El principio del fin

Se encontraba en Loguetown lugar de encuentro obligado en la ruta que ellos debían tomar, habían atracado en esa ciudad porque necesitaban reponer víveres, pero él había desembarcado allí por otra razón, porque allí había comenzado su principio del fin. Esa ciudad le hacía recordar.

"Roger Mailstrong"

Había un hombre, un mercader a pesar de su fuerte complexión, que hacía difícil creer que este se dedicara a vender telas, pertenecía a una gran compañía de vendedores, y a pesar de que a este le habían ofrecido un puesto alto en la misma, el lo rechazó aclarando que él era “un hombre de mar”, pero la realidad era que le apasionaba su trabajo, poder viajar a diversos lugares y relacionarse con diversas culturas y personas. El había tomado, a reticencias de la organización, a Zefiro como su ayudante. Lo había conocido en Arabasta, cuando llevaba el collarín de esclavo escondido bajo una bufanda. El estaba esperando a que los hombres cargaran todo lo necesario y que los pasajeros que hubieran solicitado transporte llegaran. Los hombres cargaban con un pesado sistema de poleas y contrapesos un pesado objeto, mientras que otros solo montaban guardia en la rampla de entrada al barco por si a alguien no autorizado le daba por subir y darse un viaje gratuito, un polizón. Miró por el borde del barco, siempre le había gustado ver a la gente pasar por el puerto, ajetreada en sus asuntos, cuando vio a un chaval que estaba ahí, de pie, en mitad de la calle, mirando el barco. El chico parecía ser otro de esos zarrapastrosos huérfanos que inundaban las calles, pero su sexto sentido le indicaba que no, ese chaval quería subirse a ese barco. Pudo haber avisado a uno de sus hombres para que lo ahuyentara con cualquier escusa, pero le parecía interesante saber que haría ese chaval para entrar en su barco. El niño avanzó hacía la carabela, ignorando que el mercader ya se había enterado de sus intenciones. Este se escudriño por debajo de la grúa y rompió algunas cuerdas, por lo que los guardias que estaban en la entrada del barco fueron corriendo a ayudar a sujetar las cuerdas, de paso que fueron dijeron a dos de ellos que vigilaran la entrada, puesto que los anteriores centinelas eran los hombres más fuertes del grupo, mientras que los otros solo eran novatos inexpertos. Estos solo se dedicaron a mirar que pasaba y a decidir si lo harían, decidieron comerse de golpe toda su comida e ir a vigilar, pero pronto sintieron nauseas y cayeron desmallados. El médico del barco salió corriendo y atendió a los desfallecidos, y pidió ayuda para poder transportarlos, que al tener convulsiones, tuvieron que venir cuatro de los tripulantes a cogerlos. El capitán se acercó al borde y comenzó a dar órdenes e injurias para eliminar el caos reinante en el muelle. El capitán pidió disculpas al mercader, pero él no estaba atento lo que decía el capitán, donde se encontraría el niño, podría haber entrado por la entrada principal, aunque podría haber sido algo arriesgado. Pronto todo se solucionó y se vieron rumbo al mar.

Esa noche, el mercader estaba repasándolos libros de contabilidad cuando oyó un ruido metálico procedente de un arcón, cuando lo abrió, se encontró a ese chaval encogido entre algunas cosas suyas, los grilletes o el collarín debían haber chocado contra algo y eso provocó el ruido, cuando el mercader iba a sacarlo del baúl el chico se despertó asustado y pego un salto apoyándose contra la tapa, este movimiento exagerado había revelado su collarín, y por lo tanto, su condición de esclavo. El chico había aprovechado las distracciones para colarse en ese arcón. “Chico listo”, pensó el mercader.
-Tranquilo, no te voy hacer daño, ¿sabes hablar mi idioma?- El muchacho asintió asustado, pensaba que lo iban a echar por la borda o algo peor-Tranquilo, no te voy a hacer nada relájate, sal del arcón- El chico parecía reticente a abandonar su pequeño refugió por inseguridad. El mercader debió darse de cuenta de que le intimidaba y retrocedió unos metros le mostro la palma de las manos- no tienes nada que temer- El chico acabó saliendo aunque no se acercó demasiado. El mercader no informo al capitán de que había encontrado al muchacho, pero comenzó a darle parte de su comida para ganarse su confianza. Tras varios de días consiguió que el chico profiriera unas palabras. Le dijo su nombre, que se llamaba Zefiro, y que se había escapado de un mercader de esclavos, evidente visto el collarín, pero no quiso contarle nada más hacia atrás. Tras varios días, el muchacho se habituó a estar con el mercader, hasta tal punto de que fue considerado como un amigo. Pero uno de los últimos días del viaje el mercader, el mercader llegó y se sentó, indicándole que este hiciera lo mismo, le dedicó una dura mirada.
- Chico, ha llegado el momento de que deje claro una cosa, necesito un aprendiz a quien pasar mi experiencia, y tras tu actuación en el muelle me ha dejado claro que no te falta astucia, querrías ser tú mi aprendiz-
A Zefiro le había impactado las palabras de ese mercader que ni siquiera le había dado su nombre, pero le daba un voto de confianza a ese niño. El nunca había deseado ser un mercader, pero nunca nadie, por mucho que luchara, le había dado la más mínima gota de confianza, y ese extraño le daba la oportunidad de ser algo en la vida. Las lágrimas se agolparon en los ojos de Zefiro. Aceptó por mera devoción a ese hombre.
-Zefiro, Yo Roger Mailstrong te tomo como mi aprendiz, que todo esto quede sellado con un apretón de manos.

Pasó varios años aprendiendo todo lo de ese hombre referente a los negocios, llegando a ser muy útil al mercader en sus negocios, salvándolo en ocasiones de trampas tendidas por su peor rival de negocios , que nunca entendía un no por respuesta y era capaz de recurrir a todo tipo de artimañas para salirse con la suya. Pero cada vez, cada año que pasaba se iba notando como Zefiro se inclinaba por un espíritu de lucha, que su lugar no era el de un mercader, y eso no era pasado por alto por Roger, que sabía que algún día le tendría que empujar para que dejase el negocio, puesto que según este, Zefiro no había nacido para ser mercader, lo comprendió tras llevar años siendo acompañado por este, por lo que un día tras llegar a la casa en la que residían mientras la organización no les daba trabajo, el mercader llegó con un extraño paquete.
-Zefiro, ven, esto es para ti, sé que no te parecerá bien pero sé que tu estas hecho para ello-Dijo Roger mientras abría el paquete, mostrando dentro un bello mosquete tallado en ébano.
- Sabes que no me gustan las armas-
-Deberías mirar el brillo de tus ojos al ver esta preciosidad, se que tu no quieres, pero tu rostro refleja ansia de poseer una de estas cada vez que las ves-
-No puedo aceptarlo-
-Y yo ya no sé cómo protegerte- dijo Roger con una cara que mostraba plena seriedad -Quiero que lleves esto porque ha habido rumores de atentados en los mercados, y Gauss cada vez está ganando más importancia en la organización, y varios miembros opuestos a el desaparecen en “extrañas circunstancias”, por eso quiero que no te separes de él, ¿de acuerdo?- Zefiro sabía que cuando Roger actuaba de esa manera iba en serio, no aceptaría un no por respuesta.
- De acuerdo, pero por lo menos podre pasear sin tener que velar mis espaldas a cada momento-
Lo dijo en broma pero parecía que Roger murmuraba algo sobre que lo hiciera… de todas formas salió, permanecer dentro de un edificio más de la cuenta le daba dolor de cabeza. Le gustaba aquella ciudad, que a pesar de ser un rincón fuera de toda ley, era un sitio muy agradable, paradisiaco, siempre solía visitar el mercado por si encontraba algún nuevo artilugio que le resultara interesante. Pero hasta el apetito se le fue al ver que el hijo de Gauss también se encontraba allí, pavoneándose y alardeando de que Gauss era prácticamente ya el líder de la organización de comercio. Pero lo que no soporto fue que empujara de una patada a un pequeño de ropa raída, sin duda un huérfano. Eso era algo común, podía estar sucediendo en cualquier lugar del mundo, pero un sentimiento de rabia afloro de él, se sintió como si hubiera retrocedido años y fuera el huérfano que estaba siendo golpeado por esa efigie del maligno. La reacción fue muy simple, este último recibió tal culatazo que lo dejó inconsciente. Pronto la voz corrió, la venganza de Gauss no se contentaría solo con matarlos a los dos, Sabía que había sido algo estúpido por su parte, pero no pudo contenerse

Parecía ser que el niño era el hijo de un pirata que atracaría un día después de la disputa. El pirata no había sido avisado de que su familia había caído en desgracia y solo sobrevivía ese pequeño niño. No costó mucho relacionar a Zefiro y a Roger con ese pirata y que la marina enviara un buque a la zona en misión de capturar a esa banda de piratas. Las luchas se alargaron por las calles y un destacamento de marines acabó por asaltar la casa. Roger fue herido de muerte, pero sobrevivió lo suficiente para hacerle entrega de una curiosa llave acompañada de la frase: “Cuando todo pase, ya sabrás lo que hacer”. Tras la muerte de Roger, Zefiro fue reducido por unos marines y llevado como prisionero junto a los otros piratas. Tras varias horas esperando en un grupo de gente maniatada, se llevaron a Zefiro entre golpes y patadas, no entendía que estaba sucediendo. Pronto llegó a un camarote donde le esperaba sentado el capitán del buque y dos soldados en posición de firmes. Lo desataron.
-Nombre- dijo inmutable en capitán-
-Me llamo Zefiro y…-
-¡Solo responde a las preguntas!- dijo-
-¡Tiene que ser un error, yo nunca pertenecí a una banda de piratas!-
- Su nombre aparece en la lista Zefiro, por lo que no tiene nada que explicar, la organización estará muy defraudada-
Entonces cayó la gota que colmó el vaso de la vida de Zefiro, aquel hombre era una rata de Gauss. Golpeó la mesa del capitán y los soldados se apresuraron a colocar las lanzas junto a su cuello.
-Atrás, no quieras perder la cabeza- dijo uno de estos
Zefiro se encogió y pareció llorar, el capitán no necesitaba nada más, por lo que llamó a un hombre para que se lo llevara a la celda de nuevo, no creía que un simple mercader pudiera hacer nada. El marine lo agarro de un brazo y se lo llevó medio arrastras.

Cuando habían recorrido ya un gran camino, Zefiro sacó un cortaplumas de su manga, el cual había recogido con el golpe a la mesa, cortándole el cuello en un momento desprevenido. Se encaminó al polvorín, que quedaba a unos pocos metros de allí, lo había visto en los planos de una venta hacía tiempo, pensó que no podría entrar fácilmente pero el guardia que vigilaba la puerta estaba dormido. Se confió por lo que, antes de entrar apuñaló al guardia, pero no le dio bien y acabó recibiendo un puñetazo por su parte.
-¡A mí la guardia, intruso en el polvorín!-
El hombre había perdido su arma, y tras un forcejeo acabo siendo apuñalado. No tenía tiempo, cogió la llave del guardia y una de las antorchas del pasillo. Tras entrar en el polvorín echó la antorcha entre los barriles de polvora, mientras se quemara solo la madera externa no explotaría. Se oían gritos cercanos, debían haber encontrado al primer guardia, por lo que salió corriendo y cerró la puerta con llave, así, aunque supieran de su truco no podrían entrar a tiempo.
-¡Ahí está, cogedlo lo quiero vivo!- Era el capitán, que venía junto con varios soldados.
Zefiro salió corriendo para alcanzar la cubierta del barco, pero una bala le impacto en el abdomen, eso era muerte casi segura de no recibir atención médica. Era extraño, no había marines en los pasillos, y había mucho más barullo de lo usual, quizás incluso escaparía después de todo, en un principio solo quería distraerlos, le daba igual si se salvaba o no. El primer barril de pólvora explotó, y con él otros más, el barco se tambaleo en una terrible sacudida, Zefiro se extrañó, no explotaran todos, quizás tuvieran poca pólvora. Consiguió llegar a cubierta, y se encontró con un enorme grupo de marines, creía que era algo excesivo para intentar detenerlo, pero no se percataron de su existencia, puesto que había un barco que estaba atacándolos. La mente de Zefiro trabajo, ¿sería una andanada lo que hizo temblar el barco?, inmediatamente se lanzo corriendo a tirarse por la borda, pero se encontró con un marine que intentó detenerlo, pero ambos cayeron al mar. Unos instantes después el barco comenzó a explotar, varios marines intentaron salvar sus vidas, pero era demasiado tarde, el barco se transformo en una bola de fuego, Zefiro y el marine casi son arrastrados junto con el barco, puesto que la explosión causara un agujero enorme en el mar y estaban siendo succionados, pero Zefiro se asió a una roca y el marine a su pierna. El marine suplicaba por su vida, pero Zefiro se dedico darle patadas a los brazos y a la cara hasta que finalmente se soltó. Pero la corriente era demasiado poderosa como para mantenerse agarrado, y la herida le jugaba además una mala pasada y la corriente se lo llebo también a el.
“Aquí se acaba todo”

Oyó unos disparos, entonces abrió los ojos, se encontraba flotando boca arriba en el agua, era de noche, la herida le dolía cada vez más, podría estar infectándose. Alzó la vista y vio una pequeña valsa que portaba un farol, ¿sería la muerte en busca de almas?, no lo supo hasta que vislumbró a un marine que se asía a la barca y recibía un sablazo para que callera otra vez en el mar. No sabía lo de era, ni quién era, por lo que intentó alejarse de el pero choco de bruces con otro bote, se veía muerto.
-Aquí tenemos a uno, pero no parece estar muy vivo- Hubo risas- Aunque este no es un marine.
En cuanto lo subieron a la balsa, perdió el conocimiento. Se despertó en un camastro en una habitación donde se oían algunos quejidos, “debe ser una enfermería”, no sabía dónde estaba, no era consciente del todo, se sentía mareado. Intentó incorporarse pero la herida se lo impidió, estaba vendada, pero le movimiento la había vuelto a abrir.
-A recuperado la consciencia- Dijo un hombre que estaba cerca.
Otro hombre se acercó a la camilla, este vestía mejor que el primero que había visto, el cual debía ser un medico por las manchas de sangre que tenía sobre su ropa. El médico cedió la silla al hombre, puesto que este parecía ostentar un cargo mayor que él.
-Hola amigo, no te preocupes, no te haremos daño, soy el contramaestre de este barco, parece ser que has sido el único superviviente que hemos encontrado, que hacías hay, no pareces un pirata-
- No quiero hablar del tema-
- Entonces me dirás al menos que le has hecho a ese buque para que volara en pedazos, porque nuestros proyectiles no conseguían penetrar en su casco-
- Incendié el polvorín…-
El hombre rio a carcajadas.
-Y no te encontraste con nadie, debe ser porque nos estaban atacando, nos debes haber escapado, aunque a ti te debemos haber salido con vida-
-Podéis dejarme en el puerto más cercano.-
-Podemos, pero no te lo recomiendo, sabemos que los marines mandaron señales de radio, y por alguna razón te están buscando a ti-
-Como sabes esto-
-Zefiro Nightmare no es un nombre muy común, y es de lo que hablaron ellos. Te debemos un favor, puedes quedarte todo el tiempo que necesites, o por lo menos hasta que la tempestad amaine-
Estos lo tendrían como a otro de la tripulación durante varios años, pero con el tiempo la tripulación fue siendo renovada y los liderazgos cambiaron, manteniendo insostenible su estancia si este mismo no se unía oficialmente a la tripulación, por lo que solicitó que lo dejaran en Berelia, el nuevo capitán accedió por el mero hecho que quería realizar una parada allí, no por Zefiro en sí. Se encontraban en Loguetown, de hecho le gustó que se hiciera la parada en esa ciudad, visitaría un monumento fúnebre a sus ojos, una casa en ruinas para los demás, donde un vejo mercader se las había dado de pirata, después miró el puerto, que se veía en la distancia, donde había barcos de la Organización del comercio. Hundiría en la miseria a Gauss, por Roger.