y había tenido que dormir como una vagabunda en un oscuro callejón para descansar. Creía que su suerte no podía ser mejor, pero se equivocaba.
No era la única que caminaba solitariamente por las calles. En una especialmente poco iluminada, una figura surgió entre las sombras, sobresaltándola.
—¿¡Quién anda ahí!? —saltó de inmediato.
—Nadie que vaya a hacerte daño —le aseguró.
Varios haces de luz llegaron desde una farola cercana y Jacqueline pudo ver mejor el rostro del hombre. Algo en sus facciones le sonó familiar, hasta que lo pudo identificar acertadamente. ¡Era el mismo joven de la recompensa! Pero había cambiado. Su pelo ya no era rojo, sino cano, y sus ojos se mostraban cansados. En su cara comenzaban a notarse las arrugas.
—Eres el idiota de la recompensa —deduzco Jacqueline.
—¿Qué?
Entre un sentimiento de dejadez y de curiosidad, Jacqueline procedió a relatarle el encuentro de la Marina.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:28 pm | |
| —¿Ha sido apresado por mi culpa? —exclamó el hombre, angustiado.
—¿De qué te sorprendes? Nadie en su sano juicio y con una recompensa se pasea tranquilamente por una ciudad llena de marines. Hay que ser imbécil.
—Pero ellos… Pensábamos que ya se habrían ido a estas alturas. Esta ni siquiera es su zona —murmuró el anciano, ignorando los insultos—. Llegaron hace una semana, perturbando el orden. Buscan antiguas recompensas para llenarse sus propios bolsillos o ir haciendo méritos. Pero no escatiman en recursos para conseguir sus fines. Como criminal, he sentido respeto por ciertos marines del pasado. Sin embargo, por ellos, ninguno.
—Qué bien —soltó Jacqueline, aburrida, con sarcasmo.
—Tengo que ir a rescatarlo.
—Mucha suerte.
—¡Espera! —la detuvo a tiempo el hombre—.[color=red] Voy a necesitar ayuda. No puedo hacerlo completamente solo. No eres de por aquí, ¿verdad? ¿Eres una cazarrecompensas? ¿O una pirata?
—Nada por el momento, así que no me interesa empezar a ponerme en contra de la Marina.
—¿Por el momento…? —el anciano sonrió con astucia—. Cualquiera de esos oficios tiene sus requisitos. ¿Qué te parece hacer un trato? Yo rescato a mi amigo y tú… Tú “rescatas” las monedas que hayan dejado los marines.
Ante esa oferta, Jacqueline sonrió con malicia. Y sin pensárselo, respondió:
—Hecho.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:37 pm | |
| Colarse en el barco de la Marina fue infinitamente más fácil de lo que habían imaginado los dos. No era un buque ni mucho menos, apenas era grande y su calidad hacía a la gente preguntarse si no le habrían puesto la bandera de la Marina al primer barcucho de poca monta que se encontraron.
Jacqueline malgastó un par de flechas para derribar a los dos marines adormilados que montaban guardia en la cubierta del barco. Sin ellos para avisar de la intrusión, Jacqueline y Oblius se infiltraron.
Dentro, no había nadie vigilando. Los marines ni siquiera se habían planteado la posibilidad de ser invadidos por alguien del pueblo. Encontraron varios de ellos durmiendo, los más suertudos en camas; los menos, en el suelo. Y por el dulce aroma del ambiente, Jacqueline deduzco que no se habrían acostado si el alcohol no hubiese estado de por medio.
Llegaron hasta una habitación diferente a las demás, pues en ella sólo había una silla y una mesa. Y en la silla, estaba el tabernero, amigo de Oblius, atado, amordazado y apaleado. Sin duda, lo habían torturado de una manera muy rudimentaria para sacarle la información.
Estaba dormido, por lo que le despertaron y le desataron.
—¡Gracias! ¡Gracias! —murmuraba sin parar—. Pensé que me matarían…
Jacqueline aprovechó para registrar la habitación contigua, la cual estaba vacía, aunque era sin duda el despacho del capitán. Rebuscando en bolsillos, cajones y muebles, sólo logró dar con la miseria de 300 Berrys. Si el capitán tenía eso, su recolecta por las recompensas, no merecía la pena ver la de los demás. Soltó un taco y volvió con Oblius y el tabernero, sintiéndose estafada.
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| | | Aile D. Jacqueline Capitan Pirata
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada Lun Sep 12, 2011 7:39 pm | |
| Siguieron recorriendo el barco con la misma absurda facilidad con la que habían logrado colarse. Los marines estaban demasiado borrachos como para despertar, incluso si empezaban a hacer ruido. El tabernero siguió agradeciéndoles la ayuda.
—No les dije donde estabas, amigo, te lo juro…
—Eso ahora no importa. Sabes que tendremos que marcharnos durante un tiempo hasta que se vayan, ¿verdad?
—Sí, pero no me importa. Sigo vivo, al menos —sonrió—. Puede que los rumores sobre ti sí fuesen ciertos, amigo.
—¿De qué rumores hablas, viejo? —se interesó Jacqueline.
—“Pata de Conejo, Oblius”. Sus compañeros lo llamaban así porque aseguraba que traía suerte.
—Venga hombre, tampoco exageres.
Al llegar de nuevo a la cubierta, fuera por la suerte de Oblius o no, Jacqueline se fijó repentinamente en un objeto en el que no había reparado antes. Sonrió con malicia y destapó la pequeña bote de vela de emergencia que había oculta. Sí, sería suficiente para salir de aquella isla. Desató las cuerdas, se subió en él y lo bajó con cuidado hasta el mar, ante la atónita mirada de los otros dos.
—¿Qué haces?
—Marcharme. ¿A ti qué te parece? —refunfuñó Jacqueline, aún dolida por los 300 Berrys—. El trato ya está cumplido. No voy a seguir haciendo de niñera.
—¡Un momento! —intentó detenerla Oblius—. Ni siquiera sé tu nombre.
—¿Y para qué lo quieres? ¡No pienses que vamos a ser amigos o a volver a vernos por esta pequeña “ayuda”, capullo!
Y con su simpatía natural, se perdió entre las olas del mar.
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| Tema: Re: Tranquilidad Frustrada | |
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