Magalanez Marine
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Mensajes : 8 Fecha de inscripción : 14/08/2012
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| Tema: Prueba Akuma no mi Jue Ago 16, 2012 12:01 pm | |
| La debilidad es un rasgo que no me puedo permitir, una característica que suele llevar a la muerte repentina ante un ser más fuerte. La pérdida de memoria me dejaba débil, sin saber quién es mi enemigo y quién mi aliado… Eso no importa, estoy solo sin nadie a kilómetros de distancia, en una pequeña cueva con símbolos rúnicos antiguos y extraños, los cuales no soy capaz de distinguir. El caer de las gotas en la cueva, retumba en la misma con un característico eco que retumba en cada una de las innumerables estalactitas que se hallan en este lugar. Un lugar único, frío… oscuro. -¿Qué me habría atraído hasta este lugar?-Me pregunto desconcertado. Estando de pie, y sin nada que hacer, busco un pequeño haz de luz con el que podría encontrar la salida que estoy buscando. Camino sin saber hacia dónde voy, hasta llegar finalmente a la salida. Una vez aquí, solo veo un majestuoso bosque, milenario quizás… Con mucha vegetación, y multitud de animales típicos de la zona. -A pesar de resultar familiar, no recuerdo nada… Ni si quiera de este lugar no cómo he podido llegar aquí.-Murmuro. Oigo pasos, me escondo de nuevo dentro de la cueva expectante de lo que pueda pasar. No veo nada, solo escucho el romper de las ramas en gran cantidad, de un lado para otro. ¿Ilusiones? ¿Estaría soñando? Las preguntas se empiezan a acumular en la cabeza, una tras otra sin encontrar respuestas las cuales tanto anhelo en estos momentos. De repente, algo avisto entre árbol y árbol, una figura humana; esta se mueve permitiéndome fijarme en los detalles de la misteriosa persona. Con un precioso vestido verde, con un estampado de sangre… una medias rotas, y los pies descalzos; no puedo evitar levantar la vista hasta ver la cara de la mujer asustada. Ella es bella, tanto, que el corazón parece salirse de mi pecho; su cara reluce como una muñeca de porcelana, sus ojos dulces llenos de terror, se muestran asustados tras ver algo extraño que no consigo leer en su mirada. -¿Que demonios habrá pasado aquí? Otra a la colección de cuestiones que soy incapaz de encontrar, decido acercarme hacia ella con cautela. Esta, sigue inmóvil y parece que no quiere eludirme; hasta que se derrumba y se apoya en sus rodillas y lleva sus manos a su cara, tapándola para no mostrarme sus lágrimas. No puedo evitarlo, aparto las precauciones y corro hacia la damisela hasta abrazarla recogiéndola en mi pecho. -Tranquila, tranquila… Dime que te ha pasado, quiero ayudártela.-La pido amablemente. En estos momentos, ella se lleva la mano a su espalda sacando un cuchillo, se echa hacia atrás y me lo clava en el cuello sin más. Agonizo, me llevo ambas manos al arma blanca para quitármela… y muero. Así sin más, había muerto por un engaño de una bella mujer que solo buscaba la muerte con sus lágrimas de cocodrilo, había caído como un imbécil. Me despierto agitado del sueño que estaba sumergido, era solo eso… Una pesadilla. La memoria sigue igual, pero todo era tan real que me lo había creído hasta tal punto que de verdad estaba muerto ante una situación tan penosa. Un recuerdo aparece súbitamente, sobre una escena de muerte y destrucción, rodeado de caos. Ahí yazco yo, divirtiéndome con la muerte de unos ciudadanos muriendo calcinados ante un fuego azul. -Pero porqué el sueño, porqué recuerdo esa escena…- La confusión se incrementa todavía más, el subconsciente parece que me da pistas sobre quién era, cómo era y que haría en alguna que otra ocasión. No tenía nada sentido, la mente es tan compleja que hasta los propios psicólogos no la entienden del todo. Tampoco me había dado cuenta de la situación en la que estoy, aparentemente estoy en una habitación de un hotel… Dicho lugar, es el típico con dos mesitas de noche y una cama simple, al fondo un armario y un perchero donde dejar la ropa. Poco caso hago a esos pequeños detalles, salgo de la habitación y choco contra una muchacha… La misma de mis sueños. -Hola Magalanez, ¿has dormido bien?-Me pregunta regalándome una sonrisa cariñosa.- He oído ruidos en tu habitación, supongo que habrá sido una pesadilla… ¡Ven! Acompáñame que te voy a preparar una buena jarra fría de Hidromiel. La misteriosa mujer de mis sueños, es la misma con la que había tenido amistad… Una laguna en mi memoria, me impide recordar lo que pasó, sin embargo confío en ella y la sigo hasta la cocina; saca la sustancia de la nevera y me la sirve en una jarra que hay al lado del fregadero. Después, la trae y me la da. -No recuerdo nada.-La comento antes de que me diga algo.- ¿Qué ha pasado? Ella, se queda desconcertada ante la amnesia y me mira detenidamente para saber si la estaba tomando el pelo, o si es verdad. Después, se lleva la mano a la boca preocupada, sin saber cómo empezar. -Cariño.-Titubea.- Eras un marinero, concretamente un pirata que cazaba tesoros, y que matabas a quien se te pusiera enfrente. Pero hubo un incidente grave que te hizo perder la memoria, y decidiste alistarte a la Marina para que tus pecados se perdonaran. Desde ese mismo momento, trabajas ahí como recluta viajando de un lado para otro… Sobre cómo nos conocimos, es una historia más larga que el propio tiempo que dispones ahora mismo.-Me quita la jarra con delicadeza, y la deja en una mesa próxima. Se acerca a mí, y enrolla sus brazos a mi cuello mirándome con esa dulzura que había soñado antes.- Pero te tienes que ir grandullón, el trabajo te espera y cuando termines, yo aquí mismo estaré preparada para recibirte.-Me da un beso, y se aparta para que me vaya. No sabía muy bien qué hacer, pero acepto el beso con agradecimiento, y salgo de la casa para ver el pequeño espectáculo que se muestra delante de mí. Un gran árbol se halla enfrente mío con un número que no consigo distinguir por la lejanía. Me encuentro en el archipiélago Shabondy, el mítico lugar con las burbujas bailando por ahí sin preocupación alguna hasta explotar al alcanzar cierta altura. Camino sin preocupaciones y me dirijo hacia el distrito 1 a coger un barco. Sin embargo, por el camino aparece un hombre, de los treinta y tantos años, pelo moreno, con una gabardina y unas botas negras llenas de barro. -¡Quieto ahí! dame toda la pasta o te rajo.-Me amenaza. Aparentemente, me encuentro en la zona de mayor conflictividad que podría haber, un lugar lleno de piratas y bandidos que se esconden como ratas en una alcantarilla para poder sobrevivir. No me acobardo, creía tener algún poder y decido enfrentarme a él; me pongo en posición defensiva retrasando un pie y alzando mis puños. -No hay huevos.-Le desafío. El hombre saca un machete de la gabardina y corre a por mí como un poseso, en el momento preciso endurezco mi piel de tal manera, que toma un color oscuro. El enemigo realiza un ataque horizontal sobre mis tripas, para abrirlas como si se tratase de un saco. Sin embargo eludo el golpe, era invulnerable ante ese tipo debido a la dureza con la que me había convertido en ese mismo momento. -Inútil.-Le contesto ante la incredulidad del acontecimiento por su parte. Caliento mi puño tanto, pudiendo ver en la misma de un color rojo incandescente, saco un poco de aceite de las pequeñas tinajas que se alojan a lo largo de mi cuerpo a mi mano, y se lo lanzo de manera que al ser alcanzado, empieza a cocerse vivo por la gran temperatura trasladada a dicho líquido. La piel se le empieza a desgarrar, deformándole prácticamente todo; cada gota que resbala por su piel, le provoca grandes imperfecciones… Transformándolo en un monstruo si es que sobreviviese. -Suerte.-le deseo mientras mi mano vuelve a la misma temperatura de antes y me alejo del desdichado. En ese mismo momento, en vez de querer esa misma reacción, se me había pasado por la cabeza la posibilidad de darle un puñetazo en su cara, sin embargo dudaba de mi rapidez en el combate cuerpo a cuerpo y prefería ir a lo seguro. -Puede que no haya sido lo más adecuado para un simple ladrón, pero quien sabe lo que podría haber pasado. Con cada paso, estoy más cerca de mi objetivo; creía que había un barco de la marina esperando para partir al cuartel más cercano. Mi trabajo me reclama, tenía que hacer honor al pacto firmado, que según aquella chica había realizado, y es posible que recuerde algo más de mi pasado, reconstruyendo finalmente mis recuerdos. Sin embargo, no varía demasiado el entorno, aparentemente todo es igual y no parece variar lo más mínimo… Algo me decía que voy por el correcto camino, un presentimiento, quizás intuición. -Creo que ya estoy cerca.- Efectivamente, a lo lejos se puede ver el largo y acho mar, y en medio el navío de transporte de la Marina. Contento de haber llegado, voy a trote esperando subir sin problemas, poco dura mi alegría pues por lo que veo en la cubierta, están siendo atacados por piratas; algo extraño pues se supone que esa zona e había quedado atrás. Sin acobardarme, me tiro hacia el combate, subiendo por una pequeña rampa e irrumpiendo en el mismo con destreza. Uno viene a por mí izquierda por el simple hecho de parecer y me da una patada en mi cara; pero yo ya estaba preparado, ya poseía esa dureza extrema que absorbe el impacto con suma facilidad. Caliento mi cuerpo, todo ello, hasta posar mi mano en la madera de manera que esta prende en llamas automáticamente, hacia adelante, donde está la mayor concentración de piratas en el navío. Estos arden como el propio suelo, dejándoles la única opción de tirarse por la borda si quieren salvar sus vidas. -¡No venceréis a la Marina fácilmente!-Grito lleno de ira. Los escasos marines que quedan, aún pelean decididos para ganar esta batalla, y yo les ayudo como puedo en estos combates. Multitud de ellos, gobierna el caos en la cubierta, sin embargo se vuelve monótono, aburrido y cansado porque siempre los que me atacan, son los típicos kamikazes que finalmente o mueren calcinados, o se quedan noqueados por mis golpes. -Vale, son simples novatos.-Digo convencido. | |
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