Cambios que traen consecuencias

Siempre había sido consciente de su mala orientación -aunque nunca lo admitiría frente a alguien- pero cada día se sorprendía más de lo incapaz de dar tres pasos sin perderse.
Aunque sea era una villa pequeña, menos mal, porque si no no encontraría el barco nunca, solo a ella se le ocurría marcharse sola, demasiado orgullo podían hacerte perder varías valiosas horas dando vueltas como una estúpida.

Aunque su desorientación esta consiguiendo que viera partes de la isla por las que nunca había pasado, de hecho, ahora iba bordeando la costa por una camino custodiado por grandes arboles de ojas bañadas en un vibrante verde. Era relajante.

-¡Disculpe! - una voz desconocida la llamó a su espalda.

Un niño que debía estar en los diez años, con la cara sucia y unas ropas humildes se acercó a ella.

¿Es usted Erza Scarlet verdad? Un señor me pagó para que le diera esto. - le tendió una nota y con una sonrisa se marchó por donde vino.

¿Una nota? Aquello se estaba poniendo bastante raro.

''Reunete conmigo en el desfiladero que hay al norte de la villa, siguiendo el camino que bordea la playa.

Un amigo.''

-¿Un amigo? - releyó la nota.

Se había asegurado de no hacer amigos ¿Quién demonios era?

Camino que bordea la playa... era justo donde ella estaba, entonces si seguia el camino llegaría hasta el desfiladero.
No era estúpida, un encuentro en un desfiladero mediante na nota enviada por un medio indirecto; apestaba a emboscada. ¿Debería ir? Si no iba podría parecer una cobarde y no lo permitiría. Sonrió y siguió caminando, siguiendo el camino, esperaba no perderse.

De todas formas hacía mucho que no tenía una buena lucha, demasiadas cosas le habían pasado y no había podido patear ningún culo, su interior clamaba lucha a pesar de que exteriormente se mantuviese tranquila.
No pasaría nada por soltarse de vez en cuando.

Lo sabía, estaba segura que se perdería y tal como había supuesto, se había perdido. ¿Cómo podía ser tan desorientada? Habían pasado varias horas desde que le dio la nota aquel niño y todavía estaba buscando el maldito desfiladero.

Era la tercera vez que pasaba por aquella granja a la que había llegado sin ella saberlo. Había un hombre joven labrando la tierra con ropas ligeras y un rastrillo en la mano.
No quería tener que pedir ayuda, no lo soprtaba, pero como no preguntase no llegaría nunca.

-Disculpe. - el hombre se giró, lo resultaba extrañamente familiar. -¿Me podría indicar como llegar al desfiladero que hay al norte de la villa?

El hombre sonrió, aunque no pudo identificar aquella extraña sonrisa.

-Pues ve al norte. - le dieron ganas de clavarle un cuchillo en la garganta, no estaba de humor para bromitas sin gracia y pareció que el hombre notó su aura asesina, por lo que soltó una risilla nerviosa. -Vale, vale, tienes que seguir el camino, acabarás llegando, no tiene pérdida.

¿Si tan fácil de llegar porqué se había perdido? Se daba lástima a sí misma.

-Puedo acompañarte. - se ofreció con extraña amabilidad.

Todo aquelllo era muy extraño, aunque aceptó asintiendo.

Llegaron rápido, veía el desfiladero a unos cientos de metros frente a ella, pero todo aquello seguía sin encajar. En extraña nota de reunión en un desfiladero apartado y un hombre que se ofrece amablemente a guiarla, estaba segura que era una emboscada. ¿Pero quién querría buscar venganza? Seguramente muchos,

-Es aquí. - le dijo una vez llegaron. Era una formación rocosa alta y angosta, perfecta para una emboscada.

Debían ser aficionados o bastante idiotas para intentar emboscarla allí, a aquello solo le faltaba un cártel lúminico que rezara: ¡Emboscada!
Y lógicamente, el que la había llevado allí debía estar metido.
Dio un largo salto hacía atrás, alejandose del hombre que daba la ''casualidad'' se había abalanzado sobre ella espada en mano.
Lo había esquivado pero por su culpa ahora tenía un molesto corte superficial en la mejilla.

-¡Muere! - un grito de guerra resonó sobre su cabeza.

Un idiota se abalanzó sobre ella en un salto desde arriba con el puño en alto y los ojos en blanco, no tuvo mñas que moverse dos pasos hacía atrás para que se comiera el suelo.

-¡Imbécil! - otra voz rosonó y de un salto quedó al lado de su compañero. -¡Por tu culpa emos perdido el factor sorpresa! - le pateó el culo con la vena de la frente inchada.

Estaba sorprendida, había que ser estúpido para intentar emboscarla a ella pero no creía que lo fueran tanto. Todo aquello resultaba tan... surrealista.

-¿Esto es en serio? - no pudo evitar preguntar, parecía más una broma que una emboscada.

Era un panorama de lo más peculiar, el idiota homicida de llamativo pelo rubio estaba con la cara enterrada en el suelo y el culo en pompa y su ''amigo'' con la vena inchada y bastante cabreado.

Todo aquello resultaba tan... surrealista.

-Muy en serio. - esta vez habló el que la trajo hasta allí, su expresión era diferente a la de sus compañeros o a la que tenía en la granja.

Podía verlo en sus ojos, la odiaba, guardaba mucho más rencor del que estaba mostrando.

-Eh Jason, tenías razón, fue buena idea que te quedarás por los alrededores. Al fin y al cabo no sabe caminar en línea recta sin perderse. - estaba vez habló el chico que se comió el suelo ahora de pie junto al tal ''Jason''

¿Perderse? Pocos sabían que se orientaba mal.

-¿Quiénes soys? Quiero saber a quién voy a patearle el culo. - el hombre pareció ofenderse.

-Somos cazarrecompensas.

Se sorprendió, ahora lo entendía, los cazadores odiaban a los piratas y el que ella se hubiera unido a ellos no había debido sentar muy bien entre sus antiguos compañeros. Buscaban venganza y no pararían hasta obtenerla.

-¿Porqué se lo has dicho? - pareció sorprenderse por lo directo que fue su amigo.

-Para que sepa quién le va a patear el culo.

Aquello no le gustaba, no temía el hecho de luchar tres contra uno pero no le gusataba. Porque había sido sus compañeros -aunque no los conociera- y porque había disfrutado de su trabajo como cazarrecompensas.
Le huiera sido mucho más fácil destrozar a otros piratas pero que tres cazarrecompensas quisieran venganza por desertar era diferente y cambiaba las cosas.

Los miró, seria. Los rostros de los tres habían cambiado por comlpeto, podrían parecer idiotas pero podía asegurar que no lo eran.

-Te demostraremos que los traidores no son perdonados por los cazarrecompensas. - se abalanzó sobre ella aun velocidad envidiable, no era un simple novato.
Y que estubiera furioso no lo mejoraba.

Los esquivó haciendose a un lado, oportunidad que aprovechó el chico rubio para atacarla por la espalda con una patada si bien bastante buena, ineficaz, tenía demasiadas oberturas. Desplegó una de sus alas a una velocidad que un ojo no entrenado no podría captar y lo abatió con ella. Fue un golpe seco y con fuerza desproporcionada, mandandolo a volar contra la pared del desfiladero, estrellándose contra ella con dolorosa fuerza.
Dudaba que alguien poco entrenado pudiera soportar ese golpe.

-Esto parece cada vez más un venganza personal ¿De qué me conoces? - esquivaba los furiosos golpes del hombre. Había sido bien entrenado pero cuando dejas que el odio lleve tus batallas te vuelves débil y previsible.

-¡Eso no te incumbe! - una patada certera al rostro, no tuvo más que levantar el brazo izquierdo y pararla con el antebrazo.

El otro chico se lanzó sobre ella katana en mano, blandiendo lo que hubiera sido en eficaz corte a su cuello si no fuera porque lo esquivó haciendose hacia atrás. Aquello se estaba alargando demasiado, tenía otras cosas que hacer. Entró en su estado hibrido, desplegando las alas y a una velocidad muy superior a la del chico que la había atacado, cortó la distancia entre ambos y valiendose sus largas y afiladas garras cortó los tendones de sus tobillos en un corte limipio y certero.
Aquel chico ya no podría levantarse.

MIró sus dedos, que ahora tenían restos de sangre del hombre. Hacía mucho que no veía en sus manos la sangre de otros... era...

-Hermoso. - una voz sonó en su cabeza, una voz demasiado conocida.

Mierda.

Lo mejor sería acabar con aquello cuanto antes. No tuvo problemas acercarse al tal Jason y esgrimir en su pecho un corte descendente con sus garras.
Una profundiad sufiente como para acabar con todo aquello rápidamente.

Jason cayó al suelo y ella olía en su mano el edor de la sangre.

-Oh, que asquerosamente aburrido, pordrías haber jugado mucho más con ellos. - como odiaba es maldita voz en su cabeza.

Suspiró y volvió a la normalidad, se limpiño la sangre de la mano con un trozo de tela que guardaba en el kimono y se giró para marcharse.

-¿Porque no nos has matado? - podía sentir la humillación en su voz, que un enemigo te perdone la vida tras ser derrotado es muy humillante.

-Porque si os hubiera matado nadie podría decirle a tus superiores que Titania ya no es cazarrecompensas. - se quedó mirandolo unos segundos. -¿De que me conoces?

Todo aquel rencor no podía despertar hacía una persona que no conocías y a pesar de la situación en la que se encontraba el hombre la miró altivo, orgulloso y enfadado.

-Te haré pagar por esta humillación, Erza Scarlet. - esa fue su respuesta. -Ahora eres nuestra presa

Se giró, marchandose sin decir una palabra, frunció el ceño, ella no era la presa de nadie.