~Edificio de Reuniones ~

Un día esplendido, perfecto para pasearse por todo el Marineford, el centro del mundo, hogar de ideales de justicia que pocas veces eran recordados al pie de la letra, los tiempos habían cambiado, había que admitir que las costumbres de los nuevos reclutas eran cada vez más extrañas, algunos solo usaban uniforme en búsqueda de jovencillas a quienes enamorar y embriagar con sueños de riqueza, otros solo lo usaban para alardear de su rango, siendo así que algunos tenientes se sentían con todo el derecho de mandar cual perros a los reclutas y así mismo que algunos capitanes parecían creerse los dueños del mundo. Era un día con gente por doquier, obviamente todos integrantes de la marina pero también grandes cantidades de hombres y mujeres que intentaban ingresar al lugar más codiciado para iniciar una vida marine. Marineford era un sitio inmenso, incluso para alguien con años ahí a veces podía ser algo confuso, por esta misma razón todos los años se aceptaban a una gran cantidad de nuevos reclutas que después caían en combate o simplemente decidían cambiarse a otra base más accesible, pues aquel sitio estaba demasiado apartado de otros lugares, a pesar de estar cerca de algunos sitios de interés como Sabaody distaba mucho de alguna isla donde poder relajarse.

Ahí en una de las paredes externas de la gran base marine se encontraba recostado una figura masculina, aparentemente dormida pero que únicamente disfrutaba de la vista que ofrecía. Podía observar con facilidad el bullicio en la zona central y por momentos observaba el mar, viendo como embarcaciones iban y venían, lo que le traía recuerdos de antaño, recuerdos que ahora mismo ya no valían la pena. Repentinamente una alarma sonó en sus bolsillos, se trataba de un reloj que marcaba la hora “Vaya, ya voy tarde” bostezo mientras se levantaba de aquel sitio mostrando sus ropajes. Consigo llevaba unas botas blancas de un estilo refinado, acompañadas de un pantalón de vestir color negro ajustado con un cinturón y sirviendo para fajar una camisa negra de seda con mangas largas y que en todo su torso tenia figurillas de dragones de color dorado, bastante extravagante a decir verdad, en su rostro únicamente portaba unas gafas oscuras y en su espalda cargaba a modo de capa libre aquello que le reconocía como uno de los vice-almirantes del lugar. Con seguridad innata elevo su mirada lo más que pudo observando un edificio en la parte más elevada de aquella estructura “No llegare ahí caminando” un suspiro grave emano de sus labios al momento que colocaba ambas manos frente a su cuerpo, la derecha se encontraba de manera elevada mientras paralelamente la izquierda se mantenía a cierta distancia de manera baja.

Un resplandor de luz comenzó a hacerse presente entre sus manos y repentinamente un haz de luz emano de este haciendo que un resplandor iluminara el lugar, afortunadamente no era muy visible pues estaba a plena luz del día, más aun así algunas personas se giraron y observaron al vice-almirante cuando repentinamente este desapareció. Reapareció en un balcón a gran altura de aquella estructura, ahora se encontraba en los pisos más elevados, pero aun así le faltaba subir algunos cuantos más, pero ahora podría hacerlo con cierta suavidad. Fue así que recorriendo los pasillos paso y paso oficinas hasta encontrarse frente a una oficina “Supongo que ya estará adentro, estoy a raya en el tiempo” entonces entrando de manera despreocupada con la diestra en su bolsillo y la zurda elevada a modo de saludo vocifero –Lamento la tardanza y todo eso, pero escuche es una locura haya abajo, de verdad no se imagina cuanto trabajo me costó deshacerme de todas esas chicas locas que se mueren por los oficiales – comenzó a reír suavemente pues era su manera de ser.

Muchos marines pensarían que estaba loco por hablarle así al mismísimo almirante de la flota, pero aquellos dos en cierta medida se conocían, Seirey según se contaba había conocido al anterior capitán de Oka, aquel sujeto que murió en un trágico incidente, a su vez, este último por ello le respetaba más que a nadie dentro del cuerpo de marina y por esa misma razón se daba el lujo de confiar enteramente en su persona. Como sea, avanzo lentamente posándose sobre una suave alfombra que recubría todo el suelo hasta llegar a una gran silla únicamente reservada para almirantes y aun así se dio el lujo de sentarse en esta, pues al menos después de diversos incidentes, no existía ninguno por lo cual después de aquel hombre que dirigía con rectitud a la marina, el cargo más alto lo ocupaba ese chico de cabellos oscuros –Bueno a lo que venía, al parecer han llegado ciertos reportes, algunos son buenos, otros no tanto, comenzare por darle a elegir cual es la situación que quiere conocer, tenemos noticias de todos lados, incluso algunas del New World, ¿puede creerlo?- espero entonces con calma la respuesta de su jefe.

Tomo algo de aire y comenzó por las noticias más simples –Bueno recientemente una mujer ha escapado de la prisión de Shelltown, su nombre es…es…- no recordaba el nombre por lo cual saco de sus bolsillos unos cartelones y buscando desesperadamente saco uno de ellos que mostraba a una chica de unos 21 años –Se llama Nana Reina´s, aparentemente fue apresada por el asesinato de un alcalde y ahora ha logrado escapar, reunió una tripulación para nada preocupante, se ha puesto una recompensa de 33 millones por ella, la están buscando únicamente en el east blue, no se considera que sea demasiado peligrosa, yo tampoco lo creo así- bostezo suavemente haciendo una pausa mientras entregaba una hoja con el reporte completo que únicamente era un escrito exageradamente largo respecto al asunto. Elevo su mirada y comenzó a rondar todos los cartelones de wanted que estaban colocados en aquel sitio, eran diversos e iban desde piratas con una recompensa muy baja al igual que esa chica hasta recompensas considerablemente elevadas. Entonces reacciono y se centró de nuevo en el tema –Bueno en los temas de los Blue, el pirata Jean´s Rocket ahora tiene una recompensa de 72 millones de berris, al parecer recientemente robo una importante suma de dinero del reino de Lyneel, ya se ha solicitado a la marina su aprensión y se le busca en todos los mares cardinales, aunque conociéndolo quizás se dirige a la Grand Line, dudo mucho que sea tan tonto para enfrentarse a la marina directamente-

Se reclino un poco más en aquella cómoda silla mientras una suave brisa movía sus cabellos, el calor comenzaba a menguar y el ambiente se volvía más agradable, de nueva cuenta entrego un reporte al almirante y saco entre sus cartelones uno de los más llamativos –Y supongo que esto no le va a gustar, Takutsu Nanamu ya es considerado una supernova, se le vio recientemente junto a su tripulación en el archiplielago sabaody, nadie sabe a dónde se ha dirigido, algunos creen que al New World pero dudo mucho que alguien con tan poca experiencia logre llegar ahí, su recompensa es apenas de 101 millones y algo más- entrego el reporte y espero un poco, lo que vendría a continuación seria la peor noticia de todas, quizás una de las más alarmantes en muchos años, sabía bien las consecuencias que podía acarrear entregarle aquella información al almirante pero también sabía que nadie más que el merecía saberlo.

-Aquí viene lo peor- saco con desgano un cartelón y lo tiro en el escritorio con pasividad –Rex T. Bones…750 millones de berries, uno de los cuatro yonkos hace tiempo establecido en el New World ha regresado- se detuvo un momento y miro fijamente al almirante –Se sabe que ha regresado pues…destruyo una flota entera de la marina, solo sobrevivieron una docena de oficiales y vieron su bandera, regreso junto a todas sus flotillas, más de 12 acorazados de guerra, nadie sabe a dónde se dirigió, pero aparentemente se dirigía al Calm Belt, ya se le está buscando por todos lados- respiro profundamente para finalizar –Además han desaparecido dos flotas de la marina en el New World, en territorio del segundo Yonko cuyo nombre desconocemos, ni siquiera sabemos si existe, solo lo identificamos con su territorio por los comentarios de algunos sobrevivientes y náufragos- guardo silencio en búsqueda de alguna reacción de su jefe.

-Comprendo, aunque de verdad no le daría tanto crédito a ese tal Nanamu, aunque se rumora que es poseedor de una akuma no mi hasta el momento no ha demostrado ser un gran problema, pero tiene razón, si llegara a encontrarse con algún pirata que pudiese orientarlo se largaría al New World y no volveríamos a saber de el- vociferaba dando la razón al almirante, conocía muy bien lo que significaba perder a un pirata, el mismo era en parte responsable del escape de Nanamu tiempo atrás cuando ni siquiera era un pirata reconocido. Por un breve momento recordó el tiempo, donde apenas era un teniente, cuando aún con su capitán se encontraron con Nanamu, la verdad más trágica era que en aquel momento ese chico, aparentemente tan indefenso pidió clemencia y juro ser inocente, a lo cual el crédulo teniente dejo marchar con la advertencia de que no volviese a ese rumbo de maldad, pero todo indicaba que la vida le estaba cobrando uno de sus más grandes errores, algo que no le volvería a suceder nunca más. El almirante continuaba hablando de todos los piratas, la chica nueva ni siquiera parecía una amenaza real, pero como bien denotaba su compañero, el haber juntado rápidamente una tripulación con 33 millones de berris era algo alarmante.

El otro sujeto, ese tal Rocket quien ataco Lyneel demostraba tener cada vez menos miedo a mostrarse, pues atacar un reino como ese no era una cosa para tomar a la ligera, debía elegir sus prioridades, dirigirse a por el supernova en el archipiélago Sabaody o en cambio ir a detener rápidamente el surgimiento de dos promesas, dura decisión. Pero sin duda, de todas las noticias la que más le afectaba era el regreso de Rex T. Bones, un pirata que según se contaba tanto el cómo su anterior capitán habían enfrentado antes de que este se dirigiese al New World, sanguinario y aterrador, de una fuerza suprema y además ahora contaba con numerosas flotas de piratas, todo indicaba que una vez más la batalla contra la oscuridad del mundo se avecinaba una vez más. Se levantó pues de donde se encontraba sentado y arreglándose aquellos ropajes que le caracterizaban vocifero –Pues en realidad me gustaría quedarme a descansar pero supongo que de todos modos me vas a enviar je- comenzó a reír levemente tratando de amenizar el ambiente, aunque internamente el también se encontraba preocupado.

El New World, era un mundo ya desconocido, aunque en ese sitio se encontraba el G-1 desde hacía tiempo era como una guerra interminable, la marina recuperaba ciudades y poco tiempo después las perdía de nuevo, en esos sitios la protección no era dada por la marina sino por los señores de aquel sitio de quienes ni siquiera se tenía noticias, Rex T. Bones era conocido pero únicamente por aquel acontecimiento antes de su partida, sin embargo, los otros sujetos eran meros fantasmas, nadie tenía la menor idea de quienes podían ser, a lo sumo se conocía el nombre de sus tenientes, pero jamás se había escuchado su nombre y mucho menos se les había visto en persona, tanto así que muchos les consideraban un mito creado por los mismos tenientes con el fin de influir miedo sobre la marina, cosa que de ser realidad…funcionaba. Muchos vice-almirantes se encontraban en el New World dirigiendo como les era posible las acciones de la marina, la razón de porque tanto el como Seirey no se encontraban en ese sitio era sencilla, la marina no podía darse el lujo de perderles, además como se comentó, el nuevo mundo ya era prácticamente un mundo de piratas, la marina solo existía para proteger unos pocos pedazos de tierra que aun lograba mantener en pie. Así mismo era demasiado peligroso enviar al almirante de la flota o a Oka, quien se rumoraba era una de las pocas promesas que podría llegar a ser el próximo almirante, era por esa simple razón que les mantenían en Marineford, pues en ese sitio el riesgo era mínimo. Aunque no le gustara mucho admitirlo, él no estaba al nivel de aquel mundo, si fuese enviado seguramente regresaría en una caja. Por ende únicamente suspirando agrego –Bueno, entonces a donde debo dirigirme- espero entonces la orden de aquel hombre quien era el máximo dirigente de la marina.

-Jean´s Rocket….bueno no debería ser mucho problema capturarle, después de todo aun ni siquiera llega a tener una recompensa considerable, creo que es buen momento para terminar su carrera pirata- vocifero con toda tranquilidad, en realidad era una misión relativamente sencilla, a pesar de ser un simple vicealmirante se le conocía por ser una persona bastante fuerte, no tanto como otros, pero si lograba sobresalir sobre el resto de los vice, cuya inmensa mayoría solo se interesaba en aspirar a un rango superior dentro de la marina. El almirante menciono al conocido supernova Takutsu, una persona que ya comenzaba a formarse reputación en la Grand Line, no se sabía muy bien en donde se encontraba en ese momento, pero según parecía Seirey mantenía confianza en que arribaría a Sabaody antes de dirigirse al Nwew World, algo lógico pues el camino a ese sitio infernal estaba plagado de peligros además de que se necesitaría una buena guarnición de provisiones. Repentinamente cambio su actitud dirigiéndose a un cartel, no cualquiera, sino uno de aquel hombre tan misterioso y cuya fas se mostraba confiada en todo sentido, Rex T. Bones, a veces se preguntaba si ese hombre de verdad era tan aterrador como las leyendas o si simplemente se trataba de un mito creado por los piratas.

El jefe menciono algo de pedir ayuda al gobierno, cosa que no le agradaba mucho al pelinegro pero que por su rango no podía cuestionar las decisiones del almirante, entendía muy bien que los del alto mando tenían derecho a saberlo, aunque conociéndolos ellos ya estarían enterados de aquella intrusión pirata por parte de Rex y aún más, hasta quizás sabían dónde podrían encontrarse en ese mismo minuto. Esto era algo, por lo que nunca se había llevado bien con el gobierno, demasiados secretos, demasiadas mentiras, muchas cosas se mantenían ocultas hasta que era inevitable el observarlas, sin embargo y aun a sabiendas de que su opinión no contaba mucho en comparación a la de aquel otro hombre se dispuso a clamar –Con todo respeto, ¿de verdad cree que el gobierno tiene la capacidad de hacer algo?, es decir, sus agentes son excelentes para obtener información, pero dudo mucho que estén preparados para enfrentarse a un hombre como ese, ni siquiera yo lo estoy así que eso es decir mucho- comenzó a reír levemente como era característico en su persona, tratando de amenizar el ambiente ahora más tenso que antes.

Las últimas palabras quedaron plasmadas en su mente, una frase similar a la que su antiguo capitán le había dicho poco antes de aquella tragedia, aquel día en donde comprendió que la vida no era tan dulce como él pensaba, pero sin duda, de todo ello lo que más le importaba ahora era completar su misión, sería un paso más a la cima, un paso más a un puesto donde pudiese ayudar a otras personas, a evitar que más desastres ocurriesen. Guardo ambas manos en los bolsillos y comenzó a retirarse simplemente diciendo –Muy bien, en cuanto termine la encomienda regresare a Marineford, me dirigiré primero a Shelltown, ahí comenzare con los preparativos, nos veremos- y así salió de aquel sitio. Cuando de nueva cuenta estuvo en los pasillos avanzo hasta encontrarse con una ventana abierta, por la cual de manera inesperada salto para después desaparecer aparentemente y reaparecer en el puerto, ahí uno de los marines se encontraba dormido, así que hubo que despertarlo y describirle la situación. Sin perder tiempo se le asignó un navío pequeño y una tripulación marine temporal que lo escoltaría a la ciudad de Shelltown. Mientras en las tranquilas aguas del centro del mundo aquella carroza blandía su esplendor, su mirada se mantenía fija en el horizonte, en su nuevo destino y quien sabe…quizás algo más que eso.