Ryuken Sora Pirata
Profesión : Artillero/Navegante
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Mensajes : 2 Fecha de inscripción : 30/06/2012 Edad : 30 Localización : SilverSoul.
| Tema: Duele mucho, La Yami-Yami no Mi. Dom Jul 01, 2012 2:53 pm | |
| Hacia frío, mucho frío y sin embargo recordaba el calor. Todavía me ardía la piel a causa de los crueles latigazos que recibía de mis fantasmas todos y cada uno de los días desde hacia 8 años. Me fui a la esquina de aquella celda sucia y húmeda y me hice un ovillo para mantener el calor. Allí en la tenue oscuridad no podía hacer mucho, me entretenía mirando por la ventana las nubes blancas a menudo surcadas por alegres pajarillos que iban de aquí para allá sin mas preocupación que la de surcar de manera segura las corrientes de aire. Una lágrima asomo por el rabillo de mi ojo y rodó con lentitud por mi mejilla. Echaba muchisimo de menos a mi abuelo aunque en mi interior sabia que jamas lo vería vivo de nuevo. Con la angustia y el dolor poco a poco el agotamiento acabo por sumirme en un sueño ligero. Soñé que estaba en el valle en el que me crié, en los arroyos donde pesque, en los prados por donde corrí, y ante en la casa de mi abuelo. Mi abuelo que siempre tenia aquella expresión de bondad en el rostro. En el sueño yo traía unas suculentas carpas para el almuerzo mientras mi abuelo como de costumbre debía estar preparando mis lecciones para el resto del día. Sin embargo aquel día algo estaba fuera de lugar.
Ese día me había levantado con una extraña punzada en el alma. Como si supiese que algo malo pasaría sin poder hacer nada. No le di demasiada importancia. Tras varias horas en el arrollo pescando me dirigí a casa con mas rapidez de la habitual pues aquel sentimiento incomodo permanencia. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando tras haber estado todo el día incomodo mis miedos se confirmaron al ver la puerta de casa completamente desencajada. Tire la caña y las carpas y corrí hacia adentro. Dentro lo que vi terminó con lo poco que me quedaba de entereza. Mi abuelo aquel que siempre había intentado usar la palabra antes que la espada estaba tendido en el suelo con la yugular seccionada y cubierto con su propia sangre. Me arrodille junto a el y llore. Para cuando quise darme cuenta alguien me ato un saco a la cabeza y perdí el sentido. Lo siguiente que recordaba era estar en el estrado de la casa de subastas mirando entre el publico a quien seria mi futuro amo. Dicho amo resulto ser nada mas y nada menos que un Tenryuubito un noble mundial. Tras sonreirme de manera arrogante fui nuevamente noqueado y llevado a Mariejoa. Alli quedo muy claro mi destino. Seria ahora y siempre el saco de boxeo de aquel noble.
Desperté entre sudores y jadeos. Aquella pesadilla era cada vez mas y mas recurrente. Aquella pesadilla que no era mas que la historia de como había acabado en la celda de aquel cruel y desalmado Tenryuubito. Llevaba ya 8 años viviendo en aquella celda y a pesar de recibir tormentos diarios no le di a aquel Tenryuubito jamas el placer de oírme gritar ni una vez ante sus brutales tormentos. Al principio mi emparamento "rebelde" le pareció divertido pues no dejaba de ser divertido ver cuando cedería y gritaría, pero con el paso de los años comienzo a frustrarse y sus palizas eran cada vez mas y mas dolorosas pero me mantenía firme no gritaría.
A los pocos minutos el ruido que mas temía en esta vida volvió una vez mas. La verja chirrío y se abrió indicando la entrada de mi amo a mi estancia para una nueva dosis de dolor, Sin embargo no ocurrió lo que yo pensaba o al menos no tan pronto como esperaba. Ese día mi amo traía consigo un cofre entreabierto donde había algo escrito que no alcance a leer. Con una sonrisa maliciosa me enseño el contenido. La reconocí nada mas verla, era una de esas Frutas del Diablo de las que había oído hablar. Acto seguido me obligo a ingerirla a la fuerza y nada mas asimilarla me propino nuevos golpes. Grite. Eran los golpes mas bestiales que había recibido nunca. ¿Que había cambiado?. Mi desconcierto no paso desapercibido para mi amo quien me explico que esa Fruta en concreto daba la capacidad de absorberlo todo incluido el dolor. Era la denominada Yami-Yami no Mi. Lo había conseguido, había echado por tierra toda mi voluntad de quedar impasible ante sus tormentos pero era imposible no gritar, sentía cada célula de mi cuerpo morir con cada golpe. Tras varios golpes mas perdí el sentido.
Los días siguientes se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años. En ese tiempo descubrí retazos de mi habilidad. Descubrí que podía absorber parte de la dureza de mis esposas para hacer que los golpes no fueran tan desproporcionados. Intente muchas veces desesperado en absorberle la vida o la salud pero era completamente imposible. La Yami-Yami fue un aditivo a mi tormento mucho peor que cualquier cuchillo, brasa o mazo era un instrumento de tortura repugnante.
Me sentía cada vez mas anclado a la muerte que a la vida. Cada vez notaba menos los golpes, cada vez notaba mi sangre mas densa y coagulada. Si esto seguía así moriría con aquellas esposas a modo de epitafio. Esta realidad no solo la veía yo si no que al parecer también la veía mi Amo. Y puesto que no quería dejarme morir en paz volvió a tratar mis heridas después de cada paliza. Sin embargo y por vez primera la Akuma no Mi que me había proporcionado le dio mas problemas a el que a mi. Con cada cura mi cuerpo absorbía todo la energía benigna de los medicamentos y sanaba con una rapidez anormal. Por lo que tuvo que emplear mucho tiempo hasta alcanzar la formula en la que me daría varias palizas consecutivas dejandome al borde de la muerte para que llegado ese estado poder enviarme a un sanador que me diese la vida nuevamente. Resuelto este contratiempo volvió a establecerse una rutina de lo mas desagradable por lo menos en lo que a mi se refería.
Un día se produjo un milagro. En mitad de uno de sus salvajes tormentos contra mi persona debí de entrar en una especie de coma por lo que mi cuerpo no consiguió sanar. Cuando conseguí despertar junto a mi estaba lo que parecía un forense. Me habían dado por muerto y lo que en realidad había pasado era que había entrado en un estado de Catalepsia. A la hora de la autopsia me había despojado de las esposas de Kairoseki que me habían retenido todos aquellos años. Sin moverme baraje las posibilidades que tenia de conseguir una fuga sin incidentes. Cuando tuve mi plan lo suficientemente preparado mas rápido que el pensamiento le propine un derechazo al sanador dejándolo inconsciente. Recogí todo lo que pude de sus pertenencias, Dinero, comida, utensilios médicos y por ultimo su vestimenta. Con un poco de suerte pasaría desapercibido. conseguí llegar al vestíbulo cuando fui descubierto. Sin pensármelo siquiera corrí todo lo que pude y atravesé las puertas de la mansión.
En mi huida recibí un disparo en el hombro pero a pesar del dolor seguí corriendo y corriendo con un miedo indescriptible de volverme y mirar atrás. Corrí y corrí hasta que mis propias piernas se doblaban de puro agotamiento. Me arrastre hasta el amparo de unos arbustos y allí permaneci quieto casi sin respirar. Pasadas las horas y cerciorándome de que nadie me había seguido Grite como nunca antes había gritado. Era libre. Libre como las aves que surcan el cielo, como los peces que nadan en el mar, libre como el viento.
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